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La arquitectura islámica en China: expresión de una minoría

La arquitectura producida por el Islam dentro de las fronteras de China ha recibido poca atención por la historiografía, pues se ha argumentado que estos edificios adoptaron allí las formas y las técnicas constructivas de la arquitectura preexistente, incluyendo ligeras modificaciones que los adaptasen a las exigencias del culto. La presencia minoritaria de la religión en el país, así como las características de la arquitectura china vinculada a esta comunidad, ha propiciado el descuido de estos monumentos.

Hablamos de arquitectura islámica en China como expresión de una minoría, al darse la situación de que tan sólo el 2% de la población practica el Islam, aunque no debemos subestimar esta cifra puesto que hablamos del país más poblado del mundo. Actualmente, se estima que el número total de habitantes en la región está muy cerca de los 1380 millones de personas,[1] lo que nos hace suponer que allí habitan unos 27 millones de musulmanes. También debe advertirse que esta situación minoritaria no se da en todo el país, ya que estos ciudadanos residen dispersos por el territorio chino en pequeñas comunidades, pero un grupo importante se concentra en la zona noroeste, especialmente en la provincia de Sinkiang.[2]

Mapa de las principales religiones practicadas en China, basado en las investigaciones del Dr. Fenggang Yang, director del Centro de Religión y Sociedad China de la Universidad Purdue (West Lafayette, Indiana). Fuente: Reuters.

Al menos dos siglos antes del nacimiento del Profeta Muhammad (castellanizado: Mahoma), quien vivió entre los años 570 y 632 d.C., las caravanas comerciales procedentes de la Península Arábiga habrían llegado al Imperio chino. De esta manera, el Islam penetra en la región por el oeste a través de los caminos de la Ruta de la Seda, y a través de los puertos marítimos del sureste del país, por las principales vías de intercambios culturales en el continente asiático. Se considera el año 651 la fecha clave de la llegada de esta religión, cuando el califa ‘Utman (644-656)[3] envía una embajada a la corte china con el fin de mostrar sus respetos al emperador Tang Gaozong (650-683), y que sería recibida con honores en la capital, Chang’an (actual Xi’an). Las relaciones diplomáticas se mantuvieron bajo el califato abasí (750-1258).[4]

Los primeros pobladores musulmanes de China fueron comerciantes árabes y persas que se establecieron en Chang’an y en ciudades costeras, como Cantón, Quanzhou, Yangzhou y Hangzhou. Éstos mantendrían su modo de vida al instalarse conformando nuevos barrios, en los que fueron erigidas mezquitas.[5] A la par se fue produciendo con el tiempo una asimilación étnica por medio de lazos matrimoniales con la población nativa, dando lugar a la etnia hui.[6]

Aproximándonos a la arquitectura islámica desarrollada en China, encontramos dos tipos de construcciones fundamentales: por un lado, las mezquitas, la edificación más característica del arte islámico, y los mausoleos, a los que haremos breve referencia. A su vez, podemos subdividir las mezquitas chinas en dos tipos, estableciendo un primer conjunto que agruparía las que fueron erigidas siguiendo fielmente el modelo establecido en el oeste del continente. Este grupo se localiza especialmente en el área noroeste del país, una zona periférica que no fue integrada definitivamente en la administración china hasta el siglo XIX, y que estuvo más expuesta a las invasiones de pueblos indoeuropeos, turcos y mongoles.[7] El segundo grupo lo constituyen una serie de mezquitas a las que se les ha denominado “de estilo chino”,[8] que resultan muy interesantes al aunar, tanto a nivel estético como estructural, influencias formales foráneas con la tradición constructiva local.

Algunas de las mezquitas más antiguas de China conservan estelas de piedra que conmemoran a los primeros habitantes musulmanes de la zona. Desde época temprana comenzaron a erigirse monumentos funerarios en honor a los misioneros y las figuras públicas de las nuevas comunidades, y, a la vez que se creaban los nuevos barrios y edificios religiosos, también se construyeron cementerios. La Tumba Sagrada de Quanzhou era el cementerio común de los misioneros árabes de la zona. Se trata de una estructura columnada situada en la montaña, que protege dos antiguas tumbas sobre las que se encuentra una tablilla conmemorativa de piedra escrita en árabe, datada de 1323, y lápidas escritas en chino, árabe y persa. Según la tradición, bajo estas tumbas se encuentran los restos de dos de los cuatros misioneros que serían enviados a China por el Profeta, por lo que se conoce como uno de los espacios más antiguos del Islam en el país. En Cantón se encuentra otra de las tumbas de estos viajeros, conocida como Tumba de Woges, donde descansaría el cuerpo de Saʿd ibn Abi Waqqas, tío materno del Profeta. El cuarto compañero, Burhan al-Din, se hallaría enterrado en Yangzhou, en la que se conoce como Tumba de Puhatin.[9]

Tumba Sagrada de Quanzhou, Fujian. Fuente: www.ne.jp

En los cementerios, los musulmanes chinos construyeron monumentos sobre las tumbas de sus antepasados. Por lo general, los mausoleos son edificios pequeños y sencillos, básicamente salas de planta cuadrada cubiertas por una cúpula, que al exterior puede mantener su forma cupulada o bien cubrirse con los tejados chinos tradicionales. Ejemplo de ello son los mausoleos de Puhatin en Yangzhou. Los mausoleos de las provincias de Gansu, Qinghai y Ningxia alcanzan una gran extensión, y muchos se acompañan de grandes cementerios. Los de Sinkiang también se caracterizan por sus grandes dimensiones, constan generalmente de cubiertas cupuladas y se ornamentan con cerámica vidriada. En algunos casos, los mausoleos llevan a convertirse en grandes complejos monumentales que constan de salas de oración, salas de lectura y espacios que son destinados a conservar estelas de piedra, entre otras funciones.[10]

No hay que olvidar que estos lugares honran a personalidades políticas y religiosas, fueron construidos con los mejores materiales y tienen una función propagandística. El mausoleo de Afaq Khoja se encuentra en Kashgar, en la provincia de Sinkiang, y fue construido en el siglo XVII, aunque ha sido ampliado y reformado posteriormente. Es el mausoleo de la familia de Afaq Khoja, líder político de la región, y pertenece a un gran conjunto monumental que consta de cuatro mezquitas, salas de oración y lectura, la residencia del imán, un comedor, kioscos, y tumbas de fieles. La construcción funeraria es de mayores dimensiones que las mezquitas, todas ellas muy influenciadas por la arquitectura iraquí. Los edificios se ornamentan con cerámica vidriada y con la talla de motivos geométricos y vegetales, así como con pinturas de paisajes.

Mausoleo de Afaq Khoja en Kashgar, Sinkiang (siglo XVII). Fuente: www.sonyaandtravis.com

Las mezquitas del noroeste de China son fieles a las formas de los edificios religiosos de Oriente Próximo y de Asia Central, lugares de procedencia de algunos de los grupos étnicos residentes en esta zona. Las condiciones climáticas semiáridas permiten que las salas de oración se cubran con techumbres planas que son soportadas por estructuras de madera, mientras que en otras zonas se opta por la construcción de cubiertas que eviten la acumulación de nieve. Asimismo, constan de uno o dos alminares, que se localizan en los ángulos de la fachada (a veces cuatro, en los extremos) y reciben abundante decoración, y portadas monumentales que acogen grandes vanos apuntados, llamadas awawin (singular: iwan). Para levantar estas construcciones se utilizan materiales abundantes en la zona, fundamentalmente el ladrillo de barro y la piedra, que en muchos casos se cubren con decoración cerámica.

Un buen ejemplo es la mezquita uigur de Turfan (Sinkiang), construida en 1778 en honor a al soberano Emin Hedro, a instancias de su hijo Sulayman. Tras la muralla que cierra el recinto se encuentra una gran escalinata que lleva hasta la propia mezquita, a la que se accede a través de un gran iwan con un gran arco que da paso al patio. En la esquina sureste del edificio se adosa el alminar más alto de China, de 44 metros de altura y 14 metros de diámetro en su base circular, que se decora con diseños geométricos y florales creados con la disposición de las hiladas de los ladrillos. Caso similar es el de la mezquita Id Kah de Kashgar, construida en torno al año 1442, aunque algunos restos del edificio se remontan hasta el siglo X.

Mezquita Eminta de Turfan, Sinkiang, 1778. Fuente: www.china-tour.cn

En el resto de China, a lo largo de trece siglos de convivencia de dos culturas con estéticas tan propias, se produjo una asimilación de formas, generando las mezquitas “de estilo chino”, dando lugar a ejemplos únicos en el mundo islámico. Al igual que en otros lugares, cuando el Islam creció en popularidad, las modestas mezquitas tempranas debieron renovarse y dar respuesta a nuevas funciones, por lo que aumentaron su tamaño y se complicaron sus estructuras. Los edificios religiosos constituyen un verdadero conjunto arquitectónico, ya que la vida y la educación religiosa se concentran en los hogares y en la mezquita, porque el Islam es practicado por un reducido grupo de población. No sólo es un lugar de oración, sino que acoge bodas y funerales, pero también sirve de hospedería y es donde se resuelven las disputas de la comunidad.

En general, estos edificios se componen de una serie de elementos básicos que varían según el ejemplo: una muralla que rodea el conjunto, una puerta monumental, una torre-observatorio lunar, un patio en el que se encuentra la fuente para las abluciones, el alminar, salas de estudio y de reunión, la sala de oración, el minbar,[11] el muro de la qibla[12] y el mihrab.[13]

Planta de la mezquita Huaisheng de Cantón, en Guangdong (siglo XIV). Fuente: http://www.ne.jp

El recinto de la mezquita se aísla de lo mundano mediante murallas o muros, que ocultan el lugar a los ojos de los viandantes. En el mundo islámico, las mezquitas no siempre son cercadas por murallas, pero esto es importante en el caso chino al proporcionar una mayor privacidad, ante el hecho de que el Islam no es practicado por toda la población.[14] La muralla no actúa sólo como una barrera física, sino también psicológica, pues el fiel que la atraviesa se aísla del bullicio de la ciudad y comienza a preparar su mente mientras se dirige al espacio interior. Con frecuencia se encuentra tras la muralla una puerta monumental que actúa como otra pantalla visual, preservando la intimidad de los fieles. El espacio tras el muro se concibe como un conjunto de salas articuladas en torno a un patio, pero sin responder a una distribución estandarizada.

Alminar de la mezquita Huaisheng de Cantón, en Guangdong (siglo X).

