Revista Ecos de Asia

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This article was written on 09 Nov 2018, and is filled under Arte.

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El Kojiki y la impronta de las principales deidades del panteón sintoísta en el arte – Introducción

El texto del Kojiki recoge los fundamentos de la religión oriunda de Japón, el sintoísmo, uno de los pocos conjuntos de creencias animistas con raíces en la Prehistoria cuyo culto ha permanecido vigente hasta nuestros días. En esta serie de artículos se pretende mostrar cómo el Kojiki permea la cultura del pueblo japonés, y especialmente su arte, estudiando cómo se han ido representando sus pasajes más representativos en diversos medios a lo largo de los siglos.

El origen del Kojiki

El Kojiki es el texto histórico más antiguo que se conserva de Japón, redactado en el año 712 por Ô no Yasumaro, a petición de la emperatriz Genmei (707-715). Fue escrito en el contexto del periodo Nara (710-794), una época fundamental para la historia japonesa ya que fue cuando recibió una fuerte influencia de China, a través de embajadas directas desde el continente o por mediación de Corea. Gracias a estas intervenciones, el país nipón alcanzó un gran desarrollo político, social, cultural y técnico, considerándose que fue en este periodo y los inmediatamente precedentes cuando se sentaron las bases culturales de Japón que se afianzarían y adquirirían una personalidad diferenciada y propia en el posterior periodo Heian (794-1185/1192). Entre los avances que se llevaron a cabo, estaba la centralización del gobierno bajo un nuevo poder, siguiendo el modelo chino, en vez de la división en clanes que existía hasta ese momento. Sin embargo, para centralizar al pueblo era necesaria la formación de una consciencia común lograda a través de una historia y de un pasado compartidos. Con este espíritu, se crearon los primeros textos fundacionales de la historia japonesa, el Tennôki y Kokki, redactados en el año 620 por Soga no Umako. Por desgracia, estos primeros textos se perdieron en un incendio, no se sabe si fortuito o provocado. Hay que decir que no se conserva ninguna copia ni del Tennôki ni del Kokki y sólo se sabe de su existencia por menciones en el Nihon Shoki. En cualquier caso, el Kojiki, y posteriormente, el ya mencionado Nihon Shoki, se escribieron para sustituir estos libros perdidos. Fue el emperador Tenmu (673-686) quien empezó la tarea de compilar la historia de Japón, pero la tarea quedó interrumpida por su muerte, hasta que fue retomada por la emperatriz Genmei.

El Kojiki, por tanto, recoge todo lo relativo a la historia del archipiélago nipón: desde su creación, inspirada en los mitos sintoístas prexistentes transmitidos de maneral oral, así como la historia de todos los emperadores que lo han ido gobernando hasta la emperatriz Suiko (593-628). Está dividido en tres partes bien diferenciadas: el Volumen I: La Era de los Dioses, el Volumen II: La Era de los Héroes y el Volumen III: La Era de los Hombres. El Volumen I recoge, unifica y, en general, sienta las bases de la mitología sintoísta que, como se comentará más adelante, tiene una gran cantidad de dioses. En este volumen, se detallan las historias de las deidades principales y se nombran brevemente una ingente cantidad de dioses menores, muchos de los cuales evolucionarán en siglos posteriores hasta convertirse en entidades sintoístas de gran fama tales como Inari (diosa del arroz y de la fertilidad), Raijin (dios del trueno), Fûjin (dios del viento) … Los dos últimos volúmenes hablan de los reinados de los emperadores que han gobernado Japón, si bien la mayor parte de los nombrados en el Volumen II son personajes fantásticos más que históricos.

Grabado representando a Ô no Yasumaro, escritor del Kojiki (izquierda), y versión del Volumen I del Kojiki conservada en la Universidad de Waseda (derecha).

