Revista Ecos de Asia

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This article was written on 11 May 2015, and is filled under Cultura Visual.

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“Seraphim: 266613336 Wings”, un distópico viaje a ninguna parte.

Satoshi Kon, en su visita al festival de Sitges de 2006 (fuente: lecturasenanime.blogspot.com).

Satoshi Kon, en su visita al festival de Sitges de 2006 (fuente: lecturasenanime.blogspot.com).

Satoshi Kon es una figura respetada a nivel mundial por su labor como realizador cinematográfico[1] y, en menor medida, por su proyecto para televisión.[2] Sin embargo, sus comienzos estuvieron en el ámbito del manga, una faceta relativamente desconocida en Occidente que en España la editorial Planeta Cómics se está preocupando de rescatar, en ediciones muy cuidadas.[3]

Mamoru Oshii, responsable de la idea original y coautor de la obra (fuente: filmin.com).

Mamoru Oshii, responsable de la idea original y coautor de la obra (fuente: filmin.com).

La que nos ocupa no es una obra salida únicamente de la cabeza de Kon, sino que en este caso, por su fecha temprana, puso sus lápices al servicio de una historia de Mamoru Oshii, un nombre que por entonces ya resonaba fuerte especialmente en el ámbito de la animación, pero que todavía no había realizado su obra cumbre que le traería la fama mundial: Ghost in the Shell.[4]

Juntos crearon un futuro distópico no muy lejano en el que el mundo tal y como lo conocemos había colapsado a causa de una extraña enfermedad, denominada Seraphim o enfermedad angelical, y el continente euroasiático se había aislado para impedir la expansión de la enfermedad, convirtiéndose en un escenario postapocaliptico similar al Neo-Tokio de Akira.[5]

Viñetas en las que se ve Neo-Tokio, del manga Akira (fuente: zonanegativa.com).

Viñetas en las que se ve Neo-Tokio, del manga Akira (fuente: zonanegativa.com).

En este panorama, la Organización Mundial de la Salud, que ha obtenido de las circunstancias un poder inusitado, convoca a un variopinto grupo para una misión secreta, que se deduce de importancia capital para la humanidad. Muy astutamente, la narración se desarrolla dosificando la información con enorme habilidad, sumiendo desde el primer momento al lector en un desconcierto que estimula su curiosidad capítulo a capítulo, un mecanismo que tenía especial sentido en la publicación original, por entregas, en la revista Animage.[6]

Portada de la cuidada edición de Planeta (fuente: planetadelibros.com).

Portada de la cuidada edición de Planeta (fuente: planetadelibros.com).

Llegados a este punto, y antes de profundizar en algunos aspectos resaltables de la obra, debemos matizar que esta cualidad narrativa que los autores manejaron tan correctamente deja al final numerosos interrogantes en el aire, no porque la historia esté mal resuelta, sino porque, directamente, no finalizó. En 1995, las diferencias artísticas entre Oshii y Kon alcanzaron un punto tan irresoluble que interrumpieron la serie, dejándola inacabada. El volumen de Planeta recoge por primera vez en castellano todo el material producido para Seraphim, pero la experiencia lectora se ve forzadamente cortada en seco.

De todas formas, esto no debe relegar a Seraphim al fondo de la estantería ante una avisada frustración por no conocer el final. Más bien al contrario, aunque esta interrupción apresurada de la serie dejó una historia a mitad,  el conjunto resulta sorprendentemente coherente. Superada la sorpresa inicial (“pero, ¿ya no hay más? ¿ya está?”), una vez meditado el texto y asimilada la obra, ese final brusco que deja toda la trama planteada pero no resuelta es uno de los mejores escenarios posibles para cerrar esta obra. Seraphim tenía potencial para convertirse en una obra magna de la ciencia ficción nipona, sin embargo ese potencial caminaba de la mano de un riesgo enorme de hacer crecer la trama enrevesándola de una manera que finalmente, se fagocitase a sí misma y terminase con un final que a los autores se les hubiera ido de las manos.

Página original de Seraphim, en la que se deja entrever un creciente entramado religioso vinculado a la enfermedad.

Página original de Seraphim, en la que se deja entrever un creciente entramado religioso vinculado a la enfermedad.

De este modo, Seraphim se convierte en un pequeño segmento dentro de una Historia de la humanidad, en un episodio sin principio ni final concreto dentro de una ambientación muy cuidadosamente desarrollada. Y es que éste es su principal valor: el argumento per se podría aproximarse a una road movie o a una aventura itinerante, lo que la diferencia de otras obras con planteamientos similares es todo el universo distópico levantado alrededor de este hilo argumental, un universo coherente y complejo.

La historia comienza en un portaaviones, en el que se nos presenta a unos protagonistas extraños, a los que solo conocemos como Melchor, Gaspar, Baltasar y Sera, que poseen una misión vagamente indicada: adentrarse más allá de la zona de cuarentena hasta el corazón del continente euroasiático, que se ha cerrado para evitar una mayor expansión de la enfermedad angelical.

Aspecto de la fase terminal de la enfermedad angelical.

Aspecto de la fase terminal de la enfermedad angelical.

