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La música del samurái

Estatua de Taira no Atsumori en Sumadera, Kobe. Taira no Atsumori tocando la flauta junto a una princesa en el film Fuefuki Wakamusha (1955). (Fuente: www.sensacine.com)

La imagen que generalmente se tiene del samurái, fomentada por el cine y los medios de comunicación social, es la de un hombre duro e insensible, que aunque siempre actuase movido por un estricto código de honor, podía ser muy cruel. Afortunadamente el estudio con mayor o menos profundidad de la cultura del bushido que se nos pone a disposición a través de libros clásicos como el Libro de los Cinco Anillos de Miyamoto Mushashi o Hagakure y numerosos tratados, nos permite saber que los samurái, además de guerrear, también tenían un lugar en sus vidas para las artes. Y cómo no, escuchaban música.

Es necesario aclarar que al igual que sucedió en otras culturas, la música entró en el Japón de la mano del animismo y de la religión. Los primeros cánticos y danzas del sintoísmo, religión primitiva, se concibieron para lograr buenas cosechas y para congraciarse con los espíritus (kami), y fueron un claro antecedente de música nativa (dengaku sarugaku). Más tarde, la fuerte influencia cultural de China (Dinastía Tang siglo VII d.C.), provocó que la corte imperial de Nara en Japón tomase los modelos chinos y comenzara a hacer una sistematización y codificación de la música, y también adoptara muchos de los instrumentos musicales provenientes de China. Una de las manifestaciones de esta “sinificación” fue la música cortesana de Japón llamada gagaku, de la que disfrutó la primera aristocracia nipona.

Danzas sintoístas.

Para tener una visión en conjunto de la música que escuchaban los samuráis, hay que tener en cuenta dos criterios: el privilegio de clase y el sistema de educación.  En cuanto al primer criterio, hay que dar un salto hasta el siglo IX o X, cuando la incipiente clase guerrera comenzó a tomar posición en la sociedad y se fue poco a poco convirtiendo en una élite que sobrepasó en importancia incluso a la familia imperial. Eran la nueva aristocracia. ¿Y cuál era el arte aristocrático por excelencia en los tiempos dorados de los samuráis? El teatro Nô, un drama religioso-esotérico que era patrocinado por los señores feudales para demostración de su poder.

Utagawa Kuniyoshi, Retrato de Goshaku Sumegoro.

Pero no hay que olvidar el segundo criterio: la música también formaba parte de la instrucción moral y espiritual de los samuráis. Estos a menudo escuchaban e incluso tomaban parte en la ejecución de actividades musicales para enriquecer su conocimiento. Tal es el caso de los cantos y músicas de origen budista, que podían ayudar a la concentración y a la meditación.

Estos dos criterios nos llevan a una clasificación de los dos tipos de música relacionada con los samurái: la música teatral y la música religiosa, que servían en principio a objetivos diferentes, pero que en última instancia serán complementarios.

El teatro Nô es un arte escénico desarrollado a partir de una variedad de rituales sagrados y artes de entretenimiento festivos que datan del siglo V (dengaku, sarugaku, gagaku), el cual fue depurado y llevado al máximo refinamiento en la era Muromachi (1336-1568). Durante el período Tokugawa (1603-1868) el Nô siguió siendo una forma de arte aristocrático que tenía su contrapunto en el Kabuki, teatro de las masas. Fue auspiciado por los shôgun[1] y daimyô,[2] y se convirtió en sello de distinción de clase. Por ello los samuráis, hasta su extinción como estamento social, asistían a representaciones Nô e incluso practicaban algunas de sus artes. En la actualidad en Japón el Nô es imagen de marca del país por su carácter exclusivo y refinado, gracias al cual ostenta el título de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Taira no Tomomori y la dama Shizuka en la obra Funa Benkei. (Fuente: www.japonartesescenicas.org)

