Con motivo del estreno de un live action nostálgico,[1] presentamos una nueva entrega de Aprendiendo Asia dedicada a Jem y los Hologramas, serie de dibujos creada por Hasbro en 1985. La premisa de la serie consistía en un grupo de chicas que ayudadas por unos pendientes mágicos, lograban convertirse en un exitoso grupo musical. El grupo estaba liderado por Jerrica Benton, apodada Jem, que lo fundó a la muerte de su padre para impulsar la compañía discográfica que éste dirigía, Starlight Music, y con ello mantener a flote las inversiones filantrópicas a las que destinaba los beneficios, como el orfanato Starlight House. Dentro de la misma compañía discográfica, Jem y los Hologramas encontrarán un rival en las Misfits, que desean a toda costa anteponerse a su competencia.
Bajo esta premisa, se desarrollaba una serie juvenil, que utilizaba la obra benéfica del orfanato para contrarrestar el riesgo de caer en la frivolidad. Adoptaba un estilo de dibujo bastante realista y estilizado, con diseños de personajes muy a la moda, en el sentido más excéntrico, acorde con algunos estilismos propios de la década de los ochenta.[2] Esta estética iba, en consonancia con el propio argumento de la serie, dirigida a captar un público preadolescente o más juvenil, en el que se pudiese desarrollar un mayor consumo de merchandising variado.
No debe perderse de vista que la serie fue ideada y promovida por la empresa juguetera Hasbro, con la intención de comercializar una línea de muñecas basada en los personajes de la serie que pudiese competir mínimamente con la todopoderosa Mattel y su muñeca estrella, Barbie. Además de los estilismos de rabiosa actualidad, la serie de muñecas Jem contaba con otro atractivo añadido: se comercializaban junto a cintas de casette en las que se recopilaban las canciones que cada personaje interpretaba en la serie. De este modo, aparte de mantener las ventas del público más infantil, Hasbro ampliaba mercado, captando a un grupo de edad que se encontraba en un momento de transición, abandonando las muñecas para comenzar a participar del ocio adulto, entre el cual se encontraba, precisamente, el mundo de la música.
La serie Jem y los Hologramas realizó una importante incursión en China, que tuvo lugar en el décimo episodio, titulado Aventura en China. En este capítulo, tanto Jem como su grupo rival, las Misfits, son invitadas a dar una serie de conciertos en Pekín, una oportunidad única de abrir un nuevo mercado y satisfacer al público que ya tenían en el país asiático.
Las protagonistas viajan en un vuelo de Air China, en el que una azafata vestida con una chaquetilla con elementos tradicionales les da la bienvenida al país, mientras admiran a través de la ventanilla sus paisajes, entre los que destaca, como no podía ser de otra manera, la Gran Muralla. Ya en el vuelo se menciona lo afortunado que ha sido el grupo por ser invitado por las autoridades chinas para tocar en el país, un gesto poco habitual.
Siguiendo la tónica realista que caracteriza el dibujo de esta producción, la población china no presenta rasgos caricaturescos ni procedentes de iconografías peyorativas, sino que constituyen un retrato relativamente fidedigno, en el que se destacan la forma de los ojos (no así el tamaño, que habitualmente se modifica para subrayar que son rasgados) y cierta angulosidad de los pómulos.
En el aeropuerto, decorado con algunas caligrafías pendiendo de las paredes, el grupo debe pasar por un control de seguridad, vigilado con celo por un guardia, que está a punto de impedir la entrada en el país a Jem por no quitarse sus pendientes. Afortunadamente, un oficial superior interviene, reprendiendo al guardia por tratar tan estrictamente al grupo, invitados de las autoridades. La situación queda así resuelta, las Jem y su grupo rival, The Misfist, son bienvenidos en China y abandonan el aeropuerto. Si bien, por un momento, da la impresión de que la trama girará en torno a la relación de los protagonistas con las autoridades del régimen chino, conforme se desarrolla el capítulo se abandona este planteamiento en favor de una mayor atención a la vida cotidiana y a los principales enclaves turísticos chinos, como podremos ir viendo a continuación.
El primer concierto de Jem y los Hologramas tiene lugar en el Palacio de Verano de Pekín. Retratado de manera muy fidedigna, tanto en los paisajes que sirven de transición como en algunos escenarios en los que se desarrolla la acción se muestran elementos concretos de este espacio, que en la actualidad es un gran parque turístico. El templo del Buda Fragante, con su monumental pagoda, el Barco de Mármol o el Puente del Cinturón de Jade son algunos de estos ejemplos.
