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Gegege no Kitaro 2018: Los yôkai y la tecnología del siglo XXI – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
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Gegege no Kitaro 2018: Los yôkai y la tecnología del siglo XXI

Han pasado muchas décadas desde que el etnólogo, criptozoólogo, folclorista y maestro del manga Shigeru Mizuki crease su celebérrima obra maestra Kitaro del Cementerio (墓場鬼太郎 Hakaba Kitaro), en 1959. Durante los prácticamente diez años de serialización del manga, el maestro Mizuki nos presentó a Kitaro como el último descendiente de la tribu de los fantasmas, una criatura que nace en unas condiciones absolutamente horripilantes: se ve obligado a arrastrarse fuera del útero de su madre muerta y a apartar la tierra que cubre su tumba en el camposanto. Nacido deforme, el pequeño Kitaro no tiene más remedio que aguantar las vejaciones y agresiones de un mundo que lo rechaza.

Sin embargo, a medida que crece, Kitaro va descubriendo los múltiples poderes heredados que hay en su interior y, poco a poco, se va convirtiendo en un héroe y haciéndose un nombre entre los habitantes de ambos mundos, humanos y yôkai. A sus peripecias se le van uniendo todo tipo de seres pintorescos de la ultratumba nipona, como el irreverente, avaricioso y chaquetero Hombre Rata, el anciano borracho Viejo Llorón, la maternal y estricta Bruja de Arena y la instintiva y amante del pescado Chica Gato. A lo largo de sus nueve tomos, Kitaro se enfrenta a todo tipo de yôkai japoneses que causan problemas amén de monstruos legendarios occidentales como vampiros, brujas y hombres lobo. La trama del manga se desarrolla en una ambientación que oscila entre lo oscuro, lo macabro, lo tétrico, lo infantil, lo inocente y lo naïf con un trasfondo paródico y de crítica social.

Ilustración del manga original que muestra a los personajes principales.

El manga nos presenta una sociedad de los años 60-70, unas décadas después de la Segunda Guerra Mundial, en cuyas escaramuzas combatió el propio Mizuki. La milagrosa recuperación económica japonesa empieza a tomar forma en las grandes ciudades, pero en las zonas rurales continúa habiendo mucha miseria y la gente pasa penurias para alimentar a sus familias. En las ciudades, la mayoría de personas se convertirán en los famosos salaryman y pasarán a trabajar para una gran empresa. La acción del manga se desarrollará principalmente en el campo, donde muchas supersticiones siguen calando hondo entre la sociedad todavía a día de hoy y donde se creía que la mayoría de espectros vivían. En gran parte de sus aventuras, Kitaro se dedicará a ayudar a los humanos combatiendo contra algún yôkai peligroso que atemoriza a la población o que amenaza con alterar el equilibrio de ambos mundos. También socorrerá a aquellos espíritus buenos de corazón amenazados por los que son malvados.

Aspecto de Kitaro en 1986.

De la serie se han llevado a cabo un total de seis adaptaciones animadas. La primera se hizo en 1968, poco antes de que el manga se terminase de publicar. La segunda adaptación llegaría a los pocos años, en 1971. Después, pasarían prácticamente quince años hasta que se llevase a cabo una tercera adaptación, en 1985. La cuarta adaptación no vería la luz hasta poco antes del fin de milenio, concretamente en 1996. La quinta adaptación se hizo hace unos doce años, en 2007 y, finalmente, la sexta y última adaptación se emitió el año pasado, en 2018. Será en esta última en la que se centre el desarrollo del presente artículo.

Cartel promocional de la adaptación de 2018.

La sexta adaptación a las pantallas japonesas nos sitúa en el mundo y en el Japón actual, en Tokio, que es de donde es uno de los personajes principales, Mana Inuyama. La serie ha experimentado un cambio radical respecto a las anteriores entregas: algunos personajes como la Chica Gato tienen un nuevo aspecto y la trama en general ha adquirido un cariz más shônen, oscuro y maduro argumentalmente hablando. Ha perdido ese tono infantil e inocente que caracterizaba la serie. Esto se debe principalmente a la entrada de un factor totalmente nuevo en el universo de Kitaro, que son las nuevas tecnologías.

Un ejemplo de lo anterior es que el Hombre Rata utiliza internet para crear empresas en un santiamén y llevar a cabo actividades dudosas. En el episodio cinco, el Hombre Rata utiliza el poder del dios del rayo Raijin para levantar una empresa de suministro de electricidad infinita pudiendo así hacerse rico. Más tarde, en el episodio cuarenta y uno, se dedica a vender tsukumogami (objetos domésticos convertidos en fantasmas) por internet como si fuesen atrezo de películas famosas, una vez más, para lucrarse ilícitamente.

El Hombre Rata utilizando al dios del rayo.

