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"Arirang" (1926): La película que nunca fue silente IRevista Ecos de Asia
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“Arirang” (1926): La película que nunca fue silente I

Este artículo es la primera parte de dos que abordan el colonialismo japonés en Corea. Para este primer trabajo me centraré, específicamente, en el movimiento samiljeol del 1 de marzo de 1919, contexto en que se desarrolla la película Arirang (1926) de Na Woon-gyu y que analizaré a profundidad en la segunda parte.

La historia de Corea[1] como colonia japonesa inicia con el periodo del protectorado (1905-1910) y el contexto en el que se desarrolla el colonialismo abarcó los años de 1910 a 1945 es conocido comúnmente como Periodo imperial japonés u ocupación forzada japonesa; este país reorganizó el territorio quedando bajo el control de una capitanía general, con sede en Seúl, creándose un país colonial mercantilista. Una gran cantidad de tierras fueron aprovechadas por el gobierno y otorgó tierras subvencionadas a los japoneses dispuestos a establecerse en la península y el estándar de vida del pueblo se deterioró drásticamente.

Hasta el periodo del protectorado japonés (1905-1910), Corea halló, únicamente acomodo con China. Choseon se mantenía enclaustrada frente al mundo exterior, como reino homogéneo y ermitaño y seguía siendo una sociedad rígida pues se manejaba una política de privilegios en favor de una minoría de estratos sociales elevados y represivos contra los más pobres.

Del protectorado al movimiento samiljeol.

La alta sociedad estaba formada por el grupo yangbang, que se ostentaba orgulloso de pertenecer a un alto estrato social. El resto de la sociedad, a su vez, estaba formado por tres grupos principales: chungin, el estrato medio, sangmin, plebeyos, esclavos y desclasados. La estructura económica estaba basada en la producción agrícola en la que no había espacio para el desarrollo de otras actividades económicas como la manufactura y el comercio. La península se encontraba renuente a todo contacto con el extranjero, y la postura de aislamiento provocó un cierto rezago económico.

Japón deseaba expandir su influencia política y económica en la región, siendo la península coreana uno de sus primeros objetivos, y el 16 de febrero de 1876 presionó a Corea a firmar el Tratado de Kanghwa que concedió al Imperio Japonés derechos extraterritoriales y el uso de tres puertos coreanos para el comercio entre ambas naciones. Así, el juego de poder internacional empezó a rodear a Choseon dando como resultado los inicios de movimiento de resistencia contra la intromisión extranjera y/o represión misma del gobierno coreano. Los antecedentes de resistencia en la península se dieron con el movimiento social campesino Tonghak (1894), pero no todos los movimientos nacionalistas se producen exclusivamente a raíz de las paupérrimas condiciones de vida de la población mayoritaria de una entidad en condiciones de pobreza.

Japón recurría una gran cantidad de veces a la presión y la represión, a la exclusión y a la violencia para mantenerse en el poder. Los coreanos no podían mostrar su pensamiento en público, tenían prohibido formar partidos políticos o editar sus propios periódicos. Todo esto llevó a que surgieran movimientos sociales con alto sentido nacionalista y el movimiento social del siglo XX más representativo fue el Movimiento samiljeol de 1919.

Imagen que muestra las protestas de la población en contra del colonialismo japonés. Consultado aquí.

El movimiento samiljeol

También conocido como el Movimiento del primero de marzo,[2] llevó a una proclamación de la Independencia por un pequeño grupo de líderes en Seúl. El 21 de enero de 1919 falleció el último rey de la dinastía Choseon, que había abdicado en 1910. Se extendió el rumor de que había sido envenenado por los japoneses, y su funeral sirvió de germen del movimiento de independencia. Esta acción colectiva también puede ser considerada como un movimiento social ya que adoptó la forma de acción antigubernamental, y, en este caso, anticolonialista. El 1 de marzo de 1919, a las dos de la tarde, un grupo formado por treinta y tres activistas se reunió en el restaurante Taehwagwan de Seúl para leer la Declaración de Independencia de Choseon.

Funeral del último emperador de la dinastía Choseon. Consultado aquí.

