Revista Ecos de Asia

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This article was written on 09 Mar 2015, and is filled under Historia y Pensamiento.

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Francisco sueña con China. Política y religión en Pekín.

Para mucha gente el fenómeno del cristianismo chino es algo completamente desconocido que se desvanece ante la presión que el régimen de Pekín impone a estas comunidades. Sin embargo, en los últimos años, son cada vez más las noticias que afloran al respecto, en especial cuando el gobierno comunista adopta medidas tan llamativas como la de derribar iglesias para atajar la expansión de una fe que es vista como extranjera y subversiva: China es un país que tiene libertad de culto, pero no libertad religiosa. La Historia del Cristianismo en China, y en Asia en general, tiene ya una trayectoria de varios siglos: numerosas publicaciones y estudios de la Edad Moderna dan buena cuenta de ello. En el caso chino, conocidas son las predicaciones y la evangelización impulsada por el jesuita navarro San Francisco Javier (1506-1552) y la misión del padre Matteo Ricci (1552-1610), también jesuita, quién adoptó la vestimenta china y procuró adaptarse a las costumbres locales. Además, no hay que olvidarse del influjo colonizador del siglo XIX, momento en el que arraigan con mayor fuerza las misiones protestantes.

Estatua del jesuita Matteo Ricci en Pekín.

Estatua del jesuita Matteo Ricci en Pekín.

En ningún momento la vida de los cristianos chinos fue fácil, aunque quizá no se llegó a la persecución total sufrida en el Japón del siglo XVII. Lo cierto es que, pese al levantamiento de los bóxers a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX, sobrevivieron en China pequeñas comunidades cristianas muy localizadas, pero respetadas por el posterior gobierno republicano (1912-1949). La situación cambió con la fundación de la República Popular China en 1949 y la subsiguiente Revolución Cultural, momento en el que la Iglesia fiel al Vaticano fue prohibida (aún pervive en la clandestinidad), siendo sustituida por otra controlada desde el Estado. El régimen chino siempre vio a la Iglesia como a un enemigo, no sin razón, y hoy en día persiste la tensión entre ambos países, por ejemplo, el Vaticano es uno de los 22 estados que reconocen a Taiwán como la República China, lo que irrita a Pekín. Y es que el cristianismo, también protestante, tuvo una gran influencia durante la época revolucionaria y republicana, figuras tan destacadas como Sun Yat-sen y Chiang Kai-shek se convirtieron al protestantismo. Por todo ello, el cristianismo también es visto como nacionalista y antirrevolucionario.

En la actualidad, la Iglesia oficial cuenta con unos 12 millones de seguidores, mientras que se calcula que la Iglesia leal al Vaticano cuenta con hasta 60 millones de fieles, eso sin contar con las importantes comunidades protestantes, mucho más difíciles de contabilizar (se calcula que rondarían también en torno a los 60 millones). Unos datos que no se manifiestan en nuestra percepción de la poderosa China pero, de corroborarse, significarían que China podría convertirse en el país con el mayor número de cristianos del mundo; una situación que se ha visto impulsada en fechas muy recientes. Ante la escasa transparencia de las autoridades chinas en estas cuestiones, es cuando menos aventurado intentar discernir las causas de esta situación, pero disidentes chinos como Wenguang Huang, nos hacen pensar que podría ser como consecuencia de una crisis de valores morales y espirituales del confucianismo debido al paso del comunismo maoísta a un capitalismo salvaje.[1] En este contexto, los cristianos piden libertad religiosa y ayuda para las clases más necesitadas, especialmente rurales, lo que hace que sean vistos como un peligro desde Pekín.

A día de hoy, el gobierno de Xi Jinping hace especial hincapié en los valores socialistas, dándose la paradoja de que algunos de los valores del cristianismo coinciden con los del Partido Comunista, pero no ocurre lo mismo en la defensa de la cultura tradicional china. De ahí que el cristianismo sea considerado como una religión extranjera, aunque la preocupación real se deriva de una posible articulación ciudadana en torno a la Iglesia católica; en las esferas de poder chinas se tiene muy presente el papel jugado por esta institución en la caída del comunismo en Europa oriental, y en el belicismo demostrado desde el pontificado de Juan Pablo II (1978-2005). Además, nadie esconde las relaciones cristianas que mantienen algunos destacados disidentes como Xu Zhiyong o Gao Zhisheng, o incluso entre los recientes movimientos estudiantiles de Hong Kong, un matiz desatendido por los medios de comunicación.[2]

