Revista Ecos de Asia

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This article was written on 26 May 2014, and is filled under Arte.

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Introducción a la muñeca tradicional japonesa III: Ishô-ningyô o muñecas de vestir.

Considerando los artículos anteriores, se podría decir que Japón cuenta con una importante tradición relacionada con el mundo de las ningyô o muñecas. Hasta ahora se han tratado materiales como la madera o la cerámica, dando lugar a muñecas con funciones propiciatorias; en este caso veremos una serie de modelos centrados en el disfrute de los sentidos.

Destacan por sus elaborados atuendos y la calida de éstos, siendo un pequeño retazo de la cultura del momento: las Ishô-ningyô[1] o muñecas para vestir. Su origen se puede situar a principios del Período Edo (1603-1868) en relación con las Saga-ningyô, un tipo de muñecas normalmente de madera que destacan por su piel blanca y sus ropas grabadas sobre la superficie, policromadas con brillantes colores acompañados de oro. Ambas buscan representar atuendos, telas, motivos y peinados de la época, sólo que en el caso presente la ropa se incorpora y es de tela, no un mero motivo grabado y pintado.

Oiran.

Oiran.

Partiremos de las representaciones femeninas, bijin o bellas mujeres japonesas. Su piel es blanca como la nieve, sólo que la mayor parte queda oculta bajo sus diferentes ropajes, entre los que se encuentran, por ejemplo, los kosodes o kimonos de mangas anchas y cortas que presentan un perfil redondeado. Cabe destacar que tanto en esta tipología como en el resto, los rasgos del rostro serán sencillos y elegantes ya que al autor le interesa centrar la atención del espectador en la ropa y su calidad. Un elemento que se suma son las pelucas, arregladas a la moda.

Atendiendo a todos estos elementos, estas bijin cumplen la función mencionada anteriormente: ser un testimonio de la época, el Período Edo, en este caso.

Una figura concreta que forma parte de esta tipología son las Oiran, una personalidad que surge en el Período Edo relacionada con los barrios de placer, la cortesana más habilidosa y bella. Resulta un ejemplo bastante útil a la hora de mostrar lo más ricos tejidos y prendas a la par que peinados elaborados, puesto que esta gran cortesana siempre iba a la moda, llegando a dictar incluso algunas tendencias. Normalmente se suele representar a la Oiran sola para el deleite del espectador, pero igualmente se puede acompañar de una pequeña procesión que viene a representar su paseo diario por el barrio acompañada de toda una serie de ayudantes.

Kusunoki Masashige.

Kusunoki Masashige.

También podemos encontrar representaciones masculinas dentro de esta tipología, donde interesa hacer un alarde en la confección de la armadura y las distintas vestiduras que se portan debajo. Figuras que fueron grandes leyendas como Kusunoki Mashasige, recordado como uno de los ideales de lealtad samurái, un guerrero conocido por sus éxitos y representado por la flor del crisantemo (Un elemento que también se puede relacionar con la familia imperial). En este caso, al tratarse de un guerrero, la representación cambia, tonándose mucho más tensa y agresiva; ya no son esas preciosas bellezas en cuyas prendas fluyen y se ondulan de forma delicada.

Igualmente, destaca la representación de personajes pertenecientes a obras de teatro de muñecas o Bunraku. Entre otras, un ejemplo son los personajes pertenecientes a la obras “Los amantes suicidas de Sonezaki” del dramaturgo Monzaemon, donde aparecen Gôro y Jurô, pertenecientes al clan de los Taiga que juran vengar a sus señoras tras su brutal asesinato.

En última instancia, otros personajes que se van a representar como Ishô-ningyô son tanto diferentes  divinidades como figuras pertenecientes a leyendas y cuentos tradicionales.

En el caso de los primeros se busca un alarde de preciosismo en la confección y belleza de las vestiduras, y para reconocerlos se acompañan de alguno de sus atributos. La mayor parte de las divinidades suelen relacionarse con la buena suerte y salud, por lo que en estos casos, las muñecas pueden funcionar como talismán, pero siempre prevalece esa función de deleite y contemplación.

Dôjôji.

Dôjôji.

En el caso de los personajes fantásticos pertenecientes al imaginario japonés se da una gran variedad de representaciones, puesto que pueden aparecer en solitario, junto con otros personajes o representando diferentes pasajes de la historia.

