Revista Ecos de Asia

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This article was written on 12 Jun 2014, and is filled under Arte.

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Nomadismo y generalidad: Toyo Ito y la ciudad precaria.

El apartamento de la calle 112 no estaba amueblado, y en vez de despilfarrar mis fondos en cosas que no quería ni podía permitirme, me dediqué a convertir las cajas en piezas de “un mobiliario imaginario”[1]

La ciudad ha devenido precaria. Sus habitantes, junto con sus espacios por habitar, han perdido las coordenadas significativas que servían para configurar su identidad cultural básica y se encuentran abandonados. Mientras tanto, los edificios y sus entrecalles tienen la posibilidad de tomar la palabra como últimos adalides supervivientes de un espacio potencialmente político y común por construir. Si la subsunción real de un capitalismo voraz abocaba a la arquitectura a las puertas de “Las Vegas”  o “Disneyland” como ciudades simuladas, quizá tenga sentido contraponer la opinión de Jeffrey Kipnis[2] cuando insiste en la pertinencia de considerar el valor social y cultural de la libertad como una de las metas de la arquitectura[3] y añadiremos aquí, del urbanismo. La arquitectura tiene algo potente que decir a favor de la libertad y la vida humana en la polis. Sin embargo, aquello que diga, nada tendrá ya que ver con la supuesta libertad de las formas arquitectónicas modernas, que reivindicaban una autonomía basada en la racionalidad del espacio cartesiano y del límite-muro como deponente de una “madurez civilizatoria” hoy ya sospechosa. Lo único que nos queda hoy de los padres de la arquitectura es la sospecha que Mies van der Rohe formuló años atrás: “La vivienda de nuestro tiempo todavía no existe. Sin embargo, la transformación del modo de vida exige su realización”.[4]

La apuesta por la remodelación del espacio urbano y doméstico como acceso a una existencia más libre no es algo novedoso en la historia de la arquitectura moderna. Lo retrotraeremos aquí hasta la vanguardia situacionista. Con ella arrancan conceptos como la dérive de Debord[5] que ya apuntaba a la técnica del tránsito fugaz, o la obra de Constant New Babylon donde se proponía una ciudad nomádica ya en 1958, pensada como paradigma del urbanismo unitario y la movilidad. Empero, estas propuestas, entre otras muchas, destacaron como ideales utópicos abocados a la esfera artística. Esfera con su propia validez, pero que desdeña uno de los escollos propios de la arquitectura: a saber, su operatividad y materialidad física. Los conflictos entre lo público y lo privado, entre la calle y el espacio mercantilizado efectivamente fueron en estos proyectos cuestionados, no obstante, los resultados prácticos en ciudades o edificios concretos fueron escasos por no decir casi inexistentes. Todavía hoy, una línea potente de arquitectos continúa desplazando sus obras arquitectónicas a otras superficies más artísticas, como única forma que conciben para mantener una producción de sentido crítico en torno a la espacialidad. Tadashi Kawamata o Edwin Zwakman son ejemplos de esta deriva de la disciplina. No obstante, se dan autores que en los últimos años sí que han apostado por una crítica arquitectónica creativa desde la propia práctica arquitectónica. Aun asumiendo la unidimensionalidad de un sistema que posiblemente hará de sus construcciones algo inocuo e incluso kitsch, se arrogan como propio el trabajo herculano de hacer de sus obras espacios para vivir, para pasear, para deambular y hasta para perderse.