Aunque a la mayoría de los occidentales esta realidad se les escape, no pasa lo mismo en la diplomacia vaticana. Ya intentó Benedicto XVI (2005-2013) un acercamiento al gobierno chino, truncado por el nombramiento de obispos por parte de Pekín y la denuncia pública de Ratzinger de la situación de los católicos en el país, pero todo parece indicar que el Papa Francisco quiere impulsar este camino. Son varios los telegramas que ha mandado personalmente al presidente Xi para desearle buenos deseos, lo que no evita que Pekín siga sin ver con buenos ojos que los católicos chinos se consideren bajo la autoridad de un Papa de Roma. Sin embargo, comienzan a aparecer algunos gestos que indican que existe una posibilidad real de “deshielo”. En su reciente viaje apostólico a Corea del Sur el pasado agosto, el avión papal pudo utilizar el espacio aéreo chino. Quizá esto pueda parecer un detalle secundario, pero lo cierto es que ningún Papa había podido hacerlo y, recordemos, China y el Vaticano no mantienen relaciones diplomáticas formales u oficiales.

La cristianización de Asia y de China la iniciaron y la impulsaron principalmente los jesuitas, y es ahora, cinco siglos después, cuando un Papa jesuita ha confesado sin ambages que, si por él fuera, “estaría en China mañana mismo”; declaraciones que no ha dudado en comunicar al presidente Xi, al que ha invitado a visitar el Vaticano en un gesto sin precedentes.[3] En esta línea de distensión, el Papa Francisco declinó la oferta de reunirse con el Dalai Lama.

Otro hecho significativo que parece marcar tendencia, es la restauración de un templo católico, en este mismo año 2015, que se incendió en julio de 2014 en la ciudad de Ningbo. Se trata de la catedral católica de la diócesis, que permaneció cerrada entre 1963 y 1980, y que desde 2006 fue reconocida por el Consejo de Estado como un monumento nacional a proteger por su armonía estilística entre lo chino y lo occidental. Hay que destacar que el proyecto de restauración en curso fue propuesto por representantes de la Iglesia católica.[4]

Estado de la catedral católica de Ningbo tras el incendio de julio de 2014.

Estado de la catedral católica de Ningbo tras el incendio de julio de 2014.

Estos nuevos gestos e iniciativas parecen apuntar a un nuevo clima en las relaciones entre Pekín y el Vaticano, pero el camino se presupone largo y difícil. Se trata de un proceso en el que no se pueden obviar los intereses geopolíticos, cuestión última que puede terminar por convencer al régimen comunista en su normalización de las relaciones con el Estado Vaticano. Por otra parte, lo cierto es que son ya varias las voces que se han pronunciado en el sentido de que el futuro del Cristianismo pasa por China, y más en concreto el del catolicismo, que se encuentra en claro retroceso en Europa y América. De momento, el jesuita Bergoglio, y el Papa Francisco, sueñan con China.

Cristianas chinas rezando.

Cristianas chinas rezando.

Para saber más:

  • Díez, P., “China derriba iglesias para atajar el auge del cristianismo”, en ABC, 06/05/2014. Disponible aquí.
  • Reverter E, “La historia secreta del cristianismo en China”, en BBC, sección mundo, 14/09/2011. Disponible aquí.
  • Sang Lee, S. B., Relaciones Iglesia-Estado en la República Popular China. Pamplona, Universidad de Navarra, 1990.

Notas:

[1] Declaraciones recogidas en elpais.com. Consultado en 02/03/2015.

[2] Artículo “La cruz tras los paraguas”, disponible aquí. Consultado en 02/03/2015.

[3] Declaraciones recogidas en elpais.com. Consulado en 06/02/2015.

[4] Noticia aparecida en aciprensa.com. Consultado en 06/02/2015.

avatar Juan Ibáñez (2 Posts)

Graduado en Geografía e Historia por la Universidad de La Rioja, ha sido becario de iniciación a la investigación y de colaboración en el departamento de Ciencias Humanas de la UR (área de Historia Moderna). En la actualidad cursa el Máster Universitario de Profesorado de la misma universidad.


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