La palabra japonesa que sirve para designar a las muñecas es ningyô, que traducido al español vendría a significar “forma humana”. Cabe destacar que la concepción de estas muñecas nada tiene que ver con la occidental: Mientras que para nosotros son meros juguetes con los que entretener a los niños, en Japón desempeñan diversas funciones destacando la de amuletos protectores.
A la hora de hablar de la historia y evolución de las ningyô se hay que partir de tiempos primitivos, de los que se han encontrado vestigios de estas pequeñas obras de arte. En este caso, las muñecas se contemplaban con cierto temor, consideradas como recipientes de espíritus.[1] Avanzando en el tiempo aparecen los denominados haniwa, unas figuras de terracota que presentan diversas formas, ya sean humanas, zoomorfas o incluso de objetos. Estas figuras se disponían rodeando las tumbas de los miembros de la aristocracia, siendo los útiles y siervos del difunto en la otra vida. Con la introducción del budismo en Japón en torno al siglo VI, se producen una serie de imágenes que representan a las divinidades correspondientes: Podrían considerarse como muñecas, pero realmente su función está relacionada con el culto.
Durante el período Heian (794 – 1185), las muñecas van a continuar estando presentes en la sociedad. En este caso funcionan como una especie de talismán y purga de enfermedades, normalmente son de papel o de paja. Igualmente tenemos muñecas que van asociadas a determinados festivales anuales en los que se lleva a cabo un desfile compuesto por diferentes carrozas que exhiben representaciones de héroes históricos.
Por otro lado, en este mismo momento, destaca la presencia de las Tachi-bina realizadas normalmente mediante papel, representan a una pareja y sirven como alojamiento temporal para los dioses, atraídos por las ofrendas, para que participen en diferentes rituales de purificación de las familias nobles.
Avanzando hasta el período Edo (1615-1868) se va a experimentar la mayor evolución y avance de las muñecas japonesas. Durante este período dominado por los Tokugawa (1603-1867), cuando los comerciantes adquirirán bastante poder pasando a formar parte de las clases poseedoras de ningyô. En este momento cobran protagonismo las muñecas relacionadas con los festivales que tienen lugar el día 3 de marzo y 5 de mayo, el Día de las niñas y Día de los niños respectivamente. Las Hina-ningyô son las muñecas que se corresponden con el primero: Las clases adineradas celebran ese día, exponiendo muñecas sobre un estrado de varios escalones, además, estas ningyô se acompañaban de objetos presentes en el palacio, de tal forma que los niños de la nobleza podían jugar a ser los anfitriones de sus muñecas. Las que se corresponden con el segundo son las Musha-ningyô, representaciones de héroes, tanto históricos como fantásticos. Mediante las tipologías mencionadas se pretendía transmitir una serie de valores referentes a las jerarquías sociales y valores confuncianos (La obediencia y silencio en el caso de las niñas y la valentía y el honor en el caso de los chicos). Otro aspecto a destacar es el desarrollo del teatro, sobre todo del teatro de muñecas o bunraku, que incluso va a superar al kabuki. En resumidas cuentas, se podría decir que en el período Edo la técnica de fabricación de muñecas alcanza la excelencia.
Tras el período Edo dará comienzo el período Meiji (1868-1912). En este momento la creación de muñecas continúa siendo algo presente, aunque los tipos mencionados van a tener una menor importancia destacando las Yamato-ningyô, representaciones de niños japoneses vestidos a la manera tradicional. Otro modelo de gran éxito son las Furansu-ningyô, muñecas francesas vestidas a la manera occidental.
Respecto a los materiales y a las técnicas empleados, la variedad es bastante amplia. Las más abundantes son las muñecas de madera, que después se policroman con vistosos colores, destacando el blanco de los rostros obtenido mediante conchas marinas trituradas junto con un aglutinante. Otros materiales que se usarán son la cerámica, porcelana, o incluso metal, como es el caso de las muñecas utilizadas para la práctica de la acupuntura.
Las tipologías son amplísimas. Una de las más importantes y acerca de la que más se ha escrito son las muñecas relacionadas con los festivales, las ya mencionadas Hina-ningyô. La mayor parte de las muñecas se regalaban entre las clases más pudientes como un elemento de cortesía, incluso se da una tipología concreta, las Gosho-ningyô que está estrechamente ligada a esta costumbre, su rasgo más característico es su aspecto infantil. Una de las categorías más preciosista son las muñecas de vestir, que en ocasiones contaban con cuerpos articulados, pelucas intercambiables y un especial cuidado en el atuendo, representado de la forma más fidedigna posible.