Las mezquitas no siempre incluyen un alminar, pues otros elementos pueden cumplir su función como lugar desde donde se lanza la llamada a la oración; en ocasiones desde lo alto de las grandes puertas monumentales o desde construcciones independientes. El alminar de la mezquita Huaisheng de Cantón es una de las construcciones islámicas más antiguas de toda China, ya que se cree erigido en el siglo X. Es una torre de ladrillo de planta circular, de 36 metros de altura, coronada por una cúpula apuntada. En su interior es recorrida por dos escaleras helicoidales independientes, algo frecuente en el arte islámico pero novedoso en la arquitectura china.[15] La tradición cuenta que la mezquita fue construida por Abi Waqqas, aunque es probable que fuese construida a ya bajo la dinastía Song (960-1279), siendo reconstruida tras varios incendios en los siglos XIV, XV y XX.

Las salas de oración constan de tres espacios diferenciados: un pórtico previo, donde los fieles pueden dejar sus zapatos antes de adentrarse en el interior de la sala, la sala de oración propiamente dicha, donde se hallan los elementos necesarios para el culto (como el mimbar), y una segunda sala de oración de menores dimensiones. Este segundo espacio de culto es una de las características de las mezquitas chinas, y posiblemente tenga su origen en la macsura, el espacio ocupado por el dirigente político o el imán en las oraciones comunitarias, que en el caso de China, sería ocupado por el imán o la persona que dirige la oración, o por un reducido grupo de creyentes, ya que allí los dirigentes políticos no seguían esta religión.

Otro componente propio que está presente en muchos de estos complejos es una torre-observatorio lunar, un elemento de formas muy variadas, ya que puede tratarse de una construcción exenta, o también puede ser sustituido por una amplia plataforma o una terraza en un lugar elevado.[16] De igual modo, pueden encontrarse espacios y estancias que cumplen diversas funciones no tan estrechamente relacionadas con la vida religiosa: pequeños museos que conservan antiguas estelas de piedra en las que se grabaron edictos imperiales, o que conmemoran a los primeros musulmanes del lugar, madrazas,[17] salas de estudio y reunión, la vivienda u oficina del imán, salas destinadas al alojamiento de los viajeros, comedores, etc.

Se han establecido cuatro fases de desarrollo de las mezquitas de estilo chino,[18] aunque éstas pueden variar ligeramente, según los autores. El periodo emergente abarcaría los edificios religiosos erigidos entre los siglos VIII y X, sin embargo, no se conserva ninguna construcción de esta cronología, a excepción del alminar de Cantón. Es de suponer que las primeras mezquitas levantadas en China imitarían modestamente las formas de los edificios análogos de Oriente Próximo, y que éstos, al ser edificados con materiales pobres no resistieron el paso del tiempo, ni se consideraron interesantes como para dejar constancia de ellos en los documentos, según explica Xiaowei Li.[19]

A pesar de que la mezquita Shegyou de Quanzhou, en Fujian, data del siglo XI, nos sirve de ayuda para ilustrar esta fase. Es la única mezquita construida en piedra en el sur del país, un edificio en ruinas, erigido con sillares de granito verde, pero en él todavía se aprecian las características de las primeras mezquitas levantadas en China. En sus muros conserva una inscripción en la que se indica que fue construida entre 1009 y 1010, y restaurada y parcialmente reconstruida en 1310 por un iraní llamado Ahmad Ibn Muhammad al-Quds. El acceso se realiza por una puerta monumental, situada en el lado sur, que tiene forma de iwan almenado, y aúna las funciones de acceso, alminar, y observatorio lunar. La sala de oración tiene planta rectangular y antiguamente estaba cubierta con una techumbre de madera, que se levantaría sobre las diez columnas de piedra distribuidas en la estancia, de las que permanecen algunos fragmentos.

Interior de la mezquita Shegyou en Quanzhou, Fujian (siglo XI). Fuente: www.appletravel.cn

Entre el siglo XI y el siglo XIV tendría lugar un segundo periodo, en el cual las formas de la arquitectura foránea se integran en las formas de la arquitectura tradicional china. A este periodo pertenecen las llamadas “cuatro mezquitas antiguas” (la mezquita Huaisheng de Cantón, la mezquita Shegyou de Quanzhou, la mezquita Zhenjiao de Hangzhou, y la mezquita Xianhe de Yangzhou), así como la mezquita Songjiang de Shanghái. Asimismo, debe señalarse que la tolerancia religiosa disfrutada bajo la dinastía Yuan (1279-1368) favoreció la construcción de nuevos espacios de culto, a la vez que se ampliaron y reconstruyen viejos edificios.

