Revista Ecos de Asia

La propaganda anti-japonesa en China durante el periodo de entreguerras: Introducción

Si bien el tema de la propaganda y el sentimiento anti-japonés ha sido ampliamente tratado tanto dentro de la literatura académica como de manera divulgativa (e incluso dentro de esta revista), la mayoría de los estudios suelen hacer referencia a las imágenes y mensajes producidos por las potencias occidentales, y, especialmente, por los Estados Unidos, enemigos de Japón durante algunos de los momentos más convulsos del pasado siglo XX.

No obstante, los mensajes anti-japoneses fueron especialmente numerosos e interesantes en China, algo que lógicamente deriva de su singular y continuada relación con el país del Sol Naciente, amén de por su condición de principal agraviado por las contiendas bélicas japonesas. Tal y como veremos en esta serie de artículos, en China, la propaganda anti-nipona tuvo uno desarrollo mucho más prolongado que en otros países, anticipando en muchos casos la opinión hostil hacia Japón, que alcanzaría su punto álgido durante las décadas de los 1930 y 1940.

Así pues, y a pesar de que el sentimiento anti-japonés se había manifestado en China en numerosas ocasiones a lo largo de su historia, este aumenta lógicamente con el avance del siglo XX. De notable importante es el contenido anti-japonés del Movimiento del Cuatro de Mayo,[1]pero la progresiva ocupación de Manchuria y, especialmente, el Incidente de Mudken[2] y la instauración del estado títere de Manchukuo en 1932, desataron toda una ola de imágenes y textos ligados a la temática de la resistencia, como bien tendremos ocasión de señalar.

Es necesario destacar que gran parte de esta actividad de resistencia vino por parte de algunos círculos intelectuales del país, que utilizaron sus vías de expresión y comunicación habituales para difundir los diferentes mensajes anti-japoneses. Es especialmente notable el material producido y distribuido por algunas de las revistas más vanguardistas, tanto en lenguaje plástico como en posicionamiento político,[3] de la nación, muchas de las cuales tuvieron su base de operaciones en Shanghái, ciudad especialmente sensible al caso japonés. Así pues, algunos de los artistas habituales de relevantes publicaciones como Modern Sketch (Sindai Manhua) o Van Jan dedicaron ilustraciones a página completa, e incluso coloristas portadas, al tema de la amenaza y la ofensiva japonesa; en muchas de ellas los japoneses son retratados en los mismos términos hiperbólicos y animalizantes que serían empleados algunos años más tarde en la propaganda norteamericana, también gráficamente similares. Por ejemplo, una ilustración de Lao Ji, titulada “Los vientos del fascismo soplan sobre la Tierra de los Simios”, en la que puede observarse un mitin a la manera de los realizados por Adolf Hitler, pero ante el siempre reconocible marco del Monte Fuji, protagonizado esta vez por simios, recoge el siguiente pie de imagen:

Nota: Como todo el mundo sabe, en la Tierra de los Simios son buenos imitando y pobres inventando. ¡Ahora están de nuevo subiéndose al carro de la última moda, pensando incluso en superar hasta sus predecesores fascistas![4]

Muchas otras ilustraciones, de gran interés gráfico, dieron parte de la ferocidad y brutalidad de los ejércitos japoneses, antes incluso de que comenzara oficialmente la Segunda Guerra Sino-japonesa. Por ejemplo, una portada firmada por Quian Yuren reza “¡Venid a uníos a la raza!”, y deja ver a un supuesto samurái ante un castillo japonés arengando a un ejército moderno; por otro lado, en otra imagen realizada por Chen Yuanyin, llamada “Viendo el atardecer en el Mar de China”, se observa a un grupo de personas que contemplan una serie de aviones de guerra aparecer desde la línea de horizonte japonesa. Otras imágenes, por ejemplo, aluden al carácter centenario y a la importancia de la tradición dentro del ejército japonés, como en la imagen de Lu Sahofei “Reducidos a peones”, en donde se ve un general japonés a las órdenes de un guerrero de apariencia mongol.

“¡Venid a uníos a la raza!”, de Quian Yuren.

“Viendo el atardecer en el Mar de China”, de Chen Yuanyin.

