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Introducción a la muñeca tradicional japonesa VI: Ningyô en movimiento. – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
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This article was written on 01 Oct 2014, and is filled under Arte.

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Introducción a la muñeca tradicional japonesa VI: Ningyô en movimiento.

Hasta ahora hemos hablado sobre todo de muñecas estáticas, relacionadas con festividades y tradiciones, cumpliendo una función como talismanes o simplemente admiradas por la belleza de sus atuendos.

En el siguiente artículo vamos a ver las ningyô creadas para moverse, ya sea gracias a la ayuda de una serie de mecanismo o a las manos de los titiriteros, y deleitar al público mediante sus acciones. Por otro lado, también vamos a comentar algunos ejemplos de muñecas estáticas relacionadas con las artes escénicas.

Comenzaremos con las ningyô presentes en el teatro de muñecas o bunraku, una manifestación que se inicia en el Período Edo (1603-1868) y que en su momento cosechó tal éxito que llegó a hacerle sombra al teatro kabuki[1] dada la gran cantidad de obras de teatro creadas para ser representadas mediante muñecas (esas mismas obras se adaptarán también al teatro kabuki dado su éxito).

Cabe destacar que ya desde el Período Heian (794-1185) aparece un precedente de este teatro dada la presencia de una serie de hombres que iban de puerta en puerta mostrando sus habilidades moviendo unas muñecas a modo de títere con el objetivo de recaudar limosna.

Escena de bunraku donde se pueden ver dos títeres interactuando además de los titiriteros encargados de manejarlos

Escena de bunraku donde se pueden ver dos títeres interactuando además de los titiriteros encargados de manejarlos.

Será Uemura Bunrakuken quien fundará y dará nombre a este género, creando un teatro de muñecas en Osaka durante el siglo XVIII. En un primer momento era un único titiritero el encargado de mover la muñeca, representándose historias muy simples con escasos personajes (únicamente un hombre, una mujer y sus interacciones).

Sin embargo, con la evolución de este género se introducirán novedades e hitos importantes, por ejemplo, en 1733 se articularon los dedos, o un año después, se instauró el hecho de que fueran tres los titiriteros encargados de cada una de las figuras: el principal que se encarga de la expresividad del rostro y de la mano derecha, un segundo que mueve la mano izquierda y el último que se encarga de los pies. El cargo de titiritero principal supone un entrenamiento previo que se inicia a los 12 o 13 años llegando a extenderse una sécada. Se dan diferentes tratados que vienen a dar una serie de códigos y pautas respecto a las expresiones y gestos de las muñecas y lo que estos significan.

Rostros de algunos de los personajes, en la parte inferior de la cabeza el mecanismo de palancas que permite la gesticulación.

Rostros de algunos de los personajes, en la parte inferior de la cabeza el mecanismo de palancas que permite la gesticulación.

Respecto a los títeres, realmente no son creaciones de demasiada calidad y complejidad, no tienen un cuerpo como tal sino que el apresto del mismo viene dado por las manos de los titiriteros, por lo que no pueden mantenerse en pie por sí mismas, incluso las figuras femeninas no tienen pies y son las manos del tercer titiritero las que  emulan la presencia de estos. El movimiento se ejecuta mediante complejos mecanismos de hilos y palancas que los titiriteros manejan mediante sus manos. La galería de personajes es bastante amplia y variada, destacando sobre todo la expresividad de los rostros masculinos, ya que pueden mover los ojos, cejas y boca (en el caso de las figuras femeninas la expresión es más rígida por lo que han de transmitir sus emociones mediante los gestos de las manos y diferentes posturas). Como algunos ejemplos de estos personajes encontramos a Bunshichi, un hombre fuerte y aguerrido, un guerrero o samurái; destaca el hecho de que puede mover los ojos y el rostro consiguiendo una expresión bizca que nos recuerda al momento culmen de su fuerza en el teatro kabuki. Otro ejemplos sería Yaegaki Hime: cuyo caso nos sirve para hablar de los personajes femeninos, ya sean princesas o cortesanas van a ser un ingrediente importante dentro de las representaciones teatrales. Por último mencionaremos a Otsuru, es el nombre que se refiere a las niñas, que también pueden aparecer en estas obras; al igual que las mujeres, sus rostros no tienen tanta expresividad, pero muestran los pies.

A pesar de su éxito en el Período Edo, este tipo de representaciones han perdido importancia, aunque prevalecen algunos focos de importancia como es el caso de Osaka, incorporando en sus actuaciones novedades como diferentes modelos de muñecas. Igualmente, hemos de destacar la llegada de los títeres y la música occidentales a Japón en torno a 1890 y que igualmente pasaron a incorporarse a las representaciones de bunraku.

Dejando de lado el bunraku también destacan aquellas muñecas que están igualmente relacionadas con los géneros teatrales, aunque en estos casos no tienen la capacidad de representar las obras sino que mayoritariamente son figuras estáticas:

Iki-ningyô.

Iki-ningyô.

En primer lugar, las Iki-ningyô relacionadas con las representaciones de kaichô, exhibiciones y muestras de figuras ocultas en diferentes templos, lo que suponía todo un atractivo para el público. Se trataban de muñecas totalmente realistas centradas en la representación de expresiones o rasgos corporales de la forma más parecida a la realidad posible. Igualmente, este tipo de muñecas llamarán la atención de los extranjeros a partir de la apertura a Occidente, por lo que encontraremos algunos ejemplos de las mismas en las Exposiciones Universales.

