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Volvemos a lo grande: ¡Número especial Año Dual! – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
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Volvemos a lo grande: ¡Número especial Año Dual!

Portada de nuestro Especial Año Dual. ¡Muy pronto!

Os adelantamos la portada de nuestro Especial Año Dual. ¡Muy pronto!

Comienza septiembre, y con ello, Ecos de Asia vuelve a la carga. Y volvemos por todo lo alto, ofreciéndoos un número especial dedicado al Año Dual que comenzó en 2013 y que, a pesar de su clausura oficial el 15 de julio, sigue ofreciendo actividades, entre las que nos contamos.

El Año Dual conmemora los 400 años de encuentros entre España y Japón, tomando como fecha clave la embajada de Hasekura Tsunenaga para celebrar la primera centuria de estrecho contacto entre ambos países, lo que se ha dado en llamar el Siglo Ibérico japonés. Entre las páginas de nuestro Especial podréis encontrar a algunos de nuestros colaboradores habituales, así como a invitados de excepción, presentándonos algunas cuestiones históricas referidas a esta época, analizando la repercusión que ha tenido en producciones y creaciones más recientes, o profundizando en algunas vías por las que estos lazos de contacto entre España y Japón siguen siendo estrechos en el presente.

Para unirnos a esta celebración, que nos gustaría que no acabase nunca, a lo largo de este mes iremos compartiendo los artículos que forman este especial, que os adelantaremos en los próximos días en pdf, intercalándolos con la programación habitual. Para ir abriendo boca, hoy os ofrecemos dos fragmentos, uno haciendo referencia a la embajada que se conmemora en este 400 aniversario, y otro que ilustra cómo han sido estas celebraciones oficiales.

Las embajadas (Carolina Plou).

Sin embargo, aunque antes decíamos que las relaciones diplomáticas y políticas quedaron en un segundo plano, esto no significa que no hubiera ningún acontecimiento relevante en este ámbito, sino al contrario. Si bien es cierto que se caracterizaron por su afinidad con la religión cristiana (cosa, por otro lado, inevitable, si tenemos en cuenta las difusas fronteras entre Iglesia y Estado que existían en los reinos católicos) existieron algunas embajadas y contactos diplomáticos, especialmente entre España y Japón.

La primera embajada fue impulsada por el Padre Visitador Alejandro Valignano, en 1582. Esta embajada, conocida como Embajada Tenshô (por la denominación del periodo histórico japonés en la que tuvo lugar), y más popularmente como Embajada Infantil, fue patrocinada por los tres daimios cristianos: Ôtomo Sôrin, Omura Sumitada y Arima Harunobu (de nombres cristianos Francisco Otomo, Bartolomé Omura y Protasio Arima). La denominación de “infantil” se debe a que esta misión diplomática estuvo encabezada por cuatro muchachos, de noble cuna y convertidos al cristianismo, los primeros enviados oficiales de Japón a Europa.

Valignano acompañó a la expedición en una parte de su viaje, hasta Goa. Después, prosiguieron por la ruta portuguesa hasta Lisboa. De allí, fueron primero al Escorial, visitando la Corte española, y luego se dirigieron a Roma, visitando a su paso varias ciudades, entre ellas Zaragoza. A lo largo de su viaje, que se prolongó durante ocho años, tuvieron ocasión de celebrar audiencias con el rey de España, Felipe II, con el Papa Gregorio XIII y con su sucesor, Sixto V, y con el Gran Duque de la Toscana, Francisco de Médici. Durante estos años, fueron instruidos en la cultura europea y recibieron distinciones (Mancio Ito, el líder de los cuatro embajadores, fue nombrado Caballero de la Espuela de Oro, un título de la nobleza europea).

Mapa del recorrido de la Embajada Tenshô.

Mapa del recorrido de la Embajada Tenshô.

Los miembros de la Embajada Tenshô en la recepción de Felipe II en 1584.

Los miembros de la Embajada Tenshô en la recepción de Felipe II en 1584.

Esta primera visita de japoneses a tierras europeas despertó curiosidad, y fue representada de diferentes formas. En la Historia de Cornelius Hazart,[1] dos grabados hacen referencia a esta embajada: uno de ellos en la recepción de Felipe II en Madrid en 1584, y otro ante el Papa Gregorio XIII. En ambos, los japoneses aparecen representados con intentos de veracidad, pero evidenciando el desconocimiento del autor acerca de las vestimentas, las katanas, los peinados propios de los samuráis… Se busca subrayar el sometimiento, no es una relación de igual a igual (como se proyectaba en los biombos namban por parte de los japoneses), sino que se muestra a los japoneses como súbditos.

No obstante, la imagen que más se ha repetido ilustrando la Embajada Tensho es la que representa a los cuatro nobles japoneses, acompañados del padre Diego de Mesquita, su tutor e intérprete. El sacerdote aparece representado con el aspecto habitual de un sacerdote occidental, y los embajadores aparecen vestidos a la europea.

