Las reglas de una película slasher parecen inquebrantables, pero en los últimos años estamos viendo nuevas películas con algunas variaciones de las normas clásicas. En el caso de Nadie vive (No one lives, Ryûhei Kitamura, 2012), una joven pareja es asaltada por una banda de ladrones. Cuando están registrando el coche de sus nuevos rehenes, se llevarán una sorpresa al descubrir en el maletero a una chica que resulta ser la superviviente de una masacre sucedida meses atrás. Completamente cegados por la jugosa recompensa que se ofrece por la joven universitaria, subestimarán al hombre al que han capturado, que empezará a darles caza uno por uno.
La fórmula original que caracteriza al cine slasher comenzó a formarse en los años setenta y quedó completamente cerrada con La noche de Halloween (Halloween, John Carpenter, 1979). Durante los años ochenta, fueron muchas las películas que se unieron a la moda del cine slasher. Este subgénero es muy reconocible: en estos films un asesino, normalmente disfrazado, acecha y da caza a un grupo de adolescentes en algún lugar concreto. Puede haber muchas variantes en la misma fórmula que no afectan al producto final: las máscaras (de hockey, de gas, de piel humana…) y disfraces, las armas (cuchillos, machetes, pistolas, motosierras, hachas…), los lugares apartados en los que mueren los jóvenes, normalmente con un significado especial para el asesino (lagos, campamentos, campus universitarios y hasta en los sueños), la creatividad a la hora de matar (desde películas muy sangrientas como Viernes 13, Friday the 13th, Sean S. Cunningham, 1980, hasta films comedidos como La noche de Halloween), las fechas en las que el psycho killer, o asesino psicópata, ataca (San Valentín, Navidad, Viernes 13, Halloween, April Fool’s Day y todo lo que se nos ocurra)… En los años ochenta, además, era habitual que hubiese un superviviente, casi siempre mujer y virgen, que se mantuviera al margen de las “travesuras” de sus amigos y, por ello, pudiera enfrentarse al maníaco enmascarado. Esta joven es la final girl, la última chica que queda en pie.
Sin embargo, en los ochenta se produjeron tal cantidad de películas slasher que el subgénero entró pronto en la decadencia. No sólo se agotaron todos los disfraces, armas blancas y fechas señaladas en las que el asesino podía matar, sino que, además, de las películas que tuvieron más éxito se hicieron secuelas hasta agotar completamente todas las situaciones, posibles e imposibles, en las que el psycho killer de turno pudiera volver de entre los muertos.
En los años noventa todavía no se había dicho la última palabra, así que el cine slasher volvió a la gran pantalla con ligeras modificaciones, siguiendo el ejemplo de la saga Scream: metacine, humor negro y, por supuesto, la final girl ya no tenía por qué ser virgen para sobrevivir. Eran otros tiempos. Pero, ¿qué iba a pasar con la llegada del nuevo siglo? ¿Iba a sobrevivir ese subgénero después de esta sobreexplotación? Pues sí, lo hizo.
Seamos honestos: no podemos pretender que las nuevas películas sigan el mismo patrón. El cine slasher surge en un marco cronológico muy concreto que explica su desarrollo. Por tanto, continuar haciendo lo mismo (diversidad de armas blancas, motivaciones, disfraces, lugares apartados…) no tiene sentido. Los tiempos cambian y, de la misma forma que Scream dejó de lado el viejo tópico de que la superviviente tuviera que ser virgen y parodió otros, debemos aceptar ciertas innovaciones.
Muchos han sido los caminos que los realizadores han tomado en el nuevo siglo. Algunos han optado por continuar con la autorreflexión sobre el medio que comenzó con Scream: Vigila quien llama (Scream, Wes Craven, 1996) y ahí tenemos, por ejemplo, el caso de Behind the mask: The rise of Leslie Vernon (Scott Glosserman, 2006), película en la que, a modo de documental, nos acercamos a la vida de Leslie Vernon, que se presenta como el nuevo psycho killer después de Jason Voorhees, el asesino de la máscara de hockey de Viernes 13, o Michael Myers, de La noche de Halloween. Dentro de esta línea, otros han preferido la parodia. Quizá la más conocida sea la saga Scary Movie, pero más recomendable para los amantes del género es Tucker & Dale contra el mal (Tucker & Dale vs. Evil, Eli Craig, 2010), una comedia divertidísima en la que dos amigos tratarán de defenderse de un grupo de adolescentes que los han tomado por asesinos en serie al más puro estilo Leatherface, lo que dará lugar a todo tipo de situaciones divertidas y absurdas en las que no faltará el gore. Menos original es el caso de los que han seguido imitando/homenajeando los slashers ochenteros, variando mínimamente su estructura original, como Cherry Falls (Geoffrey Wright, 2000), aunque con algunas excepciones muy interesantes como Hatchet (Adam Green, 2006).
Quizá la línea más impopular sea la de los remakes, secuelas, precuelas, reboots y similares, que, por desgracia para muchos, siguen proliferando. Con la vocación de acercar a las nuevas generaciones los miedos del pasado con los efectos especiales actuales, estamos asistiendo a lo que parece ser una evidente crisis de creatividad. En general, se retoman los clásicos introduciendo nuevos aspectos argumentales que suelen contentar a algunos y disgustar a otros, con lo que nunca están exentos de cierta polémica.
