Warning: count(): Parameter must be an array or an object that implements Countable in /home/u634373286/domains/ecosdeasia.com/public_html/revistacultural/wp-content/plugins/social-autho-bio/social_author_bio.php on line 68
El reflejo del BDSM en el "yaoi" 2: Un paso más allá. – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
Revista Ecos de Asia

Information

This article was written on 17 Ene 2020, and is filled under Varia.

Current post is tagged

, , , , , , , , ,

El reflejo del BDSM en el “yaoi” 2: Un paso más allá.

En artículos anteriores abordamos la definición de BDSM partiendo del significado de sus siglas para hablar tanto de la estética fetish como de las dos actitudes fundamentales (dominante y sumisa) que forman parte de este roleplaying erótico cuya característica más importante es el consentimiento y acuerdo mutuo. Igualmente, nos centramos en la figura de una mangaka muy concreta, como es el caso de Scarlet Beriko y algunas de sus obras en las que aporta una visión del BDSM más estética o incluso sirviéndose de él como un recurso para la historia. Si bien, quedó bastante patente que no busca profundizar en ello, sino incluir algunas escenas eróticas diferentes o más intensas.

Ya comentamos que esto es algo bastante común en determinadas historietas, no obstante, en esta segunda entrega, queremos centrarnos en otras obras que pretenden ir más allá, y el BDSM juega un papel importante en el desarrollo de sus personajes y de la trama propiamente dicha, por lo que, nos gustaría avisar a los lectores de que, en este caso, vamos a desvelar bastantes datos acerca de los títulos seleccionados.

Partimos de una de las grandes apuestas de la Ediciones Tomodomo: la serie Pájaro que trina no vuela,[1] de Kou Yoneda. Esta serie se empezó a publicar en nuestro país en el año 2016 y actualmente se encuentra abierta e inacabada, por lo que sólo podemos hablar de los seis volúmenes publicados hasta la fecha. En cuando a la historia, de nuevo, nos vamos a encontrar con un Japón contemporáneo centrado en el ámbito de la yakuza o mafia nipona, a la que pertenece Yashiro, uno de los personajes protagonistas que nos resulta especialmente interesante para este análisis.  Yashiro es uno de los mandos menores de un clan, cuenta con un pasado ciertamente traumático marcado por abusos sexuales desde que era un niño, lo que le lleva a desarrollar un importante odio hacia sí mismo que ve canalizado a través de la sumisión y el dolor. De esta manera, e influido por este desprecio, pasa por una serie de relaciones y encuentros sexuales con distintos miembros de la mafia donde lo que reina es el dolor, las prácticas denigrantes o incluso el maltrato. Hasta que aparece su nuevo guardaespaldas, Dômeki, del que hablaremos más adelante.

Portada del número 3 de Pájaro que trina no vuela, donde se insinúa la actitud sumisa de Yashiro, a la derecha.

Hasta ahora, hemos visto como estas prácticas no tenían ninguna justificación, cosa que cambia en Pájaro que trina no vuela. Bien es verdad que no encontramos elementos como la palabra de seguridad o el respeto a una serie de límites, pero prácticamente esa es una condición impuesta por el propio Yashiro, que en ningún momento se queja o pide que paren. Los malos tratos son algo real, no es un roleplaying, aunque la actitud del waka kashira (“joven jefe” en castellano) sí que se acerca al rol sumiso, no se trata de un momento concreto, sino de una forma de vida que deriva en situaciones realmente peligrosas y en alimentar ese odio y repugnancia que siente hacia sí mismo, así como un cierto carácter fetichista que de vez en cuando hace su aparición. Poco a poco vamos hacia un acercamiento al BDSM pero, en este caso, teñido de toxicidad y elementos traumáticos que no se adapta a la definición que comentábamos pero toma algunos aspectos para jugar con ellos.

 Como ya hemos comentado, con la llegada de Dômeki se van a introducir algunos cambios en su actitud, llegando al punto culmen de su relación cuando tiene lugar un primer encuentro sexual entre ambos y Yashiro apenas puede soportar la actitud dulce y el afecto del que ha sido su guardaespaldas, lo que refuerza la idea que hemos comentado con anterioridad. No obstante, el BDSM es algo que no tiene por qué estar ligado a un pasado traumático o al odio hacía uno mismo, se podría decir que es una especie de arquetipo ligado al mismo, pero no olvidemos que se trata de un mero fetiche y que, en muchos casos, sirve como un recurso más en favor de la historia y el erotismo.

En esta segunda imagen perteneciente a la serie, podemos ver un cambio en los roles de los personajes, ya que no olvidemos que Dômeki es un subordinado de Yashiro. Esto es algo con lo que la mangaka juega bastante a la hora de ilustrar sus portadas y portadillas interiores.