En este momento, se adoptan los materiales y las técnicas constructivas locales, y se producen una serie de cambios formales. Por un lado, se modifica el eje direccional, ya que la arquitectura monumental china se orienta en sentido norte-sur, pero las mezquitas se orientan hacia La Meca, situada hacia el oeste, por lo que el recinto de la mezquita poseería una puerta al norte o al sur, e implicaría realizar un giro de 90º hacia el este en el recorrido procesional hacia el interior de la sala de oración, que en ocasiones resulta bastante brusco. Un cambio interesante es la transformación que sufre el alminar, que acaba adoptando la apariencia de una pagoda china. Además, a partir de este momento, los alminares pueden aunar tres funciones y ser utilizados como alminar, pero también como observatorio lunar, e, incluso, como puerta monumental de acceso (en el caso de situarse estos en un lugar cercano a la muralla del recinto, aunque no es muy frecuente). El último cambio afecta a la zona del mihrab, ya que en el espacio previo al nicho se emplaza una cúpula, que al exterior se cubre con un tejado a dos aguas o piramidal, o bien, si la climatología de la zona lo permite, mantienen la forma cupulada. Estas cúpulas elevan la altura del tejado en esa zona, lo que permite identificar desde el exterior la localización del mihrab.[20]

Alminar de la mezquita Laowang de Linxia, Gansu, dinastía Ming (1368-1644). Fuente: www.pinterest.com

Vista aérea del recinto de la mequita Zhenjiao de Hangzhou, Zhejiang (siglos XII-XV). Fuente: http://www.holidaychinatour.com

En Hangzhou, en la provincia de Zhejiang, se encuentra la mequita Zhenjiao, conocida popularmente como “mezquita del Fénix”. Aunque se ha planteado la posibilidad de que esta construcción se remonte a la dinastía Tang, no hay evidencias de ello, y es probable que fuese construida entre 1131 y 1149, y luego fuese ampliada y reconstruida en varias ocasiones.[21] Aun con todo, la mezquita actual es mucho más pequeña que la antigua, ya que en 1929 perdió en un incendio su portada y parte de la sala de oración. Lo más interesante de este ejemplo es la cúpula que se eleva sobre el espacio previo al mihrab y sus dos cúpulas satélite, además del propio nicho. Las tres cúpulas alineadas sobre pechinas cubren tres estancias de planta cuadrada, comunicadas entre sí, y a su vez son cubiertas por tejados de planta hexagonal de estilo chino. La cúpula central es de mayores dimensiones, y su origen se remonta al siglo XII, aunque fue dañada y reconstruida en el siglo XX, mientras que las secundarias fueron añadidas durante la dinastía Ming (1368-1644). El interior del mihrab carece de decoración, pero se destaca mediante un gran marco de madera ricamente labrado con decoración epigráfica en relieve de color dorado, que fue realizada bajo la dinastía Song.

En tercer lugar, se determina un periodo de madurez dentro de la formación de las mezquitas de estilo chino, que se desarrollaría entre los siglos XIV y XIX, en el que se consolidan las innovaciones iniciadas en la anterior fase. Frente a la política de igualdad que tuvo lugar bajo la dinastía Ming, que favoreció la reforma de edificios y la construcción de otros de nueva planta (aunque fomentando también la homogeneización de su estética), destacan los periodos de hostilidad que acarreó la llegada de la dinastía Qing (1644-1912) al poder. Especialmente en el contexto de las Guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1860) se destruyeron muchos espacios de culto en la costa este del país, que serían reconstruidos en detrimento de su calidad artística.

En ese momento, se modifica de nuevo el eje direccional del recinto de la mezquita, articulándose todo el conjunto en sentido este-oeste. Asimismo, aumenta la capacidad de las salas de oración ante el incremento de la población musulmana; para solucionar el problema de cubrir espacios tan amplios se opta por construir dos salas de oración independientes, pero comunicadas entre sí, dando sensación de continuidad. Con respecto a la zona del mihrab, la cúpula que cubría el espacio previo incrementa su altura y se transforma en una torre, lo que permite abrir en su base una serie de vanos que permitan la iluminación del mihrab y la ventilación de la estancia. El último cambio no se produce a nivel estructural sino a nivel decorativo, ya que se desarrolla profusamente la decoración de las vigas bajo los aleros de las cubiertas.

Un gran ejemplo de este periodo sería la Gran Mezquita de Xi’an, una de las más importantes de toda China, la mejor conservada y la más grande de la antigua capital, ya que puede acoger a unos 2000 fieles. Fue construida en 1392, y reconstruida y reacondicionada en diferentes ocasiones. Se trata de un recinto de planta rectangular muy desarrollada, articulado siguiendo un eje este-oeste. Todo el recinto se edificó según las técnicas y los materiales tradicionales chinos (madera y piedra), por lo que su aspecto se corresponde con el de la arquitectura típica del país.

Planta y dibujo de la Gran Mezquita de Xi’an, Shaanxi (siglos XIV-XVI). Fuente: www.islamic-archcorner.blogspot.com

Cúpula del interior del alminar de la Gran Mezquita de Xi’an, Shaanxi (siglos XIV-XVI). Fuente: www.archnet.org

La mezquita de Xi’an se forma por una sucesión de cuatro patios en el eje longitudinal, mientras que las entradas principales se localizan en los lados norte y sur del primer patio; cada uno de estos patios contiene en su interior un pabellón o un muro-pantalla, y poseen abundante vegetación y una distribución simétrica. En el tercer patio se encuentra el alminar del edificio, de época Ming, que toma la forma de una pagoda octogonal de tres niveles, coronada por un tejado de triple alero curvo que luce esculturillas de dragones. En su interior se encuentra una cúpula realizada mediante una trabazón de vigas de madera policromada, decorada con trece flores de loto en las intersecciones. En el interior del cuarto patio, el cual ocupa casi la mitad de la planta del conjunto, una nueva puerta monumental da paso a la plataforma de granito tras la que se levanta la sala de oración. Esta plataforma cumple la función de observatorio lunar. La sala es una gran estructura de madera con siete naves, que en realidad se compone de dos estructuras independientes construidas en continuidad. Sobre el mihrab se eleva una torre con estructura de madera que se cubre con cubierta a dos aguas, y permite la apertura de pequeños vanos de iluminación.

