Revista Ecos de Asia

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This article was written on 25 Feb 2014, and is filled under Historia y Pensamiento.

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Bali: ¿el último paraíso? (II)

En los últimos diez años, de esta isla se ha escrito, ha sido filmada, fotografiada y comentada efusivamente hasta un extremo que rusticaría la náusea. – Geoffrey Gorer (1936).[1]

Sin embargo, a principios de 1937, América todavía estaba expectante. Miguel Covarrubias, la estrella del Vanity Fair, estaba a punto de sacar un gran libro sobre Bali. Financiados por la fundación Guggenheim y editados por la Casa Knopf, los Covarrubias habían pasado un año en la isla documentándose: Miguel dibujaba y leía, mientras que Rosa entrevistaba a los locales y realizada un delicado álbum fotográfico. El resultado, una deliciosa monografía científica con decenas de ilustraciones, causó tanta expectación que agotó una segunda edición incluso antes de haber salido a la venta.

Diseños de Covarrubias para Franklin & Simon.

Diseños de Covarrubias para Franklin & Simon.

Diseños de Covarrubias para Franklin & Simon.

Bali inundaba no sólo las salas cinematográficas y los estantes de las librerías, sino también los escaparates de algunos grandes comercios: el propio Covarrubias fue contratado por los grandes almacenes Franklin & Simon, de la Quinta Avenida de Nueva York, para diseñar una serie de telas inspiradas en el tradicional batik balinés.

El final de la década de los 30 constituyó una época dorada para Bali. Impulsado en un primer lugar por el mundo frívolo (especialmente representado por las industrias cinematográficas y turísticas), venía ahora respaldado por los cenáculos artísticos e intelectuales. El libro de Covarrubias, que durante mucho tiempo fue, y quizás aún sea, una referencia ineludible en cuanto al conocimiento científico sobre la isla, marcaba al paso de la adoración primitivista al genuino interés antropológico por una cultura que en aquellos momentos comenzó a percibirse en toda su complejidad.

Fue entonces cuando toda una serie de antropólogos, artistas y estudiosos comenzó a establecerse en la isla; ya no se trataba de una serie de ilustres personalidades, como Charles Chaplin o Noël Coward, que la visitaban, sino de una serie de personalidades a quienes el visitar y conocer Bali volvió ilustres.

En el campo de las artes plásticas, los centros se diversificaron: Ubud, centro cortesano tradicional, entró en franca competencia con Batuán y Sanur; las artes locales se vieron favorecidas por la creación de asociaciones como el Pita Maha (“el gran espíritu”), creada por Walter Spies, que con apoyo cortesano y vanguardista las impulsaban en el extranjero, mientras que la isla se fue convirtiendo en un reducto para pintores occidentales: además de Spies y Covarrubias, se asentaron en Bali muchos otros, como el holandés Rudolph Bonnet, el belga Adrian-Jean Le Mayeur o el filipino Antonio Blanco (que llegó a proclamarse “el Dalí de Bali”).

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Pinturas de Rudolph Bonnet, uno de los muchos artistas occidentales que vivieron en Bali.

Quizás lo que más fascinó a los intelectuales extranjeros fue todo el tema de la danza. Fue precisamente esta década de los 30 la de mayor innovación, cuando se sistematizaron ciertos los bailes tradicionales, e incluso algunos, de tremenda apariencia nativa, fueron creados de la nada para satisfacer a turistas y coreógrafos; tal es el caso del Kecak, que aún es una de las danzas más reconocibles de la cultura balinesa, y que fue diseñado, en aquellos momentos por I Wayan Limbak y por el propio Spies. A la isla acudieron coreógrafos y estudiosos de la danza, como Beryl de Zoete o Katherine Mershon, además de músicos como Colin McPhee, que escribió el primer estudió occidental sobre la música de gamelán.

