Warning: count(): Parameter must be an array or an object that implements Countable in /home/u634373286/domains/ecosdeasia.com/public_html/revistacultural/wp-content/plugins/social-autho-bio/social_author_bio.php on line 68
Turismo y drogas: las cárceles tailandesas a través del cine. – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
Revista Ecos de Asia

Information

This article was written on 02 Oct 2014, and is filled under Cine y TV.

Current post is tagged

, , , , , , ,

Turismo y drogas: las cárceles tailandesas a través del cine.

Tailandia, a ojos del espectador occidental, es un país lleno de contradicciones, y es que en nuestras ficciones audiovisuales abundan imágenes de sus maravillosas playas de arena blanca, su rica cultura espiritual o su exuberante naturaleza, pero también acostumbran a plasmar la sordidez de sus barrios rojos y las míseras condiciones de sus cárceles.

La riqueza y el colorido propios de Siam compiten en grandilocuencia con los ampulosos vestidos de Deborah Kerr en El rey y yo (1956).

La riqueza y el colorido propios de Siam compiten en grandilocuencia con los ampulosos vestidos de Deborah Kerr en El rey y yo (1956).

Entre las películas más famosas cuyo tema o localización geográfica se encuentra en este país, podemos citar las diversas versiones de Ana y el rey de Siam (destacando el musical clásico El rey y yo, de 1956), la obligada visita del internacional Agente Secreto 007 en El hombre de la pistola de oro (1974), o el garbeo turístico de Leonardo DiCaprio en La Playa (2000), así como la más reciente saga de Ong-Bak (iniciada en 2003).

Aguas cristalinas y un joven Leonardo DiCaprio fueron sin duda dos grandes alicientes para el turismo tailandés gracias a La Playa (2000).

Aguas cristalinas y un joven Leonardo DiCaprio fueron sin duda dos grandes alicientes para el turismo tailandés gracias a La Playa (2000).

Bart y Homer Simpson disfrutando de su estancia en una prisión japonesa.

Bart y Homer Simpson disfrutando de su estancia en una prisión japonesa.

En lo referente al tema carcelario y su plasmación en el audiovisual contemporáneo, cabría decir que cualquier personaje de ficción que se precie ha estado alguna vez encarcelado en Asia, aunque con diversa fortuna: desde las torturas sufridas por James Bond en una cárcel de Corea del Norte en Muere otro día (2002), hasta las clases de origami con que obsequian unas amables carceleras niponas a Homer Simpson (The Simpsons, “Treinta minutos sobre Tokio”, temporada 10, capítulo 23, 1999).

Las cárceles orientales, como paradigma del maltrato y el hacinamiento, tan alejadas de los derechos humanos, han sido objeto de numerosos films, entre los que podemos destacar El expreso de medianoche (1978), que tiene lugar en Turquía, o El laberinto rojo (1997), que nos relata las desventuras de Richard Gere al ser encarcelado en China. Cabe contraponer esta visión tan dramática de las cárceles orientales con sus homónimas occidentales, tal y como las hemos podido ver en series de moda como Prison Break (2005-2009) y Orange is the new Black (2013).

Imagen publicitaria con los protagonistas de la serie Orange is the new Black.

Imagen publicitaria con los protagonistas de la serie Orange is the new Black.

El principal motivo por el que los occidentales suelen acabar con sus huesos en una de estas prisiones orientales es la droga, pues el tráfico de estupefacientes es un hecho tan real como cotidiano. Sin ir más lejos, este año nuestras redes sociales y noticiarios se vieron inundados con el caso de Yuyee, exmujer de un conocido personaje televisivo del que ya habló anteriormente en esta revista Carolina Plou.

Para el caso tailandés, que es el que aquí nos ocupa, la imagen de sus prisiones queda perfectamente retratada en tres ficciones que ahora pasaremos a comentar: la miniserie australiana Bangkok Hilton (1989), la película Sueños Rotos (1999), y la secuela Bridget Jones: Sobreviviré (2001).

Pese a su diferente nacionalidad, duración, género y medio de difusión, estas tres producciones siguen un mismo esquema argumental, basado en una o varias jóvenes occidentales, que son engañadas por un joven encantador, el cual las utiliza como correo, transportando droga sin que ellas lo sepan. Esto lleva a la injusta encarcelación de las muchachas, las cuales sufren diversas penurias y juicios hasta su final liberación.

Aunque estas tres ficciones sigan un mismo desarrollo, vamos ahora a comentar ciertas especificidades de cada una de ellas.