Las obras de Nô son cantadas y danzadas, y suelen tratar temas trágicos o espirituales. Los actores principales (shite) llevan máscaras, no así los secundarios (waki). Según la temática se distinguen cinco tipos de obras, que en la época más antigua se tenían que representar consecutivamente en un mismo día. Las categorías son: obras de dioses, de guerreros, de mujeres, de locura y de demonios. Las que tenían en principio más conexiones con el mundo samurái eran obviamente las de guerreros, conocidas como Nô shura, porque la figura central de la obra es generalmente un samurái que cayó en batalla. La mayoría de las obras están basadas en incidentes de los relatos de los Heike (Heike Monogatari), serie de batallas a muerte de los dos grandes clanes, donde se relatan las miserias y las glorias del héroe en derrota, y en casi todas ellas el protagonista aparece en forma de fantasma o espíritu. Precisamente es esta conexión con el mundo sobrenatural la que nos obliga a mencionar también las obras de demonios; en algunas como Funa Benkei un guerrero malvado del pasado se vuelve a presentar ante su enemigo en forma de demonio para consumar una venganza.

El Nô es un compendio de varias artes: por un lado, la voz de los propios actores, y por otro (e igualmente importante) los “Cinco Elementos”, llamados Gosei. Gosei será muy importante porque muchos samuráis lo tomarán, fuera del Nô, como una práctica más en su formación:

  • Hayashi o los cuatro instrumentos del Nô: una flauta travesera llamada nôkan, el pequeño tambor de hombro (ko-tsuzumi), el tambor de cadera (ôtsuzumi u ô-kawa), y el gran tambor (taiko).

Instrumentos del hayashi.

  • El canto utai. El utai, en función de si se trata de prosa o de verso, lo interpretan los actores, o un coro llamado ji-utai. Es un canto a través del cual los personajes se expresan, simplemente se narra la historia utai o se describe el estado de ánimo de los protagonistas. Esta forma de cantar es realmente inquietante y espectacular. El canto se produce en el diafragma, sube a la cabeza y en ella, a diferencia de la claridad del canto occidental, la voz queda retenida dentro de la cavidad oral. A este canto se le atribuía un carácter casi mágico.

Coro utai. (Fuente: www.the-noh.com)

La música budista tuvo a lo largo de la historia diferentes manifestaciones, todas ellas de gran influencia sobre otras artes japonesas. Es de tipo vocal o instrumental.

Al primer tipo pertenece la música shômyô. Esta música se ha usado desde siempre como instrumento a las ceremonias y los rituales religiosos. Los monjes budistas, preceptores de la clase samurái, introdujeron en Japón los cantos shômyô durante el período Heian (finales del siglo VIII d.C.). El shômyô, que literalmente significa “voz de sabiduría” puede ser más recitado o más melódico, a capella o con instrumentos, pero todo él tiene la misma finalidad: la expresión de la piedad. Por tanto, no era extraño ver en su tiempo a los daimyôshôgun escuchar estos cantos durante la inauguración solemne de templos o en los oficios religiosos a los que acudían. Shômyô ha servido de base a estilos que posteriormente llegarían a ser importantes, como el utai del teatro nô, o los diferentes géneros de música con biwa, un laúd traído de China.

Monjes cantando shômyô. (Fuente: Junko Ueda website)

Más tarde, en el siglo XVI a partir del período Edo o era Tokugawa (1603-1868), un grupo de monjes budistas Zen de la secta Fuke desarrollaron una práctica de meditación sonora, realizada con un instrumento llamado shakuhachi, una flauta que desde su uso en la música de corte del período Heian había caído en desuso y que ellos recuperaron. El shakuhachi, cuyo significado literal es “55 centímetros” (la medida del instrumento) se sujeta verticalmente como una flauta dulce, tiene actualmente cinco orificios, y su sonido se puede distinguir del de cualquier otra flauta que exista en el mundo.

Flauta shakuhachi.

Monjes komusô tocando shakuhachi.

Los monjes Zen creían, y aún creen hoy, que es posible llegar a la iluminación a través del sonido del shakuhachi. Por eso, dentro de las prácticas de meditación y elevación espiritual, muchos samuráis se formaban en shakuhachi. Tenemos la fortuna que, aún hoy, la tradición musical del shakuhachi ha continuado con jóvenes intérpretes, que han llevado esta música al gran público.

