Revista Ecos de Asia

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This article was written on 12 Mar 2014, and is filled under Cine y TV.

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The Act of Killing o cuando los verdugos duermen bien.

La mejor arma política es el terror.
La crueldad impone respeto;
los hombres podrán odiarnos pero no queremos su cariño,
sólo queremos su miedo.

Heinrich Himmler (1900-1945), comandante jefe de las SS.

 

Queridos lectores: esto no es una crítica cinematográfica, es una exhortación clara a que vean una de las películas más brillantes y demoledoras estrenadas el pasado año. No sigan leyendo, o mejor dicho, lean después de haberla visto; sin duda The Act of Killing se quedará con ustedes durante mucho tiempo.

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Cartel publicitario de la película.

Si no nos han hecho caso y pese a ello han llegado hasta aquí les contaremos qué es lo que van a ver. En primer lugar les pondremos en situación: The Act of Killing, o El acto de matar, un título a todas luces revelador, es una película dirigida por Joshua Oppenheimer y producida por Werner Herzog y Errol Morris. Su planteamiento es claro: recrear las matanzas de hasta medio millón de personas acaecidas entre 1965 y 1966 en Indonesia; abriendo por vez primera el debate público sobre unos hechos sucedidos hace casi medio siglo, durante las postrimerías del gobierno del presidente Sukarno.

Pero ¿qué paso realmente durante esos años? Entre 1965 y 1966 más de medio millón de personas fueron asesinadas, otro millón desaparecidas, y se calculó que entre 50 y 100 personas eran asesinadas a diario.

El 30 de septiembre de 1965 se produjo un fallido golpe de Estado donde murieron seis generales. Suharto, un mayor general poco conocido, asumió el Gobierno para llenar el vacío de poder de su predecesor Sukarno, fundador del Movimiento No Alineado y líder de la revolución nacional contra el colonialismo holandés, que es destituido y reemplazado por Suharto.

En ese momento, el Partido Comunista Indonesio (PKI), el mayor del mundo tras el ruso y el chino (con tres millones de afiliados), fue prohibido de inmediato. Su potencial ascenso preocupaba a los americanos, sumidos en plena Guerra Fría y en la Guerra de Vietnam.  El apoyo de los Estados Unidos en los sucesos que narra la película todavía se mantiene en entredicho. Pese a la rotunda negativa de la CIA y cualquier participación norteamericana en los crímenes se sabe que el Archivo de Seguridad Nacional de Washington, a través de la Embajada estadounidense, suministró al Ejército indonesio los nombres y direcciones de decenas de líderes comunistas.

Suharto, jefe de las Fuerzas Armadas, emprendió entonces una purga sistemática, principalmente contra los comunistas, pero también hacia intelectuales, elementos de la Armada y el Ejército, campesinos, maestros e indonesios de origen chino, pasando a gobernar el país con mano de hierro durante más de treinta años, desde 1965 a 1998.

Suharto atribuyó los asesinatos al Partido Comunista de Indonesia y dijo que su blanco eran los líderes islámicos. La orden de eliminar a todos los comunistas [1] llegó a través de clérigos islámicos de Nahdlatul Ulama [2], el mayor grupo musulmán de Indonesia, cuyo brazo activo fue la milicia anticomunista Banser.

Los que se resistieron fueron asesinados en el acto; otros fueron enviados a centros de detención, para ser llevados luego a descampados donde serían tiroteados, apuñalados, degollados o asesinados a golpes. Las casas de los indonesios de ascendencia china, una minoría mal vista, fueron quemadas. Estas escenas se repitieron a lo largo y ancho de Java, Sumatra y Bali durante meses desde 1965 hasta 1966 (volvieron a repetirse nuevamente en 1998, cuando casas de los indonesios de ascendencia china fueron saqueadas y destruidas en disturbios que dejaron cientos de muertos).

The Act of killing (2012) está protagonizada por Anwar Congo, un septuagenario del norte de la isla de Sumatra que reconoce abiertamente que mató a varios cientos de personas por su supuesta militancia en las filas comunistas.

En su juventud, él y sus amigos controlaban la taquilla cinematográfica del mercado negro, e incluso anhelaban convertirse en los protagonistas de los westerns que desfilaban por sus pantallas. El ejército los reclutará tras el golpe de estado dentro de los Escuadrones De La Muerte. Anwar y sus compañeros odiaban a los comunistas, tal y cómo relata el filme,  por ser los responsables directos del boicot a las películas estadounidenses, las más rentables en los cines. Entra formar parte de una de las organizaciones paramilitares más poderosas del mundo, la Juventud Pancasila [3], en la que actualmente figuran ministros del Gobierno a los que se trata con veneración y respeto.

