Revista Ecos de Asia

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This article was written on 22 Feb 2014, and is filled under Arte, Crítica.

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Reseñamos la exposición: Asturianos en el Imperio del Sol Naciente. Japón a través de las fotografías de Jesús y Juan Galé.

Ramón Vega, comisario de la exposición, presentando la muestra a los asistentes a la inauguración. (Foto de R.V.)

Ramón Vega, comisario de la exposición, presentando la muestra a los asistentes a la inauguración. (Foto de R.V.)

El pasado día 4 de febrero se inauguró en el Muséu del pueblu d’Asturies, en Gijón, la exposición Asturianos en el Imperio del Sol Naciente. Japón a través de las fotografías de Jesús y Juan Galé (1880-1927), comisariada por Ramón Vega Piniella. Se podrá visitar hasta el próximo 29 de junio.

Esta exposición, que forma parte de la celebración del Año Dual España Japón, trae a la luz una serie de fotografías pertenecientes a Jesús Teodoro Galé Pérez y Juan Galé Moreau, comerciantes asturianos, padre e hijo.

Los Galé ante el Senso-ji (1927).

Los Galé ante el Senso-ji (1927).

Ambos tuvieron una estrecha relación con Asia: por motivos profesionales, el padre dedicaba anualmente varios meses a recorrer el continente, como representante para marcas de productos destinados a la media y alta burguesía. Aprovechó sus viajes para adquirir gran cantidad de objetos artísticos para vender a su vuelta, labor en la que le ayudaría su hijo desde que alcanzó edad suficiente para ello.

La muestra se articula en torno a dos salas. La primera de ellas recoge las fotografías realizadas por los Galé en uno de sus viajes, concretamente en el año 1927. En aquella ocasión Jesús Teodoro fue acompañado por su hijo, apasionado fotógrafo, que documentó exhaustivamente su periplo oriental. Esta muestra se centra únicamente en las imágenes de Japón, pero fueron igualmente ilustrados el resto de territorios que visitaron: China, India, Pakistán, Filipinas, Tailandia… cuyo resultado fue una colección de fotografías de gran valor y representatividad. Cabe destacar, al respecto de estas fotografías tomadas por los Galé, la gran calidad estética que presentan algunas de ellas, que llega a trascender más allá de un testimonio y convertirse en una imagen artística de pleno derecho.

El comisario de la exposición ante el Mapa General de Japón que completa la muestra, editado en febrero del año 9 de la era Meiji (1876), procedente de una colección privada.

El comisario de la exposición ante el Mapa General de Japón, editado en febrero del año 9 de la era Meiji (1876), procedente de una colección privada. (Foto de R.V.)

Esta primera sala se completa con un mapa de Japón procedente de una colección privada. Se trata de uno de los primeros mapas oficiales del país, realizado en la era Meiji, dentro de la tendencia aperturista que adoptó el gobierno. Por otro lado, también hay que destacar un audiovisual que recoge todas aquellas imágenes que no han podido ser expuestas.

La segunda sala está dedicada a los colotipos y albúminas que adquirieron los Galé en su faceta de coleccionistas/comerciantes. En ella se exhiben algunos ejemplares que esta familia adquirió en Japón, donde eran vendidas a modo de souvenir para los viajeros, y posiblemente con la intención de venderlas en Europa. Se trata de una colección de fotografías de grandes dimensiones (en torno a los 20-30 centímetros, algunas algo más pequeñas), de una gran calidad y en un estado de conservación extraordinario.

Sala II de la exposición, en la que pueden verse las albúminas y colotipos adquiridas por los Galé.

Sala II de la exposición, en la que pueden verse las albúminas y colotipos adquiridas por los Galé.

Muestran escenas de paisajes y monumentos y escenas costumbristas, aunque el tema preeminente es el de la mujer japonesa en todos sus sentidos: como maiko o aprendiz de geisha que evoca los más bellos placeres, como esposa y madre, y también el mundo de la infancia. La calidad de las fotografías invita a dejarse llevar por su contemplación, y así se ha tenido en cuenta por parte del museo, ya que esta sala cuenta con un banco central desde el que contemplar reposadamente las fotografías. Además se ha cuidado la ambientación del espacio expositivo, complementándolo con un hilo musical de shamishen y shakuhachi, invitando al recogimiento y sumergiendo al espectador en un mundo idílico que queda perfectamente retratado en las albúminas de la segunda sala, y que se diluye entre nuestros dedos ante las imágenes de la primera estancia de la exposición.

Si tienen oportunidad, visítenla. Todavía les invito a más: hagan por verla, busquen la ocasión aunque ésta no se presente de manera fortuita. Caerán rendidos, enamorados, ante las imágenes que el Muséu del Pueblud’Asturies pone ante sus ojos,  y no podrán hacer otra cosa que dejarse llevar por la fascinación. Y como tenemos la certeza de que la visita se les hará corta, pues estas fotografías invitan a mirar, les dejamos aquí la edición digital del catálogo.

Nos despedimos dejándoles con algún ejemplo de la muestra, para que vayan abriendo boca.

Pinos en la playa de Maiko (Jesús Galé, 1927).

Pinos en la playa de Maiko (Jesús Galé, 1927).

Niña con yukata (Kobe, hacia 1910).

Niña con yukata (Kobe, hacia 1910).

Maiko con crisantemos (Kobe, hacia 1900).

Maiko con crisantemos (Kobe, hacia 1900).

Jardín Korakuen en Okayama (Japón, hacia 1880).

Jardín Korakuen en Okayama (Japón, hacia 1880).

avatar Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.


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