La proclamación de Independencia dice así:

En cuanto que esta proclamación se origina de nuestros 5.000 años de historia, en cuanto que nace de la lealtad de veinte millones de personas, en cuanto afirma nuestro anhelo de progreso a la libertad duradera, es la solemne voluntad del cielo, la gran marea de nuestra era, y un acto justo necesario para la coexistencia de la humanidad.[3]

Al inicio esta declaración se leyó de manera discreta, sin embargo, un estudiante hizo en frente de una multitud y de forma simultánea, en otros muchos puntos del país se leyó el mismo texto. Este fenómeno de acción colectiva se acercó más al ámbito de la vida cotidiana; de la misma manera su forma organizativa se presentó con fuertes rasgos de solidaridad que cohesiona al propio movimiento más allá de sus éxitos o derrotas, lo que permite conformar una actitud diferente ante la realidad social. A diferencia de los movimientos acaecidos en el siglo XIX, el Movimiento primero de marzo fue de carácter separatista. El Movimiento samijeol llegó a la pantalla grande en 1926 con la película Arirang del cineasta Na Woon-gyu y, a manera de resistencia, permaneciendo en las fronteras de los marcos legales, únicamente los transgredieron simbólicamente al emplear la música cuando el público cantaba Arirang al finalizar la proyección.

Protestas en contra del colonialismo japonés. Consultado aquí.

El papel de Arirang como fuente y elemento de resistencia ha ido fluctuando siguiendo el curso de los acontecimientos. Pero la cinematografía silente como instrumento de análisis de la resistencia coreana requiere, inicialmente, la compresión de la fuente a emplear. Por ello, en un próximo artículo, realizaremos un análisis pormenorizado del lenguaje utilizado en la película.

Para saber más

  • Álvarez, Ma del Pilar, “las huellas de la colonización y el deber de la memoria: Apuntes desde el cine documental surcoreano”, Estudios de Asia y África, vol. XLVIII, nº 2, 2019.
  • Romero Castilla, Alfredo, “La transformación histórica de Corea”, Estudios de Asia y África, vol. XXX, nº 3, 1995.

Notas:

[1] Existen tres tipos de hacer historia social: la historia de las clases pobres o bajas, la historia de los movimientos sociales (que aborda los estudios sobre una multitud de actividades humanas, difíciles de clasificar excepto en términos de actitudes, costumbres, vida cotidiana, etc.), y la historia social empleada en conjunto con la historia económica (basada en los conflictos económicos y las relaciones entre gobernantes y gobernados). Con base en ello podemos dividir el estudio de la península utilizando la interpretación nacionalista, tendencia que constituye un intento por explicar el desarrollo histórico coreano tomando como fuente el alma y el espíritu del pueblo. La idea general de la historia de ese pueblo es considerada como algo natural dado que todos los coreanos son descendientes de Tangun como extensión natural de su devenir, sin embargo, se trata (de la historia) del habitante de la península coreana, del pueblo, que no constituye una entidad abstracta sino un ente social integrado por los diferentes grupos, cada uno de los cuáles cumple un papel determinado en el desarrollo de la existencia colectiva. Por todo lo anterior, decidí acuñar un término que se acerque a la visión nacionalista y que defino como “historia social-nacionalista coreana”, que supone una conciencia de la alteridad e implica la afirmación del “nosotros” frente a los otros y plasma una coparticipación y complementariedad de normas de valor.

[2] Anterior al periodo del colonialismo, en Corea se suscitaron ciertos movimientos con claros intentos reformistas (pero clasistas) básicamente a finales del siglo XIX como el Club independencia que, incluso, contó con el apoyo del último emperador de la dinastía Choseon, el rey Kojong. “Entre los propósitos se encontraba despertar en la clase yangban un interés en la democracia y la modernización, eliminar la influencia extranjera y forjar un movimiento nacional que impulsara la educación y la industria.” Romero Castilla, Alfredo, “La transformación histórica de Corea”, Estudios de Asia y África, vol. XXX, nº 3, 1995, p. 96.

[3] Es probable que esta declaración exista en algún texto, sin embargo yo la encontré como webgrafía, aquí.

avatar Andrea Elena Ríos (21 Posts)

Licenciada en historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha escrito varios artículos para la revista Debates por la Historia de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), México y la publicación de su tesis por el Centro de Documentacion de los Movimientos Armados (CeDeMa) en Valencia, España. Forma parte del seminario de Historia de Corea en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Su línea de investigación gira en torno a los movimientos sociales en Corea durante la ocupación japonesa (1910-1945).


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2 Comments

  1. TOMAS ESAU RIOS ROSARIO
    19/04/2019
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    Muy buen artículo. Excelente.

  2. Aneskis Garza
    15/05/2019
    avatar

    Excelente tema. Mucho éxito.

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