Esta es la imagen de un país enajenado y alienado, que aplaude la corrupción y la violencia, en el que los genocidas son invitados de lujo en los programas de televisión, donde se explayan sobre sus proyectos cinematográficos mientras narran sus espeluznantes asesinatos reales. Un lugar donde una buena parte de la población sigue viviendo completamente aterrorizada mientras el resto del planeta mira para otro lado.

El planteamiento del largometraje, en palabras de su director, es tan arrollador como intrincado: He desarrollado una técnica de rodaje con la que he intentado comprender por qué la extrema violencia, que muchos consideramos impensable, no solo es posible, sino que se ejerce rutinariamente. He intentado comprender el vacío ético que hace posible que los responsables del genocidio sean homenajeados en la televisión pública con vítores y sonrisas -dice el director-. Asimismo intentamos arrojar luz sobre uno de los capítulos más oscuros en la historia humana, tanto local como global; y expresar los costes reales de la ceguera, el oportunismo y la incapacidad para controlar la codicia y el ansia de poder en una sociedad mundial cada vez más unificada. Finalmente ésta no es una historia sobre Indonesia, es una historia sobre todos nosotros. [4]

Adi Zulkadry y Anwar Congo en una escena de la película, recreando las torturas.

Adi Zulkadry y Anwar Congo en una escena de la película, recreando las torturas.

Werner Herzog, uno de los cineastas que más ha aportado al cine documental, ha demostrado públicamente su asombro ante The Act of Killing: No he visto una película tan potente, surreal y terrorífica en al menos una década [5] e incluso ha sido calificada como la película más inquietante sobre masacres desde Shoah [6].

El planteamiento de Oppenheimer es a todas luces demencial: enfrentar a los verdugos, actualmente miembros respetados de la comunidad, a reproducir y ahondar en los métodos y formas de asesinato que llevaron a cabo hace 50 años. El filme está plagado de escenas que van desde el surrealismo más absoluto, destacan especialmente las escenas protagonizadas por uno de los verdugos, Herman Koto, que desfila travestido, bailando y comentando con humor las torturas, hasta el momento clave del derrumbe de Congo. El espectador pasa del horror a la sorpresa,  de la confusión al aturdimiento y finalmente a la estupefacción más absoluta.

Anwar Congo y Herman Koto, la crueldad se viste de rosa.

Anwar Congo y Herman Koto, la crueldad se viste de rosa.

La película se gestó en un periodo de tres años en los que el director grabó a los supervivientes de la masacre. Al conocerla desde dentro decidió profundizar más en los crímenes y enfrentarse directamente con los asesinos. Durante ese tiempo, el equipo de la película fue amenazado y acosado, hasta tal punto que en la mayor parte de los créditos finales se decidió respetar su anonimato por cuestiones de seguridad. Tal y como relata Oppenheimer, la impunidad ante dichos crímenes es tan fragante que los asesinos aceptaron el proyecto con gusto, sin miedo a ser condenados por ello.

Joshua Oppenheimer, a la derecha, en un momento del rodaje. De izq. a dcha.: Safit Pardede, Anwar Congo y Adi Zulkadry.

Joshua Oppenheimer, a la derecha, en un momento del rodaje.
De izq. a dcha.: Safit Pardede, Anwar Congo y Adi Zulkadry.

La película no ha recibido la autorización oficial para ser exhibida en Indonesia, pero pese a ello, ha sido presentada en la Berlinale, Toronto o el Festival de Copenhague entre otros, logrando excelentes críticas por parte de periódicos como The Guardian, L.A. Times o Village Voice, entre otros, que la califica de obra maestra.

Ningún gobierno extranjero ha condenado a las autoridades indonesias, más bien al contrario: Estados Unidos aplaudiría la matanza considerándola una gran victoria sobre el comunismo. La revista Time informaba en su momento calificando los asesinatos omo una de “las mejores noticias para Occidente desde hace años en Asia”, mientras que The New York Times la titulaba: “Un destello de luz en Asia”. [7] Muchos gobiernos occidentales han mantenido su apoyo firme a los militares  y el propio Suharto murió en enero de 2008 sin enfrentarse a la justicia.

En la actualidad, la mayor parte de los responsables políticos de la matanza continúan ocupando puestos de poder dentro del país, siendo tratados como héroes nacionales.

