La literatura sinoamericana, concepto que escapa a la mayoría de hispanohablantes,[1] está compuesta por las obras literarias producidas en los Estados Unidos por autores de ascendencia china, en las que quedan plasmadas las tribulaciones y problemáticas propias de este colectivo. Dicho género, que surge en el siglo XIX, alcanzará su máximo apogeo en la siguiente centuria y sus manifestaciones llegan hasta nuestros días, con las consiguientes modificaciones de estilo que imponen los dos siglos que separan unas obras de otras.
Esta corriente literaria entronca, pues, con el fenómeno migratorio chino hacia los Estados Unidos (el cual ya analizamos con detalle en un artículo anterior para esta revista), iniciado asimismo en el siglo XIX y motivado por las hambrunas y guerras en su país de origen. De esta forma, los primeros inmigrantes chinos llegados a California, fueron empleados en las minas durante la “fiebre del oro”, en la construcción del ferrocarril, o en la agricultura.
El colectivo sinoamericano hubo de hacer frente a la xenofobia y los prejuicios raciales, que se vieron materializados en la Ley de Exclusión China de 1882, la cual les impedía entrar en Norteamérica. A partir de este momento, la legislación americana fue paulatinamente relajando las restricciones del flujo migratorio hasta la Ley de Inmigración de 1965, que volvió a permitir la entrada de asiáticos a los Estados Unidos.
Ante este contexto político, que hemos descrito de forma sumamente superficial, los inmigrantes chinos llegados a territorio estadounidense, así como los hijos de éstos (denominados inmigrantes de segunda generación, tercera generación, y así sucesivamente), desarrollaron un tipo de manifestaciones culturales en las cuales combinan su sustrato original asiático con el del país que les acogió.[2] En el ámbito literario, los autores sinoamericanos de todas las décadas han tenido (y tienen) estilos diversos, manejando géneros dispares que van desde los textos ensayísticos a la literatura romántica, pasando por obras autobiográficas. Sin embargo, es cierto que podemos discernir algunas características comunes o temáticas recurrentes a todos ellos, que los hacen susceptibles de ser englobados en una corriente amplia, heterogénea y poliédrica que denominamos literatura sinoamericana.
Como es inevitable, un tema común que exploran la mayoría de escritores de ascendencia china es aquel que ahonda en los retos planteados a este colectivo para ser aceptado en la sociedad americana. Ya sea desde el prisma del choque cultural o adoptando tendencias más integradoras, lo cierto es que en muchos de estos autores se aprecian las dificultades que, bien ellos mismos o sus antepasados, tuvieron que sobrellevar para hacerse un hueco en la hoy multicultural nación estadounidense.
El otro tema angular de la producción sinoamericana es el del choque generacional, que profundiza en las diferencias surgidas entre los miembros de una familia que, pese a convivir en un mismo entorno, pertenecen a contextos culturales diametralmente diferentes. Por un lado, se encuentran los miembros de más edad, nacidos en China, que emigraron a los Estados Unidos, los cuales se enfrentan a aquellos más jóvenes, nacidos ya en territorio americano, y que viven su herencia cultural de una manera muy dispar.
Muchos autores pertenecientes a esta corriente literaria plasman los temas arriba descritos desde la perspectiva del desarraigo, describiendo la crisis de identidad que supone abandonar el propio país de origen para labrarse un destino en otro lugar y la forma de sobrellevar la riquísima herencia cultural china sin, por ello, renunciar a la propia identidad americana (en el caso, por ejemplo, de aquellos nacidos en los Estados Unidos).
A estos temas, comunes al de cualquier colectivo de inmigrantes, se unen otros que se centran en cuestiones de género, analizando el papel de la mujer en la sociedad y contraponiendo el contexto original del que proceden, marcado por la opresión del patriarcado y la sumisión al varón (plasmada, por ejemplo, en los famosos pies de loto), con la nueva realidad americana y la supuesta libertad que ésta promete.
Si realizáramos un breve recorrido histórico por esta corriente literaria, deberíamos destacar en primer lugar que las primeras obras escritas en el siglo XIX por inmigrantes chinos utilizan aún su idioma de origen, mayoritariamente el cantonés, lo que ha dificultado y postergado su estudio hasta fechas más bien recientes. Estos primeros escritores sinoamericanos eran en su mayoría trabajadores y estudiantes, así como también algunos académicos, diplomáticos o comerciantes, que relataron su propia experiencia en América a través de poemas, novelas, autobiografías, historias de ficción o relatos periodísticos. Estos pioneros debieron, además, hacer frente a los estereotipos predominantes en la época, que asociaban a los asiáticos con seres salvajes, peligrosos y exóticos que dominaban las artes mágicas, en lo que supone la gestación del denominado Yellow Peril, cuyo máximo exponente será el personaje ficticio de Fu Manchú. Entre estas primeras obras podemos destacar My Life in China and America (1909), la autobiografía de Yung Wing, el primer estudiante chino en graduarse en Yale, o la colección de canciones y rimas populares chinas Songs of Gold Mountain, publicada San Francisco in 1911.
A lo largo del siglo XX la narrativa sinoamericana floreció de la mano de autores como Sui Sin Far (seudónimo de Edith Eaton) o Lin Yutang que escribió algunas obras de éxito como My Country and My People (1935), aunque será en la década de 1950 cuando alcanzarán gran popularidad. Muestra de ello es la novela The Flower Drum Song (1957) de C.Y. Lee, que un año más tarde fue adaptada y convertida en musical de Broadway por Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II,[3] y que sería más tarde llevada al cine, en 1961.[4]
A través de estas obras, conectamos de forma directa con el punto de vista de unos autores que fueron testigos directos de algunos de los acontecimientos más turbulentos de la historia de China y América, como la Gran Depresión, el movimiento anti-japonés o la proclamación de la República Popular China, países ambos de los que se sentían ciudadanos a un tiempo.