Una vez en el palacio, en una sala de aire tradicional plagada de esculturas (Budas y perros guardianes) y elementos arquitectónicos (como las columnas y dinteles rojos y otros elementos decorativos), las componentes del grupo disfrutan de un baño en una piscina interior. Una de las chicas invita a Jem a disfrutar del “famoso lujo chino”, una clara y nada casual alusión al significado de este parque.
El Palacio de Verano fue levantado en el siglo XVIII, y un siglo después fue destruido en el contexto de la Segunda Guerra del Opio (un acontecimiento al que ya aludimos aquí). Décadas después, la emperatriz Cixí inició su reconstrucción y recuperación, convirtiéndolo en residencia de verano y sede de gobierno. El gran lujo y ostentación que rodeaban todo el complejo, así como que parte de la restauración se realizase con fondos originalmente destinados a la Marina, dotaron a la construcción de un marcado simbolismo.
Durante el baño, sus rivales se hacen con los pendientes mágicos de Jem, lo que obliga a que el grupo cancele su actuación en el Barco de Mármol, dejando todo el protagonismo a las Misfits. Tras el espectáculo, ambas bandas se enfrentan verbalmente, y las Misfits salen huyendo con los pendientes, lo que da lugar a una persecución en carros tirados por una bicicleta, herederos modernos de los tradicionales rickshaw. Tras pasar ante la Ciudad Prohibida, una de las imágenes más icónicas de la capital china, comienza el segmento musical del episodio (concebido como si se tratase de un videoclip insertado dentro de un reality, con un cartel con el título y los intérpretes sobreescrito), durante el cual los dos rickshaws corren entre un desfile con acróbatas y malabaristas que conviven con comerciantes y niños revoltosos. Prosiguen a los pies de la Gran Muralla y a través de aldeas como la que aparecía al principio. La carrera finaliza en el teleférico de Mutianyu, donde las Jem quedan atrapadas mientras las Misfits se alejan.
A partir de aquí, ambos grupos se encuentran y dan esquinazo varias veces, en distintos escenarios: en primer lugar, ante un grupo de monjes practicando artes marciales, y a continuación la acción se traslada a un paisaje de esculturas de Buda excavadas en la roca. Aunque existen varios ejemplos de este tipo de complejos religiosos budistas en China, es probable que el que aparece sean las grutas de Yungang, por su (relativa) proximidad geográfica con Pekín. Por último, vuelven a encontrarse en un tren, donde las Misfits, que habían hecho varias réplicas de los pendientes originales, arrojan los tres pares de joyas en distintos puntos del trayecto. De nuevo como antes, un vídeo musical sirve para adornar la búsqueda de los pendientes que devuelvan a Jem y los Hologramas sus habilidades musicales. Recorren un mercado urbano, donde a su paso y en paralelo los pendientes sirven como moneda para varios intercambios comerciales, pasan ante una excavación arqueológica en la que otro de los pares de pendientes aparece, sorprendiendo al arqueólogo;[3] y la búsqueda de las chicas se entrecruza con el devenir de los distintos pares de pendientes al ritmo de la música.
Las siguientes escenas tienen lugar en una fábrica, donde los oficiales planean reproducir sus pendientes, y en una casa humilde, donde un padre le regala a su hija otro de los pares. La pista de la fábrica llega a Jem y los Hologramas, que acuden a la fábrica, donde están siendo reproducidos en serie. Aunque consiguen los pendientes que han sido usados como modelo, resultan ser una de las copias que las Misfits habían realizado para despistarlas. La siguiente pista les lleva hasta el Museo de la Ciudad Prohibida, donde se encuentra el par de pendientes hallado por el arqueólogo. De manera inconsciente, Jem coge los pendientes, haciendo saltar la alarma y causando la detención del grupo, llevada a cabo por unos guardias muy estrictos. Por fortuna, un empleado del museo reconoce que los pendientes no son piezas de la dinastía Ming, así que pueden llevárselos e irse en libertad. No obstante, tampoco son los pendientes originales, y Jem y los Hologramas ven peligrar seriamente su gran concierto, a los pies de la Muralla.
Ya en el recinto, y cuando parece que las Misfits van a hacerse con el concierto y el éxito, encuentran de manera casual los pendientes originales, que resultaron ser el regalo que el padre había hecho a la niña. Sin esperanzas, Jem le confiesa a la niña que el concierto se va a suspender, y ésta, que es una gran fan de Jem y los Hologramas, le regala sus pendientes, sin sospechar ninguna de las dos que se trata de los originales. No obstante, en el último minuto, el grupo descubre la verdad, la magia de los pendientes se activa y las chicas se transforman, adoptando un vestuario que combina la rabiosa modernidad de la moda de la época con elementos bien propios de la indumentaria tradicional china, o bien asociados a ella.
