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This article was written on 27 Ene 2020, and is filled under Crítica, Cultura Visual.

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Crítica: “Jibaku Shônen Hanako-kun”

El comienzo del año viene acompañado del estreno de los anime de la temporada de Invierno 2020, siendo uno de los que más ha destacado Jibaku Shônen Hanako-kun, traducido como Toilet-bound Hanako-kun. Se trata de una adaptación de doce episodios de la obra homónima de la mangaka Aida Iro animada por estudio Lerche, responsable, entre otras series, de Danganrronpa (2013) y Assassination’s Classroom (2015). La historia sigue a Yashiro Nene, una estudiante de la Academia Kamome quien, tras una serie de desgraciados eventos, se ve involucrada con uno de los Siete Misterios de su escuela, el fantasma que embruja el baño, Hanako; juntos tendrán que solucionar los problemas causados por los yôkai que rondan la academia acompañados por un colorido elenco de personajes (el exorcista Minamoto Kô o las divertidas hadas mokke), a la vez que se va desvelando poco a poco el misterioso pasado de Hanako.

Imagen promocional del anime.

Respecto a la historia que narra, este anime no presenta demasiadas novedades con otras series que tratan sobre la relación entre los yôkai y los humanos que se ven obligados a enmendar sus travesuras, caso de Fukigen na Mononokean (2016) o las distintas temporadas de Natsume Yûjinchô (2008-2017), pero ofrece algunos detalles que la distinguen de otras de temática similar. Uno de ellos es la perspectiva más sombría que toma este anime respecto a los ejemplos mencionados debido principalmente a la naturaleza de Hanako, un espíritu clásico japonés de tipo jibakurei término que se aplica a aquellos fantasmas que están atados a un lugar físico, frecuentemente relacionado con su muerte violenta. El otro aspecto novedoso es la relación que establece entre el mundo espectral y el mundo real, ya que sigue la teoría de que los rumores propagados por las personas afectan a la propia naturaleza de los yôkai: incapaces de desafiar lo que la gente dice o cree de ellos, se ven obligados a hacer realidad el rumor, ya sea benigno o, con mucha mayor frecuencia, dañino, lo que, en parte, delega la responsabilidad de las malas acciones de los espíritus en las personas.

El punto de mayor interés de la serie, sin embargo, reside en su apartado artístico. Los personajes siguen las pautas establecidas por el manga, con diseños de aspecto infantil y rasgos algo simplificados que tienden a contrastar con los diseños de los yôkai, de aspecto monstruoso y amenazante. Es especialmente destacable la paleta de colores, en la que predominan los tonos oscuros de morado, marrón, azul, verde, rojo…que contribuyen a crear un ambiente inquietante sin sacrificar la variedad cromática y, por tanto, la belleza del resultado; por otra parte, la estética de pintura al óleo de los fondos, así como los trazos de pincel de distintos grosores que delinean a los personajes, confieren al anime una estética única (a medio camino entre la historia de terror y el cuento de hadas) que parece transportar al espectador al interior de un cuadro. Resultan también interesantes algunos detalles adicionales, como las sombras rojizas en las comisuras de los ojos de los estudiantes (que les dan un aspecto algo enfermizo), los iris distorsionados de Hanako (detalle perturbador en los primeros planos) y la inclusión de distintas referencias a la cultura popular nipona, como las muñecas tradicionales japonesas (habituales en las historias de terror), las magatama que utiliza Nene como coletero, o el propio nombre de la academia, referencia a la canción infantil Kamome kamome que, según distintas interpretaciones, alude a una mujer que ha tenido que abortar, a un preso que teme la pena de muerte o a una chiquilla que ha sido vendida a un burdel.

Ciertamente, con sólo unos pocos episodios emitidos hasta el momento es difícil ofrecer una conclusión definitiva. Sin embargo, su interesante historia y original presentación la hacen destacar entre el resto de producciones de la temporada, convirtiéndola en una de las series más prometedoras de comienzos de 2020.

avatar Claudia Bonillo (77 Posts)

Graduada en Ingeniería Informática con mención en Computación (2016, Unizar), Diploma de Especialización en Estudios Japoneses (2017, Unizar) y Máster de Estudios Avanzados en Historia del Arte (2018, Unizar), actualmente es doctoranda del área de Asia Oriental en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza especializada en la transmisión de la historia medieval japonesa, periodo Sengoku (1467/1477-1603), a través de la cultura popular nipona (videojuegos, manga y anime). En el año 2020 ganó la Beca del Gobierno Japonés (MEXT/ Monbukagakushô) para Graduados Españoles para poder hacer una estancia de investigación en la Universidad de Kioto.


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