En última instancia y para completar este análisis, queremos hablar de un título un poco diferente pero quizá el más interesante respecto al tema que nos ocupa: Blood Bank de Silb. Este es un webcómic coreano publicado originalmente en la plataforma Lezhin a todo color contando con un total de sesentaiún capítulos o tiras que desarrollan una historia de amor entre humanos y vampiros.

Portada del primer tomo de Blood Bank, editado en Italia.

El punto fuerte de Blood Bank empieza siendo los personajes y la extraña relación que se establece entre ellos en un contexto post apocalíptico con ciertos toques steampunk: de un tiempo a esta parte la humanidad ha sido prácticamente erradicada debido a una epidemia, de modo que los vampiros han tomado el poder y son los más poderosos del momento y los responsables del mantenimiento de los humanos a cambio de su sangre, que se administra a través de los bancos. Uno de los protagonistas de esta historia, Shell Overlord forma parte de una de las familias más poderosas y propietarias de uno de estos bancos; en una visita a una de las sedes se encuentra con One, un humano que parece inmune a los efectos del glamour y demás poderes propios de la raza vampírica. Teniendo en cuenta esta circunstancia, y en clave de comedia, Shell se aprovechará de esta situación para pedirle que le someta y entre los dos se establecerá una relación secreta.

Hay que tener en cuenta, no obstante, dos aspectos: en primer lugar, en esta sociedad lo normal es que los vampiros tomen a humanos como sumisos, trasladando su poder en la sociedad también a sus particulares salas de juegos, por lo que un vampiro con estas necesidades es algo mal visto que se trata como una anormalidad dentro de la raza; por otro lado, vamos a ver un desarrollo bastante interesante de la relación que se establece entre Shell y One y cómo, en consecuencia, se muestran muchos elementos pertenecientes a la estética fetish, así que, por primera vez veremos una mayor atención al BDSM.

Una de las ilustraciones a manos de Silb que pone de relieve el interés y detallismo por su parte a la hora de diseñar y crear atuendos y accesorios afines a la estética fetish.

En un primer momento, Shell es el único que muestra implicación en esta relación, de modo que One simplemente se apoya en su papel dominante para desahogar el odio y desprecio que siente hacia los vampiros. Son encuentros que a veces ni tienen un elemento sexual, sólo restricciones e dolor infligido a Shell. Con el avance de la historia, poco a poco esto va cambiando, dada la implicación emocional, y lo que vendría a ser una vía de escape para ambos personajes va tomando forma y cada vez se aproxima más a esa definición de roleplaying con las dos actitudes mucho más evidentes y dejando claro su carácter fetichista.  Una de las escenas más interesantes y emotivas es cuando establecen una palabra de seguridad, puesto que el odio de One en ocasiones se descontrola y puede llegar a hacer daño a su compañero. Igualmente, el cariño entre ambos es algo cada vez más patente, lo que influye en que cada vez sean menos las escenas de BDSM propiamente dichas, que pasan a ser un juego momentáneo y, esta vez sí, acordado y disfrutado por ambas partes, totalmente naturalizado y hasta casi con un punto de diversión.

Así, podemos ver como un título que empieza utilizando el BDSM como recurso para el abuso o desahogo termina mostrando una evolución, una transformación en favor de estas prácticas, reflejando lo que realmente es o debería ser: un fetiche, un conjunto de prácticas acordadas y disfrutadas por ambas partes, donde existe un nexo de confianza y conocimiento mutuo para que todo derive en un roleplaying satisfactorio para ambos.

A modo de conclusión de esta serie de artículos, hemos podido ver muy distintas facetas del yaoi y como este aprovecha el BDSM como un recurso más, lo que no siempre juega a su favor o transmite una imagen positiva del mismo. No obstante, podemos ver otros títulos, como el último que hemos comentado, más interesantes y enriquecedores a este respecto. No olvidemos que nos encontramos ante obras de ficción que recurren a aquello que les pueda resultar interesante para el desarrollo de sus historias, llevando a cabo una idealización o un tratamiento mucho más truculento de algo que es mucho más simple.

 

Notas:

[1] Reseñada anteriormente en Ecos de Asia. Disponible aquí.

avatar María Gutiérrez (133 Posts)

Graduada en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza, Máster de Estudios Avanzados en Hº del Arte y Máster en Formación de profesorado en Educación Secundaria por la misma universidad. Actualmente se encuentra ultimando su tesis doctoral acerca del coleccionismo de muñecas tradicionales japonesas.


Share

Deja una respuesta

Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.