Los pasados 30 y 31 de marzo y 1 y 2 de abril tuvo lugar en la Fira de Montjuïc la trigésimo quinta edición del Salón del Cómic de Barcelona, evento de referencia para todos los aficionados al mundo de la viñeta. Como no podía ser menos, Ecos de Asia estuvo allí, y a continuación os ofrecemos nuestras impresiones sobre el evento.
Valoración general
La valoración general del evento es básicamente positiva, aunque esta edición ha presentado algunos problemas y generado algunos debates que trataremos de afrontar brevemente a continuación. A nivel organizativo, el Salón se ha dispuesto en torno a tres pabellones (a los que debe sumarse la exposición situada en la carpa de la plaza central), ocupando una gran superficie que ha permitido evitar las aglomeraciones al tiempo que se daba cabida a un considerable número de visitantes sin sensación de agobio. Las cifras oficiales hablan de ciento dieciocho mil visitantes, sin variaciones respecto al año anterior, a pesar de la climatología inestable (lluvias el sábado por la tarde, momento de mayor afluencia de visitantes).
La temática que articulaba este Salón del Cómic era la aviación. En la plaza central tuvo lugar una exposición que combinaba aviones (y réplicas) con viñetas sobre vuelo (fotografía: Carolina Plou).
Respecto a la afluencia de público, cabe destacar la heterogeneidad de los visitantes. Normalmente, muchos de los eventos relacionados con el cómic (y con el cómic como pilar fundamental de la cultura friki) suelen tener como principal target a gente joven. Sin embargo, en este Salón ha habido público de todas las edades, resultando muy abundantes las familias, los niños pequeños y preadolescentes, lo cual hacía todavía más agradable visitar el Salón y ver tanta diversidad unida por una afición común.
Sin embargo, a pesar de que el cómic ha sido el principal protagonista, sigue sorprendiendo ver la diversificación que tiene lugar en este tipo de eventos, donde el merchandising y todos los aspectos relacionados con el cómic cobran protagonismo, a veces incluso superando al propio cómic. No ha sido este el caso, no obstante, había llamativos stands dedicados a las próximas películas de Wonder Woman, Guardianes de la Galaxia o Alien, por poner algunos ejemplos. En estos stands, los visitantes podían fotografiarse en una nave con un alien, competir bailando los temas Hooked on a feelin’ y Fox on the run de la banda sonora de Guardianes de la Galaxia en DDR[1] o, en el caso de Wonder Woman, escalar un pequeño rocódromo, defenderse del lanzamiento de pelotas de espuma o acomodarse en una zona de relax con pufs para ver el tráiler de la película.
El Salón ha estado marcado por varias polémicas. La primera de ellas hace referencia a la ubicación de la zona de fanzines y de autores, situada en el pabellón 2.1, muy alejados de la zona comercial. Los colectivos afectados han puesto de manifiesto su descontento a través de redes sociales, donde lanzaron una carta abierta a los visitantes del Salón exponiendo sus quejas. Ante el desconocimiento de las cuestiones internas que han podido derivar en esta situación, así como de los argumentos de Ficomic, no queremos tampoco entrar en más detalles de los que estos colectivos ofrecen a través de esta carta, aunque nos parece necesario contribuir a visibilizar el problema, con la esperanza de que pueda solucionarse en un futuro. Al fin y al cabo, los fanzines son un engranaje fundamental dentro del conjunto que supone el mundo del cómic, ya que son cantera de artistas, además de transmitir un entusiasmo y una pasión por las viñetas que resultan contagiosos.
La segunda, más que polémica, fue una reivindicación sobre un tema que debería estar ya superado pero que, lamentablemente, todavía lacra los premios que se entregan en el Salón. Se trata de la escasa presencia de mujeres entre los nominados de los premios oficiales: tan solo tres mujeres entre las treinta nominaciones, una proporción que queda lejos de responder a la realidad de las autoras de cómic (si bien esta reivindicación olvidaba a la colorista de La Visión, cómic que resultó premiado en la categoría de Mejor obra Extranjera). Puso el debate sobre la mesa Conxita Herrero, autora de Gran bola de helado, durante la entrega de premios. A través de redes sociales, Ficomic se justificó en que las nominaciones las realizan los profesionales del sector, aunque más que justificaciones (innecesarias) o atribuciones de culpa (infructuosas), lo que hace falta ahora mismo es una mayor visibilidad de las autoras, a nivel industrial y también institucional, en vez de dejar que la responsabilidad recaiga solamente en ellas mismas. A este respecto, queremos aprovechar para mencionar la existencia del colectivo de Autoras de Cómic, que reivindica el papel de la mujer en la creación de cómic.[2]
A propósito de esta polémica, el catalán Diario Ara publicaba hace unos días un interesante artículo, titulado ¿Es machista el mundo del cómic?,[3] en el que se recogían, entre otras, declaraciones al respecto de Carles Santamaría, director del Salón, quien alegaba que Ficomic, la entidad que lo organiza, no es machista, y que la escasa presencia de mujeres en los premios reflejaba únicamente las votaciones de los profesionales del sector, descartando que las votaciones respondan a cuestiones como la poca visibilidad de las autoras o posibles prejuicios del sector, ya que, a juicio de Santamaría, los premios reflejan la realidad de los cómics que se publican en España, y si se valoran unas obras por encima de otras, es debido a su calidad y no a su autoría.