Sin duda, la tendencia más prometedora es en la que podríamos enmarcar a Nadie vive, un film que sigue homenajeando al slasher ochentero, pero que intenta tomar nuevas vías de exploración. En este caso, el camino que toma Nadie vive es el del cazador cazado, un argumento que ya veíamos en The collector (Marcus Dunstan, 2009), su secuela The collection (Marcus Dunstan, 2012) y en Tú eres el siguiente (You’re next, Adam Wingard, 2013). En The collector, Arkin, un ladrón de poca monta, se cuela en una casa en la que había estado trabajando como albañil aprovechando que sus inquilinos están de vacaciones para toparse con un psycho killer amante de los insectos que, con una máscara de cuero, ha colocado trampas en la casa para capturar y torturar a la familia a la que Arkin pretendía robar. Este asesino, al que conocemos como “el coleccionista” porque siempre se lleva a una de sus presas del escenario del crimen, se verá acorralado en su propio juego por nuestro protagonista. En The collection, Arkin ayudará a rescatar a una nueva víctima del misterioso asesino. Por otro lado, en Tú eres el siguiente, una reunión familiar se convertirá en una masacre cuando unos individuos con máscaras de animales cacen a los inquilinos de una casa de vacaciones apartada de cualquier núcleo civilizado. Sin embargo, Erin, la novia de uno de los hermanos de la familia, es más fuerte de lo que parece.
Nadie vive, como decimos, va en esta línea. Lo que podría haber sido un increíble golpe de suerte para unos ladrones que podrían cobrar una cuantiosa recompensa por haber “rescatado” a Emma, la heredera de un importante empresario, se convierte en una peligrosa lucha por la supervivencia. Los ladrones no tienen más opción que esperar, acorralados en la casa del jefe, o intentar escapar.
Tampoco es habitual que podamos ver el rostro del asesino. Luke Evans interpreta a nuestro psicópata (que no asesino en serie, como él explica), del cual no llegaremos a saber su nombre. Conocido por interpretar a Bardo en la trilogía de El Hobbit y al mismísimo Conde Drácula en Drácula, la leyenda jamás contada (Dracula untold, Gary Shore, 2014), en este caso nos sorprende en un papel distinto. Normalmente, los asesinos de este tipo de films son máquinas de matar sin rostro, que ni sienten ni padecen, así que la novedad de darle cierta profundidad psicológica al papel de Evans es bienvenida. Como curiosidad, señalar que en esta película también participa Lindsey Shaw, a quien conocerán de Manual de supervivencia escolar de Ned (Ned’s declassified school survival guide 2004-2007), serie de Nickelodeon, en la que interpretaba a Jennifer Mosely.
En las películas de los ochenta, el asesino solía tener algún tipo de relación con la final girl que explicase su comportamiento obsesivo hacia su grupo de amigos y que ella fuese la última superviviente. Este es también el caso de Nadie vive, pues nuestro hombre había tenido recluida a Emma y, por lo que parece, la estaba entrenando porque había visto en ella algo especial. Así que esta joven no es la misma persona que era antes del secuestro: ahora es fría, calculadora y hará lo que sea por escapar de su captor (“Mi mayor esperanza de escapar es cuando os esté matando a todos”). No estamos ante una mujer representante de la moral, del bien y de todo lo bueno, como en el slasher clásico. Tendrán que ver la película para saber si Emma se convierte en Amanda Young de Saw 2 (Darren Lynn Bousman, 2005)[1] o consigue huir.
Aunque no lo hemos señalado hasta ahora, sobra decir que el slasher es un subgénero típicamente americano. El director de esta película, sin embargo, es el japonés Ryûhei Kitamura, conocido por films como Godzilla: Final wars (Gojira: Fainaru uôzu, 2004), la entrega 28 de la saga Godzilla, de la cual hablamos en esta revista en la cuarta parte del especial realizado con motivo del sesenta aniversario del kaiju más famoso de Japón, y El vagón de la muerte (The midnight meat train, 2008), largometraje basado en un relato corto extraído de los Libros de sangre del escritor inglés Clive Barker.[2]
En conjunto, para un aficionado al slasher y a los films de asesinos en serie, la película será interesante por el homenaje al cine de los ochenta y por cuestionarse las reglas del género, pero puede que a una persona con otros gustos le resulte poco atractiva. No esperen encontrar diálogos brillantes ni actuaciones sobresalientes: el argumento es el que es y el que hemos contado. La clave estaría en la cacería del asesino y en los nuevos caminos para el cine slasher que Kitamura explora en Nadie vive.
Para saber más:
Notas:
[1] Amanda Young se presenta al final de Saw 2 como la sucesora del asesino conocido como Puzle, habiendo sido primero la única superviviente de su macabro juego.
[2] Aunque Clive Barker (1952- ) es un artista multidisciplinar (escritor, cineasta, fotógrafo, pintor, ilustrador…), su faceta más conocida es la de escritor de novelas de terror. De su obra, destacan sus relatos cortos de terror compilados en los Libros de sangre (Books of blood) (1984-85), y es, además, famoso por ser el autor de The hellbound heart (1986), novela que llevó a la gran pantalla con el título de Hellraiser (1987). También ha creado videojuegos y figuras de acción, de entre las cuales destaca la serie Tortured souls (2001-2002). En general, en su obra explora la existencia de mundos sobrenaturales paralelos al nuestro poblados de personajes fantásticos y/o terroríficos con su propia mitología, con un interés particular por lo carnal.