Las aventuras de Gokū, se estrenaron a finales de los años ochenta en España. El pequeño niño con cola dotado de una fuerza sobrehumana, llegó a través de dos canales autonómicos: el catalán TV3, y la gallega TVG. En ese momento, las cadenas autonómicas contaban con muy pocos años de andadura. Todavía faltaba tiempo para que la publicidad y los contratos de patrocinio generasen ingresos, de ahí que se optara por la utilización de productos, relativamente baratos, con los que poder entretener a la audiencia, especialmente a la franja infantil-juvenil. La creación de una entidad mayor que agrupaba a todas estas cadenas (incluyendo a la ahora desaparecida Canal Nou o a Telemadrid), conocida como FORTA, permitía el intercambio de aquellos elementos de la parrilla televisiva que gozaban de más éxito en las distintas regiones. Uno de ellos fue Dragon Ball.
Una década antes, TVE había allanado el camino con Mazinger Z o Heidi, demostrando que los dibujos animados desarrollados en Japón, podían gozar de un notable éxito. Sin embargo, Dragon Ball rompió todas las expectativas: Telemadrid llegó a obtener un 37% de share, mientras que en Valencia la cifra ascendió al 53% y en Cataluña al 58%. Uno de cada tres niños en España había seguido la serie en algún momento. Y también más de un padre.
Su gran éxito entre la juventud se vio acompañado de toda una oleada de críticas por parte de asociaciones de padres.Consideraban que Dragon Ball tenía una carga demasiado violenta (y, a veces, erótica), para tratarse de un producto dirigido, eminentemente, a los niños. El público español estaba acostumbrado aseries como David el Gnomo o D`Artacán y los tres mosqueperros, ambas producidas por BRB Internacional, con una carga argumental ligada a la protección de la naturaleza, o que ponía énfasis en la educación en valores. Además, en esos momentos, el anime japonés era un producto todavía poco conocido, que en ocasiones se confundía entre toda una amplia variedad de producciones procedentes de distintos países de Europa o de Extremo Oriente. Dragon Ball era un dibujo animado exótico y extraño a ojos de los padres y pedagogos, que veían en él elementos más propios de la edad adulta que ligados a la infancia. Ordenaron su retirada de forma inmediata y, en algunas cadenas (como Canal Sur) la serie dejó de emitirse.
Otras muchas, sin embargo, optaron por retrasar la emisión de las nuevas temporadas, pero nunca llegaron a retirar la serie. Dragon Ball resultaba demasiado rentable como para permitirse su suspensión y, además, no se había llegado a demostrar de forma fehaciente que su contenido afectase a los niños. En general, se sentían atraídos por el ritmo de las batallas, la calidad de la animación o el contexto creado, totalmente novedoso en comparación con el resto de los dibujos animados a los que podían acceder. Para evitar muchas situaciones comprometidas, las cadenas optaron casi desde el inicio por la censura, tanto gráfica como en el doblaje, práctica que todavía sigue vigente en muchas series de animación emitidas en España en los últimos años.
Con esta estrategia (reprobable en muchos sentidos), se salvó más de un escollo y el éxito de Dragon Ball continuó creciendo. Las corporaciones españolas de televisión (ya no sólo autonómicas sino también privadas y públicas) se dieron cuenta del nuevo filón que podía existir en estos productos. Y apostaron decididamente por ellos. Y los ecos llegaron al mundo editorial. Antonio Martín, director de Cómics Fórum (e impulsor como tal, de la llegada a España, de las mejores ediciones de cómic e Marvel) vio en el manga un nuevo éxito a explotar, vinculado al que traía consigo el anime. Fue Dragon Ball el que abonó el futuro del anime y el manga ligados a un público infantil-juvenil. Akira conseguiría lo propio en el sector adulto. Pero eso es otra historia.
Para saber más: