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De trenes y teleféricos. Sun Station, cine de autor iraní. – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
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This article was written on 20 Ene 2015, and is filled under Cine y TV.

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De trenes y teleféricos. Sun Station, cine de autor iraní.

En su día ya hablamos de Sun Station, dentro del Casa Asia Film Week. Sin embargo, aprovechando este pequeño especial en el que con la excusa del aniversario de la Revolución volvemos nuestros ojos hacia Irán, hemos querido recuperar esta película para detenernos un poco más en las claves de su relevancia, para demostrar lo vivo y arriesgado del cine iraní actual.

Sun Station es un tragicómico drama, planteado de manera inteligente, quizás algo arriesgado por la ligera desconexión que genera el tratamiento del desenlace.

Una muestra de la amistad que une a Hassan y Ashgar.

Una muestra de la amistad que une a Hassan y Ashgar.

La historia comienza en un viaje en tren, a través de las montañas. En un vagón, un cadáver acompañado por una mujer. Simultáneamente, se nos presenta a un hombre con tacones rojos. El misterio de sus identidades sirve para atrapar al espectador desde el primer momento. En el mismo tren que la comitiva fúnebre viaja un muchacho que vende cigarrillos, Ashgar, apodado “el Ángel”. Cuando el vehículo se detiene en una estación, Ashgar sale corriendo y nos conduce hasta el hombre de los tacones, que resulta ser Hassan, uno de los protagonistas.

Hassan, uno de los protagonistas, ajustando la parabólica que le permite consumir cine y televisión.

Hassan, uno de los protagonistas, ajustando la parabólica que le permite consumir cine y televisión.

Hassan vive en un tren abandonado, y se gana la vida manejando el gargar, un precario teleférico que comunica ambas orillas de un río en las montañas. Con el único puente cercano hundido, Hassan es una pieza fundamental en la (por otra parte, escasa) comunicación entre ambas orillas. Tras vestir el gargar de luto, y pasar a la comitiva fúnebre al otro lado, Hassan regresa a su hogar, invitando a Ashgar a quedarse. Ghader, el tercer protagonista, un anciano trabajador ferroviario que actúa como casero del tren, se muestra contrario a que el joven perturbe la paz que obtiene viviendo en las montañas, prácticamente solo, sin embargo finalmente se apiada del muchacho.

Ghader trabajando para la compañía de ferrocarriles.

Ghader trabajando para la compañía de ferrocarriles.

Pero los cambios en la vida de Ghader no han terminado. Poco después, recibe la visita de Nader Niroomand, un ejecutivo de la compañía de ferrocarriles, que le notifica por un lado que la empresa ha decidido jubilarle, y por otro, que enviarán el tren abandonado al desguace. A partir de esta visita, que es despachada de malos modos, la salud de Ghader sufrirá un rápido deterioro.

Sin embargo, la vida continúa relativamente normal para el trío protagonista. La animadversión que Ghader sentía en un principio por Ashgar se va transformando en familiaridad con el paso de los días, entablándose entre ellos una estrecha relación. A su vez, Ashgar y Hassan siguen transportando a gente de un lado a otro del río.

Hassan y Ashgar se disponen a engalanar el gargar para la boda.

Hassan y Ashgar se disponen a engalanar el gargar para la boda.

El desenlace sobreviene, precisamente, cuando éstos van a transportar a una pareja de novios para la celebración de su boda. Ashgar considera que el festejo sentará bien a Ghader, así que decide ir a buscarlo mientras Hassan hace pasar a los novios desde el otro lado del río. Hassan cruza, y el novio le insiste en que la pareja debe pasar sola, pues es la tradición. Hassan se muestra reticente y le advierte que necesitan de su presencia por si ocurre cualquier imprevisto, pero el novio aumenta el precio del viaje hasta convencerle. Mientras tanto, Ashgar llega a los alrededores del tren, y encuentra a Ghader desplomado sobre las vías. Hassan, ajeno a la tragedia, ha accedido a que los novios cruzasen solos en el gargar, y contempla desde la otra orilla cómo al novio se le ha atascado la palanca a mitad de travesía, quedando la pequeña cabina suspendida sobre el agua. En ese momento, un compañero de trabajo de Ghader llega para anunciarle la noticia. Hassan, con el gargar inutilizado, no tiene otra forma de llegar hasta su amigo que cruzando el río, así que se lanza al agua sin dudar, ignorando el riesgo de ser arrastrado por la corriente.

