Revista Ecos de Asia

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This article was written on 29 May 2015, and is filled under Historia y Pensamiento.

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Las invasiones japonesas de Corea (1592-1598)

La guerra librada entre los años 1592 y 1598, con Japón y Corea como principales contendientes, fue un episodio que afectó sobremanera a la historia de Extremo Oriente. Durante el tiempo que Japón ocupó una parte de la península coreana, se produjeron toda una serie de hostilidades y enfrentamientos que acabaron devastando el territorio coreano y afectando gravemente a ambos países, así como a la China de los Ming, desembocando en un cambio de dinastía.

Toyotomi Hideyoshi (1536-1598), dirigente de Japón que ordenó la invasión de Corea.

Toyotomi Hideyoshi (1536-1598), dirigente de Japón que ordenó la invasión de Corea.

Toyotomi Hideyoshi (1536-1598) fue el segundo de los grandes unificadores de la nación japonesa. Se labró una asombrosa reputación y una fulgurante carrera militar bajo las órdenes de Oda Nobunaga. Tras el asesinato de su señor, se erigió como su sucesor y culminó la pacificación de Japón tras un cruento periodo de guerra civil. Hideyoshi, que debido a sus orígenes humildes no pudo reclamar para sí el título honorífico de shogun, debió de conformarse con el de kanpaku o regente, y posteriormente el de Taikô o regente retirado, bajo los cuales gobernó los destinos de Japón hasta su muerte.

Una vez finalizadas sus campañas de pacificación contra los escasos señores que todavía se oponían a su control, decidió, como una manera para preservar la estabilidad y la paz tan largamente perseguidas, emprender una serie de campañas que extenderían el control de Japón por todo Extremo Oriente, conquistando los territorios vecinos y haciéndose con el control de China e incluso de India. Para iniciar la conquista del imperio de los Ming debía trasportar a sus ejércitos a través de la vecina Corea, el punto más cercano al archipiélago japonés, para lo cual, tras una serie de negociaciones diplomáticas fallidas con la corte Joseon, se ordenó la invasión.

Corea se trataba de un reino que, a diferencia de Japón, había gozado de un largo periodo de paz y prosperidad, solamente perturbada por los ataques fronterizos de tribus nómadas en su frontera norte y de los ataques en su costa sur de los piratas japoneses o wako, fieros guerreros que, con el beneplácito, en muchas ocasiones, de los dirigentes nipones, asaltaban barcos mercantes y aterrorizaban las costas.  Antes de iniciarse la invasión del año 1592, entre las élites coreanas surgió la necesidad de prepararse ante el inminente ataque, así como de avisar a los gobernantes Ming de China, país al que se sentían íntimamente unidos. Sin embargo, debido a una serie de rencillas e intrigas políticas entre las distintas facciones de la corte, los preparativos con los que hacer frente a la invasión no fueron todo lo apropiados que la situación requería, a lo que había que sumar la falsa idea de seguridad que poseían muchos dirigentes y generales coreanos para quienes Japón, tras las cruentas guerras civiles por las que acababa de pasar, no se encontraría en disposición de acometer una campaña de ese calibre.

Esta falta de previsión por parte de las élites coreanas posibilitó una rápida intervención japonesa. Como hemos señalado, Japón acababa de atravesar un cruento periodo de guerra civil, lo que originó un amplio desarrollo armamentístico y de las tácticas militares.  Debido a las continuas hostilidades entre las distintas facciones, las estrategias militares se desarrollaron enormemente, a lo que habría que añadir que, gracias a los contactos con los comerciantes portugueses desde mediados del siglo XVI, los modernos arcabuces europeos eran ampliamente conocidos por los generales japoneses, quienes pronto supieron ver en ellos una poderosa ventaja frente a sus oponentes, haciendo que los herreros y artesanos se entregaran masivamente a su fabricación.

Mapa de Corea en el que observan los avances de las tropas japonesas y el contraataque de coreanos y chinos.

Mapa de Corea en el que observan los avances de las tropas japonesas y el contraataque de coreanos y chinos.

Confiando en su superioridad militar y en que sus generales le proveerían de un paso seguro por el que marchar hacia China, Hideyoshi ordenó la invasión de Corea en el año 1592. Una inmensa flota partió del archipiélago japonés  embarcando a tropas de todo el territorio, aunque el grueso del ejército lo formaban los soldados de los señores cuyos feudos se encontraban en la parte  sur y occidental del país. Tras hacer un alto en la japonesa isla de Tsushima, frente a las costas coreanas, el ejército japonés se dividió en una serie de contingentes. El primero de ellos, bajo el mando de Konishi Yukinaga, llegó a la ciudad de Busán el 23 de mayo de 1592, haciéndose con el control de ésta y de las zonas colindantes. Con posterioridad, las restantes divisiones del ejército japonés fueron desembarcando, siendo famosa la segunda, bajo el mando de Katô Kiyomasa. Tras una serie de enfrentamientos en los que el ejército japonés se alzó con la victoria frente a las desprevenidas tropas coreanas, los distintos generales emprendieron la marcha hacia la capital, Seúl, situada en el norte a través de distintas rutas, lo que propició una serie de rivalidades entre los dirigentes japoneses por ver quién sería el primero en entrar en la capital.  Ante la rapidez con que se estaban desarrollando los acontecimientos y la efectividad de las tropas japonesas, el rey coreano abandonó Seúl y se dirigió hacia el norte, dejando indefensa la capital y facilitando el avance de los japoneses. Tras hacerse los invasores con el control de Pyongyang y alcanzando el contingente de Katô Kiyomasa la frontera con China, se desarrollaron sin embargo una serie de acontecimientos que supondrían un revés para las aspiraciones japonesas.