BANGKOK HILTON (1989)

Carátula de la miniserie Bangkok Hilton. Título original: Bangkok Hilton. Duración: 270 min. País: Australia. Director: Ken Cameron. Guión: Terry Hayes, Tony Morphett. Música: Graeme Revell. Fotografía: Geoff Burton. Reparto: Nicole Kidman, Denholm Elliott, Hugo Weaving, Joy Smithers, Norman Kaye, Jerome Ehlers, Noah Taylor, Deborah Kara Unger. Productora: Kennedy Miller Productions. Género: Drama.

Carátula de la miniserie Bangkok Hilton.
Título original: Bangkok Hilton. Duración: 270 min. País: Australia. Director: Ken Cameron. Guión: Terry Hayes, Tony Morphett. Música: Graeme Revell. Fotografía: Geoff Burton. Reparto: Nicole Kidman, Denholm Elliott, Hugo Weaving, Joy Smithers, Norman Kaye, Jerome Ehlers, Noah Taylor, Deborah Kara Unger. Productora: Kennedy Miller Productions. Género: Drama.

Esta miniserie australiana de 6 episodios, que tan mal ha envejecido, comienza con el relato en primera persona de un hombre ya anciano: Harold Stanton (al que da vida el actor Denholm Elliott, más conocido como el Marcus Brody de Indiana Jones), en cuya historia se centra el primero de estos episodios. Durante la Segunda Guerra Mundial, el Capitán Stanton fue hecho prisionero en Tailandia y encarcelado durante tres años junto a sus hombres. Cuando éstos intentaron escapar, el capitán impidió su huida, con lo que fueron ejecutados. Al acabar la guerra, Stanton regresó a Inglaterra y hubo de hacer frente a un Consejo de Guerra, tras lo cual se dedicó a vagar por el mundo con distintas identidades hasta llegar a Australia, donde trabajará como abogado bajo el nombre de Graham Greene. En esta situación, conoce a la heredera de una importante propiedad, Catherine Faulkner, y la seduce (aunque al interés económico poco a poco se van uniendo otros sentimientos). Cuando los amantes son descubiertos, la familia Faulkner hace lo posible por separarlos, descubriendo la verdadera identidad de Stanton y forzando su despido. Sin embargo, de su unión nacerá Katrina (interpretada por Nicole Kidman), una niña asmática, que crece aislada en su enorme propiedad, a salvo del mundo.

20 años después, cuando la madre de Katrina muere, ésta emprende la búsqueda de su padre, para lo cual viaja a Londres. Allí, desanimada ante la negativa de sus familiares a proporcionarle ninguna indicación, decide cambiar su billete de avión para regresar cuanto antes a casa. Es así como conoce a Arkie Ragan, un guapo foto-reportero freelance, que la ayuda en sus investigaciones, descubriendo que el posible paradero de su padre es Tailandia. Arkie, con el que entabla una relación sentimental, se propone acompañarla hasta Bangkok. Sin embargo cuando realizan una escala en Goa, éste aprovecha para, sin que ella lo sepa, introducirle droga en un maletín que acaba de regalarle.

Una vez en Tailandia, Katrina se reúne con uno de los abogados de Stanton: Richard Carlisle (interpretado por el actor Hugo Weaving, famoso por El señor de los anillos o El atlas de las nubes). Ante la negativa de su padre a verla, la muchacha embarca de nuevo rumbo a Australia, pero entonces descubren la heroína de su maletín y la detienen.

Tras la vista preliminar, Katrina es enviada a la prisión de máxima seguridad Lum Jau, conocida con el irónico nombre de “Bangkok Hilton”, que da título a esta teleserie [1], mientras que Carlisle y su padre (que ahora se hace llamar Mr. Worthington para ocultarle su identidad) hacen todo
lo posible por liberarla.

Nicole Kidman en el papel de Katrina.

Nicole Kidman en el papel de Katrina.

El telefilm nos describe aquí las horribles condiciones de la prisión, la falta de higiene, así como las trágicas historias de otras presas, como Mandy Engels, encerrada por tráfico de drogas junto a su hermano, que sufre un retraso mental, y cómo ambos serán condenados a muerte y ejecutados en la prisión.

Stanton prosigue sus investigaciones en busca de Arkie (que en realidad se llama Ahmed Vincent Regard), viajando a Londres y Goa, pero cuando Katrina es condenada a la pena de muerte, la única opción para salvarla es ayudarla a escapar de prisión. Cuando se fuga de la cárcel (siguiendo la misma ruta que planeaban emplear los hombres de Stanton durante la guerra), viajan a Goa y en el aeropuerto Katrina se entera del parentesco que le une con su liberador. Finalmente, consiguen identificar a Arkie, que es arrestado por la policía.

SUEÑOS ROTOS (1999)

Cartel de Sueños Rotos. Título original: Brokedown Palace. Duración: 100 min. País: Estados Unidos. Director: Jonathan Kaplan. Guión: David Arata. Música: David Newman. Fotografía: Newton Thomas Sigel. Reparto: Claire Danes, Kate Beckinsale, Bill Pullman, Lou Diamond Phillips, Jacqueline Kim, Daniel Lapaine, Tom Amandes, Aimee Graham, John Doe. Productora: Fox 2000 Pictures. Género: Drama.

Cartel de Sueños Rotos.
Título original: Brokedown Palace. Duración: 100 min. País: Estados Unidos. Director: Jonathan Kaplan. Guión: David Arata. Música: David Newman. Fotografía: Newton Thomas Sigel. Reparto: Claire Danes, Kate Beckinsale, Bill Pullman, Lou Diamond Phillips, Jacqueline Kim, Daniel Lapaine, Tom Amandes, Aimee Graham, John Doe. Productora: Fox 2000 Pictures. Género: Drama.

Sueños Rotos es un clásico drama de los noventa, una oda a la amistad y uno de tantos films que relatan ese gap year que separa el instituto de la universidad y que supone un rito de paso “a la occidental” entre la adolescencia y la edad adulta.

La película comienza con un abogado que recibe una cinta de casete en la que una joven relata la historia de su encarcelamiento en una prisión tailandesa. Vemos entonces a las vivarachas Darlene Davis (Kate Beckinsale, la enfermera Evelyn Johnson de Pearl Harbour, 2001) y Alice Marano (Claire Danes, quien interpreta a Carrie Mathison en Homeland), que cambian sus planes de ir a Hawái por una excitante aventura en Tailandia cuyo nombre, tal y como explican, significa “Libertad” (agudizando más aún el contraste entre lo que buscan en ese lugar y lo que en realidad encontrarán, que es la cárcel).

Una vez allí, mientras realizan visitas turísticas, deciden colarse en la piscina de un hotel e intentan cargar las bebidas a la cuenta de una de las habitaciones. Cuando son descubiertas, el joven australiano Nick Parks las ayuda, e inician entonces una relación de amistad que derivará en historia de amor para Darlene. Nick las convence para hacer una excursión de fin de semana a Hong Kong, introduciéndoles droga en una mochila sin que ellas lo sepan. En el aeropuerto las detienen por contrabando y, tras el juicio, acaban en una prisión que las propias internas denominan “Los sueños rotos” (que corresponde con el título del film). Allí sufrirán las consecuencias de la falta de higiene (Darlene desarrollará una infección a causa de que una cucaracha se le introduzca en el oído) y la brutalidad de sus guardianas (que apalean repetidamente a Alice).

Escena del film Sueños Rotos.

Escena del film Sueños Rotos.

Algunas de las internas les cuentan historias sobre huídas y les dicen que hay un abogado que puede ayudarlas si tienen dinero, de manera que, movidas por la desesperación, contactan con este letrado conocido como Yanqui Hank. Este Hank Greene (Bill Pullman), que ha escuchado su historia a través del casete, es un abogado americano establecido en Tailandia, y será el encargado de investigar el paradero del supuesto traficante australiano al que las chicas culpan de su encarcelamiento. Hank descubrirá que este hombre tiene importantes contactos en la jefatura de justicia, y que en realidad fue él mismo quien dio el chivatazo sobre las muchachas para distraer la atención de los otros seis camellos que llevaba en el mismo vuelo a Hong Kong.

Tras presionar a diversos cargos corruptos, Hank consigue un trato para sus protegidas, que conseguirán el perdón real a cambio de declararse culpables, pero cuando ya han firmado su declaración, el emisario de la corona se echa atrás y son de nuevo condenadas. Sin embargo, haciendo uso de sus conocimientos del idioma local, Alice suplicará el perdón para su amiga, ofreciéndose a cumplir la condena de ambas y librando a Darlene de volver a prisión, confiando en que su amiga peleará para, algún día, sacarla a ella también de la cárcel.

BRIDGET JONES: SOBREVIVIRÉ (2001).

Carátula de Bridget Jones: Sobreviviré. Título original: Bridget Jones: The Edge of Reason. Duración: 108 min. País: Reino Unido. Director: Beeban Kidron. Guión: Andrew Davies, Richard Curtis, Adam Brooks, Helen Fielding (basado en la novella de Helen Fielding). Música: Harry Gregson-Williams. Fotografía: Adrian Biddle. Reparto: Renée Zellweger, Hugh Grant, Colin Firth, Jim Broadbent, Jacinda Barrett, Sally Philips, Gemma Jones, James Callis, Shirley Henderson, Mark Tandy, James Faulkner, Celia Imrie, Simón Andreu, Hon Ping Tang. Productora: Universal Pictures/Miramax Films/Working Title. Género: Comedia romántica.

Carátula de Bridget Jones: Sobreviviré.
Título original: Bridget Jones: The Edge of Reason. Duración: 108 min. País: Reino Unido. Director: Beeban Kidron. Guión: Andrew Davies, Richard Curtis, Adam Brooks, Helen Fielding (basado en la novella de Helen Fielding). Música: Harry Gregson-Williams. Fotografía: Adrian Biddle. Reparto: Renée Zellweger, Hugh Grant, Colin Firth, Jim Broadbent, Jacinda Barrett, Sally Philips, Gemma Jones, James Callis, Shirley Henderson, Mark Tandy, James Faulkner, Celia Imrie, Simón Andreu, Hon Ping Tang. Productora: Universal Pictures/Miramax Films/Working Title. Género: Comedia romántica.

En esta segunda entrega del Diario de Bridget Jones (interpretada por Renée Zellweger), la adorable treintañera londinense debe embarcarse en un viaje de trabajo con su anterior jefe y ex-novio: Daniel Cleaver (Hugh Grant) para rodar un programa televisivo llamado “La guía sencilla”, cuyo primer destino es Tailandia. Para no sucumbir nuevamente a los encantos de Daniel, Bridget viaja junto a su amiga Shazza, quien en el avión conoce al joven y atractivo Jed. Mientras Bridget realiza su trabajo, Shazza y Jed tienen un idilio amoroso, que acabará súbitamente con la precipitada marcha de ambas amigas al descubrir que Daniel sigue siendo un mentiroso adicto al sexo. Mientras hacen las maletas apresuradamente, Shazza le pide a Bridget que le guarde un cuenco de la fertilidad (regalo de Jed) ya que a ella no le cabe en su equipaje, y de esta manera llegan al aeropuerto de Bangkok. Allí, los perros policía cortan el paso a Bridget y se descubre que el cuenco contenía un alijo de cocaína, por lo que es detenida y encerrada en prisión, donde se enfrenta a una pena de 15 a 20 años de cárcel.

Durante su estancia en prisión (que apenas dura 10 minutos del metraje total de la película), vemos las condiciones de insalubridad y hacinamiento en las que viven las reclusas, aunque todo ello aderezado por el humor que exige el personaje, como el momento en el que la propia Bridget coreografía a sus compañeras de celda mientras cantan “Like a virgin” de Madonna.

Fotograma de la película en el que vemos a Bridget (en el centro) rodeada de sus compañeras de celda.

Fotograma de la película en el que vemos a Bridget (en el centro) rodeada de sus compañeras de celda.

La intercesión de Mark Darcy (Colin Firth), que consigue localizar y extraditar a Jed, hará que Bridget pueda finalmente salir de la cárcel, aunque no sin antes repartir entre sus compañeras divertidos regalos como chocolatinas, wonderbras o varios volúmenes del libro Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus.

Nuestra heroína regresará triunfante al aeropuerto de Heathrow donde un periodista le pregunta: “¿Cómo son las cárceles tailandesas?”, a lo que Bridget responde: “Cualquier chica que haya sido soltera en Londres sabe cómo salirse con la suya cuando la cosa se pone fea.”.

Como hemos ido viendo en estos ejemplos, las cárceles tailandesas en la ficción cumplen con una serie de elementos comunes, como son la violencia ejercida por los carceleros, el hacinamiento en las celdas (y las consiguientes disputas con otras internas), y la ausencia casi total de higiene o medidas sanitarias. Es precisamente este último aspecto el que más llama la atención, y sobre el cual la mayoría de películas ponen el foco con clara intención de denuncia, pues podemos ver la proliferación de insectos y cucarachas, la insalubridad de los retretes, que suelen ser poco más que un agujero excavado en el suelo, en el que acuclillarse sin ningún tipo de intimidad, o también las duchas, que son siempre comunales, al aire libre, y en ocasiones se componen de un simple canalón que desemboca en una pila más o menos grande.

