La célebre plataforma de streaming Netflix prosigue con su consolidación internacional, lo cual supone un notable enriquecimiento de su catálogo con productos cada vez más variados en cuanto a su procedencia, tanto en lo que se refiere a la producción propia de la plataforma como a adquisiciones de derechos a terceros.
Fruto de este asentamiento han ido surgiendo paulatinamente nuevos proyectos y adquisiciones, que han creado un interesante panorama en el que lo asiático se ha creado un hueco discreto pero firme, con algunas iniciativas destacadas.
No tenemos intención de realizar un exhaustivo análisis de todo el contenido vinculado con Asia disponible en Netflix, puesto que esta sería una tarea prácticamente imposible y además, carecería de sentido práctico. Con este artículo, sin embargo, pretendemos hacer un pequeño repaso sobre las propuestas ya existentes en la plataforma, así como las que están por venir.
El primer hito que debe destacarse a la hora de hablar de Netflix y Asia es la serie de producción propia Marco Polo, que pese a ser de manufactura estadounidense, merece una mención por lo llamativo de su premisa, que combina el despliegue visual de una obra de ambientación histórica con el exotismo de una cultura ajena y lejana, como es la china. Próximamente tendremos ocasión de analizarla con detalle, así que ahora no nos detendremos en su comentario.
Respecto a las series de producción propia, de momento es un engranaje que se mueve con mayor lentitud, y hasta ahora únicamente ha tenido lugar el (recentísimo) estreno de la japonesa Hibana, el pasado 02 de junio. Hibana narra la historia de dos cómicos, está basada en una novela corta del escritor Naoki Matayoshi, que fue reconocida en 2015 con el premio Akutagawa.
No obstante, recientemente, han inundado el catálogo de Netflix casi una veintena de series procedentes de Corea del Sur. Estos doramas, entre los cuales pueden encontrarse títulos como 12 years promise, A man called God, 9 seconds, Heartless city, Cain and Abel, This is my love, Schoolgirl detectives, Can we get married, Love cells, Click your heart, Sueño lúcido o Secret Affair (en muchos casos, los títulos no se han traducido al castellano, sino que se ha mantenido únicamente el título internacional), abarcan una gran cantidad de géneros y enfoques, facilitando el acceso del público general a estas producciones televisivas coreanas, que generan comunidades de fans de actividad febril pero que, hasta ahora, resultaban desconocidas para el gran público.
En relación con los doramas, no podemos dejar de destacar una de las incorporaciones al catálogo más recientes, Dramaworld, una coproducción entre Estados Unidos, China y Corea del Sur, formada por diez capítulos breves (cada episodio posee una duración comprendida entre los nueve minutos de su piloto y los dieciocho de algunos) en los que se cuenta la historia de Claire, una joven americana, apasionada de las series coreanas, que de repente se ve por arte de magia inmersa dentro de su serie favorita.
Pasando de la televisión (de las series) al cine, otro caso que despertó una gran expectación fue Crouching Tiger, Hidden Dragon: Sword of Destiny, que tuvimos ocasión de reseñar con motivo de su estreno. Se trataba, ni más ni menos, de la continuación de la aclamadísima Tigre y Dragón, de Ang Lee. Con esta cinta nos adentramos en un repaso a algunos títulos cinematográficos. No hablaremos de los clásicos, tanto antiguos como modernos (alguno hay, y les invitamos a descubrirlos), sino que queremos centrarnos en algunas de las cintas que constituirán los próximos estrenos de la plataforma.
Títulos como Brahman Naman (una comedia muy aplaudida en el Festival de Sundance con la que se pretende reforzar el mercado indio), el live action de Death Note (un proyecto que llevaba ya tiempo rondando por distintas productoras, y del que finalmente Netflix adquirió los derechos para llevarlo a cabo), lo nuevo del director de Snowpiercer Bong Joon-Ho, Okja, o la cinta de terror iraní Under the shadow se incorporarán en los próximos meses al catálogo. Además, cabe mencionar también First they killed my father, la que será la nueva película escrita y dirigida por Angelina Jolie después de Unbroken, una adaptación de las memorias del camboyano Loung Ung, centrada en la represión llevada a cabo por el régimen de los Jemeres Rojos; y War Machine, una comedia bélica ambientada en Afganistán tras el 11 de septiembre.
Dejamos para el final la animación, pues constituye un caso particular. Si bien la colección de títulos de anime es, de momento, limitada (sobre todo, en comparación con plataformas especializadas como Crunchyroll, ante las que no puede competir), alterna títulos consagrados (como pueda ser el caso de Rurouni Kenshin, Berserk, Mushi-shi, Hellsing, Puella Magi Madoka Magica o algunas temporadas de Pokemon) con grandes éxitos contemporáneos (como Fairy Tail, Death Note, Ataque a los Titanes o Psycho Pass) y, lo que resulta más llamativo, títulos que Netflix distribuye en exclusiva: Seven Deadly Sins, Knights of Sidonia, Ajin (semihumano) o Glitter Force. Los títulos citados en las tres categorías permiten hacerse una idea de la amplia variedad de opciones disponibles, quedando de manifiesto el esfuerzo por parte de Netflix para dar presencia a títulos de los más variados géneros nipones. Si bien todavía queda mucho camino por recorrer, desde luego la perspectiva es más que interesante.
A todos estos ejemplos deben sumarse los títulos de producción asiática o de temática asiática presentes ya en el catálogo, que van desde documentales como The propaganda game, Red Army o The Act of Killing, hasta dramas como El último samurái o la alocada comedia Falafel Atómico. En definitiva, todo un torrente de propuestas que permitirán pasar un verano entretenido, así como mantener la expectación hasta la llegada de los estrenos más lejanos. Esperamos que la tendencia se mantenga, y aunque sabemos que es imposible aspirar a una especialización en contenido asiático (tampoco es ese el objetivo de la plataforma, ni lo que desearíamos que fuese), sí podemos desear una continuidad, que permita que un público no interesado pueda acceder a un amplio abanico de producciones, diferentes entre sí, que permitan romper con etiquetas y, por lo menos, dar a conocer la riqueza de la producción audiovisual asiática, que muchas veces es reducida a sus expresiones más estereotípicas.
Para saber más: