El escepticismo nos invade ante el reinicio de una saga conocida. Siempre queda patente el temor de los más adeptos a que su adorada serie se convierta en un desastre. Sin embargo, parece que la opinión general ha sido más que favorable para este videojuego. No era un reboot necesario pero lo cierto es que les ha salido muy bien. La idea de conocer los inicios de Lara Croft, uno de los personajes más queridos de los juegos de aventuras, tiene sin duda su atractivo.
La dinámica es un poco diferente a los anteriores Tomb Raider, pero lo básico sigue ahí: tenemos ante nosotros a Lara Croft, eso sí, más joven y con menos experiencia. En ella, ya podemos ver la fuerte personalidad de la Lara que conocemos, la arqueóloga incansable y mucho más seria que Indiana Jones, de quien siempre se ha comentado que es su inspiración directa. Resolver misterios y encontrar reliquias va a seguir siendo el objetivo principal, y lo interesante en este caso es que el juego se ha modernizado de acuerdo a las tendencias actuales: ya no se trata de un juego en el que se van sucediendo distintos niveles, sino que Lara puede moverse por un mundo abierto.
La historia comienza con la primera expedición en la que participa. El barco en el que viajan se aventura peligrosamente por el Triángulo del Dragón, al Este de Japón, donde naufraga, cumpliendo así su objetivo: encontrar la mítica isla de Yamatai. Ésta, hoy en día, sigue siendo un misterio, pues a pesar de los numerosos escritos sobre su existencia no se ha conseguido encontrar su localización real. En el videojuego, la isla está habitada por una violenta secta formada por supervivientes, y por los samuráis que guardan un antiguo monasterio. Estos guerreros son los llamados Oni, criaturas del folclore japonés. Han sido representados como enormes personajes que portan una típica armadura samurái así como una terrorífica máscara. Su misión es proteger el cuerpo donde está atrapada el alma de Himiko, a la que llaman Reina del Sol. Himiko fue en realidad una reina chamán que aparece documentada en los registros históricos chinos del siglo III. Su nombre significa “hija del sol”, por lo que ha sido puesta en relación con la diosa Amateratsu, y efectivamente se cree que reinó en la tierra de Yamatai.
Lara dentro de un monasterio donde podemos ver como las imágenes de Himiko están claramente influenciadas por las de Amateratsu
Evidentemente las licencias que se toman son grandes, sin embargo toda la ambientación de carácter oriental crea la atmósfera perfecta. Su estilo podría asemejarse al de “Indiana Jones y el Templo maldito”, donde la búsqueda de reliquias está impregnada de algo mucho más turbio.
Los diferentes espacios creados para el juego son muy variados, y en ellos podremos ir encontrando todo tipo de objetos. En primer lugar, documentos de distintas personas que han vivido en un momento o en otro en la isla, que nos ayudarán a ir descubriendo secretos; y también reliquias, que Lara irá guardando, cada cual más interesante que la anterior. Podemos toparnos con una máscara tradicional de teatro Noh, abanicos del periodo Edo, monedas de distintas épocas, jarrones funerarios y dagas chinas, e incluso una cerámica Satsuma y varios inro del periodo Edo. Conforme vamos abriendo el mapa y avanzando en la historia, adquirimos experiencia, lo que nos permite mejorar las habilidades de Lara así como sus armas.
En resumidas cuentas, es un juego sumamente disfrutable: dinámico, entretenido, lleno de acción y una estética a la altura de los juegos anteriores. Toda la trama en torno a Yamatai y Himiko está muy bien elegida, pues descubrir lugares perdidos y coleccionar objetos antiguos es una de las especialidades de Lara Croft.