Si bien es cierto que el ejército coreano, en un primer momento, se vio desbordado por la situación gracias, sobre todo, a una serie de generales que no estuvieron a la altura de los acontecimientos, la actuación de ciertos oficiales competentes equilibró la contienda. A esto hay que sumar la actuación de un conjunto de personajes populares, como el famoso combatiente Kwak Chae-u, que supieron organizar pequeños contingentes de resistencia coreanos que, a través de una guerra de guerrillas y ataques puntuales, afectaron a la comunicación y a los suministros del ejército japonés. También supuso  una inestimable ayuda la unión a la lucha de monjes budistas guerreros, famosos por su destreza marcial, que ayudaron a las tropas coreanas en los enfrentamientos que se desarrollaron por toda la península.

Kato Kiyomasa (1561-1611) cazando tigres. Durante la invasión japonesa la caza de estos felinos fue ampliamente practicada por los líderes japoneses.

Kato Kiyomasa (1561-1611) cazando tigres. Durante la invasión japonesa la caza de estos felinos fue ampliamente practicada por los líderes japoneses.

Pero, sin lugar a dudas, el personaje que ha pasado a la historia como el héroe más destacado en la lucha frente a los japoneses es el almirante Yi Sun-sin (1545-1598), genial estratega y artífice de la modernización de la armada coreana, la cual, bajo su mando, supo infringir una serie de derrotas a la flota japonesa que afectaron  gravemente al abastecimiento del ejército invasor y que decantó la balanza del lado coreano.

A la contienda contra las tropas de Hideyoshi se unió en enero de 1593 el ejército de los Ming que, atravesando el rio Yalú que marcaba la frontera entre China y Corea, ayudó a los coreanos a reconquistar Pyongyang primero y a hacer que las tropas japonesas se fueran replegando hacia el sur. Con la llegada del invierno, los exhaustos soldados japoneses, muchos de ellos enfermos, debieron afrontar una dura marcha en dirección sur, hacia las zonas cercanas a Busán, donde el abastecimiento por mar resultaba más fácil, evacuando en su marcha Seúl y haciendo que la capital volviera a manos coreanas. Este repliegue generó un duro revés a las aspiraciones de Hideyoshi de controlar Asia, por lo que, temiendo la ira de éste, el general japonés Ukita Hideie decidió tomar el castillo de Jinju, un emplazamiento que con anterioridad ya había resistido a las tropas japonesas, desencadenando el mayor y más cuento enfrentamiento de la primera invasión y en el que lograron infringir una dura derrota a los coreanos.

Asedio de Pyongyang por parte de las tropas chinas y coreanas, quienes obligaron a los japoneses a replegarse hacia el sur.

Asedio de Pyongyang por parte de las tropas chinas y coreanas, quienes obligaron a los japoneses a replegarse hacia el sur.

La retirada de los invasores de la península coreana no fue completa, la costa sur había sido fortificada por los japoneses y una parte de las tropas permanecieron defendiendo la zona entre los años 1593 y 1597. Durante este tiempo se produjeron una serie de negociaciones diplomáticas entre Hideyoshi y el gobierno de los Ming, en las que se planteó hasta la división de Corea y que la parte sur pasara a depender del imperio japonés. Finalmente, dichas negociaciones no prosperaron, por lo que Hideyoshi, en el año 1597, ordenó un segundo ataque en el que, desde el principio, se abandonó la idea de la conquista de China, concentrándose los esfuerzos en la anexión de Corea.

En un artículo futuro abordaremos esta segunda invasión, valiéndonos para ello de la película The Admiral, Roaring Currents del año 2014, ambientada durante esta segunda campaña y en la que se narran las victorias conseguidas por el almirante Yin Sun-sin frente a las tropas japonesas.

Para saber más:

Turnbull, S., Samurai Invasion, Japan´s Korean War, 1592-1598, Londres, Casell & Co., 2002.

Whitney, J., The Cambridge History of Japan, Volume 4, Early Modern Japan, Cambridge, Cambridge University Press, 1991.

avatar David Lacasta (76 Posts)

Soy Licenciado en Historia del Arte y actualmente estoy cursando el máster en estudios avanzados, en la modalidad de Asia Oriental. Estoy trabajando en la cerámica Satsuma, y el fenómeno de su coleccionismo en occidente.También me interesa mucho todo lo relacionado con las armas y armaduras de los samurai, así como la historia militar de Japón.


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