Un ejemplo de esto podrá ser abordado a partir de las trayectorias de Rem Koolhaas y de Toyo Ito. Puede parecer a primera vista extraño presentar conjuntamente a autores cuyas vidas y obras distan tanto entre sí, ahora bien, el nudo que enlaza sus proyectos radica en la asunción conjunta de una ciudad sin afueras, sin trascendencias desde las que operar, crear y modificar la vida que ellas generan. Dos conceptos resumirán sus propuestas definitorias de las ciudades actuales: la Ciudad Genérica y la Ciudad Nómada respectivamente. Ambos dos conceptos denotan la crisis del sistema centralizado de la construcción urbanística moderna, y con ello la deriva de la identidad en forma de homogeneidad tautológica. Si Koolhaas nos dice que “la Ciudad Genérica es la pos-ciudad que está siendo preparada en el lugar de la ex-ciudad”,[6] esa ex-ciudad podemos entenderla bajo la terminología de Ito como el reducto de ciudad material que la ciudad virtual está devorando bajo sí. Comparten además una posición excéntrica respecto a la cultura arquitectónica hegemónica pues sus referentes distan de ser ciudades y arquitecturas continentales, en el caso de Koolhaas debido a su interés por las “ciudades sin historia” de EEUU y en el caso de Toyo Ito por la presencia inexpugnable y siniestra de Tokio como referente último.

La conceptualización de la Ciudad Genérica iba cargada para Koolhaas[7] con la fecha de una doble defunción: la calle ha muerto y el silencio ahora se refuerza por el vacío: la imagen muestra butacas vacías, algunos restos que fueron pisoteados. Auxilio… se acabó. Esa es la historia de la ciudad. La ciudad ya no es. Podemos irnos ya del teatro…1994.[8] Si Koolhaas acuña un fin, Toyo Ito[9] responderá esperanzado con su experiencia infantil en torno a la ceremonia alrededor de los cerezos. Cuando florecen los cerezos es tradición en Japón acudir en torno a ellos y colocar, en derredor, cortinas que agita el viento y que crean un espacio relacional efímero, motivado por una celebración. Ese espacio será la revitalización de una ciudad a las puertas de su extinción. Espacio desarrollado por la «arquitectura de límites difusos» que a su vez pivota sobre la resignificación del concepto de «nómada».

La chica nómada, de Toyo Ito.

La chica nómada, de Toyo Ito.

La noción de nomadismo arranca en la obra de Ito desde su investigación y creación del famoso Pao “La chica nómada de Tokio”. En ella, la clave pasa ya no por cuestionar sino por interrogar sobre el sentido de la vivienda para esa “joven muchacha”. Así, Toyo se pregunta: ¿Qué es una casa para ella? El concepto de casa para ella está desperdigado por toda la ciudad y su vida pasa mientras utiliza los fragmentos de espacio urbanos en forma de collage.[10]  El nomadismo en una ciudad que posibilita que lo privado acontezca en espacios fuera de la vivienda, no acusa un injusto exilio. El nómada de las nuevas ciudades virtualizadas no es un exiliado que reterritorializa un más allá de un espacio en el cual no puede habitar, sino que su vida es un modo de reterritorializar, de habitar, que consiste precisamente en dicha dispersión.

La chica nómada, de Toyo Ito.

La chica nómada, de Toyo Ito.

Hay una parte de la joven, de ese cuerpo singular que sirve como paradigma, que disfruta de este nuevo modo de ser en el mundo. En este punto Toyo introduce su apuesta, un tanto dualista, a propósito de una “extraña inconsistencia interna” que comparten los cuerpos y las ciudades y que tendrá que saber resolver el programa arquitectónico. Así, contrapondrá el cuerpo como «experiencia vivida» y su correspondencia con la ciudad material y el cuerpo que ha sido continuamente ampliado en el siglo XX. El otro cuerpo, que aspira al lenguaje lírico, es un cuerpo creado mediante la conciencia ampliada de la tecnología y que se esfuerza por alcanzar la transparencia y la homogeneidad,[11] a este cuerpo le corresponde la ciudad como fenómeno, un espacio sin tiempo, ni lugar, homogéneo, neutro, seco, inodoro y transparente, cumplimiento sin igual de los intereses de la arquitectura moderna. Es precisamente por esa ciudad fenoménica y por ese cuerpo virtual por lo que el nómada puede habitar de tal modo la ciudad. De esta manera, sin renunciar a la ciudad que se nos presenta y a su inquilino paradigmático, pero a la par sin silenciar el imperativo de una ciudad material que reivindica volver a ser localizada y un cuerpo material que necesita un espacio para su presencia, Toyo se adentra en la condición del nomadismo buscando el sentido último de su deriva. Para comprenderlo podemos acudir a la noción sinónima de Deleuze, pues ella explicita las claves que permitirán a la noción de nómada ser el elemento pivotante hacia la nueva arquitectura que solvente la escisión.