Imagen de la actriz Azadeh Zaree, sin caracterizar (fuente: bhamta.com).

Imagen de la actriz Azadeh Zaree, sin caracterizar (fuente: bhamta.com).

Pero el final era inevitable. Ante el cadáver de Ghader, Hassan y Ashgar lloran su pérdida, acompañados de Nader, quien se había apiadado de la situación del anciano y había hecho lo posible por intentar que la compañía ferroviaria cambiase de opinión.  Se produce en este momento el giro más sorpresivo de la cinta: Ashgar revela su verdadera identidad como mujer.[1] La muerte de Ghader, que había sido como un padre para ella, hace que se agote de su vida como pillo y se lamente por su pasado y su futuro. Durante su alegato final, deja patente la incertidumbre que se cierne no sólo sobre su vida, también sobre la de Hassan, y queda claro cuán necesario era Ghader para completar el puzle de sus vidas. Finalmente, el tren arranca, rumbo al desguace, dejando al espectador inquieto acerca del nuevo rumbo que tomarán las vidas de los protagonistas.

El recibimiento que Hassan y Ashgar ofrecen a Nader Niroomand.

El recibimiento que Hassan y Ashgar ofrecen a Nader Niroomand.

Aunque la premisa de la historia posee gran dureza, y encaja sobradamente dentro del drama, el director pone buen cuidado en explotar también el lado cómico de las situaciones que viven los protagonistas, otorgándole así un alivio al espectador, y componiendo una obra mucho más equilibrada. Así, por ejemplo, el momento al comienzo en el que Hassan tiene que pasar a la comitiva fúnebre al otro lado del río queda suavizado y despojado de solemnidad cuando la cámara muestra al difunto, amortajado, viajando en la estructura sentado frente a Hassan. Algo parecido ocurre en el momento del desenlace, que se contrarresta primero con el ambiente festivo previo a la ceremonia, después por la negociación entre Hassan y el novio y finalmente, cuando los novios quedan atrapados, llegando a rozar lo absurdo cuando, no sabiendo lo que tardarán en ser rescatados, y no pudiendo estar solos por el riesgo a cometer alguna inmoralidad, el imán local decide casar a la pareja desde la orilla, empleando un megáfono.

Esta hilaridad proviene también de la cantidad de alusiones y referencias a la cultura contemporánea occidental que plagan la película, especialmente (pero no exclusivamente) en los diálogos con el cosmopolita Nader Niroomand. Desde el fútbol brasileño, pasando por Angelina Jolie, Jean Reno, Steve McQueen, Mónica Belucci o “el negro de La Milla Verde”, hasta clásicos antiguos y modernos del cine hollywoodiense como Casablanca o Titanic, son abundantes las citas que, sobre todo a ojos del espectador occidental, aumentan la comicidad, al tiempo que ofrecen un retrato muy elocuente de lo que supone la globalización.

Si bien la comedia sirve para equilibrar la balanza y aligerar el drama, es cierto también que este uso de lo cómico parece también impedir que la parte dramática se desarrolle con fluidez, al tiempo que no permite profundizar en el trasfondo de los personajes y en sus motivaciones, de modo que da la sensación, en general, de que la película sucede un poco porque sí. Los giros cómicos están más justificados argumentalmente que los dramáticos, que ocurren porque tiene que ser así, porque es necesario para que la historia avance, pero están introducidos de una manera muy arbitraria, consiguiendo un efecto, por otro lado, muy previsible.

No obstante, aunque Sun Station adolece de estos problemas, y no es una cinta perfecta, resulta una reflexión interesante sobre la soledad, la identidad y las relaciones humanas. Además, su cuidado tratamiento visual, con una fotografía muy particular que encaja a la perfección con el espíritu detenido en el tiempo de los protagonistas contribuye a que el visionado sea una experiencia cinematográfica reseñable.

Notas:

[1] Este giro de guion, y el hecho de que la actriz Azadeh Zaree interpretase a un papel masculino, ocasionó que esta producción del año 2012 fuese censurada y no viese la luz hasta hace unos meses, en el circuito de festivales internacionales.

avatar Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.


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