Aunque el cine de terror asiático pueda haber decaído en popularidad en los últimos años (si comparamos las producciones actuales con la renovación del género que proponía la filmografía japonesa a principios de siglo, empezando por Ringu, de Hideo Nakata, en 1998), de vez en cuando nos encontramos con pequeñas joyas que nos dejan muy buen sabor de boca. Este ha sido el caso de la película indonesia que hoy traemos para analizar, Pengabdi Setan (Joko Anwar, 2017), remake/precuela de un filme de 1982 con el mismo título dirigido por Sisworo Gautama Putra, que era a su vez remake de la estadounidense Phantasma (Phantasm, Don Coscarelli, 1979). En Pengabdi Setan una familia es acosada por un espíritu maligno tras la muerte de la matriarca, quien llevaba años muy enferma y postrada en la cama. Las extrañas e inexplicables apariciones que van en aumento motivan que la hija mayor comience a investigar la aparente relación entre el espíritu y la muerte de la madre.
Sin entrar en grandes detalles argumentales, podríamos decir que la historia que cuenta Pengabdi Setan no es en absoluto original: las casas encantadas, la familia aparentemente perfecta y feliz pero con un secreto oscuro, y las sectas satánicas son temas recurrentes en el cine de terror; sin embargo, lo que podría haber sido una película aburrida y llena de tópicos, consigue sorprender por el brillante uso de la sugestión (el pasillo oscuro y alargado con el siniestro retrato de la madre al fondo, el miedo a la oscuridad del niño pequeño, el sonido de la campanita en mitad de la noche…) que logra que tengamos los nervios de punta a lo largo de todo el metraje, de manera que, en cierto modo, no importa demasiado lo que se cuenta (por haberlo visto repetido hasta la saciedad en otros títulos) sino cómo se cuenta, en una atmósfera que se va haciendo cada vez más pesada y oscura hasta que llegamos al clímax final. La influencia del cine de James Wan y especialmente de Expediente Warren (The conjuring, James Wan, 2013), con esos largos planos secuencia y el uso del espacio doméstico como escenario en el que se desarrolla el terror, es muy evidente en Pengabdi Setan, así como de La semilla del diablo (Rosemary’s baby, Roman Polanski, 1969) en ciertos aspectos argumentales.
Aunque parece componerse de una sucesión de secuencias de terror (conforme avanza el argumento, el director no da un respiro al espectador) y jump scares, resultan tan bien compuestos que no son repetitivos, y consigue con pocos medios y sencillez crear tensión y suspense de forma brillante; especial mención merece la escena protagonizada por los dos niños de la familia y el retrato de la madre muerta, buen ejemplo de cómo hacer un jump scare como es debido. De este modo, aunque parta de una historia que no es original y de temas que ya son tópicos en el cine de terror, la atmósfera que consigue crear Joko Anwar es excelente.
Desgraciadamente, todo este suspense y esta atmósfera que se ha ido creando conforme se desarrollaban los acontecimientos, con un buen uso de la puesta en escena, la banda sonora y unos personajes bien desarrollados y perfilados con los que consigues simpatizar (lo cual es algo digno de mención, puesto que en este tipo de películas en las que se suceden escenas terroríficas una tras otra se suele trabajar con personajes planos con los que el espectador no empatiza), decaen al final de la película, bastante mejorable y algo decepcionante. Aún con todo, merece la pena adentrarse en este título sólo por la primera hora, muy amena y con una influencia clara del cine de terror estadounidense, pero con un sustrato típicamente asiático.