En los años setenta cabe destacar la figura de la novelista Maxine Hong Kingston, quien consiguió el premio Nacional del Círculo de Críticos con su relato autobiográfico The Woman Warrior; Memoirs of a Girlhood among Ghosts (1976), analizando las diferencias étnicas y de género.
Entre los bestsellers de novelistas sinoamericanas de la década de 1980 podemos mencionar Luna de primavera (1981) de Bette Bao Lord, o El club de la buena estrella (1989), primera novela de la afamada escritora Amy Tan, que también fue adaptada al cine años después.[5]
Desde entonces, la nómina de escritores sinoamericanos no ha hecho sino crecer con fenómenos editoriales como Shawn Wong, Shirley Geok-lin Lim, Jean Kwok, Gish Jen o Sandra Tsing Loh, entre otros. Los ejemplos de este tipo de literatura han pervivido hasta nuestros días, manteniendo las características arriba comentadas pues, a pesar de la variedad de géneros y la evolución de estilos, las obras de estos autores siguen incidiendo en las mismas temáticas: el drama de la inmigración, el choque generacional, la pérdida de identidad y la situación de la mujer. Todos estos motivos literarios encuentran su caldo de cultivo en géneros como el drama o la novela romántica, además del relato en primera persona que suponen las autobiografías. Por otro lado, este tipo de dilemas se aprecian mejor cuando el relato se ambienta en las primeras épocas de tránsito migratorio, por lo que también la novela histórica o de ambientación en épocas pasadas ha resultado sumamente fructífera como vehículo de expresión de los autores sinoamericanos.
Un ejemplo reciente de todo ello, que sirve de colofón a este somero análisis, es la novela Muñecas Chinas (2015) de Lisa See, que ya analizamos en Ecos de Asia con motivo del Especial Asia-América. En esta obra, una de las muestras más recientes de la corriente literaria aquí estudiada, resulta un ejemplo paradigmático de todo lo arriba analizado. Por un lado, se trata de un drama romántico de ambientación histórica, cuya acción se sitúa en el barrio chino de San Francisco a finales de los años treinta, y tiene por protagonistas a tres muchachas, inmigrantes chinas de segunda generación. Por otro lado, entre los temas esenciales que discurren bajo la trama principal de romance, encontramos el desarraigo, el enfrentamiento con la familia tradicional o el terror hacia lo asiático desencadenado a raíz del ataque japonés a Pearl Harbor. Finalmente, podemos entrever en ella un ligero toque autobiográfico, puesto que la autora es bisnieta de Fong See, el que fuera patriarca del Chinatown de Los Ángeles.
Así pues Lisa See es tan solo uno de los últimos ejemplos de una tendencia literaria de largo recorrido y cuya pervivencia es innegable, dando resonancia internacional al fenómeno histórico de la inmigración asiática en Estados Unidos y poniendo de relieve las problemáticas que aún acechan al colectivo sinoamericano.
Para saber más:
Gong, Ted, “Approaching Cultural Change through Literature: From Chinese to Chinese American”, en Amerasia Journal 7.1, 1980, pp. 73-86.
Huang, Guiyou, Asian American Literary Studies. Columbia University Press, 2006.
Kim, Elaine H., Asian American Literature: An Introduction to the Writings and Their Social Context, Philadelphia, Temple University Press, 1982.
Leong, Russell C., “Paths of Stone, Rivers of Ink: The Sino-American World through Its Writers”, en U.S./China Media Brief.
Shan Qiang He, “Chinese-American Literature”, Alpana Sharma Knippling, New Immigrant Literatures in the United States: A Sourcebook to Our Multicultural Literary Heritage. Greenwood Publishing Group, 1996, pp. 43–62.
Notas:
[1] Es conveniente advertir que la mayoría de estudios realizados sobre esta materia proceden precisamente de los Estados Unidos, lo que afecta por ejemplo a la bibliografía utilizada para la elaboración del presente artículo, de la cual se incluyen al final los ejemplares más destacados, que están íntegramente en inglés.
[2] No procede ahora citar todos los artistas sinoamericanos que han destacado a lo largo de la historia, pero conviene recordar que en esa lista hay nombres tan conocidos como el de la diseñadora de moda Vera Wang o la actriz de cine Lucy Liu.
[3] Esta pareja de dramaturgos ha dado obras tan aclamadas como Oklahoma! (1943), El rey y yo (The King and I, 1951) o Sonrisas y lágrimas (The Sound of Music, 1959).
[4] Prometidas sin novio / Flower Drum Song (1961). País: Estados Unidos. Director: Henry Koster. Guión: Joseph Fields. Música: Richard Rodgers. Fotografía: Russell Metty. Reparto: Nancy Kwan, James Shigeta, Benson Fong, Jack Soo, Juanita Hall, Reiko Sato, Patrick Adiarte, Kam Tong, Victor Sen Yung, Soo Yong, Ching Wah Lee, James Hong, Miyoshi Umeki. Productora: Hunter-Fields / Universal International Pictures (UI).
[5] El club de la buena estrella / The Joy Luck Club (1993). País: Estados Unidos. Director: Wayne Wang. Guión: Ronald Bass, Amy Tan. Música: Rachel Portman. Fotografía: Amir Mokri. Reparto: Tsai Chin, Kieu Chinh, Lisa Lu, Victor Wong, Tsai Chin, Ming-Na Wen, Tamlyn Tomita, Rosalind Chao, France Nuyen. Productora: Buena Vista.