El cine coreano ha comenzado a tener mayor impacto fuera de sus fronteras. Cierto es que hasta hace poco se encontraba en un segundo plano en contraposición con el cine europeo y de EE.UU. principalmente, sin embargo, poco a poco los cineastas coreanos se han ido abriendo paso en Occidente como es el caso del filme Operation Chromite, nuestro objeto de análisis. El cine se ha convertido en una fuente importante para la comprensión de determinados periodos históricos, aunque muchas veces no se acepta como un medio válido.
“La relación entre historia y cine o, para ser más exactos, la integración del cine en el proceso de construcción del discurso histórico no está, aún en nuestros días, exenta de polémica, una discusión cuyos polos extremos son defendidos desde diversas y antagónicas tribunas: una defiende que el cine es fuente que permite una Historia distinta y mejor; otra que al cine no se le puede conceder el status de fuente histórica, de materia prima para el historiador.”[1]
Sin embargo, sí es posible hacer historia a través del séptimo arte, puesto que “el interés del cine por la historia se enmarca también dentro de un proceso de popularización de la Historia cuyo consumo deja de ser exclusivo de las clases intelectuales para pasar a ser privilegio de las clases obreras y populares.”[2] En primer lugar debemos identificar el tipo de filme que es Operation Chromite y que ubicamos en el cine de ficción de propaganda bélica (de buenos y malos). Ahora bien, recordando que en un artículo pasado hicimos referencia al contexto histórico en que se desenvuelve la película, como hecho particular de la batalla de Inchon,[3] debemos especificar que partiremos del análisis del discurso[4] para comprender la presencia estadounidense en la Guerra de Corea (1950-1953)[5] y los cambios que presentan los personajes a lo largo de la trama, haciendo uso de escenas clave. Por tanto, no nos detendremos en la narración profunda del contenido del largometraje, ya que tendríamos que hacer uso de la historicidad [6] sino que, relacionaremos historia y cine a través de las escenas. La película narra los acontecimientos de un grupo de surcoreanos infiltrados en Inchon cuya misión es ganarse la confianza de la milicia de Corea del Norte, obtener información confidencial y, con ello, decantar la balanza del lado defendido por las fuerzas aliadas de la ONU.
Desde un primer momento se deja claro la fuerza del aspecto sociológico puesto que, dentro de Operation Chromite, los dos sistemas políticos imperantes (comunismo y capitalismo) pese a que son contrarios, a la vez se complementan. Por otro lado, el cine propagandístico de ficción se enfoca tanto en el entretenimiento que puede llegar a ignorar el origen geográfico de la película, sin embargo, se suele incorporar algún tipo de información extra referida a la cultura del país o una breve explicación histórica inicial. Esto hace aún más complicado ubicar la información de carácter cultural, de por si escasa en la película, pero resulta posible encontrar en algunos diálogos la inclusión de conocimientos históricos, sociales, políticos y culturales.
Tomando como ejemplo la figura de los protagonistas, por el lado norte ubicamos al juche[7] de Kim Il Sung en Lim Gye Jin (Beom Su Lee), por otro lado encontramos representada a Corea del Sur en el personaje del líder Jang Hak Soo (Lee Jung Jae), de los espías surcoreanos y ello, a su vez, pone al descubierto la supremacía militar y política de los Estados Unidos de América sobre el resto de las naciones encarnado en la figura de Douglas MacArthur (Liam Neeson).
Siguiendo el hilo conductor, debemos tomar en cuenta las necesidades imperialistas estadounidenses y sus políticas militares (luchar en contra de los comunistas norcoreanos y ganar la guerra) de manera explícita en el tema del filme, así como la relación existente entre los diferentes actores sociales y el papel que juegan para detonar el compromiso que requiere combatir en un conflicto bélico, donde un grupo específico de personas (independientemente del bando al que pertenezcan) se vuelve mucho más belicoso y drástico en sus acciones frente a una situación de confrontación y muerte. Dicho de otra manera, la significación histórica de la película la convierte en vehículo de información antes que en experiencia estética.
Otro aspecto que nos muestra la supremacía estadounidense y la dependencia de Corea del Sur la encontramos en las escenas inicial y final, ambas clave puesto que el primer personaje y el último en aparecer es MacArthur; además, en el mismo comienzo de la película el presidente al que el narrador hace referencia es Truman, quien ordena a MacArthur comandar las tropas de la ONU, siendo el otro actor social importante del lado de Corea del Sur además del presidente de ese país, Sygman Rhee.
Desde nuestro punto de vista, podríamos decir que la intención del cineasta fue la de mostrar a los coreanos del sur como héroes nacionales, pero, sin darse cuenta, tanto el director como el escritor convirtieron a MacArhur en el personaje principal, independientemente de que su actuación no haya sido constante a lo largo de la película. De esta manera, Operation Cromite como objeto de estudio se convierte en un producto cultural que analiza, que aporta información histórica, que contiene elementos ideológicos y políticos retratados a través de los personajes, en el caso de los coreanos (que sin proponérselo se encuentran en un papel secundario), coinciden en el plano mental y afectivo, por ello, a lo largo de la cinta se van poniendo al descubierto los sentimientos de temor y rivalidad entre coreanos de uno y otro bando, como en la escena del restaurante cuando hay una confrontación directa entre coreanos del norte y coreanos del sur.