Esta opinión, por desgracia, adolece de una cierta ingenuidad (en el mejor de los casos), y no podemos sino lamentar que esta sea la postura de la entidad que organiza los dos salones más importantes del sector del cómic en España. En un mundo ideal, ciertamente, este razonamiento debería ser suficiente para zanjar cualquier debate (sobre estos premios, o sobre cualquier otro aspecto). Sin embargo, no podemos ser ajenos a la realidad que nos rodea, y en ella, sostener esta postura significa olvidar, obviar o no querer ver una serie de condicionantes que impiden que realmente lleguen al mercado las personas más talentosas (incluso, independientemente de su género). Sin querer profundizar más en esta problemática, puesto que nuestra experiencia y conocimiento en temas de igualdad es muy limitado y hay voces mucho más capacitadas y autorizadas para tratar el tema, queremos plantear una reflexión. Según el último informe de Tebeosfera, tan solo un 12,6% de los cómics publicados en España en 2016 son de autoría femenina. ¿Realmente podemos considerar que, en una sociedad poblacionalmente equilibrada (con porcentajes similares de hombres y mujeres, aproximadamente al cincuenta por ciento) las mujeres tienen menos talento, ya que solo un 12% logra triunfar en el mercado del cómic publicando sus obras? Obviamente, este planteamiento es una falacia. El hecho de que la mujer tenga tan poca presencia y visibilidad en el mundo del cómic se debe a muchos factores, que no entraremos a desgranar aquí, pero creemos que resulta evidente que es imposible ceñirse única y exclusivamente al “talento”, en tanto que eso perpetuaría los planteamientos machistas e irreales de que la mujer es menos válida que el hombre para desempeñar determinadas actividades, una idea que, aunque por desgracia no está completamente superada, si queremos pensar que comienza a serlo, al menos en los círculos en los que nos movemos a la hora de tratar este debate, que presuponemos de una cierta formación cultural.
Aunque podamos aceptar que la desigualdad en las nominaciones no sea responsabilidad directa de Ficomic, no es menos cierto que en lugar de echar balones fuera para justificarse o esperar a que agentes externos les envíen propuestas, deberían adoptar una actitud más receptiva y una postura más activa en paliar el problema. No basta con esperar a que colectivos sensibilizados con el tema presenten propuestas, no basta con creer que el problema se ha resuelto porque en ediciones pasadas se han includo un par de exposiciones y alguna que otra mesa redonda sobre la mujer. Como una de las entidades más fuertes dentro de la industria del cómic, Ficomic debería tener la responsabilidad moral de trabajar activamente por la visibilización de la mujer. No se espera de ellos ni la perfección, ni una fórmula mágica que resuelva de la noche a la mañana el problema, pero quizás sí sería esperable una implicación más activa y desinteresada.
Exposiciones
La exposición sobre El fantasma de Gaudí, una de las más acertadas del Salón (fotografía: Carolina Plou).
El Salón contó con más de una decena de exposiciones, de temas muy variados. Aunque no disponemos de espacio para desglosarlas todas, sí queremos hacer breve referencia a alguna de ellas. Por supuesto, este año no podía faltar una muestra conmemorativa por los cien años del TBO, una de las más grandes del Salón, ni tampoco otra recordando el centenario del nacimiento de Will Eisner. Además, la Associació catalana de tintinaires organizó una pequeña muestra que recogía los viajes del periodista creado por Hergé, a través de una serie de grandes mapas.
Por otro lado, también hubo exposiciones dedicadas a Javi de Castro, al Fanzine Nimio y al cómic El fantasma de Gaudí, obra de El Torres y Ricardo Esteban Plaza todos ellos premiados la pasada edición del Salón. Quizás, por su transversalidad, la más destacada de las tres fuera la de Gaudí, que combinaba páginas del cómic y de su proceso creativo con piezas y materiales de las obras de Gaudí (algunas de sus herramientas, baldosas ornamentadas, pruebas de color, e incluso dos maquetas, una de la Sagrada Familia y otra de la Capilla de la Colonia Güell), todo ello acompañado por una serie de cartelas explicativas tremendamente didácticas sobre el célebre arquitecto.
Pero quizás las que más llamaron la atención fueron la de Superhéroes fuera de control, que repasaba una serie de personajes antiheróicos que se han popularizado a través de las últimas películas de Marvel y DC (uno de los reclamos de la muestra, sin ir más lejos, eran dos figuras, una de la Harley Quinn de la película Escuadrón Suicida y la otra del protagonista de Deadpool), y Le decían Lucky Luke, que recreaba un pueblo del Lejano Oeste con los famosos personajes del cómic de vaqueros: el propio Lucky Luke, los hermanos Dalton y su madre, el caballo Jolly Jumper o el perro Ran Tan Plan, mientras que en las paredes de los edificios como el saloon o la casa del enterrador se disponían paneles que repasaban la trayectoria del vaquero más famoso de la línea clara franco-belga.
