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Muñecas como embajadoras de la paz. El caso de las Friendship Dolls. – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
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This article was written on 07 Ene 2016, and is filled under Historia y Pensamiento.

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Muñecas como embajadoras de la paz. El caso de las Friendship Dolls.

Mediante el siguiente artículo, perteneciente a una pequeña serie de textos por parte de la revista Ecos de Asia relativo al mundo de la infancia, queremos recordar un importante episodio que llama la atención por su singularidad: un intercambio de muñecas, previo al estallido de la II Guerra Mundial, que tuvo lugar entre Estados Unidos y Japón, y cuyo objetivo principal fue lanzar un mensaje de paz, unión y tolerancia entre ambos países.

Antes de abordar los motivos y las piezas de este intercambio, debemos referirnos brevemente a las circunstancias históricas que lo propiciaron, algunas de las cuales fueron ya perfiladas en este artículo. Partimos de la importante presencia de inmigrantes japoneses en el norte de América, sobre todo durante el período comprendido entre los años 1898 y 1907 (fechas posteriores a la primera guerra sino-japonesa y ruso-japonesa), lo que trajo consigo un sentimiento de desconfianza y discriminación por parte de los americanos, que criticaban a los nipones (así como a los chinos y otros asiáticos) por el cobro de salarios mucho más bajos, y, en consecuencia, por la creencia de que les arrebataban puestos de trabajo. En 1905, en San Francisco -que concentraba buena parte de la migración asiática-, se formó la Asiatic Exclusion League (Liga de la Exclusión Asiática), lo que trajo consigo el inicio de un importante movimiento anti-japonés. Considerando esta situación, el presidente Theodore Roosevelt negoció lo que se conoce como el Gentlemen’s Agreement (Acuerdo entre caballeros), por el que el gobierno japonés se comprometía a detener la emisión de pasaportes a los trabajadores, frenando así la inmigración japonesa a Estados Unidos. Igualmente, cumpliendo este mismo acuerdo, se desaceleró de manera efectiva la inmigración, y unos setenta mil japoneses regresaron a su país natal entre los años 1910 y 1920. Finalmente, en el año 1924 el presidente Calvin Coolidge firmó el Inmigration Act (Acto de Inmigración), que terminó definitivamente con las migraciones asiáticas, y por lo tanto  también japonesas, a Estados Unidos.

En este momento, entraría en escena una figura fundamental, que no estaba de acuerdo con este rechazo hacia Japón: el Dr. Sidney Gulick (1860-1945),[1]creador de un programa que permitiría a los ciudadanos de ambas naciones -empezando por los más jóvenes y, en consecuencia, neutros-  entenderse mutuamente, labor que nos ocupa en este texto. En el año 1926 Gulick fue una parte importante en la formación del Committee on World Friendship Among Children (Comité de la Amistad Mundial Entre los Niños), apoyada por la Commission on International Justice and Goodwill (Comisión de Justicia Internacional y Buena voluntad) del Federal Council of the Churches of Christ in America (Concilio Federal de Iglesias Cristianas en América). El primer proyecto que se llevó a cabo en 1927, ideado por el propio Gulick, fue el envío de un conjunto de muñecas americanas, conocidas como blue-eyed dolls o muñecas de ojos azules, a Japón durante el festival del Hinamatsuri,[2] con el fin de transmitir un mensaje de buena voluntad, entendimiento y paz entre ambas naciones.

Muchos fueron los americanos que participaron en este envío de muñecas, las cuales procedían, sobre todo, de iglesias, escuelas, asociaciones de padres y profesores, organizaciones de voluntarios y organizaciones infantiles como las Girl Scouts. En total, se reunieron 12.736 de ojos azules y con un mecanismo de voz en su interior, cada una de ellas con su correspondiente pasaporte que decía: “Esta muñeca es una buena ciudadana de los Estados Unidos de América. Obedecerá todas las leyes y costumbres de tu país. Por favor, cuida de ella mientras esté contigo.”,[3] un billete de tren y barco y, en algunos casos, cartas escritas a mano tanto por parte de Gulick[4] como de los niños que las enviaban. Antes de iniciar su trayectoria, se organizaron toda una serie de fiestas de despedida para las muñecas por todo el país, durante las cuales, los niños decidieron disfrazarse con trajes japoneses y enseñar a las viajeras danzas y música orientales con el fin de que se acostumbraran a su nuevo hogar.