En este apartado nos detendremos un poco más al comentar algunos personajes de importancia:

portadores de buena suerte y salud. Daikoku aparece ataviado como un feliz mercader ricamente vestido; un rasgo a destacar sería que suele tener una pequeña perilla pintada, aludiendo así a sus orígenes indios. Hotei destaca por su vientre abultado y la cabeza afeitada, siempre con una expresión risueña y portando un saco.

Dôjôji pertenece, en este caso, a una leyenda que cuenta la historia de una mujer consumida por los celos y el orgullo hasta tal punto que se acaba transformando en dragón. En este caso, ya no sólo es el atuendo lo que llama la atención, sino el rostro en proceso de transformación, con grandes colmillos asomando entre los labios y el cabello largo y enmarañado.

Princesa Oto sobre la tortuga portando la caja que entregará a Urashima Tarô.

Princesa Oto sobre la tortuga portando la caja que entregará a Urashima Tarô.

Los personajes de la historia de Urashima Tarô[2] también se pueden representar como muñecas de vestir. Tanto el protagonista bailando sobre la tortuga que lo lleva al fondo del mar, como la princesa Oto, que permite más posibilidades a la hora de jugar con las telas y el diseño de su atuendo.

Unas muñecas dentro de esta tipología un tanto especiales son las Kimekomi-ningyô. Muñecas realizadas  en madera y cubiertas con tela que se distribuye de tal forma que consiguen una serie de efectos como si de capas y plegados se tratasen; cabe destacar que no son representaciones perfectas puesto que algunas zonas se dejan mal dobladas o despegadas dando una sensación de descuido e imperfección a la par que realismo. Los personajes representados son de lo más variados: desde personalidades dentro de la sociedad como pueden ser actores de teatro Nôh hasta mercaderes y niños pequeños.

Mitsuore-ningyô.

Mitsuore-ningyô.

Un paso adelante dentro de esta tipología viene de la mano de las llamadas Mitsuore-ningyô. Se sitúan en la segunda mitad del Período Edo; los brazos se realizan mediante algodón envuelto en tela, rematados por unas pequeñas manos de un material mucho más sólido (Madera o papel maché), en las piernas se sigue un procedimiento similar. La cabeza y las caderas también pueden estar articuladas.

A la hora de articular estas muñecas se pueden seguir dos tipos de procedimientos: mediante un sistema de bolas que encajen en las articulaciones o bien mediante cola de milano. Los movimientos eran un tanto limitados.

A la hora de vestirlas, el hecho de que se pudieran mover ciertas partes de su cuerpo, daba una sensación mucho más realista a la par que resultaba más práctico. Normalmente se suelen colocar de pie o sentadas sobre los tobillos.

Las Mitsuore-ningyô vienen a representar tanto actores de teatro Kabuki famosos apreciados por la belleza de sus rasgos, o representaciones de niños en los que no se sigue ningún modelo concreto.

Las Katsura-gae-ningyô suponen un avance más dentro de las muñecas articuladas. Aparte de las articulaciones ya mencionadas otros aspectos de la muñeca van a poder variar, puesto que vienen acompañadas de distintos modelos de pelucas intercambiables cada una con un peinado diferente.

Tôrei-ningyô.

Tôrei-ningyô.

Un ejemplo a destacar son las Tôrei-ningyô, que representan a niños de unos 5 ó 6 años a tamaño natural, vestidos con el atuendo tradicional japonés con sus correspondientes accesorios además de estar dotados de un mayor realismo gracias al uso de ojos de cristal y pelo humano. Este modelo de muñeca se va a escoger para llevar a cabo un intercambio con Estados Unidos en 1924, momento en el que Japón envía un cargamento de estas muñecas con el objetivo de dar lugar a una amistad entre ambos países, por lo que se les dio el nombre de Friendship Dolls o Muñecas de la Amistad.

Estados Unidos correspondió a Japón con otro envío, sólo que en este caso las muñecas se caracterizaban por rasgos occidentales, un arquetipo de niño americano rubio de ojos azules; correspondido con un segundo envío japonés en 1927 como un símbolo de buenos deseos.