También el tema de la danza fue el elegido por Margaret Mead y Gregory Bateson, los más importantes antropólogos que estudiaron y residieron en la isla (en donde ejercieron, además, de importantes mecenas) para buena parte de sus estudios sobre Bali; produjeron asimismo Trance and Dance in Bali (1930), el primero de los documentales sobre la isla que recibió reconocimiento gubernamental. Más tarde escribirían Balinese character: a photographic analysis (1942), otro de los libros esenciales, además de toda una serie de artículos sobre Bali, que los definirían como los mayores expertos en la materia.

Pero mientras que en los Estados Unidos, y, por ende, en el mundo entero, Bali se erigía como una comuna de libertad, creativa y personal, la realidad era bien distinta. Tradicional reducto de permisividad sexual, ocupando como tal un lugar especial entre los modernos paraísos del sur, en 1938 se produjo en la isla un gran “pánico moral” que llevó a las autoridades coloniales holandesas a detener a gran parte de homosexuales, y presuntos pederastas; entre ellos, Walter Spies y Roelof Goris. No fue sino por la mediación de personajes como Mead y Bateson que estos fueron liberados; ese mismo año, Walter Spies publicaría una de sus sentencias definitivas sobre la muerte anunciada de la reputación de la isla: “Bali no es ni un paraíso perdido ni el último de ellos, sino el hogar de una gente peculiarmente dotada (…)”.[2]

La Segunda Guerra Mundial sorprendió a la isla en un momento de gran efervescencia artística, y prácticamente la eclipsó por completo. Los japoneses ocuparían la isla en 1942 y el mercado artístico y turístico se reduciría hasta lo esencial, algo que continuaría en la posterior Guerra Civil (1945-1949). Éste sería el comienzo de una época de decadencia de la que Bali nunca se recuperaría, aunque el gobierno de Sukarno (1949-1967) vio los últimos estertores del Bali exótico y sensual.

La batalla de Bali (1942), obra del afamado artista Ida Bagus Nyoman Rai.

La batalla de Bali (1942), obra del afamado artista Ida Bagus Nyoman Rai.

En el mundo del cine, el reclamo de la isla, ya no solo a nivel visual y exótico sino a nivel antropológico, dio lugar a la muerte del Goona-Goona, y dejó hueco para la comedia romántica, como se aprecia en Un novio para tres novias (1939).Mientras tanto, Vicky Baum hacía lo propio, en clave dramática, en su novela Amor y muerte en Bali (1937), que ayudó a documentar Spies, y que mostraba, al contrario que la anterior, un gran rigor histórico.

Suavizado el atractivo del peligro y la desnudez, denunciado por los antropólogos emergentes, el interés por Bali se fue gradualmente diluyendo, a lo que ayudó la aparición de una serie de imágenes difusas sobre la isla. Entre ellas, cabe citar la confusión provocada por el best-seller sobre los Mares del Sur de James A. Michener Sucedió en el Pacífico (1947), que después se convertiría en un exitoso musical y en una película, y en donde se hablaba de una isla de Bali H’ai, y que rápidamente quedó asociada a la naciente cultura tiki. También tuvo gran parte de la culpa cierta exitosa comedia musical de Bob Hope y Bing Crosby, Camino a Bali (1952), que aunque recreaba correctamente ciertos aspectos visuales sobre Bali resultaba un completo descalabro a nivel antropológico (algo que no era exclusivo, como es obvio, del tema balinés). La deificación de Bali fue tan corta como sincera, pero sin duda dejó una fuerte impronta que después pudo ser retomada por las agencias de viajes. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial paralizó la movilidad en el Pacífico y en los años venideros, coincidiendo con la Independencia de Indonesia, el interés se dirigió hacia Hawai. La de Hope, Crosby y una bella, y nada desnuda, Dorothy Lamour fue la última gran película sobre Bali, que con la Guerra quedó relegada de las agencias de viajes hasta la generalización del turismo aéreo, que se implantó en Indonesia algo más tarde de lo habitual.