A día de hoy, las muñecas japonesas han sido elevadas a la categoría de arte. Aunque esto no ha sido siempre así, pues tal consideración vino de la mano de los coleccionistas individuales, ya que para los museos y conservadores no lo eran (En parte debido al término “muñeca” y sus connotaciones y consideraciones). Podemos situar en el período Meiji, momento en el que el método científico occidental empezó a introducirse en Japón, cuando surge la figura del coleccionista, de tal forma que estos personajes empezaron a mirar de forma científica los objetos de carácter tradicional, igualmente introducen un nuevo enfoque a la hora de coleccionar muñecas.[2]
Como uno de los pioneros destaca Shimizu Seifû que utilizó sus habilidades como calígrafo para crear un catálogo con las formas regionales de las muñecas basándose en su propia colección hacia 1891.
Nishizawa Senko es otra figura importante e igualmente sirve para mostrar la variedad de perfiles dentro del coleccionismo. Banquero de profesión, poseedor de una gran colección, sobre todo de Hina-ningyô. En fechas marcadas abre su colección al público. Destaca como creador de expositores de muñecas para el Hinamatsuri que regala a sus amigos.
Tsuboi Shôgorô es el tercero, representante de la vertiente más científica dentro del primer coleccionismo de muñecas.
En estos casos más que de colecciones propiamente dichas podemos hablar de acumulación de muñecas obtenidas mediante distintos medios o circunstancias. A día de hoy, estas colecciones se encuentran en museos, al acceso del público.
En 1909, Seifû funda una asociación para el estudio y apreciación de las muñecas y juguetes japoneses denominada Ôdomo-kai centrada en estudiar los orígenes de las diferentes formas, su significado o el lugar de procedencia de cada ejemplo. Esta asociación esta compuesta por todo tipo de personas (Banqueros, artistas, académicos, ejecutivos…) Dentro de este grupo se dan incluso hombres americanos o británicos. En este mismo momento van a surgir otras asociaciones interesadas en el estudio y conocimiento de las muñecas y juguetes tradicionales, por ejemplo el caso de Arisaka Yotarô, cuyo grupo de veinticinco o treinta personas publicaba sus hallazgos mensualmente.
Por otro lado, según Tokubei Yamada, no fue hasta 1927 cuando se tomó por primera vez en serio la fabricación de ningyô, con un aspecto más moderno. Anteriormente, el fabricar muñecas de forma artesanal se consideraba como un mero hobby que ganaba popularidad entre las mujeres jóvenes. Una de las figuras que destaca en este momento como fabricante artesanal de muñecas es Takeshita Yumeji (1886-1934), cuya originalidad supuso todo un empujón para los artesanos profesionales, caracterizados por dominar la técnica gracias a la enseñanza de sus maestros y antepasados, que había dejado de lado esta actividad.
También se ha de considerar la propia labor del propio Yamada, autor de un monográfico centrado en la muñeca en 1955, que toma la iniciativa de organizar una exposición de muñecas una vez al año en Tokio con la participación de artistas pertenecientes a diferentes categorías (Pintores, hombres de letras…) sin dejar de lado a esas jóvenes aficionadas, es decir, la muestra aglutinaba tanto a profesionales como amateurs con una misma pasión. Su siguiente paso fue establecer una asociación hacia 1933 compuesta por más de cien artesanos profesionales y cincuenta amateurs, un número considerable si se compara con las agrupaciones anteriores. El principal objetivo de esta asociación era interesar ya no sólo a los artistas y profesionales, sino también llegar a un público general, demostrando que las ningyô son más que juguetes o adornos. Finalmente, en 1936 el gobierno japonés subvencionó una exposición centrada en estas pequeñas creaciones por primera vez.
A día de hoy podemos decir que ya no sólo las ningyô, sino muñecas de diversas procedencias han pasado a ser consideradas como un arte además de una fuente bastante importante a la hora de conocer las diferentes costumbres de diversas culturas. Muchas de las tradiciones relacionadas con muñecas siguen presentes a día de hoy en Japón, a la par que las tipologías más tradicionales se han adaptado a la era presente.
Para saber más:
Notas:
[1] Yamada, Tokubei, Japanese Dolls [Tourist Library vol. 17], Tokyo, Japan Travel Bureau, 1955
[2] Scott Pate, Alan, Japanese dolls: The fascinating World of ningyô, Singapur, Tuttle Publishings, 2008