Postal en la que podemos ver a un trío de niñas japonesas sosteniendo tres blue-eyed dolls llegadas desde Estados Unidos, incluso en el extremo izquierdo de esta imagen aparecen otras niñas que agitan banderas estadounidenses.

Postal en la que podemos ver a un trío de niñas japonesas sosteniendo tres blue-eyed dolls llegadas desde Estados Unidos, incluso en el extremo izquierdo de esta imagen aparecen otras niñas que agitan banderas estadounidenses.

Finalmente, las muñecas partieron al Monbusho (Departamento Japonés de Educación) en cinco barcos de vapor llegando a tiempo para el Hinamatsuri. El primer cargamento salió en el mes de enero, arribando posteriormente al puerto de Yokohama, donde las muñecas fueron recibidas con entusiasmo y diversos festejos. Cuarenta y ocho de ellas representaban cada uno de los estados de América, además de un ejemplar específico conocido como Miss América, símbolo del país por entero. Después de las diversas celebraciones en torno a su llegada, que tuvieron lugar en Tokio, Osaka y Yokohama, se repartieron entre distintas escuelas y guarderías, reservando las cuarenta y ocho mencionadas para el Museo Imperial de la Educación, situado en Tokio.

A partir de este momento, se empezó a preparar una respuesta a este envío por parte de Japón. Considerando la falta de tiempo, se optó por preparar un total de cincuenta y ocho muñecas Ichimatsu-ningyô,[5] a las que se denominó como Torei-ningyô (Muñecas de gratitud) para enviarlas a Estados Unidos. Para ello, el Comité de Amistad Internacional Entre los Niños ya mencionado, recolectó un sen (moneda de Japón equivalente, en su momento, a medio céntimo) por niño, abarcando todos los niños escolarizados que en su momento sumaban un total de 2,6 millones. De este modo, se reunieron un total de cuarenta y siete muñecas en representación de las distintas prefecturas, seis con los nombres de las más grandes ciudades japonesas (Tokio, Osaka, Kioto, Nagoya, Yokohama y Kobe) y cuatro en representación de los territorios fuera del archipiélago en poder de Japón (Taiwan, Chosen [Corea], Karafuto [Sakhalin], Kanto-shu [península de Liaotung]). Por último, la muñeca más importante y más cara era Miss Dai Nippon o Miss Japón, fabricada con un especial cuidado.

Fotografía que muestra el conjunto de Torei-ningyô que fueron enviadas a Estados Unidos. En la parte superior podemos ver algunas de las piezas y accesorios que acompañaban a estas muñecas, como pueden ser biombos, faroles o piezas de laca y cerámica.

Fotografía que muestra el conjunto de Torei-ningyô que fueron enviadas a Estados Unidos. En la parte superior podemos ver algunas de las piezas y accesorios que acompañaban a estas muñecas, como pueden ser biombos, faroles o piezas de laca y cerámica.

A la hora de elaborar estos ejemplares, se llamó a los mejores y más expertos artesanos: los atuendos de las muñecas se realizaron con las sedas más caras, adornados con patrones y estampados pintados a mano; cada uno de los ejemplares se acompañó de un pasaporte, cartas de los niños japoneses, un juego de té y otros accesorios, además de un libro ilustrado acerca de los niños y las fiestas del té en Japón. Al igual que ocurrió con los ejemplares americanos, se celebraron toda una serie de ceremonias en torno a las muñecas y su partida. Finalmente, partieron de Yokohama hasta San Francisco, coincidiendo su llegada con la Navidad. Diecisiete ejemplares continuaron su viaje hasta Washington, donde tuvo lugar una ceremonia de bienvenida el día 27 de diciembre de 1927. Las muñecas se dividieron en un total de seis grupos, de modo que cada uno de ellos iba destinado a una región del país, igualmente, estos grupos se dividieron para dar cabida a las regiones más pequeñas. Las muñecas más bellas y delicadas fueron expuestas en museos y bibliotecas públicas por todo el país; conocemos con seguridad la localización de algunas de estas muñecas, como es el caso de Miss Japón, que se conservar en el Smithsonian Museum, en Washington.