Al igual que en épocas anteriores, del siglo XX en adelante el desarrollo de las mezquitas ha ido ligado a los acontecimientos políticos; muchas de ellas de ellas fueron destruidas en tiempos de la Revolución Cultural (1966-1976). Aunque continúan construyéndose algunas mezquitas en estilo tradicional, poco a poco los edificios religiosos van desprendiéndose de la fuerte influencia de la tradición china, de manera que las nuevas construcciones, especialmente las llevadas a cabo por iniciativas privadas, carecen por completo de esa influencia, y se benefician de las posibilidades estéticas que permiten los nuevos materiales constructivos.

Mezquita Najiaying en Yuxi, Yunnan, 2001. Autor: Iceway12.

La decoración de las mezquitas tradicionales viene determinada por las condiciones climáticas de la zona en la que se emplazan y por los materiales locales. Como comentábamos previamente, en el noroeste de China, donde se da un clima semiárido, los materiales constructivos más comunes son el ladrillo y la piedra, mientras que en muchos casos se opta por el uso de la madera para las columnas. Sus muros se embellecen desarrollando patrones decorativos en la disposición de los ladrillos, introduciendo contrastes de color a través de la cerámica, o tallando yeso sobre determinadas superficies. En este contexto es también más frecuente el uso del arco apuntado y de la cúpula.

Las mezquitas de estilo chino se ornamentan, tanto al interior como al exterior, desarrollándose laboriosos trabajos de decoración geométrica, vegetal y epigráfica. Desde el exterior de los edificios resaltan los tejados típicos de la arquitectura tradicional china, que varían su apariencia con formas piramidales, aleros curvos más o menos pronunciados y de varios niveles. A pesar de que en las mezquitas no se concibe la presencia de representaciones figuradas, humanas o animales, en algunos recintos, por esta relación tan estrecha entre dos culturas, pueden llegarse a apreciar dragones sobre los tejados como símbolo celestial. Las vigas bajo los aleros reciben el mismo tratamiento que cualquier palacio o templo, son talladas con hermosas formas y en ellas cobra un importante protagonismo el color. Sobre las celosías y balaustradas de madera se tallan sistemas geométricos y vegetales, mientras que sobre los muros estos motivos se tallan sobre yeso o piedra.[22]

Alero y tejado de la mezquita Niu Jie de Pekín (siglos XV-XVI). Fuente: nayzak.deviantart.com

En el interior, el espacio se distribuye entre un bosque de columnas de madera, que se separan mediante arcos, que se suceden acentuando la perspectiva. Estos arcos reciben a su vez decoración pictórica, a la par que se tallan siguiendo múltiples estilos. Pero, sin duda, el espacio más ricamente decorado es el mihrab y el muro de la qibla, pues allí se disponen principalmente marcos y superficies de madera tallada sobre las que se representan complicadas composiciones epigráficas con hermosos versos coránicos.[23]

Interior de la mezquita Niu Jie de Pekín (siglos XV-XVI). Autor: Antoine Taveneaux.

La caligrafía es, en el Islam, una fuente inagotable de belleza. La palabra es bella en sí misma y tiene un origen divino ya que fue enseñada por el mismo Dios a Adán, y fue el medio por el que se comunicó con el hombre, mediante las lenguas semitas.[24]  Entre estas lenguas, la lengua árabe es privilegiada al ser la escogida por Dios para revelarse de manera definitiva al Profeta. La escritura está presente en los edificios de casi todas sociedades literarias, e incluso en las culturas en las que la escritura ha experimentado un gran desarrollo la palabra llega a convertirse en imagen.

Oleg Grabar estableció las cinco funciones que presenta la escritura en los edificios islámicos: la primera es una función indicativa o informativa, presente en aquellas inscripciones identificativas, la segunda es la función conmemorativa, mientras que la función semántica se entiende como la palabra ligada a la arquitectura con una intención enfática, como los lemas presentes en las arquitecturas palaciales. La función icónica está presente en la arquitectura como un medio de transmisión de mensajes religiosos, muy desarrollada en el arte islámico, y la función formal es la que presenta la escritura de carácter ornamental, aunque el mensaje transmitido nunca es meramente decorativo. Todas ellas están presentes en las mezquitas chinas, sin embargo, en las construcciones modernas la decoración epigráfica es muy reducida.[25]

La caligrafía china es la escritura viva más antigua del mundo, ya se aplicaba a la arquitectura cuando el Islam llegó al imperio Tang (618-907). En los edificios de culto islámico encontraremos inscripciones escritas en tres idiomas diferentes: en árabe, en persa y en chino. En un primer momento, las comunidades musulmanas construyeron mezquitas con inscripciones en árabe, pero mientras estos edificios religiosos fueron adoptando las formas de los templos y los palacios tradicionales, fueron combinándose en su interior los tableros de madera que integraban caracteres chinos y letras árabes. Con el tiempo, se fue desarrollando lo que se denomina escritura sini, que parte de la caligrafía árabe adoptando la estética de la caligrafía china. Puede encontrarse en trabajos de caligrafía y en el interior de las mezquitas. Durante siglos, quienes utilizaban este tipo de caligrafía no eran bien vistos en otros países, porque este estilo se consideraba una corrupción de la escritura, pero este pensamiento ha cambiado, y actualmente algunos de estos calígrafos son reconocidos internacionalmente, siendo sus obras expuestas en museos de todo el mundo.[26]