Las Takeda-ningyô son un segundo ejemplo, y en este caso, estarían relacionadas con el teatro kabuki, el entretenimiento preferido por gran parte de las clases sociales en el Período Edo. Los actores contaban con sus propias legiones de fans y eran representados en los grabados japoneses, tal éxito va a influir en el mundo de las muñecas, de modo que estos afamados artistas tendrán su propia versión en tres dimensiones.

Takeda-ningyô.

Takeda-ningyô.

El nombre de Takeda-ningyô procede de un actor muy admirado en su momento, hasta tal punto que cuando se realizó su muñeca, supuso todo un hito de modo que finalmente se le otorgó su nombre a esta tipología (como ocurre a día de hoy con determinados actores o personajes pertenecientes a series de animación).

En este caso, los personajes representados han de ser conocidos, ataviados con los atuendos de su personaje más característico y adoptando la postura y expresión que lo caracteriza. En ocasiones pueden aparecer también como Musha-ningyô, aunque se pueden diferenciar del resto de muñecas por su dinamismo y tensión.[2] El nombre de Takeda-ningyô procede de un actor muy admirado en su momento, hasta tal punto que cuando se realizó su muñeca, supuso todo un hito de modo que finalmente se le otorgó su nombre a esta tipología (como ocurre a día de hoy con determinados actores o personajes pertenecientes a series de animación).

También podemos encontrar representaciones femeninas dentro de esta categoría, por ejemplo, la hija del Dios dragón, Otohime, con una postura, aunque dinámica, mucho más delicada.

En un primer momento, esta tipología no tuvo demasiado éxito ya que mayoritariamente se producía con materiales baratos y se tomaba como un objeto de carácter popular, sin embargo, con el paso del tiempo esto cambió, llegando hasta nuestros días ejemplos de gran calidad.

Por último, las Uizan-ningyô, que están relacionadas con el teatro . Vienen a englobar tanto representaciones de actores afamados como aquellas muñecas que se regalaban a los mismos. Sobre todo son figuras masculinas arrodilladas, de postura relajada y rasgos delicados. Se dan muy pocos ejemplos.

Alejándonos del mundo del teatro, otra categoría que destaca por su dinamismo son las Karakuri-ningyô, una especie de autómatas que cuentan con una serie de mecanismos que les permiten moverse. El término “karakuri” significa “engañar”, dado que se pretende que los espectadores piensen que la muñeca es capaz de moverse por sí misma. A la hora se situarlas, nos remontaremos al Período Kamakura, donde podemos encontrar ejemplos muy primitivos que se regalaban al emperador por parte de los monjes de Nara; aunque su momento de auge lo podemos situar en el Período Edo gracias a Takeda Ômi, que exhibía sus muñecas mecánicas en un pequeño teatrillo, movidas en este caso, gracias al agua o a la arena.

Chahakobi ningyô.

Chahakobi ningyô.

Se pueden distinguir varios tipos de muñecas: las Zashiki creadas en el siglo XIX que se colocan sobre una base que esconde el mecanismo interior que funciona mediante arena, mercurio o vapor, son muñecas de pequeño tamaño destinadas al disfrute privado de las clases más altas durante el Período Edo, una de las más destacadas es la Chahakobi encargada de servir el té a los invitados esperando hasta que se terminen la taza para retirarse con ella, o el caso de las Yumihiki Doji o muñecas arqueras que cada vez que se accionan ejecutan unos 4 disparos programadas para fallar un tiro de cada 10.

Las últimas Karakuri-ningyô que mencionaremos son las Dashi y las Kobe. Las primeras serían manipuladas por un hombre escondido dentro de un carruaje que se dedica a recorrer las calles durante determinados festivales llamando la atención de sus paseantes, estas carrozas tienen tres pisos[3] y se mueven gracias a la colaboración de unos 20 hombres, cada carroza tiene un estilo particular reflejo de la zona donde se crearon, normalmente se da una rivalidad entre las distintas zonas por ver quien tiene las carrozas más bellas.

Finalmente, las Kobe, que se mueven al accionar una palanca ejecutando acciones muy simples.

Dashi ningyô que representa la leyenda de Momotarô.

Dashi ningyô que representa la leyenda de Momotarô.


Para saber más:

  • http://www.karakuri.info/index.html
  •  Scott Pate, Alan, Ningyô. The art of the japanese doll, Singapur, Tuttle Publishing, 2005

Notas:

[1] Como se menciona posteriormente, el teatro kabuki fue el entretenimiento preferido por gran parte de  las clases sociales durante el Período Edo. En este caso, los protagonistas eran actores de carne y hueso, maquillados y ataviados como determinados personajes, junto con el correspondiente acompañamiento musical.

[2] Las Musha-ningyô suelen representar momentos como el descanso después de la batalla o los momentos que la preceden, por lo que sus protagonistas aparecen en posturas mucho más estáticas y descansadas.

[3] Un primer piso donde encontramos los títeres que suelen representar personajes de cuentos y mitos, un segundo nivel donde se colocan los titiriteros encargados de accionar los correspondientes mecanismos y un nivel más bajo donde aguardan los músicos que acompañan las escenas.

avatar María Gutiérrez (133 Posts)

Graduada en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza, Máster de Estudios Avanzados en Hº del Arte y Máster en Formación de profesorado en Educación Secundaria por la misma universidad. Actualmente se encuentra ultimando su tesis doctoral acerca del coleccionismo de muñecas tradicionales japonesas.


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