La pasada semana buena parte de la plantilla habitual de la revista Ecos de Asia asistimos a la celebración en Sevilla del XI Congreso Nacional y II Internacional de la Asociación de Estudios Japoneses en España, con el lema “Japón y Occidente: el patrimonio cultural como punto de encuentro”; advertimos, sin embargo, y antes de que sigan leyendo, que esta crítica responde a las opiniones de únicamente algunos de los presentes.
El Congreso se celebró entre el miércoles 26 y el sábado 29 de marzo, teniendo lugar la mayoría de sus actos en el cómodo y funcional Pabellón de México, reliquia de la Exposición de 1929, algo alejado del centro pero situado en el más que agradable marco del Parque de María Luisa.
Quizás un adjetivo para definir el congreso pudiera ser maratoniano. A la vez punto fuerte y punto flaco del mismo, durante más de tres días asistimos a una pléyade de conferencias y mesas redondas, actividades complementarias y, especialmente, comunicaciones (¡más de ochenta comunicantes nos dimos cita en Sevilla!), que, como puede resultar lógico, resultaron de muy diferente enfoque y temática, y, desgraciadamente, de muy diferente calibre.
Así pues, fue un congreso intenso y diverso, en el que neófitos y longevos expertos compartían oyentes y escenario, con resultados más que variados. Pretendidamente interdisciplinar, encontramos comunicaciones que versaban sobre flamenco y Gastronomía a la Física y la Arqueología, pasando por las más que habituales disciplinas humanísticas de este tipo de congresos (la Historia, la Historia del Arte, el Cine y la Televisión, el Cómic, la Literatura, la Traducción…), prestando especial atención a elementos también cercanos a las ciencias sociales como la Publicidad, el Marketing y el Turismo. También la procedencia, geográfica (pues estábamos hablando de un congreso internacional, con la presencia de bastantes japoneses), e institucional fue de lo más variado: sobre la obvia participación de la Universidad de Sevilla (con aproximadamente la cuarta parte de las intervenciones), y la sorprendente ausente presencia de su Grado de Estudios Orientales, destacamos la masiva participación de la Universidad de Zaragoza y de la Universidad Complutense de Madrid, además de otras participaciones importantes, especialmente de universidades de Barcelona, Madrid, Oviedo, Córdoba y Málaga.
Algo que lamentamos profundamente es que el tiempo de estas comunicaciones fuera de diez minutos, y en lo personal, hubiéramos preferido menor cantidad de comunicantes y mayor tiempo para cada uno, pues la mayoría demostraron ser plenos conocedores de sus materias y hubiéramos disfrutado y aprendido mucho más con una exposición más relajada.
Además de las mencionadas comunicaciones, hubo toda una serie de conferencias y mesas redondas, acompañadas por varias actividades complementarias, que fueron desde recitales de haiku y cuentacuentos a una plenamente inmersa en la propuesta del congreso: la visita a Coria del Río.
El desplazamiento a esta localidad sevillanas como segunda sede del congreso se justifica por ser uno de los lugares que visitó la Embajada Keichô (de la que ya les hemos hablado en alguna ocasión), liderada por Hasekura Tsunenaga, en donde se instalaron muchos de los participantes de la expedición, fruto de lo cual existe todavía, entre su población, un nutrido grupo de descendientes apellidados Japón.
Así, en la lluviosa mañana del viernes, nos dirigimos a una embarrada Coria, en la que recibimos una breve visita guiada y otra sesión de conferencias, que esta vez se realizaron en el Centro Cívico Pastora Soler, nuestra recomendación (junto a la estatua del propio Hasekura) personal del viaje: en una pequeña sala del centro se dan cita numerosos objetos japoneses (especialmente contemporáneos): muñecas, cerámica, objetos para la ceremonia del té, litografías y abanicos, junto a una colosal y minuciosa maqueta sobre el Japón tradicional (que fue realizada para el pabellón japonés de la Expo de Sevilla en el 92), componen una selección reducida, aunque acertada, que sin duda sorprenderá al turista casual y que agradará al viajero experto.
Los ánimos matutinos ante la estatua de Hasekura, quedaron en gran parte disueltos por una meteorología intempestiva que desgraciadamente incomodó tanto la visita como las múltiples esperas. Y es que el último día fue un día cansado y lleno de retrasos. A la vuelta de Coria del Río, todavía nos esperaba una (espléndida) mesa redonda protagonizada por Fernando Rodríguez Izquierdo, Rosa María Calaf, Loreto Guerrero Almendros y Francisco Javier López Rodríguez, a la que seguirían dos paneles temáticos de comunicaciones. Coincidiendo con la reunión de la AEJE, organizadora del congreso, tuvieron las últimas comunicaciones, dando un adecuado y lúdico final a este agotador e interesante evento.
A la espera de nuevos datos sobre la futura publicación nos despedimos cálidamente, y agradeciendo a los organizadores, con la esperanza de reencontrarnos en el próximo congreso con un poco más de calma, y si el tiempo lo permite, con un poco menos de lluvia.