Otra situación relacionada (y bastante más macabra) se da en el episodio treinta y ocho. Allí, el Hombre Rata medio engatusa al Kasha, un yôkai felino que se alimenta de cadáveres robados. Así, logra abrir un negocio ilícito dedicado a la recogida y posterior deglución de cuerpos por parte del Kasha. Esta mezcla de espectros japoneses y nuevas tecnologías se lleva al extremo cuando, en el episodio treinta y uno de la nueva serie animada, el Hombre Rata sobrepasa un límite nunca antes visto en este tipo de series. Mediante la utilización de una red social de subida de vídeos parecida a Youtube, logra transformar a un trío de yôkai en populares idols en la sociedad urbana japonesa. Como consecuencia, se vuelven increíblemente famosos de la noche a la mañana y por consiguiente un extenso y variado abanico de merchandising temático sale a la venta y ganan mucho dinero, hasta hacerse millonarios. Estos yôkai son Azuki-arai, Azuki-baba y Azuki-hakari, tres espíritus que tienen en común un elemento: los frijoles rojos azuki. Según folcloristas y textos antiguos, el Azuki-arai y la Azuki-baba suelen aparecerse en la orilla de los ríos lavando frijoles, mientras canturrean alguna canción macabra que habla de devorar humanos. El Azuki-hakari, sin embargo, es un yôkai más bien tímido que apenas se deja ver y que vive en el reverso del techo de las casas antiguas, donde deja caer los frijoles poco a poco como si los estuviese contando.

Los tres yôkai de los frijoles rojos.

Lo que sucede en este episodio se puede interpretar como un mensaje subliminal muy del estilo del maestro Mizuki. Él, con su obra maestra, logró volver a popularizar la figura de los espíritus japoneses en una época en la que, tras la Segunda Guerra Mundial, habían quedado relegados prácticamente al olvido. En esta nueva adaptación animada podemos ver como el trío de los frijoles rojos se lamenta de que los azuki han pasado de moda y la gente no las consume. El Hombre Rata, en su avaricia, ve en esto una oportunidad de negocio, mientras que para los yôkai del azuki esto supone volver a popularizar su alimento favorito.

El último ejemplo significativo de esta mezcla sobrenatural y tecnológica en la serie viene por parte de uno de los principales antagonistas de la serie, Nanashi o “Sin nombre”. En el episodio veinticinco, este personaje crea una aplicación móvil para enviar maldiciones a alguien todo aquel a quien desees algo malo. Los estudiantes del instituto de la protagonista empiezan a utilizarlo, y hasta ella misma se ve envuelta. Las desgracias se suceden una tras otra y la aplicación se extiende por los móviles como si de una epidemia se tratase.

Gracioso dibujo de “Sin Nombre” hecho por Mana.

A pesar de todo esto, cabe decir que este no es el primer anime donde se mezcle la tecnología con la mitología. Tenemos más ejemplos de esta fusión moderna en la serie animada Jigoku Shôjo, donde ya desde el primer momento se nos presenta una página web misteriosa a la que solo podemos acceder a las doce de la noche. Si alguien escribe el nombre de una persona en esa página, aparecerá la chica infernal, una misteriosa enviada del infierno con aspecto infantil, para arrastrar al inframundo a la persona cuyo nombre ha sido escrito en la página web. Sin embargo, el autor o autora de este asesinato indirecto también será arrastrado o arrastrada al infierno, por aquello de que, cuando maldices a alguien, a ti también te aparece un agujero negro en el alma. Además, en el manga y el anime Nurarihyon no Mago se ve esta fusión cuando, por ejemplo, uno de los amigos del protagonista, que tiene tres cuartos de sangre de humano y un cuarto de sangre yôkai, utiliza las redes sociales para publicar fotos e información de estos seres.

Cartel promocional de la serie animada Jigoku Shôjo.

Kitaro ha sufrido un cambio espectacular desde que su primera versión animada saliera hace más de medio siglo. La nueva versión que se estrenó el año pasado y que está a punto de terminar su emisión supone un antes y un después para el panorama de los seres mitológicos en la animación y, en general, en sus representaciones en la cultura popular japonesa. Aunque los yôkai sean seres antiguos y de leyenda, cada vez son más aquellos manga y anime que los sitúan en un contexto actual y tecnológico, y es una tendencia que, si bien no se generalizará, parece que irá en aumento. ¿Qué clase de contextos nos traerán las series de seres sobrenaturales japoneses del futuro?

Para saber más:

avatar Gerard Almeida Silva (2 Posts)

Licenciado en Traducción e Interpretación y con intención de cursar el máster en Estudios del Asia Oriental, este apasionado del manga y del mundo de la ultratumba japonesa espera descubrir muchos lugares y seres extraños y vivir experiencias increíbles en sus viajes por el país del Sol Naciente.


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