Las duchas en Bangkok Hilton (arriba) y en Sueños Rotos (abajo).

Las duchas en Bangkok Hilton (arriba) y en Sueños Rotos (abajo).

Los baños en Bangkok Hilton (arriba) y en Sueños Rotos (abajo).

Los baños en Bangkok Hilton (arriba) y en Sueños Rotos (abajo).

Al margen de estos temas principales, podemos encontrar otros aspectos presentes en las ficciones comentadas, como puede ser el de la corrupción, que abunda en los diversos niveles de la administración tailandesa, o el de la pena de muerte que, al margen de ser una espada de Damocles que pende sobre todas las protagonistas como una amenaza silenciosa, llega a hacerse real en Bangkok Hilton, que incluye una escena en la que vemos el fusilamiento de una de las compañeras de Katrina: Mandy Engels, y su hermano.

Mandy y Billy Engels preparados ante el pelotón de fusilamiento, en un fotograma de Bangkok Hilton.

Mandy y Billy Engels preparados ante el pelotón de fusilamiento, en un fotograma de Bangkok Hilton.

Esta es la imagen (desde la óptica occidental) que se nos muestra de las cárceles tailandesas, un verdadero infierno que aparece retratado a veces con afán documentalista o de denuncia, y en otras ocasiones en un tono de comedia (no por ello menos crítico, pero sí más amable). En cualquier caso, la prisión aparece como fondo de la acción, pues esta suele focalizarse en el pobre personaje occidental atrapado allí por error, un preso nunca culpable que lucha por una liberación catártica: física, mental y, por qué no, también geográfica, ya que volver a casa se convierte en el fin de casi todas estas producciones.

Al margen de este happy ending inherente a la lógica de Hollywood [2], la principal finalidad de estas ficciones es adoctrinar, creando así una campaña de concienciación de lo más efectiva para alejar a crédulas muchachitas de los peligros que a veces entraña este exótico país que es Tailandia.

Pero ¿qué ocurre con aquellas mujeres que sí son culpables del delito que se les imputa? Ellas comparten el mismo aciago destino que las inocentes, y tenemos como ejemplo el caso de la británica Sandra Gregory, que fue encarcelada por tráfico de drogas en la famosa prisión “Bangkok Hilton” (que da nombre a la teleserie australiana que aquí hemos analizado), obtuvo el perdón real (algo que, como hemos visto, está a punto de sucederles a las protagonistas de Sueños Rotos) y que, por la proximidad de su familia con Helen Fielding, la creadora de Bridget Jones, considera que la secuela de esta novela (y posterior película) se inspiraron en su historia real. El diario británico The Telegraph recogió su testimonio al ver la película [3]:

“Suddenly I was 27 again, surrounded by hostile airport guards. I could smell Lard Yao again. I could see the prison loos, where you had to squat in full view of everyone, and the 26ft square room I slept in with more than 190 women. At one point, I was in tears.” [4]

Como hemos podido ver aquí, a veces realidad y ficción se compenetran para crear la desoladora imagen de una prisión y transportarnos a lugares donde la violencia, la inmundicia y la muerte son compañeros de celda.

 

Notas:

[1] En la vida real, es la prisión de Lard Yao (también citada en la serie) la que recibe el nombre de “Bangkok Hilton”, siendo la división femenina de la prisión prisión de Klong Prem.

[2] Aún así, es necesario recordar que el final más abierto y realista es precisamente el de la producción americana, Sueños Rotos.

[3] Sandra Gregory, “Bridget Jones stole my story”, en The Telegraph, 10 de noviembre de 2004.

[4] “De repente tenía 27 años otra vez, rodeada de hostiles policías del aeropuerto. Podía oler Lard Yao otra vez. Podía ver los retretes de la prisión, donde tenías que acuclillarte delante de todo el mundo, y la habitación de 26 pies cuadrados en la que dormía con más de 190 mujeres. Llegado un punto, me puse a llorar.” (Traducción propia).

avatar Laura Martínez (173 Posts)

Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza y Máster de Estudios Avanzados en Historia del Arte de la misma, con especialización en Cine. Actualmente realiza estudios de Doctorado en la Universidad de La Rioja.


Share

Deja una respuesta

Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.