Cuando acabó el Período Meiji, en 1912, el mundo artístico japonés cambió de manera radical, pues Japón siguió abierto al mundo, a Occidente, llegando hasta el país las diferentes corrientes vanguardistas que se sucedieron a lo largo del siglo XX. Este breve período de principios de siglo, el Período Taishô (1912-1926), se caracterizó por su inestabilidad política, debido a las revoluciones que se suscitaron. Además, la occidentalización del país hizo que se excluyese del panorama artístico a las artes aplicadas tradicionales: en 1907, el Ministerio de Educación comenzó a patrocinar exposiciones artísticas en todo el país (exposiciones Bunten), pero éstas se dedicaban a la pintura japonesa y a la pintura y escultura occidental, de modo que las artes aplicadas, también llamadas artes menores en Occidente, fueron excluidas (la metalistería, la laca y la cerámica); esta distinción entre las artes aplicadas y las bellas artes no había existido en el país hasta el Período Meiji, pero tras la exposición acaecida en Viena, la palabra bijutsu (“arte de la belleza”) se empleó para designar a las bellas artes, mientas que kogei (“artesanía”) se usó para las artes aplicadas, algo que no había ocurrido hasta la occidentalización del país.
En 1919, las exposiciones Bunten fueron remplazadas por las exposiciones llevadas a cabo por la nueva Academia Imperial de Arte (Teikokubijutsuin), pero este cambio no afectó para nada al campo de las artes aplicadas, ya que “carecían de modernidad”. Tras insistir durante años, en 1925 se creó la Sociedad General de Artesanía (Kogeisaisaikai), en la que participó el director de la Asociación de Artes y Oficios de Japón, Akatsuka Jitoku (1871-1936), una de las personalidades más importantes en la emancipación de las artes aplicadas.
También hay que tener en cuenta al movimiento Mingei, desarrollado en Japón entre los años 20 y 30 del siglo XX y encabezado por Sôgetsu Yanagi (1889-1961). Este movimiento defendía la artesanía, es decir, las artes decorativas, y se oponía a la idea de la historia del arte de genios. Es algo que recuerda al movimiento Arts and Crafts encabezado por William Morris y por John Ruskin en Reino Unido a finales del siglo XIX, salvo que en este caso, el movimiento Mingei centraba su atención en los objetos de uso diario, teniendo como bases a la tradición, al anonimato, a la sencillez y a la simplicidad.
En el lado contrario al movimiento Mingei, se encuentra el grupo Mukei, grupo de jóvenes artistas vanguardistas, entre los que estaban Matsuda Gonroku(1896-1986) y Yamazaki Kakutaro (1899). Este grupo quería acabar con el convencionalismo y disipar las ideas que se tenían acerca de la laca, siendo su objetivo la renovación artística y no la perfección técnica.
Desde entonces, las artes aplicadas volvieron a desarrollarse, alcanzando su apoteosis en mayo de 1926, ya en el Período Shôwa (1926-1989), en la exposición en honor a Shotoku Taishi (574-622), promotor del budismo y mecenas de las artes, realizada en el Tokyo Metropolitan Art Museum en 1926. En dicha exposición, las artes aplicadas se mostraron junto a obras pictóricas y escultóricas, siendo bien acogidas por el público y elogiadas por la prensa.
Finalmente, en 1927 se añadió una sección en la exposición Teiten de la Academia de Arte Imperial, en donde se mostró cómo se había modernizado la laca. Esto provocó que en los siguientes años se abandonasen cada vez más los convencionalismos y se empezase a desarrollar un estilo nuevo e innovador, dando lugar al Modernismo.
Los artistas del Modernismo no presentan innovaciones comunes, sino que muestran características diferentes; por ejemplo Akatsuka Jitoku comenzó a producir objetos sobrios, poco decorados, en los que aplicaba la laca seca; y Rokkaku Shisui (1867-1950) creó objetos lacados inspirándose en la laca china de la época Han, siendo dos artistas contemporáneos cuya laca no tuvo nada que ver.
Moriya Shotei y Takano Shozan (1889-1976) abandonaron el delicado estilo de su maestro Shirayama Shosai, del mismo modo que Fukushima Taisai y Tuzuki Kosai el de la escuela Zeshin. Estos cuatro artistas empezaron a desarrollar diseños audaces y atrevidos, reproduciendo animales, flores y motivos geométricos, dejándose ver en ellos la influencia del Modernismo francés (Art Nouveau) y del Art Decó.
