En septiembre del año pasado, el director japonés Hayao Miyazaki convocó una multitudinaria rueda de prensa. Acudieron más de seiscientos periodistas de varios países, para escuchar cómo el director anunciaba su retirada. De forma jocosa, Miyazaki comentó: Siempre he dicho que quería retirarme, pero esta vez es verdad.[1]
Con el adiós de Miyazaki, se despedía uno de los mayores genios de la historia de la animación.Emblema por excelencia del género,en Japón y fuera de sus fronteras, será el primer director en ganar un óscar con una película anime, una de las mayores referencias para cineastas como Tim Burton o John Lasseter, y cofundador, junto a IsaoTakahata, del ya mítico Studio Ghibli. Sin embargo, su despedida ha sido muy dulce. El anuncio oficial de la retirada de Miyazaki, fue realizado por el director de Studio Ghibli, Koji Hoshino, durante el festival de cine de Venecia. El estudio nipón presentaba, en la sección a concurso de la muestra, Kazetachinu (Se ha levantado el viento, en la versión española), una obra maestra que sacó las lágrimas a su creador: Por primera vez he llorado al ver completada una de mis películas.[2] Miyazaki se despedía del cine a través de un film muy dulce. Basado, en parte, en la novela corta El viento se alza de Tatsuo Hori,narra la historia de Jiro Horikoshi, ingeniero aeronáutico autor del diseño del avión de combate Zero, un caza japonés de largo alcance muy utilizado durante la Segunda Guerra Mundial.
La aviación es un elemento recurrente en su filmografía, a raíz, seguramente, del encuentro en su infancia más temprana con la Miyazaki Airplane Corporation, empresa que su tío regentaba en la ciudad de Kanuma (prefectura de Tochigi).Toda su familia tuvo que trasladarse allí a causa de los bombardeos sobre Tokio durante la Segunda Guerra Mundial.Además Hayao Miyazaki devoró,durante gran parte de su infancia y adolescencia, cantidades ingentes de manga, pero fue el visionado de Panda y la serpiente mágica, de Taiji Yabushita, lo que hizo que se acabara interesando por la animación. Basada en una antigua leyenda china, la película narraba una historia de amor entre dos jóvenes con una profusión cromática todavía difícil de ver en 1958.
Antes de introducirse seriamente en el mundo de la animación, un joven Miyazaki estudió Economía Política en la universidad de Gakushûin. Al terminar la carrera, encontró trabajo como animador en una filial de la productora cinematográfica Toei. Allí conoció a su futuro maestro y mentor, Yasuo Ôtsuka, y a su amigo Isao Takahata (co-fundador de Studio Ghibli). Su trabajo conjunto dio como fruto una primera incursión en el anime:Las aventuras de Hols, el príncipe del sol: La princesa encantada.Sin embargo, varias desavenencias con la productora durante el desarrollo y posterior estreno del film, llevaron a los tres amigos a tomar direcciones distintas. Miyazaki trabajó en distintos proyectos para varias compañías, viajó a Sudamérica y Europa en busca de localizaciones para Heidi y Marco. De los Apeninos a los Andes (las conocidas series que se estrenaron también en España), y se enamoró de los paisajes occidentales, que acabarían formando parte de su obra. En 1978 dirigió su primera serie, Conan, el niño del futuro, y un año más tarde su ópera prima, El castillo de Cagliostro. Pero el verdadero éxito llegaría en 1984 con Nausicaä del Valle del Viento, adaptación del manga homónimo que había comenzado a publicar dos años antes para la revista Animage.
La película narra la historia de una joven llamada Nausicaä, poseedora de una especial capacidad para empatizar con sentimientos de personas y animales. La Princesa del Valle del Viento se ve envuelta en una guerra entre varios países, que tratan de destruir los bosques contaminados (fukai) que, con los insectos gigantes que los habitan y el veneno que despiden sus plantas, suponen una continua amenaza para los humanos.
La película tiene muchas lecturas, desde una denuncia del imperialismo y la lucha armada, hasta un mensaje de protección y defensa de la naturaleza. Enlaza en muchos de sus aspectos (narrativa y estéticamente), con otra película que Miyazaki realizará más de una década después: La Princesa Mononoke. La diferencia radica en el mensaje final de la segunda, más pesimista, y en la mayor calidad técnica de ésta. Los cambios se explican en gran medida por la diferencia temporal (más de una década de diferencia entre una y otra), pero el mensaje ligado a la paz y a la protección de la naturaleza es el mismo.
En todos los films del director japonés gravitan una serie de ideas de fondo, mensajes comunes lanzados al mundo entre los que se incluyen la trascendencia concedida a la infancia, la importancia del trabajo, el conflicto entre hombre y naturaleza, lo inútil del conflicto armado o el respeto a los animales.
Se transmiten a través de la construcción de un universo que invita al espectador a sumergirse sin tapujos. El ritmo narrativo y el torrente de imaginación del director hacen que se sienta como una Alicia o un Principito, viajando a través del espejo, en mundos fantásticos alejados de la realidad pero, al mismo tiempo, tremendamente veraces. En cualquier momento, el aviador puede encontrarse sediento en el desierto, y la Alicia chocarse bruces con su realista hermana a la salida de la madriguera fantástica. Son cuentos mágicos, pero con una base dolorosamente realista.
