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Casa Asia Film Week. Un repaso a la Sección Oficial. I – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
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Casa Asia Film Week. Un repaso a la Sección Oficial. I

En 2011 nació el Casa Asia Film Week, un festival centrado en el cine asiático que tomaba el relevo al reconocido Barcelona Asian Film Festival, desaparecido en 2010. Esta primera edición del CAFW presentaba una propuesta interesante, proyectando algunas de las películas más aclamadas del momento,[1] con una Sección Oficial a concurso, una complementaria Sección Panorama y una Retrospectiva, dedicada en aquella ocasión a la figura de Ann Hui y por extensión a todo el cine hongkonés. El cartel se completaba con un evento secundario, Portal Asia, que servía de introducción al festival y estaba dedicado a conocer más en profundidad el cine español realizado en Asia, a través de la proyección de algunos documentales y otras actividades culturales. Por desgracia, este festival, en el que se proyectaron más de una treintena de títulos, no tuvo continuidad, dejando un llamativo vacío en el panorama cultural hasta este año.

Este mes de noviembre, Casa Asia ha vuelto a la carga, presentando y recuperando el Casa Asia Film Week con una fuerte voluntad de continuidad. Nuevamente, los Cines Girona han servido de escenario para la proyección, en esta ocasión, de más de cuarenta películas asiáticas, de actualidad (la más antigua, perteneciente a las Sesiones Especiales, data de 2007) y de difícil distribución en los circuitos españoles e incluso europeos, ya que muchas de ellas se limitan en el mejor de los casos a su exhibición en el marco de festivales.[2]

En esta ocasión, se ha buscado como género predominante el drama, aunque no de manera excluyente, pues también se han podido ver cintas pertenecientes a la comedia o la acción, y se ha reservado además un hueco especial para el documental y la animación. En el aspecto geográfico, el festival ha ofrecido una amplísima panorámica que ha abarcado desde las grandes cinematografías (China, Japón, India o Corea del Sur) hasta las menos conocidas o de menor tirón internacional, en este sentido, hemos podido ver títulos de Pakistán, Mongolia o Vietnam, por citar algunos ejemplos. Ha sido voluntad de la organización dotar de un peso especial en esta edición al cine iraní, que más allá de Abbas Kiarostami, goza de muy buena salud.[3]

La oferta ha sido muy amplia y adecuada a todos los gustos. Casa Asia Film Week nos ha permitido disfrutar de obras que, en la mayoría de los casos, nos hubiera sido casi imposible conocer de otra manera, y mucho menos, proyectadas en una sala de cine. Si hubiera que ponerle alguna pega, ésta sería que la programación en muchas franjas horarias de dos títulos simultáneos obligaba en ocasiones a realizar elecciones desagradables, por tener que renunciar a alguna de las películas proyectadas.

A continuación iniciaremos un repaso a algunas de las obras presentadas. Obviamente, nos será imposible abarcarlas todas, así que centraremos nuestra atención en la Sección Oficial, con la que continuaremos en este artículo (ya iniciamos su comentario hace unos días, hablando de Seven weeks). En los próximos días, concluiremos el repaso a esta sección y haremos referencia también a algunas películas proyectadas tanto en la Sección Panorama como en Sesiones Especiales.

JOSH, Iram Parveen Bilal, Pakistán, 2013.

Fátima, la protagonista de Josh.

Fátima, la protagonista de Josh.

La cineasta Iram Parveen Bilal nos ofrece con Josh. Against the grain una conmovedora historia, inspirada en un hecho real,[4] sobre la construcción de un comedor social en Pakistán.

La protagonista es Fátima, una joven acomodada que vive en Karachi. Su existencia transcurre feliz, aunque tanto ella como sus amigos manifiestan cierta inquietud por el estado del país, especialmente en el tema de la pobreza, sin embargo, no dejan de ser jóvenes normales con las preocupaciones habituales. No obstante, para Fátima todo cambia cuando su niñera, Nusrat bi, desaparece misteriosamente. Todo lo que Fátima sabe es que Nusrat bi había visitado su pueblo natal, como solía hacer, muy preocupada por los niños huérfanos del lugar, a los que alimentaba. Así pues, Fátima se decide a visitar el pueblo, conocido como Ciudad de Dios, donde descubre trágicamente que Nusrat bi ha fallecido, según le cuentan, en un atropello fortuito. Pero la historia no termina de cuadrar, y los habitantes del pueblo actúan de manera extraña, de modo que Fátima decide honrar la memoria de su niñera abriendo un comedor social, y así aprovechar para investigar la sospechosa muerte. El cacique local se muestra contrario, lo que originará tensiones entre la población, que precipitarán el desenlace, especialmente trágico para el cacique.

Es una propuesta a medio camino entre el drama y el thriller, visualmente muy cuidada, en la que resulta particularmente llamativa la presencia de una secuencia musical que, si bien encaja temáticamente con el momento de tensión dramática en el que se inserta, a la vez contrasta por la fuerza de la melodía. También resulta llamativa la introducción de una escena muy breve pero visualmente muy poderosa, unos pollos que son degollados y desplumados en un mercado. Esta escena se inserta en el metraje, en un cambio de escenario, y en cierto modo anticipa el desenlace de la película, de manera simbólica.

Y es que toda la película puede interpretarse como una metáfora de la realidad pakistaní, llevada a menor escala. Quizás también un alegato a favor del cambio pacífico y de la necesidad de que cada persona tome parte de la comunidad que integra para mejorarla. En definitiva, tal como subraya el elocuente plano final, más allá del individuo, lo que prima es la sociedad, la comunidad pakistaní.

SUN STATION, Saman Saloor, Irán, 2014.

Ashgar y Hassan,  dos de los protagonistas de Sun Station.

Ashgar y Hassan, dos de los protagonistas de Sun Station.

Samar Saloor presenta una historia de amistad en los bajos fondos, de la necesidad de afecto personal entre personas a las que la vida, por una razón u otra, les ha conducido a la precariedad y a la pobreza. Es también, por contexto, una historia de picaresca.

Los protagonistas son Hassan, un hombre que se gana la vida manejando una cabina teleférica que es la única vía de comunicación entre los pueblos separados por un caudaloso río; Ashgar el Ángel, un muchacho vagabundo que subsiste vendiendo tabaco en los trenes de la zona, y Ghader, un anciano trabajador ferroviario que ha hecho de su hogar el tren calcinado y  abandonado donde ha acogido a Hassan y, a regañadientes, también a Ashgar.

Las vidas de los tres sufren un vuelco cuando aparece Nader Niroomand, ejecutivo de la compañía de ferrocarriles, para entregar a Ghader un certificado de jubilación y una orden para enviar el tren al desguace. Este acontecimiento precipitará el dramático desenlace y arrojará grandes incertidumbres sobre el futuro de los protagonistas.

Sin embargo, pese a ser una historia que podría resultar muy dura, Samar Saloor opta por una presentación cercana a la comedia, aprovechando rocambolescas situaciones para aportar un alivio humorístico frente a la crudeza de la situación. Es reseñable también la cantidad de alusiones y referencias a la cultura contemporánea occidental que plagan la película.

SNOW, Mehdi Rahmani, Irán, 2014.

Los personajes principales que intervienen en Snow.

Los personajes principales que intervienen en Snow.

Omid regresa a su casa durante un permiso en el servicio militar, para descubrir que la vida tal como la conocía se ha desmoronado. Su hermano mayor, Majid, ha contraído deudas que han conducido a su padre a la cárcel. Mientras tanto su madre hace todo lo posible para mantener el honor de la familia, por lo menos, hasta después de la petición de mano de Sara, la hermana.

La película narra el día de la pedida de mano, desde que Omid llega, por la mañana, hasta la noche. A lo largo de ese día, se suceden una serie de acontecimientos que complican cada uno un poco más la vida familiar, componiendo este drama de enredo en el que la sucesión de complicaciones otorga, en ocasiones, un cierto alivio cómico o amable a una tragedia familiar que se precipita conforme avanza el metraje.

Aunque Snow nos habla de costumbres iraníes, especialmente del fuerte tradicionalismo vinculado al matrimonio (una ceremonia de pedida en la que la familia de la novia agasaja al novio, la honorabilidad de la novia por encima de todo, la importancia de la virginidad), es una historia capaz de trascender, pues más allá de las costumbres o concepciones locales, habla de las relaciones familiares. La abnegación de un padre que hace frente a las deudas de su hijo, sin importarle qué consecuencias pueda traer para sí mismo, la posición comprometida de Majid, agobiado por las deudas y por todo el peso de la situación, pero tratando de sacar lo mejor de sí mismo para que el matrimonio de su hermana llegue a buen puerto, el sentimiento de desconexión de Omid, que tras un año fuera descubre que su familia ha cambiado más de lo que él es capaz de asimilar, el nerviosismo ilusionado de Sara, que desea con toda su alma que este matrimonio llegue a buen puerto. Y, por encima de todo, se encuentra la madre, bregando con todos los problemas sobre sus hombros, tratando de mantener a la familia unida y de salir adelante.

Además de este núcleo familiar (en el que el padre es una figura construida a partir de testimonios de los demás, puesto que toda la película permanece ausente), cuatro personajes más participan de estos enredos: Khatereh (la mejor amiga de Sara), Koorosh (su prometido, que a pesar de jugar un papel trascendental, no aparece en ningún momento en pantalla), Hamed (el exmarido de Sara, cuyo divorcio se mantiene en el más absoluto de los secretos fuera del ámbito familiar, ya que podría arruinar el matrimonio futuro) y la abuela paterna, que llega en el momento preciso para hacerse cargo de la situación.

Tras convivir durante todo el día con esta familia, ser partícipes de sus problemas, compartir el nerviosismo de Sara y el deseo de todos de que todo salga bien y el drama se contenga hasta el día siguiente, una elegante elipsis se cierne sobre la pedida de mano, y una silenciosa e intimista escena final deja un final abierto, en el que no interesa informar al espectador de lo que ha sucedido, sino que, en última instancia, le hace compartir la incertidumbre sobre lo que pasará mañana.

Finalmente, cae la nieve sobre Teherán.

WAJMA, Barmak Akram, Afganistán, 2013.

Wajma y Mustafá.

Wajma y Mustafá.

Wajma es una chica afgana cuya vida normal dará un vuelco al ser admitida en la Facultad de Derecho. Hasta ese momento, había llevado una existencia feliz y tranquila, entablando una relación sentimental con Mustafa acorde a los cánones sociales. Sin embargo, la admisión en la universidad hace que la pasión se desboque entre ambos, pese a las reticencias iniciales de Wajma, y con la promesa de amor eterno de Mustafa. A consecuencia de este acontecimiento, Wajma queda embarazada, y Mustafa desoye las súplicas que ella vierte para que salve su honor a través del matrimonio. A partir de este momento, Wajma se enfrenta a una sociedad tradicional y encorsetada, encarnada en la figura de su propio padre.

Cuando el padre, que trabaja desactivando minas, se entera de lo que le ha sucedido a su hija, vuelve a casa y le propina una brutal paliza bajo la nieve, golpeando también a la madre que intenta defenderla. A continuación, castiga a Wajma encerrándola en la leñera, sin comida ni abrigo, y dejándola salir únicamente para interrogarla sobre la identidad del responsable de tal deshonra. Aunque en un primer momento Wajma guarda silencio, por temor a las consecuencias, el padre termina averiguando la identidad de Mustafa y enfrentándose con él.

El odio y la vergüenza que siente el padre de Wajma le lleva, incluso, a recibir asistencia legal sobre la situación, para conocer si es posible incluso acabar con sus vidas. La respuesta que recibe, por parte del fiscal, es que al no haber sido testigo directo de la consumación del acto, no puede recurrir a la violencia, ya que sería considerado crimen (cosa que, como aclaran, no ocurriría si les hubiese visto “entregados al fornicio”, situación en la que podría haber dado muerte a uno o ambos sin consecuencias, al entenderse como una defensa del honor). La única alternativa legal que se le plantea al padre es la denuncia, pero eso traería consecuencias nefastas para el honor de la familia, además de enviar a Wajma a la cárcel. Es en esta escena cuando se deja entrever que, más allá de la rabia y del odio, el padre sigue siendo un padre y sigue queriendo lo mejor para su familia y para su hija. También en este momento, el fiscal pronuncia una frase especialmente significativa, que recoge algunas de las claves de denuncia del film: “En nuestra obsoleta sociedad, esto sería una especie de muerte social para su hija”.

Mientras tanto, Wajma continúa encerrada, suplicando por comida y por su libertad. La abuela, que vive en la casa, y que por su condición jerárquica, pese a estar en teoría sometida al patriarca, se sabe por encima del bien y del mal, se apiada de su nieta y le lleva comida a escondidas. Una noche particularmente fría, la abuela le facilita a Wajma un hornillo de gas con el que pueda calentarse, sin embargo, las intenciones de la muchacha son muy distintas. Con el fuego del hornillo, provoca un pequeño incendio, con la intención de suicidarse. Al descubrirse el fuego en la casa, el padre se percata de su actitud, rescata a Wajma y cae presa de la desesperación, sintiéndose responsable por lo sucedido. Cuando Wajma se recupera, su padre, aunque mantiene la fachada de dureza y frialdad, ha tomado la decisión de ayudarla, consiguiéndole un pasaporte para que pueda viajar a Nueva Dheli, donde el aborto es legal.

Como reza su subtítulo, Wajma es una historia afgana de amor. Pero desde el principio este subtítulo juega a engaño, ya que no se trata de una historia de amor romántico como sugiere la primera parte del metraje, sino de amor familiar, el amor de un padre por su hija.

THE OWNERS, Adilkhan Yerzhanov, Kazajistán, 2014.

Escena de The Owners.

Escena de The Owners.

Una de las más gratas sorpresas del festival ha sido esta propuesta kazaja, del joven Adilkhan Yerzhanov, quien ha conseguido con esta película erigirse como nueva revelación de las cinematografías del Asia central, hecho que ha quedado de sobras constatado con la presencia de la cinta en prestigiosos festivales internacionales.

Cuenta la historia de tres hermanos, John, Yerbol y Aliya, que tras la muerte de su madre reciben en herencia una pequeña casita en un pueblo. Al poco de instalarse en ella, surgen los problemas de manos de Zhuba, el alcohólico hermano de la autoridad local, dejando a los hermanos sin posibilidad de defenderse, hasta el punto que el hermano mayor es encarcelado bajo acusaciones fraudulentas. El apoyo de una joven comerciante local será la única esperanza para Yerbol de acabar con la cadena de injusticias sufrida por su familia.

La película resulta muy llamativa ya desde el plano visual, con una fotografía muy personal de colores muy saturados y escenografías muy calculadas. La innovación se mantiene en el personalísimo lenguaje cinematográfico que desarrolla Yerzhanov, que juega a sorprender al espectador a través de la manipulación de los arquetipos y de la calculada mezcla entre comedia y drama, entre el humor y lo grotesco.

Hasta aquí la primera parte del repaso a lo que ha sido la Sección Oficial del Casa Asia Film Week. En los próximos días, la segunda parte.

Notas:

[1] En el marco del Casa Asia Film Week 2011 pudieron verse películas como Confessions, de Tetsuya Nakashima; Aftershock, de Feng Xiaogang; Buddha Mountain, de Li Yu; Bruce Lee my brother, de Manfred Wong y Raymond Yip; All about love, de Ann Hui; Confucio, de Mei Hu o Space Battleship Yamato, de Takashi Yamazaki, por citar algunos de los títulos más destacados.

[2] Como puede ser el caso de The Owners, la representante de Kazajistán. Dirigida por Adilkhan Yerzhanov, esta historia de tres hermanos que abandonan la ciudad para trasladarse a la casa que su madre les ha dejado en herencia ha sido presentada en el Festival de Cannes o en el Festival Internacional de Cine de Toronto.

[3] Como demuestran el premio al Mejor Guion del Festival de Venecia, que recayó sobre Tales, de Rakhshan Bani-E’temad, así como la cantidad de títulos estrenados entre 2013 y 2014.

[4] El comedor puede conocerse más de cerca a través de su web. http://www.khanaghar.org/

avatar Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.


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