Siguiendo esta idea de contrarios, encontramos la encrucijada entre seguir la filosofía juche o apoyar a la familia puesto que, el culto a Kim Il sung se traduce en la educación de un pueblo que se encontraba, y aún se encuentra, completamente aislado del exterior, lo que evita que las familias se reconozcan como núcleo fundamental de la sociedad. Se trata de una unidad monolítica entre el líder, el partido y el pueblo que no pueden ser destruidos ya que, en el juche, el principio filosófico es que el pueblo es dueño de todo y todos en la sociedad están a su servicio mas no de un particular, aunque posea lazos de consanguinidad.
Ahora bien, nos detenemos un poco en la vida misma del coreano, que está inserta dentro del filme y que trata de la importancia de los lazos familiares y las relaciones de jerarquización. Al primero lo encontramos en uno de los militares infiltrados, quien consigue ver a su esposa e hijo pequeño por última vez y, en segundo lugar, la relación de subordinación tan marcada existente entre las clases sociales bajas y nobles durante la dinastía Joseon (1392-1910), como es el caso de otros dos infiltrados, amo y sirviente, ya que este último se refería al primero de manera formal y subordinada incluso cuando están a punto de morir.
Independientemente del papel que jugó Estados Unidos en la guerra de Corea, Operation Chromite fue bien empleada como materia prima para introducir en el espectador los fines patrióticos coreanos que se van construyendo a lo largo de la cinta, dándole el mayor realismo posible y que hace olvidar el evidente objetivo propagandístico. Nos gustaría destacar la última escena, cuando MacArthur hace un saludo militar al soldado caído a modo de conversación no verbal entré él y el coreano fallecido; una parte destinada a despertar la sensibilidad del espectador y con un mensaje subliminal que tiene la clara intención de justificar moralmente la presencia de Estados Unidos en Corea y el discurso triunfalista estadounidense.
Pese a esta clara finalidad propagandística, podemos concluir que el cine como objeto de estudio de la historia es una herramienta de vital importancia que ayuda a comprender la mentalidad de una sociedad, una ideología o un cambio político. Si bien es cierto que Operation Chromite es una fuente subjetiva, tanto el hecho como el contexto histórico deben ser sometidos a un proceso de crítica riguroso por parte del historiador al igual que se hace con el resto de las fuentes históricas de un período, ya sean documentales, archivísticas, visuales, artísticas, etc., sin olvidar que también es básico poseer un conocimiento previo del período histórico que se está analizando ya que:
“El cine sirve para aprender más o mejor la Historia, para reforzar el aprendizaje de la misma. (…) Nadie puede aprender Historia sólo mediante una película. (…) Otra de las limitaciones del cine en cuanto al conocimiento histórico se debe a su reducido ámbito de atención ya que normalmente se ha centrado casi siempre en narrar los grandes sucesos, las vidas de los grandes personajes [o bien las circunstancias en las que los personajes se desenvuelven]”[8]
Además “el asunto de la historia es el espíritu y las costumbres de las naciones, es decir, las formas de la vida.”[9] La oportunidad que nos brinda Operation Chromite para trabajar su contenido histórico ofrece nuevas maneras de comprender el pasado de la península que resulta mucho más motivador tanto para el historiador como para los mismos espectadores, ya que trabajar con imágenes en movimiento facilita los procesos de construcción sociológica y hace que el análisis de la fuente sea mucho más enriquecedor.
Para saber más:
Notas:
[1] Valle Aparicio, Eliseo, Cine e historia, Sobre la utilización de los documentos soporte vídeo en la enseñanza de la historia, España, Universidad de Valencia, Universidad católica de Valencia San Vicente Mártir, p. 445, 2007.
[2] Ibars Fernández, Ricardo y López Soriano, Idova, “La historia y el cine”, en CLÍO, Nº 32, p. 3, 2006.
[3] La batalla de Incheon fue un ataque anfibio llevado a cabo por las fuerzas de las Naciones Unidas en la ciudad de Incheon, conformado por 75 000 soldados y 261 buques de guerra. Este acontecimiento tuvo lugar entre el 15 y el 19 de septiembre de 1950. Se requería de retomar Inchon como punto estratégico para darle un giro a la guerra y victoria a favor del ejército de las Naciones Unidas. En este caso se trabajará concretamente dentro del hecho histórico (mas no en el propio contexto) para el análisis de la fuente.
[4] El análisis del discurso contempla diferentes enfoques teórico-metodológicos, es decir, es una teoría básica necesaria para analizar lo que la fuente nos quiere decir y no es posible identificar a primera vista. En este sentido, el interés de quien realiza ese tipo de análisis, no se limita sólo al estudio del vocabulario político, el lenguaje de las fuentes históricas o a las condiciones de producción y de lectura de los textos. Se trata de formularle preguntas a las fuentes como objeto de estudio para la misma historia.
[5] En este punto cabe mencionar que no se hará referencia a Rusia ya que, aunque apoyó a Corea del Norte no fue de la forma en que lo hizo Estados Unidos con Corea del Sur. Su apoyo a Corea del Norte fue únicamente con armamento.
[6] La historicidad es la reflexión de la misma historia; es decir, se trata de escribir la cualidad histórica de la experiencia humana, el estudio científico de la historia y el empleo de la narración.
[7] El comunismo que concibe Kim Il sung es denominado como Ideología Juche que nos habla de un nacionalismo a través del adoctrinamiento de las masas, donde se debe rendir respeto al jefe máximo (Kim Il Sung). También especifica que ninguna nación debe intervenir en las decisiones de Corea del Norte ya que ella misma puede salir adelante sin el apoyo de otras naciones.
[8] Ibars Fernández y López Soriano, op.cit. p. 7.
[9] Caparrós Lera, Julián María, “El film de ficción como testimonio de la Historia”, en Historia y Vida, nº 58, extra: El cine Histórico, pp. 177-178.