Conforme se desarrolla la historia, podemos entender de qué se trata esta enfermedad, un mal que deforma a la gente causándoles unas protuberancias en la espalda que recuerdan a las alas de un ángel, y en un estadio más avanzado provoca alucinaciones que culminan en catatonia y muerte.

La llegada de los protagonistas al continente, y el comienzo de su aventura adentrándose en un territorio ocupado por la enfermedad, y en el que la pandemia ha causado una devastación absoluta, nos lleva a descubrir una sociedad en la que las mafias se han hecho reinas de las ciudades del círculo de cuarentena. El recorrido por territorio chino deja un panorama desolador, en el que se conjugan en la historia alianzas y juegos de amigos y enemigos mientras queda, por encima de todo, un telón de fondo que deja un poso de reflexión sobre la naturaleza del ser humano, siguiendo una línea de pensamiento pesimista que ofrece poca esperanza a la raza humana: la enfermedad incontrolable ha sacado a la luz lo peor del hombre, utilizando sus miedos como vehículo, hasta el punto de haber masacrado (de manera activa o pasiva) naciones enteras, haber aislado un continente y confinando a toda su población a miserias y muerte (enfermos sin asistencia o con muy escasa, personas sanas sin posibilidad de aislarse del contagio). Dentro del territorio aislado, las guerras civiles, la lucha por la supervivencia más descarnada, ha contribuido a diezmar las poblaciones, al tiempo que ha creado un complejo mapa político de regiones aliadas y enfrentadas, movidas por la ambición de poder de sus dirigentes más que por la búsqueda de una solución para la situación en la que se encuentran.

Algunos de los bocetos incluidos como extras en la edición.

Algunos de los bocetos incluidos como extras en la edición.

A pesar de que todos estos planteamientos serán cuestionados por los propios autores, de nuevo el final interrumpido nos impide conocer hacia dónde hubieran virado esas reflexiones, permitiendo al lector, no obstante, atisbar signos de redención en algunas de las más categóricas maldades.

Interesantísimo también resulta el concepto de los Reyes Magos y el resto de referencias a las religiones monoteístas que se desgranan a lo largo de la historia, empleadas, quizá, metafóricamente en algunos puntos, y que seguramente respondieran a intereses concretos más que a guiños gratuitos. El componente judío y cristiano, adoptados como una referencia filosófica más, aportan una mayor información por comparación, permitiendo omitir disgresiones y agilizar el desarrollo de la trama esquivando largas y complejas explicaciones. Por otro lado, trazan una serie de incógnitas que estimulaban todavía más la imaginación del lector ante la perspectiva de una obra de larga duración.

Seraphim es, en cualquier caso, una obra imprescindible dentro de la ciencia ficción, profunda y con capacidad para no dejar indiferente. Aunque hemos insistido en el final inconcluso desde una perspectiva ante todo problemática, debemos dejar claro que supone un aspecto también interesante y que otorga un nuevo prisma desde el cual abordar la obra, no debe convertirse en un aspecto que disuada al lector de aproximarse a esta historia. Además, la cuidada edición de Planeta Cómics supone otro estímulo, ya que han publicado un volumen de calidad, que hace justicia al texto y al dibujo, con buen papel, tapas rígidas y la inclusión de material extra: el breve prólogo original de la obra, en color; un pequeño epílogo con información sobre la publicación original y unas páginas recogiendo esbozos y diseños preliminares de los personajes principales. En resumen, una edición que hace justicia a la obra.

Notas:

[1] Su carrera cinematográfica, prematuramente truncada, se compone de los títulos Perfect Blue, Millenium Actress (2001), Tokyo Godfathers (2003) y Paprika (2006), todos ellos obras de referencia en el mundo de la animación japonesa, pero también (especialmente algunos de ellos) de impacto en la cinematografía mundial.

[2] Para televisión, Kon realizó la serie Paranoia Agent (2004), de 13 episodios, para la cadena nipona WOWOW.

[3] A Seraphim se unen Opus y Regreso al mar, así como un volumen de Historias Cortas.

[4] Mamoru Oshii fue el director de la adaptación a largometraje de animación de Ghost in the Shell, un manga de ciencia ficción que fue realizado por Masamune Shirow. No obstante, la labor de Oshii no se limitó a una adaptación fiel, sino que dotó al argumento de un contenido y una reflexión que convertirían la película en una obra clave del ciberpunk.

[5] Akira es una obra cumbre del manga y el anime, aunque su versión más conocida es el largometraje de 1988, éste parte del manga que comenzó a publicarse en 1982 y se extendió hasta 1990. El autor es Katsuhiro Ôtomo, así que no es casualidad que exista una influencia directa entre ambas obras: más allá de la trascendencia de Akira, Kon comenzó como discípulo y colaborador estrecho de Ôtomo (trabajaron juntos en World Apartment Horror -1991- y en Memories -1996-), por lo que no es de extrañar que en Seraphim aparezcan influencias estéticas de éste, igual que ocurre frecuentemente en la producción de Satoshi Kon.

[6] En marzo de 1994, finalizó la publicación por entregas en Animage de Nausicaä del valle del viento, de Miyazaki, que había tenido un recorrido de doce años en la citada revista. Sus redactores querían una nueva serie que rellenase ese hueco, una historia larga que mantuviese mensualmente lectores fieles durante un tiempo prolongado.

avatar Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.


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