Si para Ito el nómada habita la ciudad fenoménica, lo hace gracias a que la ciudad está cubierta por una película transparente que se desliza sobre ella. Esta película delgada torna al espacio en algo más suave y flexible, en un desierto, un mar, un espacio liso. El espacio liso es para Deleuze el medio sin horizonte, abierto, indefinido y no comunicable en el que habita el nómada. Un espacio marcado por trazos sutiles que se borran y donde el nómada ocupa el espacio sin medirlo. Es un espacio excéntrico, y sin limitación. Empero siempre está localizado, pues el nómada se orienta, mueve y rige localmente en él. Frente a la ciudad fenoménica deslocalizada habrá entonces un modo de habitar nómada que sí será capaz de relocalizar la materialidad perdida. Para que se de este nuevo modo de habitar debemos hacer un alto en la noción de trayecto deleuziana. Un trayecto siempre está entre dos puntos, pero el entre-dos ha adquirido toda la consistencia, y goza tanto de una autonomía como de una dirección previa. La vida nómada es intermezzo.[12] Cuando Ito propone que el lugar nómada de su nueva arquitectura tiene que dejar de ser destino para ser etapa está apuntando, quizás inconscientemente, a esta idea. La etapa prioriza el trayecto sobre el punto revalorizando el sentido del ocupar sin meta ni finalidad. Es más, revaloriza la noción de velocidad por encima de la de movimiento. Si el movimiento es lo extensivo, el nómada no se desplaza, no huye, ni migra, habita en la velocidad intensiva. Y este habitar es el que le permite reterritorializar en la propia desterritorialización[13]  es decir, hacer de la ciudad difusa el hogar de la vivienda de esa joven que se abre al mundo.

Esta reterritorialización tan genuina atenta contra el espacio estriado y limitado, amurallado, puesto que dispone una permeabilidad de los límites. Permeabilidad que pondría en cuestión en términos arquitectónicos las soluciones monumentalistas y en términos políticos el control de la sociedad a través de los espacios cerrados. Para entender esto último, debemos recordar que nos situamos dentro de una sociedad de control donde la consigna a través de la comunicación consigue hacer las veces del disciplinamiento anterior en los espacios carcelarios. La consiga arquitectónica y urbanista entona el discurso indirecto en favor del límite y protección del espacio privado con la consiguiente reducción del espacio público a mero remanente del contorno de la vivienda protegida. La consiga cristaliza también ante los ojos de Koolhaas en su ciudad genérica cuando nos dice: El hotel ahora implica cautiverio, arresto domiciliario voluntario (…) Acumulativamente se describe una ciudad de diez millones de habitantes encerrados en sus habitaciones, una especie de animación marcha atrás-cargados a reventar.[14]

El nómada por el contrario no comunica, no participa de la transmisión de estas consignas, por ello, desde su experiencia vital tiene sentido la construcción de espacios con límites permeables como él demanda. Espacios porosos donde flotar pues con el concepto de «flotar» el cuerpo que hasta ahora se percibía como experiencia vivida y el cuerpo de la sociedad interconectada se enfrentan al mundo exterior de la misma manera.[15] Con el enviste nómada la arquitectura deviene «Blurring Architecture» donde el límite funciona cual película osmótica que no separa el interior del exterior.[16] Una arquitectura que asume el film transparente de la ciudad fenoménica como condición de lo nomádico y que por ello se dedica a sustancializarlo, es decir, a entender las construcciones como dispositivos que producen fenómenos y que hacen sensible lo invisible de la ciudad. Por ello, la topología de esta nueva ciudad compartirá la del espacio liso donde no son los objetos los que definen su espacialidad, sino las relaciones, las haecceidades devinientes que priorizan experiencias táctiles o hápticas. Así, la casa deja de ser el objeto acabado y abocado a la mirada desde el exterior, para potenciarse el habitar auditivo, olfativo o táctil.  Y la arquitectura impulsará el discurrir de los flujos concretos de las ciudades concretas donde se localizan sus obras.