Trabajo del artista Muhammad Qasim, siglo XX. Fuente: www.artnet.com

La lengua persa sólo se encuentra en las estelas de piedra o en las mezquitas situadas en lugares donde los contactos con musulmanes extranjeros fueron frecuentes, como las zonas por las que transcurrían los caminos de la Ruta de la Seda. Las estelas de piedra se deben más a una función informativa que decorativa, eran realizadas en China desde la dinastía Qin (221-206 a.C.) y Han (206 a.C.-220 d.C.), y fueron adoptadas por los musulmanes chinos. Bajo la dinastía Ming, debido a la protección que otorgaban a los musulmanes los edictos imperiales tallados en piedra, éstos fueron considerados propiciatorios del bien. Las estelas forman parte de las mezquitas, hoy muchas de ellas son guardadas en museos dentro de estos recintos, recordando la fundación y la ampliación de los edificios, la vida de las primeras comunidades musulmanas, edictos imperiales, grandes personalidades, lugares sagrados, etc. [27]

Estelas de piedra de la Gran Mezquita de Xi’an.

Mientras las estelas se encuentran en el exterior del edificio, en los accesos y en el interior podemos encontrar paneles o cartelas de madera de formato vertical u horizontal, que son particulares de los edificios islámicos chinos. Se escriben en chino y en árabe, y atienden a dos funciones: informan señalando el carácter del edificio, y trasmiten diferentes versos del Corán, de los ahadit,[28] la Sahada,[29] e incluso principios religiosos, teológicos, filosóficos, etc.

Los caracteres chinos aparecen principalmente en cartelas, que se disponen tanto en sentido vertical como en horizontal. Los caracteres en estos edificios están escritos con diferentes tipos de escritura, y pueden ser leídos por cualquier chino alfabetizado, aunque no serían entendidos por aquellos que no posean ciertos conocimientos de la religión. Es curioso que no exista una palabra o un carácter chino que transmita el concepto de Dios como un musulmán lo comprende, un problema con el que se encontraron también los cristianos nestorianos en el siglo VII.[30] La traducción de “Allah” fue transformándose sucesivamente, traducida en un principio como “Cielo” o “Buda”, y posteriormente como “Señor Verdadero”, “Único Verdadero” o el “Verdadero Soberano”, ya en la dinastía Ming; hoy se utiliza la transcripción fonética “Anla”. Mientras tanto, el Profeta fue denominado “Santo”, “Sabio” o “Sagrado”, los mismos términos que denominaban a Confucio.

Caracteres chinos que forman la palabra “mezquita”. Fuente: www.flickriver.com

La escritura árabe aparece por todo el edificio, tanto en cursiva como en su variante cúfica, sobre todo en la sala de oración, donde prácticamente es la única lengua utilizada. Por otro lado, el chino es la lengua de la mayoría, y por ello también se encuentra por todo el edificio, a excepción de las zonas más cercanas al mihrab. Al igual que la estructura del edificio tiene un carácter procesional, la función de la caligrafía también atiende a una jerarquía espacial, comenzando por la muralla, donde generalmente encontramos un muro liso, pero con algunos elementos de caligrafía o pictografía. En los muros exteriores principalmente se hallan inscripciones en árabe, aunque también en chino, identificando el edificio para todo aquel que no conozca la lengua árabe, recordando que es un lugar para los musulmanes, pero tanto si se conoce como si no, es un recordatorio para el creyente, que deja atrás la vida de la ciudad. La caligrafía presente en este muro consta de tres funciones, una función de barrera, de fomentar construcción de una identidad comunitaria y como guía religiosa, de preparación psicológica. También pueden hallarse cartelas que indican la función de los edificios y estructuras del interior del recinto.[31]

Podemos comentar la escritura que se aplica a la sala de oración diferenciando sus tres zonas. En primer lugar, encontramos el porche, donde pueden verse inscripciones tanto en árabe como en chino, mientras que en la propia sala de oración encontramos en abundancia la lengua árabe. Por lo general, ahí no aparecen inscripciones con caracteres chinos, sólo en unos pocos ejemplos, con la intención de complementar el mensaje escrito en árabe para que sea comprensible para quienes no conozcan la lengua semita. En estas inscripciones se representan principalmente versos coránicos y mensajes que subrayan el poder de Dios.

El mihrab es el lugar más sagrado de la mezquita, hacia el que reza toda la comunidad. Nunca se halla sobre el mihrab escritura que no sea árabe, ya que sólo esta puede ornamentar el espacio. Mientras que la sala de oración interior recibe una ornamentación muy sencilla, la decoración se concentra en el muro de la qibla y en el nicho, que se embellece de muy diversas formas. Habitualmente en el muro se localizan versos coránicos y la Sahada, aunque en ocasiones, como podemos apreciar en la mezquita Jing Jue de Nankín, se alude a Dios mediante la representación de los 99 nombres[32] con los que se le alude en el Corán.

