Revista Ecos de Asia

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This article was written on 09 Abr 2018, and is filled under Cultura Visual.

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Hiroshi Hirata, entre el entretenimiento y la recreación histórica

En el pasado Salón del Manga de Barcelona, la editorial ECC anunció su intención de seguir trabajando en su línea manga y ampliando géneros. Para ello, una de sus principales vías de actuación es reforzar la publicación de clásicos,[1] siendo Hiroshi Hirata uno de los autores elegidos de cara a 2018.[2]

Hiroshi Hirata es uno de los representantes del gekiga[3] más conocidos en España, gracias a la atención que prestaron a su obra tanto Dolmen como la desaparecida editorial Glénat.[4] Su producción se centra en jidaigeki, es decir, en obras de ambientación histórica, habitualmente protagonizadas por guerreros de bajo rango.

La primera obra de Hirata en incorporarse a su catálogo ha sido Avatares de una espada memorable. Partitura para un castillo caído. Se trata de un volumen con dos historias cortas que Hirata publicó en 1994, y que suponen una adecuada puerta de entrada a la obra de este autor: se trata de dos relatos breves, relacionados por una espada que hace de hilo conductor, aunque de manera un tanto forzada (y adquiriendo mayor significado en una de las historias que en la otra).

Avatares de una espada memorable cuenta la historia de una competición entre maestros espaderos. Para estimular la competición, el shogun que la promueve establece un sistema de recompensas según el cual el ganador del año actual puede exigirle al ganador del año anterior cualquier cosa, menos su propia vida. Esto genera una disputa entre dos familias que es el tema central de la historia.

Por su parte, Partitura para un castillo caído cuenta la historia de un horagata, una figura militar encargada de tocar una concha para transmitir indicaciones en el campo de batalla. Este horagata recibe una partitura con la melodía del toque que indica cuándo los enemigos han tomado el castillo, un tema que está prohibido interpretar por la superstición de que traerá desgracia al castillo en cuestión. Sin embargo, el atractivo de la partitura tienta al horagata, quien desea interpretar la pieza. Al intentar hacerlo en secreto, es descubierto y se ve obligado a huir.

El principal atractivo de Avatares de una espada memorable. Partitura para un castillo caído, como de buena parte de la producción de Hirata, reside en la ambientación histórica que imprime a sus obras, procedente de una vasta documentación previa, que le lleva a varios años de preparación para cada uno de sus títulos. Sin embargo, no todo el mérito de Hirata reside en el rigor histórico, sino que se apoya en su capacidad para construir atmósferas.

Así, Hirata es capaz de transportar al lector al interior de sus historias, embebiéndose del ambiente que se respira en ellas. Lo logra gracias a una capacidad narrativa muy influida por el cine de samuráis tradicional, de ritmo pausado y tensión sostenida, así como por un dibujo realista y muy fluido.

Precisamente, el dibujo es uno de los puntos fuertes de Hirata, quien no solamente dibuja, sino también escribe con pincel.[5] Considera el dibujo y la caligrafía como dos formas de expresión muy similares: en ambas se realizan trazos sobre el papel para transmitir mensajes, y ambas tienen un fuerte potencial para poder dotar de intensidad a estos mensajes.[6] Así, Hirata manifiesta una gran capacidad para transmitir emociones.

La edición que presenta ECC para Avatares de una espada memorable posee un tamaño considerablemente mayor a los tomos estándar, lo que permite un mayor lucimiento del dibujo. Sin embargo, la impresión es algo irregular, probablemente debido a problemas con el material original, aunque también aparecen en la página del índice. Tal vez esto haga que el precio resulte un poco desproporcionado, en cualquier caso, se trata de una publicación atractiva, especialmente para los amantes de las historias de samuráis, en las que Hiroshi Hirata ha demostrado moverse con maestría a lo largo de su carrera.

 

Notas:

[1] Hasta el momento, las incursiones en el manga clásico de ECC se habían limitado a algunos títulos de Osamu Tezuka (de quien han publicado Oda a Kirihito, La canción de Apolo, Devorar la tierra y Bárbara, todos ellos títulos dirigidos a lectores adultos) o al tándem Kazuo Koike y Goseki Kojima.

[2] Así, aunque ECC también quiere comenzar a abrirse a nuevos géneros y demografías, no hace apuestas arriesgadas, manteniéndose en la periferia del seinen que caracteriza buena parte de su catálogo. Las obras de Hirata quedan muy próximas, temática y estéticamente, de las de Koike y Kojima, lo cual facilita una base de público afín. De este modo, ECC mantiene una marcada línea editorial caracterizada por la atención a un manga adulto, en el que todavía resultan excepcionales los títulos que se salen de esta norma.

[3] Gekiga es el término que define al manga con un contenido más adulto que comenzó a desarrollarse en las décadas de los sesenta y setenta, haciendo una reivindicación del medio con una mayor dimensión que un entretenimiento infantil. Así, las obras gekiga adquirían un dibujo más realista y trataban temas más adultos, desde la violencia o el sexo hasta cuestiones más complejas con fuerte contenido dramático.

[4] En 2009, Dolmen publicó los cinco volúmenes que conforman Satsuma Gishiden, la obra magna de Hirata. Ese mismo año, Glénat publicó Héroes anónimos, y a partir de ahí siguió recuperando obras de Hirata: La rebelión del emblema (2010), Relatos insólitos de samuráis (2010), Promesas rotas (2010), Orgullo de samurái (2010) y La venganza del guerrero repudiado (2011). En 2012, todavía bajo el nombre de Glénat se publicó Asesino (2012), y ese mismo año, ya como EDT, vio la luz su versión de Zatoichi. Además, EDT también reeditó algunas de las obras anteriores entre 2012 y 2013.

[5] De hecho, su obra más famosa e icónica está estrechamente relacionada a sus habilidades caligráficas: es el autor del logotipo japonés de Akira, la célebre obra de Katsuhiro Otomo.

[6] Tal como declara en una entrevista de 2011 recientemente publicada. “Hiroshi Hirata: Puedo tardar entre 3 y 5 años para documentarme bien antes de iniciar un nuevo manga”, Otaku Bunka, nº 12, Panini, Torroella de Montgrí, páginas 60-61.

avatar Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.


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