Ha habido que esperar hasta 2012 para que la Comisión Nacional Indonesia de Derechos Humanos (Komnas HAM), publicara un importante informe sobre la investigación de los asesinatos en masa que tuvieron lugar en Indonesia durante esos años [8]. Oppenheimer se adelantó al mismo mostrando la brutalidad que muchas veces desconocemos.

Para saber más:

 

Notas:

[1] En la década de 1950, el NU quería ver Indonesia convertida en un estado islámico, y expresó su desaprobación ante el discurso presidencial de Sukarno en 1953. Tres años más tarde, también se manifestó en contra de las medidas políticas empleadas hasta entonces por Sukarno que conducían al  establecimiento de una democracia guiada,  permitiendo que los miembros PKI se sentaran en el gobierno. El 2 de marzo de 1957, la rebelión Permesta estalló. Entre sus demandas se encontraba la restauración de Mohammad Hatta al frente de la vice presidencia. El NU apoyó estas llamadas. Mientras tanto, en la Asamblea Constituyente la NU unió a Masyumi , el indonesio Partido Unión Islámica ( PSII ); la Asociación de Educadores Islámica ( Perti ) y otros partidos para formar un  bloque islámico, que perseguía la conversión del país a esa religión. Ninguno de los bloques fue capaz de comandar una mayoría para cambiar la constitución y  se disolvieron el 5 de julio de 1959, restaurándose también la constitución de 1945  que declaró  que el estado se basaría en la filosofía Pancasila y no en el Islam.

[2] Nahdlatul Ulama, también conocida como Nahdatul Ulama o simplemente NU, es un grupo islámico sunita y tradicionalista de Indonesia. Se crea el 31 de enero de 1926 como reacción frente al movimiento Muhammadiyah, fundado en 1912 por Ahmad Dahlan , de vertiente socio-religiosa reformista que invoca la Yihad.  En un principio estará involucrado en las matanzas de comunistas indonesios en 1965 pero a partir de los años 80 comienza a oponerse el régimen de Suharto. En 1984 Abdurrahman Wahid, nieto del fundador del movimiento, retoma el liderazgo de su padre y es finalmente elegido presidente de  Indonesia en 1999, disculpándose oficialmente por los sucesos de 1965.Actualmente el NU actúa principalmente como órgano de caridad, financiando escuelas, hospitales y combatiendo la pobreza. Es una de las mayores organizaciones mundiales con una estimación en donativos que alcanzan los 30 millones de dólares al año.

[3] La Juventud Pancasilla, conocida también como Pemuda Pancasilla (PP) dirigirá a los Escuadrones De La Muerte durante la masacre de 1965. The act of killing estima que actualmente tiene tres millones de miembros pero cómputos realizados en  1990 fluctúan entre los 4 y los 10 millones de afiliados.

[4] Piña, Begoña, “En Indonesia matamos a todos los comunistas”, Público, 30 de agosto de 2013. Disponible online en: http://www.publico.es/culturas/464803/en-indonesia-matamos-a-todos-los-comunistas 

[5] Johnson, Brian D., “The horror, The horror: The Act of killing makes history”, Macleans’s Magazine, 21 de septiembre de 2012. Disponible online en: http://www2.macleans.ca/2012/09/12/the-horror-the-horror-the-act-of-killing-makes-history/

[6] Kohn, Erik, “Telluride Review: Harrowing ‘Act of Killing’ Is the Most Unsettling Movie About Mass Killing Since ‘Shoah’”, indiewire, 4 de septiembre de 2013. Disponible online en: http://www.indiewire.com/article/telluride-review-harrowing-act-of-killing-is-the-most-unsettling-movie-about-mass-killing-since-shoah

[7] Weiner, Jonah, “The Weird Genius of “The Act of Killing”, New Yorker, 26 de junio de 2013. Disponible online en:  http://www.newyorker.com/online/blogs/culture/2013/07/the-weird-genius-of-the-act-of-killing.html

[8] Schonhardt, Sara, “Veil of Silence Lifted in Indonesia”, The New York Times, 18 de enero de 2012. Disponible online en:   http://www.nytimes.com/2012/01/19/world/asia/veil-of-silence-lifted-in-indonesia.html?pagewanted=all&_r=0

avatar Ana Baena (10 Posts)

Ana Baena Tedó es Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza y Máster en Cine y Audiovisual Contemporáneos por la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona). Especializada en Arte Contemporáneo Audiovisual, sus áreas de investigación actuales se centran en las derivas fílmicas desde la segunda mitad del s. XX hasta la actualidad, con especial atención al cine underground americano y al cine marginal español encuadrado dentro de la Transición.


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