Otro signo que reconoció al laqueado como un arte fue el nombramiento de Akatsuka Jitoku como miembro de la Academia de Arte Imperial en 1930.
Pero no todos los artistas de laca adoptaron el modernismo, sino que los artistas tradicionales siguieron realizando pequeños utensilios y accesorios como peines, cajas de té, pipas, etc. Las pipas fueron de los elementos más lacados de la época, destacando en este campo Seisen Insshu y Toyokawa Yokei, activos en la década de 1920. Incluso hubo artistas, como Ganshosai Shunsui y Yamaguchi Shojosai, que siguieron fabricando inrôs debido a la demanda que había por parte de los coleccionistas europeos y estadounidenses; entre estos coleccionistas, destaca el empresario suizo Alfred Baur, quien adquirió la mayor parte de la obra de Uzawa Shogetsu.
Uno de los grandes talleres de estos utensilios tradicionales fue formado por Tobe Kofu (1888-1965) en 1910, patrocinador de muchos artistas de la época como Uzawa Shogetsu y Yamaguchi Shojosai, antes mencionados.
La razón por la que unos artistas decidieron crear una laca moderna y otros una laca tradicional, no se puede explicar mediante su formación pues, por ejemplo, Moriya Shotei, modernista, y Uzawa Shogetsu, tradicionalista, tuvieron como maestro a Shirayama Shosai. Tampoco fue la edad lo que provocó este cambio, pues muchos artistas que estaban alrededor de los 50 aceptaron el modernismo. De este modo, debieron de ser las ambiciones y los gustos personales de cada artista los que decidieron el estilo a seguir.
Una vez logrado el reconocimiento, los artistas se volcaron para atraer a un mayor número de clientes. Una de las innovaciones que tuvo lugar fue llevada a cabo por Rokkaku Shisui, consejero de la Namiki Manufacturing Company, productora de bolígrafos en donde se mejoraba la ebonita con laca en bruto. Otros artistas como Matsuda Gonroku o Takano Shozan empezaron a usar la laca para la decoración de las verandas.[1]
La laca siguió cobrando popularidad, empleándose incluso en los interiores de los barcos trasatlánticos como el Queen Mary (1934), decorado por Sato Takezo, un lacador que residía en Reino Unido. Este ejemplo muestra como la laca se empezó a realizar fuera de las fronteras niponas, y pronto dejaría de ser exclusividad de los artistas nipones, como es el caso de Jean Dunand, un suizo que aprendió el arte de la laca con Sugawara Seizo.
El problema vino en 1929, con el crash de la bolsa de Nueva York, situación que afectó gravemente a Japón. Con el emperador Hirohito, Japón pasó de la democracia a la tiranía militar, intervino en la Segunda Guerra Mundial como país aliado de Alemania e Italia, y tras la derrota el país fue ocupado por las tropas de la Alianza hasta 1952, cuando, finalmente, logró una recuperación económica y científica muy rápida.
Es de entender que esa inestabilidad política y militar influyese en el mundo de las artes. Éstas se sometieron al control del gobierno, que obró un cambio radical en la Academia de Arte Imperial en 1936, lo que provocó que las exposiciones pasasen a ser competencia del gobierno: las exposiciones Shin Bunten. En este momento, los artistas de laca más influyentes fueron Rokkaku Shisui, miembro de la Academia de Arte Imperial, Shirayama Shosai, profesor de la Escuela de Arte de Tokio, Yamazaki Kakutaro y Matsuda Gonroku.
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el trabajo de la laca fue muy complicado debido a que la legislación limitaba la producción y la venta de artículos de lujo, paralizándose la industria de la laca, algo que se solventó un poco en 1943,cuando la Asociación de Artes y Oficios de Japón empezó a suministrar materiales. A pesar de todo, las exposiciones siguieron celebrándose, viéndose en ellas como se seguía manteniendo el individualismo en cuanto al estilo, sin volver a las tendencias tradicionales. Algo a destacar de estas exposiciones es que, desde 1941, no se incluyeron artistas estadounidenses en ellas, debido al conflicto bélico.
