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Asia en los Oscars: Mejor Película de Habla No Inglesa. – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
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Asia en los Oscars: Mejor Película de Habla No Inglesa.

A lo largo de las 87 ediciones que han tenido los premios Oscar (incluyendo la más reciente, celebrada este pasado domingo), 32 películas asiáticas han sido nominadas en la categoría de mejor película de habla no inglesa, de las cuales 6 consiguieron alzarse con la estatuilla.

Este año, ante la falta de representación asiática en la categoría,[1] resulta oportuno volver la vista atrás y rememorar los momentos dorados de las distintas cinematografías orientales en los premios otorgados por la Academia de Hollywood.

Si hay un país que destaque sobre todos los demás en esta categoría, es sin duda Japón, con un total de 15 nominaciones y 4 premios en su haber. Le sigue, a una distancia casi inalcanzable, Taiwán, con 3 nominaciones y una sola estatuilla conseguida, la India, que pese a sus 3 nominaciones no ha conseguido aún el Oscar en esta categoría y, sorprendentemente, Irán, que con 2 nominaciones y una estatuilla se pone así por delante de otras importantes cinematografías asiáticas como China o Hong Kong, con 2 nominaciones cada una pero aún sin lograr alcanzar el éxito en esta categoría de Mejor Película en Lengua No Inglesa.

Entre los directores que más han triunfado en esta categoría, encabeza la lista el inigualable Akira Kurosawa, con 3 nominaciones y una estatuilla, a la que debemos añadir el premio obtenido en esta misma categoría con el film Dersu Uzala (1975), de producción rusa. Seguidamente, encontramos al actual rey de los Oscars, Ang Lee que, con 3 nominaciones y un premio, iguala al maestro japonés. Detrás de estos dos titanes, tenemos otros grandes nombres que fueron habituales en la categoría de película de lengua no inglesa, como son Zhang Yimou, con tres nominaciones, o Noboru Nakamura, con dos.

Conviene añadir que, hasta la edición número 20 de los Premios Oscar, celebrada en 1947, no empezó a otorgarse este premio, que en 1951 se llevaría por primera vez un país asiático, con Rashômon, de Akira Kurosawa. Sin embargo, no fue hasta la edición número 29, ya en 1956, cuando por primera vez los países compitieron por esta categoría, y la nominada asiática en esta primera ocasión fue El arpa birmana, de Kon Ichikawa, que caería derrotada ante La Strada, de Federico Fellini. Así pues, hasta este momento, los premios entregados en esta categoría eran Oscars Honoríficos, destinados a premiar películas destacadas en lengua extranjera, pero sin unos criterios y una regularidad establecida.

En esta categoría encontramos tres películas que recibieron el galardón honorífico, las tres de nacionalidad nipona, y que son Rashômon en 1951, La puerta del infierno de Teinosuke Kinugasa, en 1954, y la primera parte de la Trilogía del Samurái de Hiroshi Inagaki, titulada Samurái I: Musashi Miyamoto, premiada en 1955.

Tras esta primera época dorada de los años 50, el cine asiático volvió a resurgir con fuerza a partir del año 2000, cuando la Academia de Hollywood otorgó el galardón a la película Tigre y dragón, de Ang Lee, que optaba a otras dos estatuillas (mejor película y mejor director). Taiwán se convertiría así en el primer país asiático en alzarse con un galardón de competición en esta categoría.

En 2008, el País del Sol Naciente recuperaría el liderazgo de la mano de Yôjirô Takita, director de la película Despedidas, que convertiría así a Japón en la cuarta nación que más veces había ganado la estatuilla (con cuatro premios), el quinto más nominado (con 12 nominaciones), y el país asiático más veces presente en la categoría.

Más recientemente, en el año 2011, el cine iraní reclamó su parte con la oscarizada Nader y Simin, una separación, del director Asghar Farhadi.

Una vez establecido este panorama, que llega hasta nuestros días, vamos a pasar a comentar algunas de las producciones más relevantes, no solo las 6 ganadoras, sino también otras producciones que llaman la atención, bien por su originalidad, país de origen o relevancia posterior.

Dos carteles publicitarios del film Rashômon (1950).

Dos carteles publicitarios del film Rashômon (1950).

Así pues, comenzamos este recorrido con Rashômon, que recibiría el Oscar en 1951, iniciando así, no solo el enorme éxito internacional de su director, Akira Kurosawa, sino el reconocimiento de toda la cinematografía japonesa. Rashômon es una película sobre contar historias, una reflexión sobre el punto de vista múltiple y una obra maestra de proporciones aún por evaluar. La acción se sitúa en el Kioto del siglo XII, bajo una lluvia torrencial, siempre presente en los films de Kurosawa (como bien le recordó John Ford en cierta ocasión[2]). Allí encontramos a tres personajes que discuten sobre el juicio a un bandido, acusado de asesinar a un señor feudal y violar a su esposa. De este crimen conoceremos cuatro versiones diferentes, al ser narrado desde el punto de vista del bandido, de la esposa, de un leñador que fue testigo de los hechos, y de la propia víctima, cuyo espíritu comparecerá a través de un médium.