Unos años después de la redacción de este primer texto, en el año 720, se escribiría el Nihon Shoki, también conocido como Nihongi, el cual ha alcanzado más reconocimiento fuera del país. Si bien su temática es la misma, la explicación de los orígenes de Japón presenta unas cuantas diferencias respecto al anterior: está escrito en chino, y no en japonés, y en el texto se incluyen citas que aluden a clásicos de la literatura china de la época. Además, aunque recoge datos históricos más exactos que su antecesor, la parte que recoge la mitología del país ha sido modificada, eliminando algunos mitos. En general, parece ser que se le quiso dar un aire más culto a la publicación, lo que equivalía a hacerlo más parecido a las historias del continente chino, alejándose en parte del espíritu nipón.

Por desgracia, el Kojiki se considera un texto poco accesible incluso para los japoneses debido a lo rebuscado del lenguaje. Sin embargo, siendo una parte importante de su cultura, hay diversas iniciativas para acercar el manuscrito a la gente. Una de las iniciativas más completas y recientes es la inauguración en 2004 en la ciudad de Mameda (pref. Ôita) del Kojiki – Ukiyo-e de los Ocho Millones de Dioses Open Museum. Se trata de un museo donde se exponen pasajes del Kojiki comparándolos con ukiyo-e donde aparecen imágenes de los dioses. Además, en el museo hay pantallas interactivas con vídeos que muestran los ukiyo-e moviéndose para acercar la mitología a los niños.

Vista de la exposición del museo dedicado al Kojiki en la prefectura de Ôita.

A lo largo de esta serie de artículos, y tras un breve resumen de qué es la religión sintoísta y su evolución histórica, se van a tomar como fuente literaria el Volumen I y el principio del Volumen II del Kojiki y, centrándonos en pasajes del mismo,[1] se verá cómo lo que allí se narra es tomado como fuente de inspiración directa para diversas obras de arte en los siglos posteriores. Las diferentes figuras mitológicas se verán en orden cronológico de creación, según van apareciendo en el Kojiki.

Breve introducción al sintoísmo

Meoto Iwa o las Piedras Casadas, en Futami (pref. Mie). Es un lugar sagrado del sintoísmo, como indica el que estén unidas por una shimenawa. Estas dos rocas representan a los dioses creadores del mundo según el sintoísmo, Izanagi (izquierda) y Izanami (derecha).

El sintoísmo es la religión autóctona de Japón, en oposición al budismo, que llegó desde China, introducido por un embajador coreano en el año 552. Tiene su base en las creencias animistas de la Prehistoria, basadas en unas entidades llamadas kami. Los kami son dioses o espíritus asociados a todo elemento natural: la vegetación, los fenómenos naturales etc. El sintoísmo no está respaldado por una filosofía compleja ni tiene un decálogo de comportamiento. La única directiva general de esta religión es que hay que vivir en armonía con la naturaleza, en armonía con los kami, respetarles, venerarles y conciliarse con ellos en caso de ofensa. Por tanto, es una religión que predica una filosofía optimista más centrada en el presente que en la otra vida. Tiene un alto componente ritualístico; hay rituales de purificación, de ofrenda y de oración, y los lugares que considera sagrados no son templos, de los cuales hay pocos, sino parajes naturales: un árbol especialmente grande, rocas etc. Sus centros de culto están en Izumo (pref. Shimane) y en Ise (pref. Mie).

Hay que decir que, incluso con la llegada del budismo desde China a mediados del siglo VI, ambas religiones han convivido en armonía. Ambas han estado presentes durante toda la historia del país nipón y, aunque dependiendo de la época una ha tenido más prevalencia que la otra, no han estado enfrentadas. Ha habido épocas en la historia de Japón, además, donde se han introducido otras religiones foráneas. Por poner dos de los ejemplos más relevantes, el cristianismo gozó de cierto éxito durante lo que se conoce como el Siglo Ibérico (1543-1643), aunque en este caso la introducción de una religión monoteísta sí que entró en conflicto con las religiones ya presentes en el archipiélago, especialmente con las sectas budistas. Durante el periodo de aislamiento del pueblo japonés durante el periodo Edo (1603-1868), por otra parte, alcanzó gran éxito la filosofía neo confuciana, impulsada por el gobierno, que propugnaba una sociedad ordenada y jerarquizada, lo que estaba en la línea de lo que quería transmitir la dinastía gobernante de los shôgun Tokugawa para mantener la sociedad en orden.