Tristemente, catorce años después de este episodio estalló la II Guerra Mundial (1939-1945), momento en el que varias de estas muñecas se destruyeron, vendieron o perdieron. Desde este momento hasta, aproximadamente, la década de los 80 del siglo pasado, no se supo nada del destino de estas ningyô, sin embargo, hoy en día, la mayoría de los ejemplares han sido localizados, con la salvedad de un total de catorce muñecas que todavía siguen perdidas. Esto se debió principalmente a las acciones por parte de los museos tras el estallido de la II Guerra Mundial, que optaron por almacenar, o incluso vender, los ejemplares de muñecas que tenían entre sus fondos por considerarlas un objeto reflejo del enemigo, que incluso podía ser peligroso poseer.

Algunas de las muñecas de la amistad llegadas desde Japón han vuelto actualmente a su país de origen para su restauración. Podemos afirmar que estos retornos han despertado una importante expectación e ilusión entre los japoneses, por lo que se han organizado toda una serie de exposiciones con el fin de mostrar estas muñecas y destacar su labor como embajadoras de la amistad. Queremos destacar una de estas muestras sumamente reciente, ya que tuvo lugar al finales del pasado año 2015 en el National Museum of Toy/Miniatures (Kansas), donde se expusieron un total de cinco ejemplares de estas muñecas (podemos citar las identificadas como Miss Aomori, Miss Aichi y Miss Nagasaki) pertenecientes a colecciones privadas.

Miss Mie junto a algunos de sus accesorios, un ejemplar original de Torei-ningyô.

Miss Mie junto a algunos de sus accesorios, un ejemplar original de Torei-ningyô.

El hecho de pensar en un mero intercambio de muñecas nos puede parecer simple y baladí, sin embargo, hemos de ser conscientes de que su significación iba mucho más allá, al considerarse, prácticamente, como un reflejo del pueblo al que pertenecían, y transmitían, además, un mensaje que iba dirigido a los más pequeños, con el fin de hacerlos tolerantes, de que fueran capaces de aceptar al Otro. Estamos ante un ejemplo de cooperación y valores, que, sin embargo, se vio truncado por un conflicto, que destruyó los lazos creados en el pasado, así como de esas deliciosas piezas que, a pesar del esfuerzo y cuidado que demuestran los custodios de estas muñecas, apenas han llegado hasta nosotros.


[1] Para más información acerca de la biografía de este personaje, así como de su labor, véase su página en Wikipedia. Disponible aquí.

[2] Este es un festival tradicional japonés, conocido en castellano como Día de las Niñas. Podemos fecharlo el tercer día del tercer mes, es decir, el tres de marzo. Durante el mismo se exhibe un conjunto de muñecas que representan a la corte del emperador, sobre un soporte escalonado de color rojo, dispuestas siempre en estricta jerarquía. Como bien indica su nombre, durante este festival se celebra el crecimiento de las niñas, e igualmente, mediante las exhibiciones de muñecas mencionadas, se les pretende inculcar la importancia de la tradición, así como enseñar valores como la calma o la obediencia, que se reflejan en estas pequeñas y delicadas figuras.

[3] Traducción de la autora.

[4] “Los Estados Unidos de América y Japón pueden ser amigos para siempre. Por favor, déjame unirme a la celebración del festival de las muñecas [Hinamatsuri] el día 3 de marzo en tu país.” Traducción de la autora.

[5] Estas son unas muñecas pertenecientes a la categoría de ningyô (muñecas tradicionales niponas), en este caso, representan a niños y niñas japonesas de escasa edad ataviados con vistosos kimonos y sus correspondientes accesorios. Normalmente, estas muñecas son de madera, que recibe un acabado mediante una pasta compuesta por conchas marinas trituradas y un aglutinante animal, que les da un aspecto blanco, liso y brillante, y están articuladas. Además, se incluyen ojos de cristal y cabello natural para darles un aspecto más realista. Principalmente, estas muñecas son juguetes, aunque pueden actuar como un elemento decorativo. Más información aquí.

avatar María Gutiérrez (133 Posts)

Graduada en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza, Máster de Estudios Avanzados en Hº del Arte y Máster en Formación de profesorado en Educación Secundaria por la misma universidad. Actualmente se encuentra ultimando su tesis doctoral acerca del coleccionismo de muñecas tradicionales japonesas.


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