Los miembros de la Embajada Tenshô, acompañados por su tutor, el padre Diego de Mesquita.

Los miembros de la Embajada Tenshô, acompañados por su tutor, el padre Diego de Mesquita.

Julião Nakaura, Mancio Ito, Martinão Hara y Miguel Chijiwa (en la imagen, respectivamente, arriba de izquierda a derecha y debajo de izquierda a derecha) habían recibido educación occidental, hablaban portugués con fluidez, también conocían algo de español, italiano y latín, tenían formación musical y sabían tocar el órgano, de manera que la vestimenta europea iba en consonancia con sus maneras. Sin embargo, existía una intencionalidad en esta representación, más allá de mostrar su educación europea. Ante todo, se pretendía eliminar toda muestra de exotismo y mostrar a la sociedad occidental que en Japón se acogía bien el cristianismo y las misiones allí prosperaban, buscando con esta propaganda convencer a los piadosos (particularmente, a la nobleza y a las cortes europeas) para conseguir fondos para financiar dichas misiones.

intro 17De Occidente llegó a Japón Rodrigo de Vivero y Velasco (1564-1636), diplomático que llegó fortuitamente a Japón. Había sido gobernador de Filipinas entre 1608 y 1609, periodo durante el cual tuvo que hacer frente a algunas insurrecciones en el territorio y estableció las primeras relaciones diplomáticas entre Nueva España y Japón, vía epistolar. En 1609, regresando a México, sufrió un naufragio que le condujo a costas niponas. Rodrigo de Vivero aprovechó las circunstancias y, gracias a sus dotes diplomáticas y sus intereses culturales, consiguió avivar las relaciones comerciales con Japón, llegando incluso a intentar formalizar un acuerdo entre el shôgun y la Corona española.[2] Finalmente, fue conducido de vuelta a México en una expedición liderada por Tanaka Shôsuke en 1610, considerada el primer viaje japonés documentado al continente americano.[3]

Para agradecer la acogida y el trato que había recibido Rodrigo de Vivero durante su estancia en tierras japonesas, se envió al diplomático Sebastián Vizacaíno (1548-1627) como primer embajador oficial de España en Japón, que viajó acompañando de vuelta a Tanaka Shôsuke. Vizcaíno, que llegó en 1611, no supo acomodarse a las costumbres niponas y no se sometió a las normas del protocolo japonés, lo cual le ocasionó dificultades. En cualquier caso, su influencia y su presencia en Japón resultaron ser cruciales.

Réplica del galeón japonés San Juan Bautista (Date Maru), buque construido para la Embajada Keichô.

Réplica del galeón japonés San Juan Bautista (Date Maru), buque construido para la Embajada Keichô.

Fue a raíz de la visita diplomática de Sebastián Vizcaíno que tuvo lugar una segunda embajada japonesa a Europa, la Embajada Keicho, de la que el Año Dual España-Japón conmemora el 400 aniversario. Esta embajada fue fruto de una iniciativa de Date Masamune (1576-1636), daimio de la región de Tohoku y fundador de la ciudad de Sendai, que buscaba comerciar tanto con Nueva España como con España a través de nuevas rutas al margen de la portuguesa, que tenía su puerto principal en Nagasaki, al oeste del país, muy alejada de la región de este daimio. Date Masamune encontró un gran apoyo en el franciscano Luis Sotelo (1574-1624), que tenía entre sus intereses asentar su orden en la zona, en un momento en el que el asentamiento del cristianismo en Japón comenzaba a restringirse y se recrudecían las persecuciones. Aunque tradicionalmente se sostuvo que la afinidad que Date mostraba hacia los cristianos se debían a que era un católico converso, en la actualidad esta hipótesis se encuentra casi completamente descartada, considerándose que la motivación principal del daimio era básicamente pragmática: entrar en contacto con los occidentales para tener acceso a la tecnología europea, tal como habían hecho previamente otras figuras importantes, como Oda Nobunaga.

Detalle de la estatua de Date Masamune en la ciudad de Sendai (imagen de jpellgen)

Detalle de la estatua de Date Masamune en la ciudad de Sendai (imagen de jpellgen)

Ambos, Date y Sotelo, nombraron como principal responsable de esta embajada a un samurái de rango bajo, Tsunenaga Hasekura, que sería acompañado en la primera parte de su viaje por Sebastián Vizcaíno. Siguieron la ruta española, cruzando el Pacífico, pasando por Acapulco y La Habana, llegaron a España a través de Sevilla, pasaron por Coria del Río, Madrid, Fraga, Daroca y Zaragoza, pusieron rumbo a Roma y vuelta. En su estancia Tsunenaga fue recibido por Felipe III y por el Papa Paulo V. El viaje se dilató entre 1613 y 1620, y a pesar de todo el esfuerzo, los objetivos de esta embajada no pudieron cuajar debido al endurecimiento de la persecución a los cristianos que tuvo lugar en Japón durante esos años. Muchos japoneses cristianos participantes en esta embajada, al enterarse de la situación en su lugar de origen, decidieron quedarse en España, instalándose en la localidad de Coria del Río.[4]

Retrato de Tsunenaga Hasekura en oración.