Con el comienzo del periodo Meiji (1868-1912), sin embargo, se dio una fuerte revitalización de la religión sintoísta, también impulsada desde el gobierno. Una de las principales acciones políticas que se llevaron a cabo durante este periodo, fue la restauración del poder imperial: en contra del poder efectivo que habían ostentado los dictadores militares, los shôgun, desde el periodo Kamakura (1185/1192-1333), la occidentalización del país nipón trajo consigo la figura de un nuevo líder, el emperador, el cual había estado presente a lo largo de los siglos anteriores, aunque nunca había tomado el control del país. El origen divino del emperador, principal rasgo que ratificaba su derecho a estar en el poder y la necesidad de una absoluta obediencia a su figura divina, se encuentra en el texto fundacional de la religión sintoísta, el Kojiki. El primer emperador del que se habla en el mencionado Volumen II, el emperador Jinmu (más un personaje mitológico que histórico), tiene como madre a la diosa principal del panteón sintoísta, la diosa del Sol, Amaterasu. Dado que la dinastía de emperadores japoneses está formada por gente que pertenece a la misma línea familiar, constituyendo incluso hoy en día la familia real más antigua del mundo, todos los emperadores son descendientes de Jinmu y, por extensión, de la diosa Amaterasu. El periodo Meiji, por tanto, constituye la época de mayor florecimiento de esta religión, y muchas de las obras de arte que aparecerán a lo largo de esta serie de artículos datan de dicho periodo. Aunque el sintoísmo sufrió un duro golpe con la pérdida del estatus divino del emperador Hirohito tras la Segunda Guerra mundial, hoy día sigue estando muy presente en la cultura japonesa y sus ritos y costumbres se siguen practicando.

Izanagi e Izanami

El Kojiki empieza mencionando la aparición de “Las Siete Generaciones de la Era de los Dioses”, un conjunto de dioses primigenios que son el origen de los dos dioses que ya pueden considerarse del panteón sintoísta: el dios Izanagi y la diosa Izanami. A pesar de su importancia, pues a partir de ellos surgirán todos los demás, su culto no está tan extendido como el de su progenie, la cual por estar relacionada de manera directa con fenómenos naturales (el sol, el mar…), tienen una relación más directa con los humanos. Estos dos dioses (hermanos y, posteriormente, esposos) son los creadores del mundo. En el Kojiki se recoge este hecho de la siguiente manera:

Los dos dioses, desde el Puente Flotante del Cielo, revolvieron las aguas con la alabarda. El agua produjo ruido al dar vueltas y en la punta de la alabarda se formó una gota que fue haciéndose más y más sólida y grande hasta convertirse en una isla. Fue la isla Onogoro.[2]


Izanagi e Izanami encima de Ame no Ukihashi de Utagawa Hiroshige (1849-1850) (izquierda) y Buscando los Mares con Tenkei de Kobayashi Eitaku (1880-1890 (derecha).

Izanagi ve a Izanami dentro de Yomi (imagen de la izquierda). Izanami (figura de la derecha), perseguida por la horda de monstruos que originalmente perseguían a su marido, alcanza a Izanagi (figura de la izquierda) que ya ha logrado interponer la roca entre ellos (imagen de la derecha).

Juntos, esta pareja de dioses creó a muchos otros. Sin embargo, al dar a luz a Kagutsuchi, el Dios del Fuego, Izanami murió. Desconsolado por su muerte, Izanagi fue a verla a Yomi, el equivalente, aunque con diferencias, a nuestro Infierno en el cristianismo. El Kojiki recoge esta parte así:

[…] Por eso, aunque mi deseo es regresar contigo, voy a consultar a los dioses de este mundo de tinieblas. Mientras vuelvo, no se te ocurra mirarme. Con estas palabras, la diosa desapareció tras las puertas. Pero tardaba tanto en volver que el dios Izanagi no pudo esperar más. Rompió el diente grueso de la peineta con que se sujetaba su augusta coleta izquierda y le prendió fuego para alumbrarse. Cuando entró en el palacio, vio el cuerpo putrefacto de la diosa que rezumaba gusanos y despedía truenos.[3]

Izanagi sale corriendo al ver el monstruoso aspecto de su esposa, pero ella no quiere dejarle escapar. Mientras su marido huye, ella manda tras él bestias horrendas procedentes del inframundo, pero Izanagi va despistándolas por el camino, hasta que llega un momento en que es la propia Izanami la que intenta darle caza. Viéndose acorralado, Izanagi, pone una enorme piedra delante en el camino a Yomi, evitando así ser alcanzado por su esposa. Este parte, es relatada en el Kojiki:

Finalmente, la misma diosa Izanami en persona emprendió la persecución de Izanagi. El dios, al ver cómo se le acercaba, colocó una enorme roca, que sólo podían mover mil hombres, en medio de la cuesta de Yomo-tsu-hira, tapando así la entrada al País de las Tinieblas. Los dos dioses se quedaron, por lo tanto, uno a cada lado de la roca. Ahí intercambiaron las palabras de disolución del vínculo matrimonial.[4]

En este primer artículo se ha visto una introducción al Kojiki, enmarcándolo en su contexto histórico, así como unas pinceladas de lo que es la religión endémica del archipiélago nipón, el sintoísmo, junto con su evolución histórica. De la misma manera que en este último apartado se ha analizado la presencia de la historia de los dioses fundacionales, Izanagi e Izanami, en la pintura principalmente, en artículos posteriores se hará un recorrido por los principales dioses del panteón sintoísta, donde se hablará de sus mitos y del reflejo de los mismos en diversas manifestaciones artísticas.

 

Para saber más:

  • Barlés Báguena, E., Tema 2: Sintoísmo y Budismo, Zaragoza, Diploma de Especialización en Estudios Japoneses (inédito), 2017.
  • Diago Camps, L., La figura de Susano-ô en el discurs mític del Kojiki i la seva relació amb l’aigua, TFG, Grado de Estudios de Asia Oriental, Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona, 2015. Última visita 30/10/2018. Disponible aquí.
  • Hall Chamberlain, B., Translation of Ko-ji-ki or Records of Ancient Matters, Kobe, J.L. Thompson, 1932.
  • Japanese Woodblock Print Search, https://ukiyo-e.org/ (fecha de consulta: 30/10/2018).
  • Roberts, J., Japanese Mythology A to Z, New York, Chelsea House Publications, 2009.
  • Rubio López de la Llave, C. y Tami Moratalla, R., Kojiki. Crónicas de antiguos hechos de Japón, Madrid, Trotta, 2008.
  • Universidad de Waseda: el Kojiki, http://www.wul.waseda.ac.jp/kotenseki/html/bunko17/ bunko17_w0200/index.html (fecha de consulta: 30/10/2018).

 

Notas:

[1] Se va a utilizar la versión traducida al español por Carlos Rubio: Rubio López de la Llave, C. y Tami Moratalla, R., Kojiki. Crónicas de antiguos hechos de Japón, Madrid, Trotta, 2008.

[2] Ibidem, p.55.

[3] Ibidem, p.63.

[4] Ibidem, p.64.

avatar Claudia Bonillo (77 Posts)

Graduada en Ingeniería Informática con mención en Computación (2016, Unizar), Diploma de Especialización en Estudios Japoneses (2017, Unizar) y Máster de Estudios Avanzados en Historia del Arte (2018, Unizar), actualmente es doctoranda del área de Asia Oriental en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza especializada en la transmisión de la historia medieval japonesa, periodo Sengoku (1467/1477-1603), a través de la cultura popular nipona (videojuegos, manga y anime). En el año 2020 ganó la Beca del Gobierno Japonés (MEXT/ Monbukagakushô) para Graduados Españoles para poder hacer una estancia de investigación en la Universidad de Kioto.


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