Lu Sahofei: “Reducidos a peones”

Durante esta época, muchas otras ilustraciones denunciaron las atrocidades de los japoneses en suelo chino, les tacharon de bandidos (“Supervisores militares del ejército de peleles-bandidos”, de Don Zonggan), ridiculizaron sus tradiciones (“Cielo, Tierra, Emperador, Antepasados, Sabios”, de Lu Fu, en la que aparece el ex-emperador chino Puyi manejado como si fuera un títere) o presentaron a China como mártir. Por ejemplo, es particularmente interesante y poderosa una ilustración, firmada por Yang Yi Ding Ya, en la que se presenta a China como una especie de Cristo crucificado femenino, cegado y desnudo, mientras que de la parte de atrás de la cruz emerge un japonés, realizado a imagen del popularmente inefable y ominoso Hideki Tojo. En el pie de imagen se lee “Como mi señor Jesús, no resistáis”.

“Cielo, Tierra, Emperador, Antepasados, Sabios”, de Lu Fu.

“Como mi señor Jesús, no resistais”

Evidentemente, muchas de estas imágenes se radicalizaron y multiplicaron con la ocupación oficial e incesante que corresponde a los años siguientes, los de la Segunda Guerra Sino-japonesa (1937-1945), cuando la producción de imágenes anti-japonesas salió de los círculos intelectuales para alcanzar un carácter y dimensión eminentemente popular, pero, debido a la complejidad e interés del tema, nos ocuparemos de ello en un próximo artículo.

Para saber más:

  • Bevan, Paul Graham. Manhua artists in Shanghai 1926-1938: from art-for-art’s-sake to wartime propaganda. Tesis Doctoral de la School of Oriental and African Studies, University of London, 2012.
  • Crespi, John A. “China’s Modern Sketch. The Golden Era of Cartoon Art, 1934-1937”, parte del MIT Visualizing Cultures, 2011. Disponible en línea aquí.
  • Dower, John W. War without mercy: race and power in the Pacific war, Nueva York, Pantheon Books, 1993.

[1] El Movimiento del Cuatro de Mayo fue una serie de protestas, protagonizadas por unos tres mil estudiantes chinos que, el 4 de mayo de 1919 y los días que le sucedieron, se manifestaron en la pequinesa plaza de Tian’anmen, para impedir que la República de China firmase el Tratado de Versalles, al percibir muchas de las condiciones que se imponían a China (en teoría un país ganador por su carácter de aliado de las potencias vencedoras) como humillantes; particularmente ofensivas resultaban las concesiones que debían hacerse a los japoneses en Shandong y Manchuria. Además, se manifestaba el rechazo general ante las llamadas Veintiuna exigencias japonesas, que de haber sido aceptadas (en 1915 el presidente Yuan Shikai aceptó una versión moderada reducida a Trece exigencias) en su totalidad hubieran convertido a la República de China en un protectorado japonés de facto. Finalmente, tras grandes disturbios y varias dimisiones, China no firmó el Tratado de Versalles.

[2] El incidente de Mukden, también conocido como el incidente de Manchuria, acaeció cuando el 18 de septiembre de 1931, junto a la ciudad de Mukden (hoy Shenyang) fue dinamitado un tramo del ferrocarril de las South Manchurian Railways, de propiedad japonesa. Los oficiales del Ejército de Kwantung, en verdad instigadores de la voladura, culparon a soldados chinos y la utilizaron como casus belli para ocupar la ciudad y buena parte de Manchuria en las semanas siguientes.

[3] Para más información sobre estas revistas, véase el estupendo estudio de Crespi (Crespi, John A. “China’s Modern Sketch. The Golden Era of Cartoon Art, 1934-1937”, parte del MIT Visualizing Cultures, 2011. Disponible en línea aquí).

[4] Imagen y texto original disponibles en Crespi, op. cit., 2011.

avatar Marisa Peiró Márquez (145 Posts)

Marisa Peiró Márquez (marisapeiro@ecosdeasia.com) es Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza. En esta misma universidad se licenció en Historia del Arte y realizó el Máster en Estudios Avanzados de Historia del Arte, así como el Diploma de Especialización en Estudios Japoneses. Se especializa en el Arte y la Cultura Audiovisual de la primera mitad del s. XX, y en las relaciones artísticas interculturales, especialmente entre Asia y América Latina (fue becaria del Gobierno de México), con especial interés en el Sudeste Asiático y en Oceanía.


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