Tras una introducción a la historia y función de la muñeca tradicional japonesa, o ningyô,[1] en el siguiente texto trataremos algunas tipologías, cuyo soporte es la madera y la cerámica.
La madera ha sido uno de los materiales más utilizados en Japón dada su abundancia: se puede encontrar en todas las ramas de la arquitectura, sobre madera grandes maestros tallaron sus diseños para dar lugar a complejas estampas y también está presente a la hora de hablar de muñecas japonesas.
Las Gosho-Ningyô, conocidas como las muñecas propiciatorias de palacio (puesto que en sus orígenes, esta tipología estaba destinada a ser un regalo para las clases más altas) servían como amuleto protector y eran muy queridas por las familias que las poseían. Sin embargo, con el paso del tiempo, perdieron ese carácter exclusivo pasando a estar presentes también en casa más humildes, aunque conservando su función protectora. Dentro de este tipo de muñecas destacan las llamadas shirajishi que resaltan por su blanca piel conseguida por el uso de la pasta gofun.[2]
Los inicios de esta tipología se pueden encuadrar a principios del período Edo, sobre todo en la zona de Kioto. Representa a niños entre 3 y 5 años, normalmente cubiertos con un babero de color rojo llamado haragake que dejaba a la vista el delicioso acabado de la piel mediante gofun. Se caracterizan por sus formas curvas, cuerpos rellenos y grandes cabezas que suponen un tercio del tamaño total de la muñeca.
Se dan diferentes formas y categorías dentro de estas Goshô-ningyô. Destaca la llamada Mitate (Parodia o imitación), que imitan las acciones y gestos propios de los adultos para ser admiradas por estos. Igualmente pueden representarse con posturas características de actores de teatro Kabuki o Noh.
Originalmente eran muñecas de cerámica policromada, pero con el paso del tiempo evolucionaron predominando el uso del papel maché o hariko: La técnica para realizar estas piezas consistía en colocar la pasta de papel sobre un modelo de madera de tal forma que todos los rasgos quedaban impresos; una vez seco, la cubierta de pasta se cortaba por la mitad desprendiendo el modelo de madera, las dos mitades resultantes se pegaban de tal forma que quedaba una juntura en medio. Otra técnica usada es el neri-mono, que consiste en una mezcla de serrín y almidón de trigo que al mezclarlos se convierten en una especie de pasta que se coloca sobre dos bloques de madera con el diseño en negativo, estos se aprietan para que al extraerlos el resultado sea la forma deseada; para darle el acabado se cubren con gofun.
Sin embargo, las ningyô más refinadas se tallaban en madera, concretamente en madera de paulonia. El cuerpo y las extremidades se tallan por separado para luego unirse mediante pegamento.
Otro ejemplo son las Saga-ningyô. Reciben esta denominación durante el Período Meiji atendiendo a su lugar de fabricación. Un foco importante es Edo, la capital de Tokio, con unas tipologías variadas que representan a bellezas femeninas o bijin, a sirvientes masculinos denominados yako…
Podemos situar su origen a finales del XVI por parte de escultores dedicados a la talla de figuras religiosas; esta relación se ha establecido debido a que presentan decoraciones similares a las estatuas de Buda. Durante el período comprendido entre finales del XVII a principios del XVIII tienen su momento de mayor éxito.
Entre las figuras más representadas destacan dos divinidades: Hotei (dios de la generosidad y la salud) y Daikoku (dios de la salud).
Se trata de muñecas de madera de manos y rostro blanco gracias al uso de gofun. Se visten con ricos atuendos que no son de tela, sino que están grabados en las capas de gofun más finas. La policromía destaca por colores con vivos toques dorados mediante pan de oro. Estos objetos más que muñecas eran pequeñas esculturas o estatuas.
Por otro lado, tenemos las Nara-ningyô. Siguen características muy parecidas a las anteriores en el sentido de que son de madera policromada, pero algunas zonas se dejan sin policromar para que quede a la vista el excelente trabajo de la madera. Sus orígenes se sitúan en torno al final del período Edo, representando a actores de teatro Noh.
En un primer momento este tipo de figuras cumplían la función de netsukes[3] y eran de pequeño tamaño. Con el paso del tiempo, se aumenta su tamaño pasando a utilizarse como ornamentos para el hogar.[4]
Para finalizar con las muñecas de madera, hablaremos de las Kokeshi, una tipología muy antigua; aunque su aspecto actual tiene poco que ver con su apariencia original. Su forma es bastante simple ya que sólo dispone de cabeza y tronco, sin articulaciones: Los brazos, manos, motivos decorativos (sobre todo flores) y otros aspectos se pintan mediante colores primarios y brillantes.