Por último, el caso de las  Ukiyo-ningyô u Oyama-ningyô, que se pueden situar en la primera mitad del Período Edo. En este caso se realizan en madera: la cabeza y las articulaciones se realizarían con este material mientras que el cuerpo pudiera ser de paja; sobre el cuerpo se pegaban algunas piezas de tela dispuestas de tal forma que pareciese la ropa interior (Hemos de pensar que al disponer sobre el cuerpo todas las capas con las que realmente contaba el atuendo tradicional, el volumen de estas resultaba exagerado, por lo que la muñeca no tenía un aspecto realista). Otra opción es realizar la muñeca enteramente en madera, con un cuerpo muy esbelto al que se pegaban una serie de telas dando lugar a las distintas capas de su atuendo, así se conseguía un efecto realista porque al construir el cuerpo de manera tan esbelta, las capas de tela no abultaban demasiado. Ha de parecer un kimono que realmente sea llevado por una persona en la forma en la que se adapta al cuerpo y en la sensación de movimiento, por lo que no ha de quedar demasiado holgado o ampuloso.

Los personajes representados se pueden relacionar con los grabados ukiyo-e, emulando así a las personas y costumbres propias de las sociedad que habitaba este mundo flotante.

Podemos hablar de tipologías de muñecas más modernas:

Un claro ejemplo son las Yamato-ningyô que vendrían a representar a un niño o niña japonés de unos 6 ó 7 años vestido a la manera tradicional. En este caso, cabe destacar que eran muñecas con las que podían jugar los niños, realizadas mayoritariamente en tela para que no les hiciera daño al llevarlas a la espalda (Como las mujeres japonesas llevaban a los bebés) y no muy caras, por lo que si se rompían y estropeaban las familias podían hacerse con otra. En un principio, estas muñecas se vendían desnudas para que cada familia las vistiera a su gusto, sin embargo, con el paso del tiempo incluyen el conjunto completo. Hacia la década de los 20 del siglo pasado estas muñecas también se presentan ataviadas con prendas occidentales. Los rasgos del rostro dan una gran sensación de realismo a la par que se tratan de tal manera que resulten bellos y atractivos para los niños que juegan con ellas.

Sakura-ningyô.

Sakura-ningyô.

En segundo lugar, las Sakura-ningyô. Se han de poner en relación con las muñecas francesas llegadas a Japón (Furansu-ningyô) que gustaban bastante como elementos decorativos en las casas. Estas muñecas resultaban bastante fáciles de fabricar, por lo que fueron muchas las jóvenes mujeres que quisieron aprender y elaborar sus propias creaciones. Siguiendo estos mismos pasos y estructura también se crearon muñecas de rasgos orientales vestidas a la manera tradicional, que serán estas Sakura-ningyô.

El  proceso de fabricación es sencillo por lo que podían ser fabricadas por parte de amateurs. Respecto a la vestimenta, realmente se trata de los mismos patrones sólo que en miniatura.

Cabe destacar que estas muñecas se representan adoptando una postura grácil y delicada, como si estuvieran en movimiento o bailando, en este caso siempre son personaje identificable procedente de una obra de Kabuki; también se pueden representar mujeres en actitudes más cotidianas, como llevando a sus hijos a la espalda. Destaca Gôyô Hirata como importante creador.

Para saber más:

  • Scott Pate, Alan, Japanese Dolls. The fascinating world of Ningyo, Boston, Tuttle Publishing, 2008.
  • Yamada, Tokubei, Japanese Dolls, Tokyo, Japan Travel Bureau, 1955.

Notas:

[1] Ishô es un término que alude a la moda, por lo que estas muñecas se han identificado como “para vestir”, ya que la atención se centra en sus preciosas vestimentas.

[2] Según cuenta la leyenda, Urashima Tarô era un pescador que un buen día salva a una tortuga del ataque de un grupo de niños. En señal de agradecimiento, dicha tortuga lo llevará al fondo del mar, al palacio de la princesa Oto, donde esta lo recibe. Allí permanecerá días y días hasta que empieza a preocuparse por su familia y decide volver. Como despedida, la princesa le da un cofre que le prohíbe abrir en la superficie. Cuando el pescador vuelve a su pueblo natal se da cuenta de que toda su familia ha muerto dado que ya han pasado 300 años.

avatar María Gutiérrez (133 Posts)

Graduada en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza, Máster de Estudios Avanzados en Hº del Arte y Máster en Formación de profesorado en Educación Secundaria por la misma universidad. Actualmente se encuentra ultimando su tesis doctoral acerca del coleccionismo de muñecas tradicionales japonesas.


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