En la mezquita Jing Jue de Nankín se ornamenta el muro de la qibla con la representación de los 99 nombres de Dios en letras doradas. Fuente: www.ne.jp

Podemos concluir que las formas de las primeras construcciones religiosas islámicas de China fueron importadas de la arquitectura de los países musulmanes, de donde llegaban los comerciantes a través de las principales rutas terrestres y marítimas. Con el tiempo esa nueva estética se fue diluyendo entre las formas de la arquitectura tradicional, ya que durante las sucesivas reformas y ampliaciones los edificios fueron tomando el aspecto de los palacios y los templos chinos, hasta el punto de que la única diferencia entre ellos fuese la aparición o la ausencia de representaciones figuradas, inexistentes en las mezquitas, donde, por el contrario, se aplicaba decoración geométrica, vegetal y epigráfica en árabe.

Esta progresiva transformación se produjo especialmente bajo la dinastía Ming, cuando se llevó a cabo una política de integración de la minoría religiosa musulmana entre la comunidad china, renovando sistemáticamente las mezquitas, y confiriéndoles la apariencia de los templos. De esta manera, las mezquitas serían construidas según las formas, los materiales y las técnicas del resto de edificios religiosos, difuminando sus características propias. Sólo los ejemplos del noroeste de China mantuvieron el aspecto de los edificios de los lugares de donde procedían sus constructores, principalmente de Asia Central.

Sin embargo, los elementos básicos de las mezquitas permanecieron intactos, ya que sólo fueron transformados superficialmente. Uno de los elementos propios de los edificios islámicos chinos es la sala de oración interior; un espacio que tendría su origen en la macsura, que estaría presente en las mezquitas construidas por los primeros musulmanes que llegaron a China procedentes del oeste del continente. Como en aquel lugar el emperador, o el dirigente político de la región o comunidad, no utilizaba este espacio al no profesar la fe islámica, es probable que fuese evolucionando hasta convertirse en una pequeña sala de oración secundaria, que puede ser utilizada por un reducido grupo de creyentes.

Definitivamente, la convivencia de dos culturas con estéticas tan propias produjo una asimilación de formas y soluciones que dieron lugar a unas manifestaciones artísticas únicas en el mundo islámico.

 

Para saber más:

  • Allès, Élisabeth. “Confucius, Allah, et Mao. L’islam en Chine”, en: Feillard, Andrée (coord.). L’Islam en Asie; du Caucase à la Chine. París, Notes et études documentaires, 2001, pp. 207-239.
  • Barkman, Adam. Making sense of Islamic art & architecture. Londres, Thames & Hudson, 2015.
  • Broomhall, Marshall. Islam in China; a neglected problem. Nueva York, Paragon Book Reprint Corp., 1966.
  • Israeli, Raphael. “Islam in China”, Politics and Religion, núm. 2, vol. VI, 2012, pp. 251-268.
  • Javer, Sadiq. “Chapter Twenty-two. Space and Calligraphy in the Chinese Mosque”, en: Gharipour, Mohammad; Cemil Schick, Irvin. Calligraphy and Architecture in the Muslim World. Edimburgo, Edinburgh University Press Ltd., 2013, pp. 400-415.
  • Mi, Shoujiang; You, Jia. Islam in China. Pekín, China Intercontinental Press, 2004.
  • Michell, George. “El Lejano Oriente”, en: Michell, George (dir.). La arquitectura del mundo islámico: su historia y significado social. Madrid, Alianza, 1985, pp. 283-284.
  • Stöcker-Parnian, Barbara. “Chapter Eight. Calligraphy in Chinese Mosques: At the Intersection of Arabic and Chinese Calligraphy”, en: Gharipour, Mohammad; Cemil Schick, Irvin. Calligraphy and Architecture in the Muslim World. Edimburgo, Edinburgh University Press Ltd., 2013, pp. 139-158.
  • Sun, Dazhang; Qiu, Yulan. Islamic Buildings: The Architecture of Islamic Mosques in China. Nueva York, CN Times Books, 2015.
  • Xiaowei, Li. “China”, en: Frishman, Martin; Khan, Hasan-uddin (eds.). The mosque. History, architectural development & regional diversity. Londres, Thames and Hudson, 1994, pp. 208-223.
  • Zhang, Guanglin. Islam in China. Pekín, China Intercontinental Press, 2009.

Notas:

[1] Dato extraído de la web del Centro de Investigación del Desarrollo y la Población de China (CPDRC), disponible aquí.

[2] Allès, Élisabeth. “Confucius, Allah, et Mao. L’islam en Chine”, en: Feillard, Andrée (coord.). L’Islam en Asie; du Caucase à la Chine. París, Notes et études documentaires, 2001, pp. 207-239, espec. p. 207.

[3] El Profeta Muhammad fue sucedido al frente de la nueva religión por los llamados cuatro califas ortodoxos, que estaban emparentados con él por lazos de sangre o alianzas matrimoniales: Abu Bakr (632-634), ‘Umar (634-644), ‘Utman (644-656) y ‘Ali (656-661).

[4] Mi, Shoujiang; You, Jia. Islam in China. Pekín, China Intercontinental Press, 2004, p. 3.

[5] La postura adoptada por las diferentes dinastías imperiales con respecto a la población musulmana ha sido comentada en artículos anteriores de esta revista.

[6] En China conviven decenas de grupos étnicos, de los cuales 56 son reconocidos oficialmente por la República Popular China. El 90% de los habitantes del país pertenecen a la etnia han, mientras que los hui son una minoría constituida por chinos de religión musulmana. Otros grupos étnicos asentados en China profesan esta religión, y residen principalmente en la zona noroeste: uigures, kazajos, tayikos, kirguís, uzbekos, tatar, dongxiang, salar y bao’an.

[7] Allès, Élisabeth. “Confucius, Allah, et Mao. L’islam en Chine”. Opus cit., p. 208.

[8] Xiaowei, Li. “China”, en: Frishman, Martin; Khan, Hasan-uddin (eds.). The mosque. History, architectural development & regional diversity. Londres, Thames and Hudson, 1994, pp. 208-223.

[9] La tradición cuenta que la llegada de los primeros musulmanes a China tuvo lugar cuando el tío materno del Profeta, Saʿd ibn Abi Waqqas, y sus compañeros, llegaron a la costa de Cantón desde Medina en el año 632. El grupo se dirigiría a la capital, donde serían recibidos por el emperador, al que pidieron permiso para construir tres mezquitas, erigidas en Chang’an, Nankín y Cantón. Abi Waqqas se establecería en Cantón, donde fallecería y sería enterrado; la que se cree su tumba es considerada por los musulmanes chinos el edificio islámico más antiguo del país.

[10] Sun, Dazhang; Qiu, Yulan. Islamic Buildings: The Architecture of Islamic Mosques in China. Nueva York, CN Times Books, 2015, pp. 40-42.

[11] Cátedra de aspecto monumental, a la que se accede por una escalera, donde se emplaza el predicador que pronuncia el sermón de los viernes.

[12] La qibla es la dirección hacia la Ka‘ba, en la Meca, hacia donde se realiza la oración. Esta orientación determina muchos actos de la vida cotidiana.

[13] El mihrab es el nicho que se encuentra en el muro de la qibla, donde se hace presente a Dios de cinco formas distintas: mediante la exposición de la palabra de Dios, la representación de la luz como presencia divina, la representación del agua que da la vida, la representación de la belleza y la alusión a los atributos divinos.

[14] El concepto de la intimidad está presente en la arquitectura islámica, perceptible a través de la escasez de vanos al exterior de las viviendas, o el uso de pantallas y celosías. En las mezquitas chinas esta idea se materializa reforzada por el hecho de que el Islam es una religión minoritaria. En estos lugares, las puertas y las ventanas comunican los espacios con el patio interior, mientras que la muralla subraya el carácter de la mezquita como un lugar ajeno al mundo exterior, un espacio para el uso de la comunidad musulmana.

[15] Algunos documentos de la dinastía Song (960-1279) y del siglo XIV, hacen referencia al alminar como una stupa (arquitectura budista proyectada para contener reliquias) o una pagoda de piedra.

[16] Javer, Sadiq. “Chapter Twenty-two. Space and Calligraphy in the Chinese Mosque”, en: Gharipour, Mohammad; Cemil Schick, Irvin. Calligraphy and Architecture in the Muslim World. Edimburgo, Edinburgh University Press Ltd., 2013, pp. 400-415, espec. 406.

[17] Escuela de estudios religiosos o seculares.

[18] Xiaowei, Li. “China”. Opus cit.

[19] Ibídem, p. 210.

[20] Ibídem, p. 210-211.

[21] Ibídem, p. 217-218.

[22] Sun, Dazhang; Qiu, Yulan. Islamic Buildings: The Architecture of Islamic Mosques in China. Opus cit. pp. 60-69.

[23] Ibídem.

[24] Lomba Fuentes, Joaquín. El mundo tan bello como es. Pensamiento y arte musulmán. Barcelona, Edhasa, 2005, pp.79-85.

[25] Grabar, Oleg. “Graffiti or proclamations: Why Write on Buildings”, The Cairo Heritage: Essays in Honor of Laila Ali Ibrahim. El Cairo, American University in Cairo Press, 2000, pp. 69-76.

[26] Stöcker-Parnian, Barbara. “Chapter Eight. Calligraphy in Chinese Mosques: At the Intersection of Arabic and Chinese Calligraphy”, en: Gharipour, Mohammad; Cemil Schick, Irvin. Calligraphy and Architecture in the Muslim World. Edimburgo, Edinburgh University Press Ltd., 2013, pp. 139-158.

[27] Ibídem, pp. 143-148.

[28] Se entienden por ahadit (en singular: hadit) los dichos pronunciados por el Profeta Muhammad a título personal, es decir, palabras no reveladas por Dios, así como narraciones acerca del mismo. Estos ahadit fueron puestos por escrito –en su mayor parte en la segunda mitad del siglo IX– por diferentes autores.

[29] Es la profesión de fe musulmana, expresa la unicidad de Dios y afirma la misión del Profeta Muhammad.

[30] Stöcker-Parnian, Barbara. “Chapter Eight. Calligraphy in Chinese Mosques: At the Intersection of Arabic and Chinese Calligraphy”. Opus cit., pp. 147-148.

[31] Javer, Sadiq. “Chapter Twenty-two. Space and Calligraphy in the Chinese Mosque”. Opus cit., pp. 404-403.

[32] Los “99 nombres de Dios”, conocidos como al-Asma’ al-Husna o “los nombres más hermosos”, son las formas de referirse a Dios en el Islam, en su mayor parte epítetos que hacen referencia a atributos divinos.

avatar Esther Lupón González (7 Posts)

Graduada en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza, cursando el Máster de Estudios Avanzados en Historia del Arte.


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