Respecto a su función se plantean algunas dudas: Los caracteres que conforman su nombre (ko significa “niño” mientras que keshi se puede traducir o bien como “borrado” o como “semilla de amapola”) pueden dar a entender que se trata de pequeños recuerdos por aquellas niñas que fallecieron siendo un bebé o bien fueron vendidas.[5]
Lo que más destaca de este tipo de muñecas es su variedad, ya sea en la forma de su cuerpo y cabeza como en los motivos pintados en ellas que muchas veces nos sirven para identificar su lugar de procedencia.
Esta tipología se podría considerar a día de hoy como uno de los souvenirs más cotizados en Japón.
En segundo lugar, cabe destacar un segundo material, la cerámica. Las muñecas de cerámica han tenido menos popularidad tanto en el pasado como actualmente, a favor de las muñecas de madera, sin embargo, fue uno de los materiales empleados más tempranamente para realizar pequeñas figuras: los haniwa, pequeñas piezas de uso funerario que se remontan al Período Kofun (250-538 d.C.).
Las tipologías de mayor de cerámica fueron realizadas durante el Período Edo: Se partía de un modelo de madera que servía para la obtención de dos moldes (uno representaba en anverso y otro el reverso), en estos moldes se introducía la arcilla limpia y clara y se cocían obteniendo la muñeca. Después se pintaba con colores vivos dándose por terminada.
Este tipo de muñecas se produjeron en distintos lugares por todo Japón, con el objetivo de suplir diferentes necesidades: por un lado, en momentos en lo que se necesitaba suerte, se utilizaban como amuletos exponiéndolas sobre altares y dirigiendo oraciones ante ellas; igualmente, en su función como juguetes cumplían cierta función propiciatoria, pues se pensaba que un niño que jugaba con este tipo de muñecas crecería sano y fuerte.
Una de las tipologías más antiguas es la llamada Fushimi-ningyô, la más antigua, sus orígenes se remontan a los inicios del Período Edo, siendo realizadas tanto por artesanos formados como por los propios campesinos del lugar. Cabe destacar la gran variedad de representaciones que se pueden encontrar en este tipo de muñecas: desde niños pequeños, soldados, animales… Igualmente se producen en varias provincias destacando Fushimi Inari, de la que toman su nombre. Por ejemplo tenemos las Ejiko, que en teoría representa un niño al que han dejado solo en casa sus padres al irse a trabajar en el campo, metido en una cesta. Estas muñecas se han relacionado con el Ikebana o la ceremonia del té, considerándolas parte del gusto de la cultura japonesa.
Las Hakata-ningyô suponen la otra tipología a destacar dentro de las ningyô realizadas en cerámica. Reciben este nombre por su producción de muñecas de arcilla de calidad y formas excepcionales en la capital de Fukuoka. Incluso a día de hoy destacan por la producción de estas que de nuevo pueden representar distintos personajes de forma mucho más refinada y de una mayor calidad. Estas muñecas han dejado de ser juguetes para convertirse en objetos bastante preciados, elementos de decoración diseñados por el placer de contemplarlos.
No queremos terminar sin hacer una breve mención a muñecas fabricadas con otros materiales, como por ejemplo, la porcelana y el bronce. Las muñecas de estos materiales se remontan al Período Muromachi, cuando alcanzaron su mayor popularidad como parte de la composición de los tokonoma.[6] Destaca la calidad de estas muñecas, cuidadosamente policromadas de forma que el espectador no podía discernir su material sin recurrir al tacto.
Para saber más:
Notas:
[1] http://revistacultural.ecosdeasia.com/introduccion-a-la-muneca-tradicional-japonesa/
[2] Un preparado de conchas trituradas y nikawa (Un aglutinante procedente de la espina de pez) que se aplica sobre la superficie de la muñeca. El aplicar esta sustancia supone un proceso muy costoso en el que se dan varias capas consiguiendo un acaba blanco para después pulirlo para que brille.
[3] Pequeñas esculturas que se pueden fechar en torno al siglo XVII en Japón. Las vestimentas tradicionales no contaban con bolsillos, por lo que se necesitaba disponer de algún medio para transportar diferentes objetos: Normalmente se guardaban en pequeñas cajas y bolsas que se llevaban colgando, sirviendo estos netsukes como contrapeso para evitar su pérdida.
[4] Yamada, Tokubei, Japanese Dolls [Tourist Library vol. 17], Tokyo, Japan Travel Bureau, 1955, pp. 37-38
[5] Baten, Lea, Identifying Japanese Dolls. Notes on ningyô, Leiden, Hotei Publishing, 2000, pp. 55
[6] Se trata de un pequeño hueco en la pared en el que se suele colocar una pintura o caligrafía junto con un arreglo floral.