Durante la guerra, se continuó trabajando en situaciones peligrosas, algo que se puede ver en la inscripción del gabinete Mt. Horai de Matsuda Gonroku:
«…Enemy planes are already flying over our imperial homeland. As sirens wail, those of my art students who have not already volunteered to aid the fighting forces, work with me, using the few materials we have on hand. I am profoundly grateful that, even though a bomb may well kill us all tomorrow, we have been able to finish this work…»[2]
Tras la derrota de Japón en 1945, cambió el panorama político, económico, religioso y social del país: desde 1945 hasta 1952 el país estuvo ocupado por los aliados, dirigidos por el general Douglas MacArthur; se promulgó una nueva constitución (1947) y cambió la normativa educativa. Todo ello fue seguido por una época de desarrollo económico y científico que convirtieron al país en una de las mayores potencias mundiales.
Todo esto provocó, en el mundo artístico, que la laca se fuese recuperando poco a poco de la guerra, reanudándose pronto las exposiciones, patrocinadas por la Academia de Arte Imperial que, desde 1947, se llamó Academia de Arte (Nihongeijutsuin). Además, en 1949 se unieron la Escuela de Arte de Tokio y la Escuela de Música de Tokio para crear la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio, la única universidad de arte que había a nivel nacional.[3]
El mundo artístico siguió cobrando fuerza, promulgándose en 1950 la Ley para la Protección de los Bienes Culturales (Bunkazai hogo ho), revisada en 1954, que anunció una nueva etapa para el mundo de las artes aplicadas, ya que estos artistas fueron nombrados parte del patrimonio intangible, “Tesoros Nacionales Vivientes”, y crearon la Sociedad de Oficios de Japón (Nihonkogeikai) en 1955 con la intención de revivir las artes aplicadas japonesas. Además de la Ley para la Protección de los Bienes Culturales, en 1974 se aprobó la Dentouketi Kougeisangyono Shinkounikansuru Horitsu: Dansan-Ho, una ley para promover las artesanías populares, creada, posiblemente, por el acelerado crecimiento económico y científico que estaba sufriendo el país, quedándose al margen las artes aplicadas. Gracias a esta ley, se creó la Association for the Promotion of Tradicional Crafts Industries en 1975 encargada de reconocer a los objetos tradicionales y de promover el reconocimiento de los maestros artesanos, dando una serie de normas para que un objeto pueda ser considerado tradicional. De este modo, los lacadores tradicionales estarían protegidos, mientras que aquellos que decidieron innovar y experimentar, no estaban amparados en nada. Las normas para que un objeto lacado pueda considerarse tradicional son las siguientes:
Entre los artistas que destacaron de esta época se encuentran, de nuevo, Matsuda Gonroku y Yamazaki Kakutaro líderes de dos movimientos opuestos: Gonroku se centró en la estética y las técnicas tradicionales, mientras que Kakutaro abogó por la expresión artística individual. Estas dos corrientes dominaron el mundo de la laca, y de las artes aplicadas en general, durante la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX, aunque hoy día, en el Período Heisei (1989-presente), siguen existiendo ambas vertientes.
Durante todo el siglo XX, la laca siguió cobrando importancia, participando en exposiciones y siendo objeto de estudio en las universidades. Poco a poco, el urushi, que había nacido con un fin protector, se convirtió en un símbolo de Japón, del mismo modo que los objetos lacados se convirtieron en joyas de coleccionistas muy deseadas.
Además de la laca japonesa, hay muchas más artes aplicadas o artes menores, como la miniatura, el textil, la orfebrería, la eboraria o la ebanistería, cuyo alto valor artístico no fue plenamente reconocido hasta hace poco más de un siglo; y que, aún en la actualidad, no son estudiadas habitualmente en las universidades, dejándose a un lado para centrarse en la historia del arte de la pintura, la escultura y la arquitectura. Con ello lo que se consigue es menospreciar a estas artes que, en algunos casos, son más bellas, más exquisitas y más difíciles realizar que las llamadas “grandes artes”.
Para saber más:
Notas:
[1] Galería o porche techado abierto.
[2] Traducción: “…Aviones enemigos están volando sobre nuestra patria imperial. Como sirenas aúllan mis estudiantes que no se han ofrecido como voluntario para ayudar a las fuerzas militares, trabajan conmigo, con los pocos materiales que tenemos a mano. Estoy profundamente agradecido de que, a pesar de que una bomba nos pueda caer en la cabeza mañana, hayamos acabado el trabajo…”. Dees, Jam.FacingModern Times. The Revival of Japanese Lacquer Art.1890-1950. Rotterdam, Optima Grafische Communicatie, 2007, p. 24.
[3] Matsuda Gonroku fue profesor en la sección de laca de dicha universidad.