El Lolita[1] es un movimiento que, a pesar de su procedencia japonesa, ha superado todo tipo de fronteras. Podemos encontrar tanto chicos como chicas alrededor de todo el mundo que disfrutan con cada detalle presente en sus vestidos, y se sienten cómodos llevando conjuntos que van desde los tonos más claros al riguroso negro. Sin embargo en la actualidad ¿podemos asegurar con certeza que este movimiento sigue siendo el mismo que en sus orígenes? Mediante el presente artículo queremos aproximar al lector al panorama contemporáneo del Lolita, incidiendo en determinados aspectos que no han hecho sino suponer una serie de rupturas con su origen.
Como ya hemos comentado en entregas anteriores, el Lolita surge en Japón en torno a los años 70 del siglo pasado. Su concepción original nos traslada al espíritu de ruptura y rebeldía por parte de las jóvenes mujeres del momento que buscaban acabar con el rol impuesto por la sociedad, por el que quedaban relegadas a cumplir su papel como perfectas esposas y madres sacrificadas. Para ello, a modo de protesta, decidieron cambiar su forma de vestir, dando lugar a un nuevo estilo llamativo y absolutamente diferente a lo que se podía considerar como “correcto” o “apropiado”: prendas inspiradas por épocas pasadas como son el Rococó o la época victoriana, sin dejar de lado la cultura pop nipona; así, podemos encontrar conjuntos caracterizados por faldas de vuelo, mangas abullonadas y delicados zapatos. Ligados al movimiento, autores como es el caso de Novala Takemoto, hicieron partícipe al Lolita en sus obras, dando lugar a toda una serie de poesías y textos que aglutinaban entre sus líneas los aspectos más significativos del movimiento: la apreciación de los pequeños detalles, el convertir la cotidianeidad en arte, y, por supuesto, la rebeldía implícita en todos estos actos. Igualmente, destacan otras figuras de importancia como Mana, creador de la marca Moi-même-moitiè y parte del grupo musical Moi Dix Mois, que junto con el autor mencionado, transgredió las fronteras propias del género adoptando una forma de vestir propia del sexo femenino, reivindicando la libertad implícita en el Lolita.
Sin embargo, a pesar de todo lo mencionado anteriormente, podemos afirmar sin ninguna duda que el papel y concepción del Lolita ha cambiado bastante. Evidentemente, una de las primeras variaciones viene de la mano de los cambios en el estilo y la moda, y ahí es donde entran en juego las diversas marcas que presentes en nuestros días, es el caso de la icónica Baby, the stars shine bright, o Moi Même Moitié, o Innocent World, por nombrar algunos ejemplos. Estas firmas marcan tendencia, dictan lo que está de moda, los cortes de las prendas o incluso el carácter de los estampados. Si bien, también podemos encontrar otras vertientes, como creadores independientes que dan a conocer nuevos modelos llenos de frescura y originalidad, o toda una serie de personas que disfrutan diseñando sus propias prendas a su gusto y medida -ya que también hemos de tener en cuenta que las marcas japonesas cuentan con tallas limitadas, en la mayoría de los casos, que a día de hoy se están ampliando gracias a la atención por parte del público occidental-.
Por otro lado, son muchas más las personas interesadas en la difusión y conocimiento de este movimiento en distintos países. Este es el caso de las llamadas Embajadoras Kawaii, responsables de dar a conocer las distintas subculturas y estilos presentes en las calles de Japón, de las cuales, no podemos dejar de destacar a la que se ha convertido en la actual presidenta de la Japan Lolita Association, la modelo Misako Aoki, todo un referente -tanto físicamente, atendiendo a su apariencia y estilo como por su forma de comportarse, gestos y modales- en el Lolita.
Tanto los diferentes vestidos producidos por las diversas marcas como la presencia de este tipo de figuras sobresalientes en el panorama de la cultura popular japonesa, han dado lugar a todo un fenómeno que no deja de ser sino una mera imagen de marca. Para hablar de esto, nos centraremos en el caso concreto encarnado en la imagen de la marca Baby, the stars shine bright representada, sobre todo, por la ya mencionada Misako Aoki.
Se podría decir que esta firma es una de las más punteras en el mercado a día de hoy, caracterizada por vestidos de tonos pastel y estampados dulces en la mayoría de los casos. Baby, aporta una imagen más cercana a la infancia que a la madurez, digna de un cuento de hadas, todo ello encarnado en la figura de Misako, una mujer de rasgos aniñados, piel pálida y suave, de baja estatura y con el pelo largo y cortado con flequillo recto. Igualmente, esta firma cuenta con una segunda marca llamada Alice and the pirates, que ofrece un surtido de prendas más oscuras, menos infantiles en
este caso. De este modo, cubren la mayor parte de las demandas por parte del consumidor, atendiendo a las necesidades de lolitas que gustan de un estilo más sweet (dulce, de tonos claros) y otras más gothic (gótico, colores oscuros principalmente).
