La última producción de la realizadora japonesa Naomi Kawase, Still the water (Futatsume no mado),[1] aterrizó en el primer festival español del año: Actual, celebrado en Logroño del 2 al 6 de enero de este recién estrenado 2015.
Seguramente hay muchas maneras de pasar una mañana de sábado en invierno, y sin duda madrugar para encerrarse en una sala y ver cine japonés en versión original no debería estar en el top ten de actividades para un día así. Y sin embargo sí parecía estar entre las prioridades de muchos logroñeses que se reunieron con este fin el día 3 de enero para atender a la proyección de Still the water.
Sin duda el económico precio y la exclusividad del film, que aún no se ha estrenado en circuitos comerciales,[2] propiciaron el lleno de la Sala Gonzalo de Berceo, demostrando así mismo el triunfo absoluto de la cultura más contemporánea en esta pequeña ciudad de provincias, y el buen hacer de la Filmoteca Rafael Azcona.
El film de la directora nipona Naomi Kawase no resulta sin embargo apto para todos los espectadores, debido en parte a la trayectoria en el cine documental de su autora,[3] que se deja ver en los movimientos de cámara aparentemente improvisados, y en ocasiones casi intrusivos. Así mismo, debido a la potencia visual y simbólica de sus imágenes, la película presenta una belleza formal innegable a costa, en ocasiones, de la narración, que resulta compleja e inconexa en ciertos momentos. A esto hay que añadir alguna escena desagradable a la vez que recurrente, como la cabra blanca que muere desangrada (con todo un significado de sacrificio y víctima propiciatoria evidente y fundamental para la comprensión del film).
La película se inicia de manera sumamente abrupta, con un mar embravecido que da paso a un fondo negro, y de nuevo vemos el mar en calma. Así mismo, será el océano el que ponga punto final al film, dejando patente el papel del mar como articulador de la historia, de forma explícita pero también poética, puesto que la naturaleza tendrá un papel fundamental en el relato y en todo el film. Uno de los temas principales es sin duda la relación del hombre con la naturaleza. Una naturaleza que le supera y que apoya la tesis de la realizadora:
“Me gustaría que la audiencia se diese cuenta de que nosotros, los hombres, lo que hacemos no está en el centro de todas las cosas, somos sólo una parte del ciclo de la naturaleza que quiere construir una historia. Espero que a través de esta película se vea crecer la sabiduría del hombre en contacto con el dios que llamamos naturaleza.”[4]
Es algo intrínseco del pueblo japonés esa adoración a la naturaleza, de raigambre sintoísta, y que se ve personalizado en la película mediante la madre de uno de los protagonistas, que es chamán.
La fuerza de la naturaleza y las emociones de los personajes principales se entrecruzarán: el mar, el amor, la muerte, el sexo, el tifón… el miedo que despiertan todas estas fuerzas será el eje central del film.
Por otra parte, la influencia de la naturaleza en la historia se debe a la localización elegida para el film, en la pequeña isla de Amami Ôshima, al sur del archipiélago japonés. En este entorno natural casi paradisíaco, en una tarde de verano, el joven Kaito (Nijirô Murakami) encontrará el cadáver de un hombre flotando en el mar. Este crimen agitará los ánimos de toda la comunidad isleña y del propio Kaito que, ayudado por su amiga Kyôko (Jun Yoshinaga) descubrirá a lo largo del film no solo el misterio que alberga este cuerpo sin vida arrastrado por el tifón, sino también el sentido de la vida y de la muerte, del sexo y del amor (ese amor adolescente, puro y sin complejos que nos describe la película).
Este recurso de una comunidad pequeña y un crimen que resolver no nos es extraña, sino que se ha vuelto algo popular en los últimos tiempos en la ficción televisiva, con casos como Top of the Lake (2013), Broadchurch (2013), Fargo (2014) o Happy Valley (2014).
Tan solo destacar la interpretación del principal protagonista, el joven Kaito, a cargo de Nijirô Murakami, que si bien resulta sumamente contenida durante gran parte de la película, hasta rayar la inexpresividad, deviene al final en una turbulenta espiral de emociones que explotarán con la fuerza de un tifón, probando tanto el talento de este autor como la profundidad de los sentimientos que hasta entonces habían permanecido ocultos a la audiencia (y casi también a sí mismo).
Para saber más:
Notas:
[1] Still the water (2014). Duración: 110 min. País: Japón. Director: Naomi Kawase. Guión: Naomi Kawase. Música: Hasiken. Fotografía: Yutaka Yamazaki. Reparto: Nijiro Murakami, Jun Yoshinaga, Makiko Watanabe, Hideo Sakaki, Tetta Sugimoto, Miyuki Matsuda, Jun Murakami, Fujio Tokita. Productora: Kumie.
[2] Fue presentada oficialmente en el Festival de Cannes de 2014 y posteriormente fue incluida en el Festival de San Sebastián.
[3] Naomi Kawase (Nara, 1969) posee una filmografía que abarca desde sus primeros documentales como Embracing (1992) o Katatsumori (1994), hasta obras que han obtenido reconocimiento internacional, como Moe no suzaku (1997), film con el que se convirtió en la más joven ganadora de la Cámara de Oro en Cannes, galardón otorgado al mejor nuevo director, o el más reciente El bosque del luto (Mogari no mori, 2007), película con la que obtuvo el Gran Premio del Jurado, de nuevo en el festival francés.
[4] http://www.sensacine.com/peliculas/pelicula-228125/secretos/