En el año 1900 se publicó en Boston, Bushido: The Soul of Japan, del japonés Inazo Nitobe, libro que cosechó un gran éxito y repercusión internacional. El autor se había propuesto el desarrollar la esencia japonesa de un modo que resultara comprensible a los lectores occidentales. Para los extranjeros resultaba enormemente llamativo que Japón, país que en la era Meiji se encontraba dentro de un ambicioso proyecto de modernización a imagen de Occidente, conservase los preceptos e ideales forjados durante siglos por los dirigentes samuráis. Esta sugerente imagen de una nación que acababa de abrir sus fronteras al mundo después de trescientos años de aislamiento y en medio de una época compleja, tal como señala el traductor José Pazó Espinosa, resulta una metáfora de lo que iba a ser todo el siglo XX para Oriente, donde se desarrollaría un fenómeno de exportación de lo oriental a Occidente y una exportación de lo occidental a Oriente que desembocaría en el mundo global.
Inazo Nitobe (1862-1933) nació en Morioka en la prefectura de Iwate en 1862, su padre servía en la casa del daimio local, lo que facilitó su familiaridad con las normas relacionadas con los samuráis. Tuvo una dilatada carrera como profesor y hombre de estado. Estudió en la Universidad de Estudios agrícolas de Sapporo y en 1883 entró en la Universidad Imperial de Tokio para estudiar literatura inglesa y Ciencias Económicas. También viajó a Estados Unidos antes de graduarse para comenzar nuevos estudios económicos y de teoría política en la Universidad John Hopkins. También obtuvo un doctorado en economía agrícola en la Universidad de Halle en Alemania. Tuvo una dilatada carrera como profesor y diplomático, hasta el punto de ser el representante de Japón en la Liga de las Naciones Unidas (antecesor de la ONU) en Ginebra. Tras abandonar los cargos internacionales, fue congresista en Japón donde defendió posturas antimilitaristas. Ya en Japón, Nitobe se convirtió al cristianismo, pero sería en Estados Unidos donde entró a formar parte de la Sociedad Religiosa de los Amigos, o cuáqueros, creada por George Fox (1624-1691), en la que sus practicantes no reconocen autoridad de sacerdotes o pontífices, son pacifistas, universalistas y defensores de la humanidad y de la sencillez, muchos de estos rasgos se comparten con el budismo zen, por lo que la conversión de Nitobe no sería todo lo extraña que en un primer momento pudiera parecer. La influencia del cristianismo fue muy importante durante toda su vida, en el Bushido, donde podemos encontrar abundantes referencias, hasta el punto de que Nitobe supeditaba cualquier otra filosofía, incluido el camino del samurái a las enseñanzas cristianas, generando un curioso caso de sincretismo muy propio de la era Meiji.
El Bushido se conoció de forma temprana en el mundo hispano gracias a la traducción de Gonzalo Jiménez de la Espada. Jiménez de la Espada fue un profesor formado en la Institución Libre de Enseñanza, que había llegado a Japón en 1906. Fue el único oyatoi gaikokujin español, el único profesor extranjero español contratado por el gobierno nipón en su plan educativo, donde destacaban distintas personalidades de los distintos países occidentales. Su interés fundamental era la pedagogía, pero de manera involuntaria se convirtió en el japonólogo español más importante, llegando a entrar en contacto con figuras legendarias del Japonismo como Lafcadio Hearn o Basil Hall Chamberlain. Además del Bushido de Nitobe, Jiménez de la Espada tradujo Cuentos del Japón Viejo y Leyendas y Narraciones Japonesas (recuperados por la editorial Langre), así como Cosas del Japón, de Basil Hall Chamberlain, (recuperada la traducción para la editorial Satori por su bisnieto, José Pazó, responsable a su vez de la presente traducción del Bushido). Los amantes de Japón y Oriente no podemos olvidar y apreciar la labor de Jiménez de la Espada y su labor de divulgación de Japón y lo japonés en España, a pesar de que su obra no tuvo en el momento la continuidad ni el reconocimiento que otros japonólogos extranjeros si cosecharon, a pesar de que Jiménez de la Espada estaba vinculado con la Institución Libre de Enseñanza, la Residencia de Estudiantes y la Junta de ampliación de Estudios.
A través de la lectura del libro podemos comprobar como la intención de Nitobe era el explicar Japón a los extranjeros, así como el hacer más fácil su comprensión externa. Nitobe no escribe un código del samurái, como podría ser el caso de Hagakure, de Yamamoto Tsunetomo, ni parecido a los otros kakun o enseñanzas que desarrollaban las distintas casas militares para la educación y comportamiento de sus samuráis, sino un estudio comparativo entre la idiosincrasia nipona y la occidental. Es un trenzado muy complejo de citas y referencias de mundo japonés y occidental, con el código de honor japonés de fondo, en el que subyace la idea de que a pesar de la modernización de Japón, los antiguos valores todavía están presentes y son los causantes de los éxitos internacionales y económicos de los nipones.
Para todos los interesados en Japón resulta una gran oportunidad y todo un lujo que José Pazó Espinosa, bisnieto de Jiménez de la Espada, nos presente esta cuidada edición a cargo de la editorial Satori. De la misma manera, el prólogo de David Almazán, en el que se nos dan las claves y se desgranan las relaciones entre Japón y España a finales del siglo XX, momento en el que la obra llegó por primera vez a las librerías en 1909 a cargo del editor Daniel Jorro y los lectores de lengua española, al igual que hacemos nosotros en la actualidad, pudieron apreciar la fascinación y riqueza que la cultura japonesa transmite.
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