La difusión de este movimiento -o moda, ya que en este caso nos estamos limitando a la vertiente más visual- se produce a través de publicaciones especializadas, revistas como la Gothic Lolita Bible, que se centran en mostrar las novedades por parte de las marcas, eventos, modelos aderezadas con conjuntos recargados que sugieren a los lectores el modo correcto de combinar sus prendas, o el caso de tutoriales detallados para poder conseguir un aspecto y maquillaje que emule a estos ídolos.
Los vestidos son otro componente a tener en cuenta en esta difusión. En la mayoría de los casos, estas prendas cuentan con un estampado concreto al que se dota con un nombre que permita diferenciarlo del resto y que dará nombre al modelo en sí (por ejemplo, en el caso de la marca que nos ocupa tenemos nombres como Rose Candle, Creamy Soda o Marie Antoinette, que abarcan tanto al vestido como a los accesorios, conformando una pequeña colección que da como resultado un conjunto completo). Estos estampados, conocidos con el nombre de prints, se disponen en la parte inferior de la falda y en todos ellos encontraremos una referencia a la marca, ya sea el nombre completo de la misma, su logo, una sola palabra o incluso un personaje como es el caso de Kuma Kumya-chan, mascota de Baby. Así, una prenda puede convertirse en un medio publicitario en sí mismo.
Otro elemento del que se favorecen las distintas marcas para llevar a una mayor difusión, son las colaboraciones, ya sea con diseñadores, dibujantes, otras firmas, o con objetos que no tienen nada que ver con la indumentaria, como es el caso de las muñecas. En enero del pasado año 2014 salió al mercado la Pullip Misako Aoki, una muñeca caracterizada a imagen y semejanza de la modelo correspondiente, y ataviada con un pomposo vestido diseñado por la propia Misako en colaboración, a su vez, con Baby, the stars shine bright, de modo que el vestido está repleto de referencias a la firma, de tal modo que su nombre sirve como estampado, y el logo, como un adorno para el pelo. Mediante este tipo de colaboraciones el espectro de público aumenta: se despierta el interés por el Lolita -de nuevo, en un sentido absolutamente visual- en los consumidores de muñecas, mientras que a las lolitas se les da un objeto de su gusto.
A modo de resumen, podemos afirmar, sin lugar a dudas, que firmas como las que hemos mencionado a lo largo del artículo han conseguido que su producto quede completamente disuelto en la marca. Como Lolita consumidora de brand (de marcas), no llevas un vestido cualquiera, llevas un Baby, o un Angelic Pretty. Gracias a la publicidad obtenida a través de sus modelos y de las publicaciones consiguen vender al consumidor toda una succes story: si compras estas prendas y sigues las instrucciones que ponemos a tu alcance (diversos tutoriales), serás igual de guapa que las chicas que aparecen en los anuncios, te sentirás bien contigo misma y, en consecuencia, serás feliz.
Pero ¿realmente es así?
Hemos de considerar otras vertientes del movimiento estrechamente relacionadas con las firmas y marcas, como el desprecio existente -casos concretos, no nos referimos a un comportamiento general- hacia personas que no pueden desembolsar importantes sumas de dinero en prendas, o a toda una serie de afirmaciones por parte de figuras como Misako Aoki, que opta por ofrecer un conjunto de normas de comportamiento aptas y prácticamente obligatorias para las lolitas, que en ocasiones pueden llegar a ser creídas a pies juntillas a pesar de lo erróneo de las mismas. En resumidas cuentas, podemos hablar de un corsé que limita el Lolita “canónico” a lo que Misako Aoki -estrechamente relacionada con Baby, the stars shine bright– dice que es correcto y apropiado para serlo.
No podemos terminar sin llevar a cabo una última reflexión que nos remite de nuevo a los orígenes que hemos mencionado al principio de este texto, y lanzamos una pregunta al lector: Lo que empezó como un movimiento en favor de la libertad por parte de la mujer, ¿en qué se está convirtiendo?
Para saber más:
Notas:
[1] Una subcultura que surge en Japón en torno a la década de los años 70 del siglo pasado durante un momento de inestabilidad económica y malestar social y cultural. Las generaciones más jóvenes decidieron reaccionar ante lo establecido y considerado como apropiado, así como ante la crítica situación que atravesaba el país, surgiendo movimientos como es el caso que nos ocupa. El Lolita se caracteriza por una forma de vestir inspirada en épocas pasadas, como es el caso del Rococó francés y la época victoriana, concretamente en aquellos atuendos propios de las clases más elevadas, sin dejar de lado elementos contemporáneos propios de la cultura popular japonesa.