-Desde que le hirieron y se lo cuento todo, siento que me he quitado un peso de encima. ¿Es extraño, no?
-Mi padre me habló de una piedra, una piedra mágica y legendaria. Me dijo: si encuentras esa piedra, colócala delante de ti. Háblale de tu sufrimiento y de tus secretos: la piedra escucha. Todas las cosas que no te atreves a decir a los demás, díselas a la piedra. Háblale. Escuchará todos tus secretos, lo escucha todo. Y un día, la piedra se romperá, se hará añicos. Y ese día te habrás liberado. Te habrás liberado de tu dolor.
En la mitología persa existe una leyenda sobre esta piedra mágica, que con otros detalles ha calado en muchas otras culturas. Sangue sabur, La Piedra de la Paciencia, el nombre de la misma, es el que da nombre a la novela corta del afgano Atiq Rahimi, ganadora del premio Goncourt en 2008 y que en 2012 fue adaptada, junto a Jean-Claude Carrière, en una película del mismo nombre, igualmente merecedora de notables distinciones. Nosotros se la comentamos ahora en relación a su reciente estreno en España en DVD.
Rahimi nos trae una historia de personajes sin nombre (un hombre, una mujer, una tía, un soldado), que transcurre en un país sin nombre, uno que a todas luces parece Afganistán – por la nacionalidad del autor, por haber sido rodada en Kabul, por la guerra urbana que da argumento a la película o por los coloridos burkas que aparecen en ella – aunque ha sido grabada en farsi y con actores iraníes.
Esta serie de omisiones deliberadas enriquecen el objetivo de la película, pues al fin y al cabo se nos está hablando de una historia sobre la incomprensión. Se nos cuenta la historia de una mujer que, en precarias condiciones – sin dinero, con su casa siendo bombardeada y saqueada por soldados – debe cuidar de un marido en coma, un supuesto héroe de guerra caído por un disparo en una reyerta estúpida. El coma es el peor de los estados, pues si hubiera muerto, alguno de sus parientes habría desposado a la mujer y habría salvado a ella y a sus hijos de la ciudad sitiada, y si estuviera vivo podría haberlo hecho él mismo; así, la mujer siente que debe volver día tras día a cuidar el cuerpo inmóvil, quizás en un principio por deber marital, pero poco a poco se da cuenta de que por fin disfruta de una compañía que para ella resulta completamente nueva.- Ahora me escuchas tú, para variar. Porque la verdad es que nunca me has escuchado. –
Así, el hilo conductor consiste casi únicamente en el relato de la protagonista – una espectacular Golshifteh Farahani -, interrumpido por justos y necesarios cortes de vecinos, soldados, y de las sabias palabras de su independiente (y de sospechosa reputación) tía, sobre las injusticias que le ha tocado vivir desde su infancia hasta el momento presente. La historia de la incomprensión del personaje de Faharani es al fin y al cabo una historia del horror de su país, país en el que las mujeres no pueden andar solas, en el que hasta los estudiosos palidecen ante un hecho como la menstruación, y en el que cualquier disfrute del sexo parece ser ilegal.
-Tú nunca estabas…Ni siquiera en nuestra boda. Como todos los héroes estabas ausente. Durante nuestro compromiso, una foto ocupó tu lugar. Yo me sentía orgullosa, orgullosa de estar prometida a un héroe de guerra a los diecisiete años.
– Cuando vio que la victoria estaba lejos, debió pensar: dejar a una prometida tanto tiempo en casa de sus padres es peligroso. Ella debe casarse. Te casaste con su daga.
– Me casé contigo, sin ti.
El consuelo de poder hablar libremente, el desahogo mental y emocional de la mujer se va convirtiendo en el único anhelo de la misma: es entonces cuando descubrimos, cuando descubre, que el deber de cuidar al marido va siendo sustituido por la necesidad de exorcizar sus demonios, especialmente después de que la tía le cuente la leyenda de la piedra y que se decida a convertir a su marido en ella. En un lento pero constante crescendo, la mujer va luchando contra sus demonios para reprochar al marido todas sus ofensas y afrentas y para contarle aquellos secretos que nunca le habría contado a nadie, luchando aguerridamente para mantenerlo vivo – en estas luchas encontramos algunas de las escenas más crudas del film -; sin esperanzas de devolverle a la vida, sino para poder continuar empoderándose y finalizar su exorcismo.
Y es que tan premiado como criticado ha sido el acercamiento del autor al feminismo, término que parece inevitable cuando se habla del horror al que están sometidas millones y millones de mujeres. Pero creemos que en casos como el presente – una historia del horror, no solo para las mujeres sino para todo un país – la “feminista” no es una vía de aproximación, sino la única respuesta posible mínimamente humana y moral. Da que pensar que, al fin y al cabo, algunas versiones de la leyenda de la Piedra de la Paciencia la sitúen la Caaba, aquella gran piedra negra de la Meca alrededor de la cual millones de peregrinos luchan por tocar año tras año y a la que, según la leyenda, transmitirían con ello sus problemas e inquietudes.
Desde hace siglos y siglos, los peregrinos acuden a La Meca para rodearla y rezar en torno a esa Piedra, y de verdad me pregunto cómo es posible que todavía no haya reventado (…) Explotará un día, y ese día será el fin de la humanidad. Puede que el Apocalipsis sea eso.
Da que pensar.
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