Otra música derivada de las trovas budistas fue la interpretada con biwa. La música biwa se convirtió durante el apogeo del poder feudal y militar en Japón (siglos XI al XVI d.C. aproximadamente) en depositaria del cantar de gesta de la nación. El biwa, laúd de cuello corto que tiene cuatro o cinco cuerdas, llegó a Japón de China en el siglo VII. Siendo en principio los monjes budistas quienes tocaban este instrumento para divulgar de forma sencilla sus enseñanzas e incluso exorcizar demonios (caso del género môsô-biwa de los monjes ciegos), en el siglo XI aparecieron los trovadores, que cantaban historias épicas basadas en las dos más grandes obras histórico-literarias del momento: Genji Monogatari y Heike Monogatari. Y un poco más tarde, desde Satsuma y Chikuzen, este instrumento se popularizó creando dos estilos de canto narrativo épico. El biwa sufrió un decaimiento en el siglo XVI a causa de la irrupción del shamisen, una clase de laúd venido del sur de Japón desde el continente y que como la mayoría sabe, se hizo mucho más popular gracias a ser un instrumento musical fundamental en géneros como el teatro Kabuki.

Biwa en un museo japonés.

No podemos terminar este artículo sin referirnos a las marchas militares con taiko. Los tambores taiko, los cuales ya describimos al hablar del teatro nô, son instrumentos imprescindibles en la música tradicional japonesa, y cómo no, también en las marchas militares.

Ô-daiko.

Durante el todo el período pre-moderno (siglos XII al XIX d.C.) la clase guerrera los utilizó durante las batallas para intimidar al enemigo y pasar órdenes de comando. Como dijimos anteriormente, el tamaño del taiko es variable; asimismo, los taiko pueden ser de barril para apoyar en el suelo o colgantes, para portar en desfiles. El taiko más grande de los que se conocen puede llegar a pesar trescientos diez kilos. Imaginamos que en las marchas militares se llevarían taiko de diferentes tamaños.

El taiko es un instrumento que desde los años cincuenta del siglo XX dio lugar a un estilo de música independiente llamada kumi-daiko, basada en el “ensamble” de taiko de barril y ô-daiko en piezas musicales modernas que se interpretan en concierto para el público más general.

Taiko.

Es muy difícil rescatar hoy en día las marchas militares samurái, pero hay conjuntos modernos de taiko, como Kodo, en Japón, que han realizado versiones de algunas piezas. Si nos paramos a escuchar atentamente, podemos imaginar que parece que vamos, como los guerreros en medio de la tropa, aproximándonos peligrosamente al enemigo.

En conclusión, la música es un lenguaje y, como tal puede representar ideales y estilos de vida. Los samuráis, clase social sujeta a reglas muy concretas y con una visión particular del mundo, tenían sus propios ritmos y melodías. A través de las artes tradicionales japonesas, los podemos conocer.


Para saber m
ás

Vídeos musicales de interés 

Funa Benkei (Nô)

https://www.youtube.com/watch?v=2w1w8yzbL6k

Shomyô

https://www.youtube.com/watch?v=6IlqO9Tl20Y

Rodríguez, Rodrigo, Hitomi  (shakuhachi shinkyoku)

https://www.youtube.com/watch?v=mSA4Qu7NgpQ

Kataoka, Jinsui, Atsumori (biwa)

https://www.youtube.com/watch?v=3spVPX22dls

Kodo, Mugen (taiko)

https://www.youtube.com/watch?v=QBAVtbXAEF0

Notas:

[1] General de generales, máximo dirigente militar del país. Concepto acuñado en Japón a partir del siglo XII.

[2] Gobernadores militares locales. Traspasado a terminología occidental, señores feudales.

avatar María Jesús López Beltrán (4 Posts)

Nació en Madrid. Licenciada en Derecho, escritora y ensayista, es una apasionada de Japón, país cuya cultura lleva estudiando desde hace veinte años. Actualmente es propietaria del blog japanseye.com.


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