Al final, el resultado es la apuesta por una arquitectura que siga los pasos de un inédito modo de estar en el mundo provocado por esta nueva ciudad que desde oriente ha dislocado las nociones de centralidad, racionalidad, jerarquía y límite. Una arquitectura que se adapta al devenir fútil de los vientos, sin forma cerrada, siempre ligera y transparente, y donde no se siente ya el tránsito del “salir y entrar” pues sus límites difusos funcionan cual líneas de fuga que disloca la rostridad del edificio, desterritorializando sus muecas inveteradas y reterritorializando todo bajo el devenir-hogar el espacio público. El fruto, una ciudad que ha recuperado su ser genuinamente político y donde las calles, plazas y fachadas dejarán de ser Umwelt, mero entorno, para recobrar su estatuto legítimo de Welt, de mundo habitable.

Para saber más:

  • Deleuze G. y Guattari F. “1227. Tratado de Nomadología: la máquina de guerra” en Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia,Pre-Textos, 2004.
  • Ito T. Arquitectura de límites difusos, Barcelona, GG mínima, 2007.
  • Ito T. “Construir bajo los cerezos” Revista Minerva IV época Nº 14, 2010.
  • Ito T.Escritos, Valencia, Colección de arquitectura, 2000.
  • Jarauta F. “Construir la ciudad genérica” en Arquitectura límite. Nº 23. Revista de crítica y teoría de la arquitectura, Junio 2012.
  • Koolhaas R. “La ciudad genérica” en http://goo.gl/WgRwk2 Junio 2014
  • Mayoral E.“Nuevas situaciones, otras arquitecturas. Arquitecturas del exilio” en UPC. Escola Técnica Superior d´Arquitectura del Vallés, Septiembre 2006.

 

 

Notas:

[1] Auster Paul. El palacio de la Luna, Barcelona, Anagrama, 2008, 12.

[2] Jeffrey Kipnis es un crítico de la arquitectura americano, conocido principalmente por su asociación con el arquitecto Peter Eisenman y por su crítica deconstructiva conjunta con el filósofo de Derrida.

[3] JARAUTA F. “Construir la ciudad genérica” en Arquitectura límite. Nº 23, Revista de crítica y teoría de la arquitectura, Junio 2012, 73.

[4] Ibídem 74.

[5] Guy Debord es un filósofo y cineasta francés conocido por ser uno de los fundadores de la Internacional Letrista así como de la Internacional Situacionista. Destacan entre sus estudios su obra La Sociedad del espectáculo.

[6] KOOLHAAS R. “La ciudad genérica” en http://goo.gl/WgRwk2  6.

[7] Rem Koolhas es un arquitecto holandés crítico con el movimiento arquitectónico moderno, y famoso por cifrar la muerte de la ciudad como paradigma moderno.

[8] Ibídem 16.

[9] Toyo Ito es uno de los arquitectos actuales más prestigiosos. Ganador en marzo del 2013 del premio Pritzker. Destacan entre sus obras La casa de Aluminio de Kanagawa o La Torre de los vientos de Yokohama.

[10] ITO T.Escritos, Valencia, Colección de arquitectura. 2000, 62.

[11] ITO T. Arquitectura de límites difusos, Barcelona, GG mínima, 2007, 7.

[12] DELEUZE G. y GUATTARI F. “1227. Tratado de Nomadología: la máquina de guerra” en Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia,Pre-Textos, 2004, 384.

[13] Ibídem 386.

[14] KOOLHAAS R. “La ciudad genérica” en http://goo.gl/WgRwk2   11.

[15] ITO T. Arquitectura de límites difusos, Barcelona, GG mínima, 2007, 23.

[16] ITO T. Escritos, Valencia, Colección de arquitectura, 2000, 210.

avatar Mª Eugenia Díaz Calvo (2 Posts)

Doctorando en Filosofía Contemporánea y Estudios Clásicos por la Universitat de Barcelona.


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