De la pluma de la galardonada escritora japonesa de novelas policíacas, Natsuo Kirino, y siguiendo la exitosa estela de su obra magna Out, llegó traducida al castellano en 2011 la obra conocida como Grotesco. Inicialmente se publicó en japonés en el año 2003 bajo el título de グロテスク, traduciéndose posteriormente al inglés en 2004 después con el nombre de Grotesque. Así pues, siete años más tarde, se presenta en el mundo hispanohablante, la oportunidad de disfrutar de esta curiosa obra en nuestro idioma materno.
El punto de inicio de este libro se sitúa enun macabro y misterioso asesinato de las prostitutas, Yuriko Hirata y Kazue Satô. La hermana mayor de la primera (cuyo nombre no es desvelado a lo largo de la obra) decide contar la historia, en forma de autobiografía, de cómo ambas chicas conocieron el final de sus vidas comerciando con su cuerpo. A lo largo de la historia, la narradora nos cuenta primero su situación actual (a sus treinta y nueve años), paraposteriormente aludir a su infancia y a la relación con su hermana y sus padres, continuando con su juventud y los problemas acaecidos en el instituto (donde conoce a Kazue). Finalmente muestra los diarios de su hermana, la confesión del supuesto autor de los crímenes, y los diarios de Kazue, concluyendo con sus reflexiones personales de vuelta en el presente.
Yuriko y su hermana son mestizas, hijas de padre suizo y madre japonesa, pero mientras que la mayor no posee unos rasgos destacables, la pequeña es “bendecida” con una belleza sobrehumana que causa fascinación y terror a los demás (en palabras de la narradora, si tuviera que elegir un adjetivo para describir la fisionomía de Yuriko, sería la de “monstruo”, porque es escalofriantemente bella). Las dos hermanas, por diferencias físicas y personales, siguen caminos completamente distintos. Mientras la vida de la hermana mayor es perfectamente normal, la de la hermana pequeña está estigmatizada por su diferencia de los demás: “puede que la fortuna resplandezca brillantemente para una mujer así, pero la sombra que proyecta es larga y oscura. Era inevitable que al final llegara la desgracia.”[1]
Durante toda su vida, la hermana mayor de Yuriko ha sentido cierto complejo de inferioridad por la fascinante belleza de la pequeña. A pesar de la permanente negación de dicha actitud a lo largo de toda la novela, se encargará de hacerle la vida más complicada, especialmente durante su infancia,por el mero hecho de ser diferente. Una vez que sus padres y Yuriko deciden irse de vuelta a Suiza, la narradora se queda en Tokio viviendo con su abuelo, feliz de haberse deshecho por fin de su hermana, pero, tras el suicidio de su madre, Yuriko decide volver a Japón a vivir con unos viejos amigos de la familia e ingresar en el mismo instituto que su hermana, suponiendo ello un gran problema. Ambas chicas se vuelven populares: la una por su fascinante belleza, la otra por ser la hermana mayor fea con la que parece imposible que comparta genes. Las dos están en el punto de mira de todos en esa época tan complicada de la vida que es la adolescencia. Según las propias reflexiones de la autora, a esas edades, es necesario hacer todo lo posible por no destacar individualmente, ni para mal ni para bien.[2] Lo ideal es estar en el grupo de la gente de mayor prestigio social, pero sin hacerles sombra. Yuriko queda marginada por sus rasgos occidentales y su cuerpo de modelo, y su hermana tampoco consigue integrarse por el mero hecho de ser su hermana. Yuriko descubre el sexo a los quince años en brazos de su tío carnal, el hermano de su padre, y es en ese momento en el que se da cuenta de que está destinada a vivir de su cuerpo y del deseo que provoca en los hombres. Ella disfruta con el sexo y es la única forma que tiene de sentirse realizada, así que al poco tiempo de entrar en el instituto conoce aun joven proxeneta que hará de “manager” durante la mayor parte de su vida. Por su parte, la forma que su hermana tiene de soportar el odio, la rabia y la frustración que siente en su fuero interno es estudiando y dejando salir los demonios, siendo cruel con ella y con su compañera KazueSatô, que la irrita con su inocencia y forma irreal de ver la vida. Kazue es posiblemente la que peor parada sale de todas, porque, mientras que Yuriko y su hermana aceptan la vida que les ha tocado vivir y se resignan a llevarla cada cual a su manera, Satô ha sido educada en la idea de que si uno se esfuerza puede conseguir lo que quiera. Así, esta chica se pasa los días estudiando, cosiéndose logotipos de Ralph Lauren en los calcetines, maquillándose de forma extravagante y desarrollando trastornos alimenticios. De mayor tendrá serios problemas psicológicos, porque por una lado está orgullosa de pertenecer a la dirección de una importante empresa, pero por otro no se siente completamente realizada hasta que llega la noche y con ella el momento de ejercer la prostitución. La narradora nos cuenta que, justo después de la muerte de Yuriko, Kazue la llama y le dice que ella se dedica a lo mismo que su difunta hermana, y que, ante la sorpresa de su interlocutora, le dice con claro tono de orgullo “soy puta”.
Como prolegómenos conclusivos cabe decir que la elección del título del libro resulta altamente acertada, pues refleja a la perfección la esencia de la obra: tres jóvenes que se consideran incomprendidas, cada una a su manera, y que tienen que escoger tres métodos distintos, a cada cual más grotesco, para salir adelante por sí mismas en una sociedad que ejerce presiones sobre los individuos hasta límites insospechados. Y no debemos olvidar tampoco la figura de Mitsuru, amiga del instituto de la narradora, cuya madre tiene alquilado un apartamento en la zona centro de Tokio para aparentar un nivel social mucho más alto de al que realmente pertenecen, y que terminará encarcelada de mayor con su marido tras cometer atentados terroristas durante su pertenencia a una secta religiosa.
El libro aporta, además de una visión panorámica sobre la presión social y el ijimê, una interesante visión de la situación de la mujer en Japón, la importancia de la educación y el prestigio que estudiar en un buen instituto o una buena universidad otorgan, la posición social de los ancianos japoneses (claramente reflejada en el personaje del abuelo de las protagonistas), o la relación que la sociedad japonesa tiene con la prostitución (mucho más relajada que en occidente), etc.[3] Dado que no es el objetivo de la reseña y debido a las más que necesarias limitaciones espaciales, nos es imposible desarrollar aquí todos los temas que plantea Grotesco, por ello solo cabe que sociológicamente, dicha obra, posee numerosas reflexiones de gran interés sobre el mundo nipón.
Altamente recomendable para cualquier persona poco aprensiva, ya que en algunas ocasionesse puede llegar a sentir náuseas debido a la crudeza narrativa que podemos vislumbrar en algunas escenas. Escenas que por otro lado son comunes en la cotidianeidad de las grandes urbes japonesas.
Notas:
[1] Kirino, Natsuo. Grotesco, p.43.
[2] Convencionalmente en el ámbito estudiantil en Japón se siguen ciertas convenciones entre las que destacar demasiado en el ámbito escolar es causa de estigmatización social. No hablamos tan solo de una cuestión meramente intelectual, a niveles estéticos ocurre lo mismo. “Si un clavo sobresale por encima de los demás, hay que darle con el martillo hasta dejarlo al mismo nivel”.
[3] En alusión al tema de la prostitución estaríamos hablando de un proceso de desenvolvimiento histórico no ligado a los tabúes y valores cristianos, que permitiría en la actualidad ver este tipo de actividades como algo perfectamente integrado en la sociedad y no tan denigrante como en los países de moral cristiana.