Este argumento se basa parcialmente en dos relatos del escritor japonés Ryûnosuke Akutagawa: Rashômon (1915) y En el bosque (1921-1922), y sería posteriormente adaptado al género del western de la mano de Martin Ritt en Cuatro Confesiones (The Outrage, 1964), con Paul Newman como estrella principal. Sin duda Kurosawa reconocía la influencia de John Wayne en su cine, y el género del western pronto tomaría sus películas como referencia, readaptando sus argumentos del Japón feudal al far west, como ya sucedió por ejemplo en Los Siete Magníficos (The Magnificent Seven, 1960) de John Sturges, un remake de Los siete samuráis (1954), o Por un puñado de dólares (Per un pugno di dollari, 1964) de Sergio Leone, que versionaba Yojimbo (1961).[3]

Escena del film Rashômon (1950).

Escena del film Rashômon (1950).

La calidad de la fotografía, aún en blanco y negro, y la sobriedad general del film, sin duda han posibilitado que Rashômon alcance las cotas de clásico atemporal que aún hoy ostenta.

En la ceremonia de 1954, Japón proseguiría su andadura por los Oscars con La puerta del infierno, de Teinosuke Kinugasa. Ambientado, al igual que Rashômon, en el Japón feudal, este drama romántico cuenta la historia de una dama de corte llamada Kesa que, durante la Guerra de Geinji, se hace pasar por la hermana del emperador para que la familia real escape al golpe de estado. El emperador, agradecido, ofrece a su más bravo samurái, Moritoh, cualquier cosa que pida, y este reclama la mano de la joven, sin saber que ya está casada. La fidelidad de la dama supondrá la desgracia del samurái, que se verá abocado a la locura.

Cartel de La puerta del infierno.

Cartel de La puerta del infierno.

La potencia cromática de este film es su baza más fuerte, y la que sin duda deslumbró a la crítica internacional del momento. Hoy en día, Kinugasa y su película se difuminan en la densa bruma del cine japonés, ocultados por las personalidades contemporáneas de Kurosawa, Ozu o Mizoguchi. A pesar de ello, esta magnífica joya merece un lugar especial en el panteón cinematográfico nipón.

La actriz Machiko Kyô tocando el koto.

La actriz Machiko Kyô tocando el koto.

Al año siguiente, en 1955, se alzaría con la estatuilla la primera parte de la trilogía de Hiroshi Inagaki, titulada Samurái I: Musashi Miyamoto. Este film, basado en la novela Musashi (1935) de Eiji Yoshikawa, nos presenta al protagonista, Takezo (interpretado por Toshirô Mifune) quien, tras la batalla de Sekigahara, se cobija junto a su amigo Matahachi en la casa de Oko, una viuda que vive con su hija. Oko seducirá a Matahachi, haciendo que las lleve a ella y a su hija a Kioto, a pesar de que ama a su prometida Otsu. Seguimos entonces a Takezo en sus aventuras de regreso a su pueblo natal, hasta que finalmente se convierte en samurái bajo el nombre de Musashi Miyamoto.

Desconcierta que, frente a la calidad de las anteriores películas comentadas, el film de Inagaki consiguiera el Oscar honorífico a mejor película de lengua extranjera. Esta película pasa, sin pena ni gloria, por un panorama cinematográfico japonés plagado de joyas memorables. Se trata, al fin y al cabo de un film biográfico (antes de la popular moda del biopic que actualmente invade nuestras pantallas) sobre un samurái, como ha habido tantas a lo largo de las pocas décadas que este arte lleva en funcionamiento. Así mismo, el formato tripartito y de tan larga duración, no hace sino dificultar su visionado.

Fotograma de Samurái I: Musashi Miyamoto.

Fotograma de Samurái I: Musashi Miyamoto.

Pese a no conseguir el ansiado galardón en esta categoría, consideramos que bien merece una mención la película Koto, que entró a concurso en 1963, de Noboru Nakamura, director japonés que conseguiría dos nominaciones durante su trayectoria fílmica. En este film, se cuenta la historia de dos hermanas gemelas, una de las cuales fue abandonada al nacer; tras reencontrarse, ya como adultas, descubren que ambas están enamoradas del mismo hombre.