Actividades
Las actividades propuestas para este Salón se han caracterizado por su variedad. No obstante, por cuestiones temáticas, nos vamos a centrar principalmente en tres actividades estrechamente vinculadas con el ámbito asiático.
Las dos primeras tienen que ver con el artista coreano Kim Jung Gi, uno de los invitados estrella para este Salón. Su capacidad para crear imágenes y dibujos de gran complejidad sin utilizar referencias visuales de ningún tipo se vio sobradamente demostrada en la clase magistral que llevó a cabo en el escenario de la Escola Joso el domingo por la mañana, donde incidió en que su método de trabajo parte, fundamentalmente, de la primera línea del dibujo: si está bien trazada, el resto de líneas estarán correctamente alineadas y el dibujo quedará bien hecho. Por este motivo, explicó, trabaja sin necesidad de bocetos, ya que para él esta primera línea es suficiente.
Además de esta instructiva clase magistral, Kim Jung Gi realizó durante los cuatro días del Salón un gran mural, en el que iba dibujando en varios turnos (de 12:30 a 13:30 y de 18:00 a 19:00) ante las miradas de un público fascinado que se agolpaba en torno al stand de trabajo del artista, donde también se exhibían algunos de sus dibujos de menor formato. Tuvimos la suerte de contemplar algunas de estas sesiones, especialmente las iniciales, donde Kim Jung Gi consiguió crear de la nada una abigarrada composición, con gran soltura y pulso firme, sin fallar ni el más mínimo trazo.
La otra actividad que queremos destacar es una propuesta que llevó a cabo Oriol Estrada (más conocido en redes sociales como Capitán Urías), destinada a los grupos de escolares que visitaron el Salón el jueves y el viernes. Se trata de una conferencia, que se impartió una vez el jueves por la mañana y dos el viernes, con notable afluencia de público, titulada Bullying en el manga: el acoso escolar en Japón a través de los cómics.[4] En ella, exponía la práctica del ijime, la marginación hacia el que es diferente y no actúa dentro del grupo, y cómo esta práctica está bien vista y es socialmente aceptada, culpabilizando a la víctima por su incapacidad de integrarse. Para ello, Estrada explicaba a los chavales el sistema educativo nipón y las diferencias socioculturales que propician esta mentalidad. Después, realizaba un repaso hacia las múltiples y variadas obras de manga publicadas en España que tratan este problema desde perspectivas muy diversas, y finalizaba con una serie de campañas para combatir este tipo de prácticas, entre ellas, el videoclip del grupo japonés Baby Metal de su canción Ijime, Dame, Zettai, precisamente enfocada hacia la concienciación contra el ijime. En la sesión de esta conferencia que pudimos presenciar, el público se mostró bastante tímido a la hora de participar en el debate final, pero sí que hubo alguna intervención que planteaba si la visibilización del ijime en el manga contribuía a combatir el bullying o si, por el contrario, lo estimulaba, ofreciendo nuevas ideas a los acosadores. A diferencia de otros temas, como el terrorismo, en el que puede ser más difícil de delimitar, en el caso del bullying el impacto positivo de la visibilización es mayor que las posibles pegas que pueda presentar, ya que contribuye a romper el tabú en torno a estas prácticas.
Una de las conferencias sobre bullying en el manga, impartida por Oriol Estrada (fotografía: Carolina Plou).
Videoclip de Ijime, Dame, Zettai, proyectado como colofón de la conferencia.
Por último, cabría señalar también la presencia de asociaciones y entidades culturales, como Casa Asia, que organizaron sus propias actividades durante el Salón: talleres de caligrafía china y amigurumi y firmas de libros. También resultó muy interesante la premisa de su taller titulado Poetizar la imaginación corporal, destinado a personas sin conocimiento de chino con el objetivo de experimentar, activar la creación y la imaginación desde el idioma, la filosofía y la cultura chinas.
Con esto, finalizamos el repaso a las cuestiones generales y a las actividades del Salón. En el próximo artículo, atenderemos a las presentaciones que se realizaron, tanto editoriales como de distribuidoras audiovisuales, en las que se anunciaron las principales novedades del mercado para los próximos meses.
Notas:
[1] DDR o Dance Dance Revolution es un juego de recreativas en el cual el jugador debe pisar las casillas de la plataforma de juego (generalmente, cuatro) siguiendo las indicaciones que aparecen en la pantalla, al ritmo de la música.
[2] Puede encontrarse más información sobre este colectivo en su cuenta de Twitter, @AutorasComic.
[3] Serra, Xavi, És masclista el món del còmic?, 08 de abril de 2017, Diario Ara, disponible aquí.
[4] Puede consultarse un resumen más detallado de la charla en Zona Negativa.