Carroll y Saint-Exupéry son referentes fundamentales de su obra, a los que se suman El libro de la selva de Rudyard Kipling, numerosas novelas de Stevenson o Julio Verne, El mesón con muchos pedidos de Kenji Miyazawa, la preciosista Las aventuras de Pinocho de Carlo Collodi, La Sirenita de Hans Christian Andersen o las novelas clásicas del escritor chino Wu Cheng en. Referentes extensos que se suman en distintas capas y conexiones dentro de las obras de Miyazaki. Desde los mayores clásicos de la literatura oriental y occidental, hasta cuentos contemporáneos.
Referencias que crean a su vez autorreferencias repetidas una y otra vez en sus obras,buscando, quizás, insistir con mayor firmeza en los mensajes que configuran sus películas. Los argumentos y detalles de la trama, piezas empleadas en la construcción de personaje, ambientes o caracteres concretos se repiten formando una huella de autor. La inspiración para estos elementos nace en lugares muy distintos, entre ellos la propia historia japonesa (la Segunda Guerra Mundial o el periodo Muromachi, entre los momentos más repetidos),
muchos elementos culturales (el teatro Nô se encuentra especialmente presente) o religiosos de la misma (los kami y otros elementos propios del sintoísmo, por ejemplo), o, por supuesto, otros mangakas y animadores. Miyazaki pertenece al selecto grupo de cineastas de animación conocidos más allá de las fronteras japonesas: Osamu Tezuka, Mamoru Oshii o Katsuhiro Ôtomo. Sin embargo, los autores de Astro Boy o Neon Genesis Evangelion no han alcanzado ni por asomo el éxito y reconocimiento del que ha gozado Hayao Miyazaki. Tomando como referencia los círculos comerciales, el estreno de La princesa Mononoke en 1997 consiguió 102 millones de euros en la taquilla nipona, una meta a la que ninguna película (de animación o no) se había aproximado antes. Aunque poco después la todopoderosa Titanic de James Cameron, la destronaría como la más taquillera del archipiélago japonés, lo cierto es que desde ese momento y hasta la actualidad, la práctica totalidad de los films de Miyazaki se han encumbrado hasta los primeros puestos de las listas de éxitos anuales, muy por encima de cualquier otro director de anime. Su reconocimiento fuera de Japón ha resultado también increíble, y en la actualidad es uno de los mayores símbolos cinematográficos de la cultura nipona. El propio Kurosawa destacó:
Siempre estoy entre risas y lágrimas ante el magnífico espectáculo de sus películas animadas. La belleza de las imágenes, su sentido de lo natural, su simplicidad no dejan de conmoverme.[3]
Pero ¿qué ocurre con la compañía que ha servido como marco para las películas del director? ¿Studio Ghibli es solo Miyazaki? La presencia del director ha configurado una compañía sólida y fuerte, pero, al mismo tiempo, ha creado una sombra demasiado extensa sobre el resto de realizadores. Como destaca Laura Montero Plata:
El problema del estudio no se debe tanto a la ausencia de nuevos talentos a los que pasarles el testigo como a la premura con la que Ghibli quiere encumbrar a sus jóvenes realizadores. Después de todo, ninguno de los primeros trabajos de Miyazaki o Takahata consiguió semejantes cifras:[en referencia a la alta recaudación que han tenido, y tienen, sus films]el éxito llegó con la perseverancia, el paso del tiempo y el progresivo aprendizaje de los creadores. Por lo tanto, la continuidad de Ghibli (…) se determinará por su capacidad para promocionar nuevos directores y darles la oportunidad de hacer crecer y madurar sus propuestas. Esto sucederá si, además, se les permite una cierta libertad narrativa, que sólo alcanzarán cuando Hayao Miyazaki deje de proyectar sombra sobre las producciones presentadas por Ghibli.[4]
El hijo de Hayao Miyazaki, Gorô Miyazaki, y su película Cuentos de Terramar son un buen ejemplo del talento latente en la compañía. Historia épica con tintes artúricos, bien narrada y estéticamente bien recreada.
A Studio Ghibli le queda todavía mucho que decir tras la marcha de Miyazaki. Su retirada deja atrás, sin embargo, películas accesibles para cualquier espectador por los elementos inherentes a la propia narración cinematográfica que imperan en ellas. El ritmo trepidante de sus films (a pesar de la calma aparente), la increíble imaginación del director, o los argumentos profundos, subyacentes a toda su obra. Acercarse a las películas de Hayao Miyazaki resulta indispensable para comprender el cine de animación. Entender su obra equivale a comprender a uno de los directores más importantes del cine mundial.
Para saber más:
Notas:
[1] EFE. “Miyazaki deja el cine “para ser libre y hacer algo diferente a la animación”, El País, Tokio. 06/09/13. http://cultura.elpais.com/cultura/2013/09/06/actualidad/1378476198_170082.html [Consultado el 04/02/14]
[2] Rivas, Rosa. La película que emociona a Miyazaki, El País, Madrid. 26/06/13. http://cultura.elpais.com/cultura/2013/06/26/actualidad/1372271349_042792.html [Consultado el 04/02/14]
[3] Montero Plata, Laura. El mundo invisible de Hayao Miyazaki, Palma de Mallorca, Dolmen Editorial, 2013. p. 10.
[4] Ibíd., p. 251.