Hasta hace unos años, Berserk se había convertido en una licencia maldita. El título de culto había sido editado hasta en dos ocasiones por dos editoriales que se vieron obligadas a cerrar dejando inconclusa la obra. Cuando en 2017 Panini anunció que iba a retomar la publicación de este título de Kentaro Miura, y que además iba a recomenzar su publicación desde cero en un formato que recogía dos tankobon por tomo, la sorpresa fue mayúscula y muchos especularon sobre la viabilidad del proyecto, bromeando sobre el futuro de la propia editorial.
Pero esta nueva edición de Berserk funcionó. No solo eso, sino que impulsó a Panini a seguir por ese camino, de manera que a lo largo de 2018 han sido editadas en este formato nuevas series que, por sus características, resultaban más complicadas de recuperar actualmente. De este modo, han incorporado a su catálogo tres títulos: Bleach, Gantz y Lupin III.
Bleach (2005-2016, Tite Kubo) ha tenido una importancia capital en la configuración de la cultura otaku actual en España. Se conoció, junto a otros títulos de gran importancia como Naruto, en torno a 2006 gracias a la llegada de internet a la mayoría de los hogares, lo cual favoreció un tipo de consumo masivo así como su relativamente rápida llegada al mercado español. Esta historia mezclaba lo real con el sobrenatural mundo de los shinigamis para dar lugar a un shônen con identidad propia que cautivó a un gran número de fans. Sin embargo, su popularidad decreció en la última etapa, cuando la historia estaba ya demasiado alargada. A pesar de ello, en su momento Panini publicó los setenta y cuatro volúmenes de la colección, y percibiendo cierto potencial, se animó por una reedición en un formato de tomo doble.
Algo parecido ha ocurrido con Gantz (2000-2006 y 2006-2009, Oku Hiroya). Llegó a España en primer lugar en 2002, de la mano de las desaparecidas Editorial Glénat y posteriormente Editores de Tebeos, donde se publicaron treinta y cuatro de los treinta y siete volúmenes. En 2013, los derechos de la licencia pasaron a Panini, que completó la serie y publicó algunos números más difíciles de encontrar. Cinco años después, Panini ha recuperado esta licencia en su formato Maximum. Al igual que Berserk, se trata de un título que aunque ha adquirido un cierto renombre entre los aficionados, quizás nos llegó en un momento en el que el mercado no estaba lo bastante maduro como para que este título desarrollase todo su potencial. Sin llegar al extremo de Berserk, una obra de culto indiscutible, el hecho de disponer de una edición reciente de Gantz puede acercar la serie a un nuevo público.
Finalmente, el último título que se ha incorporado a estas ediciones dobles presenta unas características completamente diferentes. Se trata de Lupin III, el manga desarrollado por Monkey Punch entre 1967 y 1972. En este caso, es un título con una gran importancia dentro de la historia del manga, por la gran influencia que tuvo tanto la obra en sí como su personaje principal, incluso en la configuración de una iconografía moderna del ladrón de guante blanco. Hasta ahora, Lupin III había permanecido inédito en castellano, a pesar de que se trataba de un personaje relativamente conocido a través de su serie de animación (y de sus crossover animados con personajes como Detective Conan). No obstante, coincidiendo con sus lanzamientos Maximum, Panini consideró igualmente que 2018 era el momento oportuno para recuperar este clásico.
Lo cierto es que no podía tener más razón, si tenemos en cuenta la gran cantidad de clásicos y de títulos históricos que se están recuperando en estos últimos años (y que van desde la Biblioteca Tezuka que publica Planeta hasta las obras con las que Satori o Gallo Nero están haciendo sus incursiones en el manga, mediante gekiga y otros títulos históricamente relevantes). Sin embargo, aunque el contexto sea favorable para su recepción, el caso de Lupin III presenta una complicación respecto a los ejemplos que citábamos anteriormente, y es que ha envejecido bastante peor. Las historias que componen Lupin III adolecen una misoginia que es difícil de pasar por alto, incluso buscando únicamente el interés histórico de la obra. No se trata únicamente de la abundante presencia del género femenino hipersexualizado, sino que el sexo no necesariamente consentido es un elemento recurrente en el desarrollo de los distintos casos del ladrón. Esta degradación de los roles femeninos extremadamente cosificados se aborda desde la comedia condescendiente, generando en el lector contemporáneo una sensación de incomodidad.
A pesar de ello, Lupin III destila de una originalidad gráfica que justifica buena parte de su trascendencia como influencia en numerosos títulos posteriores, así como en su impacto global más allá de referencias concretas dentro del ámbito del cómic japonés. El estilo garabateado y recargado rompe con cualquier noción preconcebida de “estética manga”, quedando apenas reminiscencias en la representación de los ojos en algunas ocasiones. Además, Monkey Punch se caracteriza por su aspecto abocetado, que no siempre respeta sus propios cánones y proporciones. Esta idea refuerza la narrativa dinámica y ágil que caracteriza las distintas historias.
Quizás si algo define a todas estas series es su perfil dirigido a un público masculino de manera diferenciada. Tal vez esto sea menos evidente en el caso de Bleach, por tratarse de una obra dirigida a un público más joven, pero en los otros tres títulos se ajusta bastante. No es de extrañar, ya que se trata del punto fuerte de la línea manga de Panini. Sin embargo, estos ejemplos confirman la tendencia del mercado español de recuperar o editar en castellano obras relevantes tanto de la historia del manga como de su presencia en nuestro país. Sea como fuere, los indicios parecen apuntar a una madurez en el mercado de manga estatal que permite albergar optimismo al respecto de este tipo de licencias que enriquecen el acceso de los aficionados a obras que han configurado el manga, y en definitiva el cómic, tal como lo conocemos ahora.