Sin embargo, entre los films nominados a mejor película en lengua no inglesa, destaca Kagemusha: La sombra del guerrero, que participó en la edición de 1980, y supuso la cuarta película de Kurosawa en ser nominada o premiada en dicha categoría. Este film narra una historia ambientada de nuevo en el Japón medieval, donde un criminal de clase baja es elegido para ocupar el lugar de un señor de la guerra que acaba de morir; con esto, se pretende engañar a sus enemigos y evitar que ataquen su feudo. Si bien no fue premiada, Kagemusha destaca en la filmografía de Kurosawa por su belleza visual y por una imponente puesta en escena, aunque también por haber sido financiada por la productora estadounidense Twentieth Century Fox.

Fotograma de Kagemusha.

Fotograma de Kagemusha.

En la década de los noventa hubo dos grandes producciones asiáticas que fueron nominadas para la categoría de mejor película en lengua no inglesa, aunque no consiguieran la estatuilla. Se trata de La linterna roja, de Zhang Yimou, que participó en la ceremonia de los Oscars de 1991, y Adiós a mi concubina, la película de Chen Kaige seleccionada para la edición de 1993. Ambas, casualmente (o no), se ambientan en la China de los años 20.

Imagen de La linterna roja.

Imagen de La linterna roja.

La linterna roja, producida por Hong Kong, es un drama rural de extraordinaria belleza cromática, que nos presenta a la joven Songlian, una muchacha obligada a casarse con un hombre mayor, aunque poderoso, que posee ya otras tres esposas. La película se adentra en los dramas de estas mujeres y su competición interna por conseguir los favores de su señor.

Por su parte, Adiós a mi concubina nos conduce por la convulsa política de Pekín a través de la historia de dos cantantes de ópera tradicional china: Douzi y Shitou. Contándonos las vivencias de estos personajes desde su infancia y la evolución en su relación, Chen Kaige aprovecha para captar los momentos más importantes de la historia de su país, como la invasión japonesa o la proclamación de la República Popular.

En el año 2000 Ang Lee alcanzaría el éxito de la mano de su película Tigre y dragón, con la que Taiwán se convertiría en el primer país asiático en ganar un premio de competición en esta categoría. Protagonizada por los internacionalmente conocidos Chow Yun-Fat y Michelle Yeoh, junto a la joven Zhang Ziyi (Memorias de una geisha, 2005), este film de coreográficos movimientos de kung fu, se centra en un objeto mágico: la llamada Espada Celestial del maestro Li Mu Bai, un experto en artes marciales, que la entrega para su custodia a la poderosa guerrera Yu Sha, de la que está enamorado.

La maestría de Ang Lee para las escenas de acción proporciona secuencias de gran belleza plástica, que hicieron renacer en occidente el interés por las películas de artes marciales. Así mismo, la película contó con otras dos nominaciones en esta edición, a Mejor Película y Mejor Director. Ang Lee tiene además en su haber otros dos Oscars como mejor director por Brokeback Mountain  y La vida de Pi (conseguidos en 2005 y 2013 respectivamente).

Fotograma de Tigre y dragón.

Fotograma de Tigre y dragón.

No podemos olvidar tampoco, en esta larga lista, algunas producciones de países menos presentes en este tipo de galardones, como son la India o Kazajistán. La amplísima producción cinematográfica del subcontinente indio pocas veces encuentra su lugar en ceremonias como los Oscars, debido que se trata de creaciones para un consumo interno; sin embargo, la magnífica cinta Lagaan: Erase una vez en la India, consiguió la nominación para la categoría que nos ocupa en el año 2001. Este film de Ashutosh Gowariker se ambienta en una pequeña aldea de la India durante la ocupación inglesa. Los habitantes de esta localidad, enfrentados a los oficiales británicos por los impuestos que deben pagar, deciden resolver el conflicto mediante un partido de cricket. Historias de amor y desamor, toques de humor y bailes tipo Bollywood (como el magnífico Radha Kaise Na Jale) se combinan en esta película que cautiva al espectador con su colorido preciosista.

Fotograma de Lagaan.

Fotograma de Lagaan.

Por otra parte, destacamos la producción kazaja de Sergéi Bodrov titulada Mongol, que fue nominada a los Oscars en el año 2007. Esta película, protagonizada por Tadanobu Asano, narra la vida de Genghis Khan desde sus orígenes, los enfrentamientos con su hermano Jamukha, y la conquista de un imperio. Con impresionantes escenas de batalla y paisajes que evocan la época de los mongoles, esta épica producción supone un correcto acercamiento a la figura del Gran Khan.

Cartel publicitario del film Mongol.

Cartel publicitario del film Mongol.

Cartel de Despedidas.

Cartel de Despedidas.

Entre los más recientes ganadores asiáticos para esta categoría de los Oscars, se encuentran la cinta japonesa Despedidas, de Yôjirô Takita, premiada en la edición de 2008, y el film iraní Nader y Simin, una separación, del director Asghar Farhadi, y que resultó vencedora en 2011.