El episodio concluye con otro número musical, el apogeo del concierto, combinando la actuación en directo con secuencias en distintas localizaciones, paisajes y otros efectos en los que la cultura china cobra importancia: campos de arroz inundados, un junco navegando por un río, bosques con pandas, fuegos artificiales, gongs y abanicos, una serie de imágenes que aluden a elementos típicos y representativos, pero que se incluyen con cierto verismo.
Debe tenerse en cuenta que este episodio que reseñamos es el décimo de la primera temporada, que supone la primera gira (y la primera aventura) de Jem fuera de su país, y en cierto modo resulta llamativo, e incluso puede que un poco arriesgado, que se optase por China para tal ocasión, cuando la serie no necesitaba ofrecer atractivos añadidos para mantener la audiencia.
Del mismo modo, resulta sorprendente que en una serie de temática y aspecto aparentemente frívolos, se realizase un retrato tan fidedigno de la realidad, huyendo de caer en tópicos y prefiriendo mostrar enclaves concretos y de gran representatividad.
Todo ello otorga un valor añadido al conjunto de aspectos que aquí hemos analizado sobre Aventura en China, de Jem y los Hologramas, puesto que carece del matiz anecdótico que puede aparecer en muchos casos similares de series que dedican alguno de sus episodios, de manera puntual, a que los protagonistas se desplacen a lugares exóticos para incrementar su audiencia o tratar de seguir sorprendiendo al espectador habitual. En este caso, por el contrario, se ha optado por hacer una representación de China verdaderamente útil y didáctica, en la cual el país que sirve de escenario se desenvuelve, como un personaje más, mostrando algunos de los aspectos propios de su realidad. Si bien todo ello queda en un plano muy secundario, eclipsado por la historia de los pendientes desaparecidos, no es por ello menos valioso, ya que precisamente es elogiable el cuidado que se ha puesto en mostrar coherentemente el telón de fondo en el que se desarrolla la aventura.
Pese a la sencillez narrativa, esta intencionalidad clara hace que este capítulo en particular pueda resultar atractivo para aquellos interesados en el gigante oriental, siempre y cuando no se pierda de vista que el tipo de producción que se está contemplando no deja de ser una serie animada infantil-juvenil sin pretensiones más allá del entretenimiento.
Notas:
[1] Tras haber llevado al cine (con resultados desiguales) dos de sus franquicias jugueteras para niños, Transformers y G. I. Joe, y aprovechando una de las modas que se han instaurado en Hollywood (en parte, a raíz de los proyectos mencionados) de llevar a la gran pantalla historias inspiradas en juguetes o videojuegos (desde La Legopelícula hasta Battleship –inspirada en el juego de mesa Hundir la flota–, pasando por Píxels o la película de próximo estreno basada en el videojuego World of Warcraft, por citar algunos ejemplos), Hasbro decidió hacer lo propio, en esta ocasión, con una de sus franquicias para niñas, Jem y los Hologramas. La película se estrenó en Estados Unidos el 23 de octubre de 2015, con un resultado de taquilla muy negativo, convirtiéndose en la película estrenada en más de dos mil cuatrocientos cines con una recaudación más baja de la historia (tal como valoraba Box Office Mojo, en una noticia disponible aquí –en inglés–). En España, su estreno estaba previsto para el día de Navidad, aunque finalmente se ha retrasado y llegará a las pantallas el 22 de enero de 2016.
[2] Maquillajes exagerados, cardados imposibles, tintes de pelo de colores rosas y azules, vestuarios según los dictados de la moda del momento (con trajes de chaqueta con grandes hombreras, cazadoras, estampados animales, grandes flores y lazos…), todo ello encajando en una serie de corrientes estéticas y musicales de gran vigencia en los ochenta: desde la iconicidad inconfundible de Cyndi Lauper hasta los looks algo más agresivos heredados del glam rock, fraguado en la década anterior con figuras de la talla de David Bowie (y su Ziggy Stardust).
[3] Esta alusión a la arqueología podría tener relación con las que se llevaron a cabo en el Mausoleo del Emperador Qin Shi Huang Di: hubo dos campañas, la primera entre 1978 y 1984, y la segunda iniciada en 1985, aunque fue suspendida.