Dorothy Lamour como la princesa Lala, heredera de una isla cercana en Camino a Bali (1952).

Dorothy Lamour como la princesa Lala, heredera de una isla cercana en Camino a Bali (1952).

La década de los 60 no fue precisamente idílica en el país, aunque sí fue un periodo de crecimiento económico y de mejora del nivel de vida. La Guerra Fría y la intervención en Vietnam dificultaban enormemente el turismo, y el golpe de Estado del general Suharto y toda una serie de matanzas ideológicas hicieron que Bali prácticamente desapareciera del imaginario popular: las celebridades ya no visitaban la isla, los grandes estudiosos habían pasado a mejor vida (o, al menos, a mejores temas) y las pocas novelas que se escribían sobre ella no transpiraban una lectura tan halagadora. Este era el caso de la pseudobiografía[3] de Ktut Tantri, Revolt in Paradise (1960), una guionista y pintora de la isla de Man que habría acabado siendo una invitada de honor en una corte balinesa, además de haber jugado un papel especial en la resistencia anti-japonesa y en la guerrilla posterior (en la que operó bajo el nombre de Surabaya Sue). Con omisibles excepciones, como la semierótica y telefílmica Bali, incontro d’amore (1970), la isla desapareció de las pantallas y de las revistas, con alguna excepción de tipo documental, que alababa las bondades del paisaje, ciertamente exuberante, en consonancia con el renovado amor por la naturaleza de la época.

Prácticamente esta fue la situación hasta principios de los 90, cuando el turismo volvió con fuerza y se construyeron los resorts masivos que dispararon los precios de la isla; se potenció, más que nunca, la práctica de surf y del submarinismo, y la isla se pobló de australianos. La bonanza económica se vería violentada cuando, consecuencia de los sangrientos atentados islamistas del 2002, el turismo cayó masivamente; más de 200 personas murieron (y 240 fueron heridas de gravedad) cuando la congregación Jemaah Islamiyah detonó tres bombas, una de ellas en la abarrotada zona de Kuta. La hipotética Pax Pacifica, caldo de cultivo de escuelas de yoga y de piñas coladas, se había visto abruptamente interrumpida con el temido terrorismo islámico, capaz de asolar uno de los reductos más occidentales de todo Oriente.

Sin embargo, muy pronto una nueva ola de veneración simplista, imbuida de espiritualidad New Age, volvió a situar, para bien o para mal, a Bali en el mapa: sería el caso de Come, reza, ama (2006), novela semibiógráfica de Elizabeth Gilbert sobre una treinteañera estadounidense descontenta con su aparentemente idílica vida que decide dejarlo todo para irse, entre otras cosas, a amar a la isla de Bali (eso sí, tras su purificación espiritual en la India). El libro se convertiría a su vez en un blockbuster de 2010 protagonizado por Julia Roberts. Tanto el libro como la película (rodada in situ) describían un Bali correcto (en cuanto a las breves introducciones históricas y antropológicas) aunque extremadamente superficial, ensalzándose únicamente sus valores más culturales (quizás, el amor por las artes y la supuesta espiritualidad local).[4]

Julia Roberts y Hadi Subiyanto en Come, Reza, Ama (2010).

Julia Roberts y Hadi Subiyanto en Come, Reza, Ama (2010).

Quizás la representación de Bali no era más simple que la de la mayoría de películas y novelas anteriores; Bali era un lugar para amar, para ilusionarse, para encontrarse a sí misma, especialmente cuando eras mujer. O eso es lo que debieron pensar los centenares de féminas que en estos últimos años, inspiradas por las aventuras de Gilbert, han generado un importante mercado de prostitución masculina en las playas de Bali; muchas de ellas incluso han llegado incluso a casarse con balineses que se llevaron a los Estados Unidos, y otras tantas se convirtieron en la “esposa blanca” de hombres ya casados que se anunciaban en las playas de Kuta y Sanur. El particular fenómeno de empoderamiento y comercio sexual es precisamente el estudiado por el premiado documental Cowboys in Paradise (2012, dirigido por Amit Virmani), definido por la prensa como “una perspectiva que rompe el mito de la utopía tropical”.