Despedidas cuenta la historia de Daigo Kobayashi, antiguo violonchelista de una orquesta que se acaba de disolver que, ante esta situación, opta por regresar a su ciudad natal junto a su esposa. Allí consigue empleo como enterrador, una labor que es vista con desagrado por su esposa y sus vecinos, pero que él desempeña con ceremoniosa dedicación. Pese a lo dramático del argumento, que versa sobre el desempleo, el amor y el carácter ominoso que tiene la muerte en la cultura japonesa, la actuación de Masahiro Motoki en el papel protagonista aporta toques cómicos que, sin duda, contribuyeron a que la cinta se alzase con el galardón.

Cartel de Nader y Simin, una separación.

Cartel de Nader y Simin, una separación.

Por su parte, Nader y Simin, una separación nos presenta a un matrimonio iraní con una hija. La mujer quiere buscar una vida mejor, pero el marido, Nader, desea quedarse para cuidar a su padre, que tiene Alzheimer. Ella pide el divorcio y Nader debe contratar a una mujer que cuide a su padre, lo que acarreará importantes consecuencias. Este intenso drama familiar incluye además profundos cuestionamientos sociopolíticos sobre el Irán más contemporáneo.

Finalmente, en los Oscars del pasado año pudimos ver, entre las películas nominadas a la categoría de mejor película extranjera, la cinta camboyana La imagen perdida (2013), de Rithy Panh. Este documental histórico nos relata los acontecimientos que tuvieron lugar durante el régimen comunista de Pol Pot en Camboya, pero para ello emplea figuras de plastilina y dioramas. Los trágicos acontecimientos que tuvieron lugar en los años 70, adquieren así una belleza y una inocencia inusitadas. Con esta cinta, en parte autobiográfica (pues está basada en el libro de Rithy Panh La Eliminación, que narra la historia de su familia), el director pretende mover a la reflexión, pese a optar por una realización tan novedosa. La historia del genocidio de su pueblo resulta conmovedora sin ser patética, debido en parte a la utilización de pequeñas figuras modeladas como protagonistas de la historia.

Cartel de La imagen perdida.

Cartel de La imagen perdida.

Iniciábamos este periplo de la mano de Akira Kurosawa y resulta conveniente acabarlo con el mismo protagonista, puesto que es él la figura más destacada de todas las que han pasado por la categoría de mejor película de lengua no inglesa. Kurosawa recibiría su primer Oscar con Rashômon en 1951, pero a este premio le seguiría después el de mejor película en lengua extranjera por Dersu Uzala y, más tarde, en 1989, la Academia de Hollywood le entregaría otro Oscar en reconocimiento a toda su carrera (galardón que le fue entregado de manos de los entonces emergentes Steven Spielberg y George Lucas[4]) que recogería, en toda su humildad, diciendo:

Temo que no entiendo el Cine todavía. Creo que aún no he atrapado la esencia del Cine. El Cine es algo maravilloso, pero atrapar su auténtica esencia es algo muy difícil. Pero lo que os prometo es que, de ahora en adelante, trabajaré tanto como pueda para hacer películas y puede que, siguiendo este camino, consiga alcanzar la comprensión de la verdadera esencia del Cine y merecer este premio.[5]

Tenía 79 años, había rodado casi 30 películas (entre ellas algunas obras maestras como Los siete samuráis o Ran) y, aún así, decía no entender el cine. Todo un sensei.

Para saber más:

  • Charpentier, D., West By East By West: The Influence of Kurosawa on the West and Vice Versa. Disponible aquí.
  • De Gorgot, E., “La dorada vejez de Akira Kurosawa”. Disponible aquí.

Notas:

[1] Este año, la preeminencia de Europa del Este se hace notar en esta categoría, con la producción polaca  Ida, la rusa Leviatán, y la estonia Mandarinas, a las que se suman Timbuktu, de Mauritania, y la aportación latinoamericana Relatos salvajes.

[2] Se dice que, en un encuentro entre ambos genios del celuloide, John Ford comentó: “You really like rain”, a lo que el maestro Kurosawa respondió: “You’ve really been paying attention to my films”.

[3] Sobre las distintas relaciones entre oriente y occidente en el cine de Kurosawa, conviene consultar el artículo de Charpentier, D., West By East By West: The Influence of Kurosawa on the West and Vice Versa. Disponible en: http://www.popmatters.com/feature/131926-west-by-east-by-west/

[4] Conviene aquí recordar que, una década antes, George Lucas había adaptado libremente el film de Kurosawa La fortaleza escondida (1958) en su película La Guerra de las Galaxias. Episodio IV: Una nueva esperanza (1977).

[5] Transcrito y traducido del video original disponible en el enlace.

avatar Laura Martínez (173 Posts)

Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza y Máster de Estudios Avanzados en Historia del Arte de la misma, con especialización en Cine. Actualmente realiza estudios de Doctorado en la Universidad de La Rioja.


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