Ciertamente, Bali no está viviendo su mejor momento. El bajón del turismo provocado por los atentados de Kuta solo vio una breve recuperación con el fenómeno Come, Reza, Ama, con todo lo que ello conllevó. Algunos diarios denuncian el maltrato en sus cárceles, especialmente pobladas de australianos condenados por delitos relacionados con drogas. Las imágenes más recientes nos hablan de colosales hoteles y lavados de cara de apariencia progresista (como la celebración del certamen de Miss World este 2013, en el país de mayoría musulmana más poblado del mundo), y de una globalización que se erige casi total: el Starbucks de Ubud, tradicional centro religioso y artístico de la isla, recibe muchas más visitas que sus templos.

¿Estará Bali echada a perder? Personalmente, no podemos resistirnos a concluir este artículo con una palabras de Covarrubias, escritas hace ya casi ochenta años: “Sin duda, muy pronto Bali estará “echada a perder” para aquellos viajeros quisquillosos que detestan todo lo que traen consigo.”[5]

Posiblemente, Bali sobreviva en el subconsciente popular gracias a aquel hombre blanco que quiso sentirse llamado por lo salvaje, por aquella mujer que quiso amar o rezar, por aquellos que quisieron aprender una cultura que creyeron tan diferente. Lo que ustedes quieran creer, aprender o conocer de Bali, es únicamente una opción personal.

Para saber más:

  • Pringle, Robert. A short history of Bali. Crows Nest, Allen & Unwin, 2004.
  • Tantri, K’tut. Revolt in Paradise. New York, Harper, 1960.
  • Gilbert, Elizabeth. Come, reza ama. Doral, Aguiler, 2007.
  • Tráiler de Cowboys in Paradise: http://www.youtube.com/watch?v=kq5Si3oSdkg

 

 

Notas:

[1] Gorer, Geoffrey. Bali and Angkor: a 1930s pleasure trip looking at life and death. Oxford, Oxford University Press, 1987. P. 52.

[2] Spies, Walter y de Zoete, Beryl. Dance and Drama in Bali. Hong Kong, Periplus Editions, 2002. P. 2.

[3] La veracidad de los hechos relatos por Tantri ha sido puesta en duda en numerosas ocasiones, e incluso ha sido objeto de un ensayo, The Romance of K’tut Tantri and Indonesia (1997).

[4] Como ejemplos, véanse ‘The high-class, high-caste Javanese brought with them to Bali only their royal families, their craftsmen and their priests—and so it is not a wild exaggeration when people say that every- one in Bali is the descendent of either a king, a priest or an artist, and that this is why the Balinese have such pride and brilliance’ o ‘And if you get kicked out of your clan for some grave disobedience, you really might as well jump into a volcano, because, honestly, you’re as good as dead.’ Gilbert, Elisabeth. Eat, pray, love. Nueva York, Penguin Group, 2006. P.263.

[5] Covarrubias, Miguel. La Isla de Bali. Palma de Mallorca, José J. de Olañeta, 2012. P. 414.

avatar Marisa Peiró Márquez (145 Posts)

Marisa Peiró Márquez (marisapeiro@ecosdeasia.com) es Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza. En esta misma universidad se licenció en Historia del Arte y realizó el Máster en Estudios Avanzados de Historia del Arte, así como el Diploma de Especialización en Estudios Japoneses. Se especializa en el Arte y la Cultura Audiovisual de la primera mitad del s. XX, y en las relaciones artísticas interculturales, especialmente entre Asia y América Latina (fue becaria del Gobierno de México), con especial interés en el Sudeste Asiático y en Oceanía.


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