Retrato de Tsunenaga Hasekura en oración.

Esta segunda embajada de nuevo causó impacto en Europa y generó una serie de imágenes, aunque en ellas se evidencia cierto avance respecto a las representaciones de la embajada anterior. El samurái aparece en ocasiones vestido a la occidental, con las manos unidas rezando a la cruz, es una imagen que pretende mostrar la proximidad de los japoneses para establecer relaciones diplomáticas. Sin embargo, el retrato más famoso de Tsunenaga Hasekura es el realizado por Claude Deruet (1588-1660) durante su estancia en Roma, en 1615. Se conserva en el museo de la familia Borghese, a la que pertenecía el Papa Paulo V que recibió a la embajada. Tsunenaga aparece representado de manera realista, con sus rasgos exóticos, vestido con un colorido kimono y con sus dos espadas al cinto. Resulta evidente que se trata de una imagen directa, que Tsunenaga posó para Deruet, quien trasladó al lienzo lo que tenía ante sus ojos y no una descripción, lo cual le otorga un mayor valor documental que el que podían poseer, por ejemplo, los grabados de Cornelius Hazart de la primera embajada. Del mismo modo, el componente exótico también es mayor, puesto que no está limitado por la capacidad imaginativa del pintor a la hora de elaborar imágenes extrañas a través de descripciones. Se trata de un retrato de un japonés, pero no de un retrato a la japonesa, sino que sigue los códigos establecidos para el retrato en el mundo barroco (la teatralidad de los cortinajes, la forma de posar, con una mano apoyada en una mesa…).

Retrato de Tsunenaga Hasekura realizado por Claude Deruet en 1615, conservado en la Galería Borghese.

Retrato de Tsunenaga Hasekura realizado por Claude Deruet en 1615, conservado en la Galería Borghese.

Frontispicio de Historia del Regno di Voxu del Giapone.

Frontispicio de Historia del Regno di Voxu del Giapone.

También aparecieron imágenes en libros, en esta época abundaron las publicaciones relacionadas con Japón, tanto de los visitantes que llegaron a Europa como, especialmente, de los martirios que se llevaban a cabo en Japón. Tsunenaga Hasekura fue protagonista también de una de estas publicaciones, Historia del Regno di Voxu del Giapone, de Scipiano Amati.[5] La edición alemana posee un frontispicio en el que aparecen Luis Sotelo y Tsunenaga Hasekura, en una jerarquía igual, ambos al mismo nivel, flanqueando el título de la obra. El samurái viste a la japonesa, pero lleva un rosario y una cruz en una de sus manos, para subrayar su conversión y su calidad de embajador cristiano. En su otra mano, un documento indica el interés diplomático de la embajada. En este mismo libro aparece también un retrato del samurái, vistiendo según la moda de la época (con un kimono con cuello de inspiración occidental). Junto al retrato, aparece el mon de la familia Tsunenaga, una esvástica, convertido en un escudo de armas con una corona, un interesante ejemplo de traslado de un elemento indicativo del rango social de un lenguaje visual a otro.

 

La celebración del Año Dual: un año para el encuentro, un año para el evento (Marisa Peiró).

Realizar un análisis detallado de las 533 actividades celebradas – muchas de ellas compuestas por varios eventos -, e incluso una mera recapitulación, resulta prácticamente imposible, pero en Ecos de Asia no queremos perder la oportunidad de destacar cómo este año conmemorativo ha resultado una espléndida, y seguramente necesaria excusa, para el florecimiento de las Artes y Humanidades (en el ámbito hispanojaponés), temas principales de los que nos ocupamos en esta revista, continuando con las tendencias globalizantes de las últimas décadas. El estudio y la reseña de Japón, si bien aún no se ha convertido en norma, va extendiéndose cada vez más, alcanzado lugares en los que hace unos años hubiera resultado inaudito.

Logo oficial que portan los eventos reconocidos por el Gobierno.

Logo oficial que portan los eventos reconocidos por el Gobierno.

Y es que una gran multitud de localidades, desde las más grandes y con mayor tradición (nos referimos, sobre todo, a Madrid y Barcelona, pero también a otros centros de gran tradición japonófila como Sevilla, Granada, Zaragoza o Salamanca) a las más pequeñas – como Albarracín (Teruel, c.1000 habitantes), Cogeces del Monte (Valladolid, c. 800 habitantes) u Hoyocasero (Ávila, c. 300 habitantes) – han alojado toda clase de eventos durante este ajetreado año. Por supuesto, un lugar de honor entre los escenarios de las celebraciones lo ha ocupado la localidad sevillana de Coria del Río, aquella que recibió a Hasekura Tsunegaga y que gracias a él, ha dejado de ser desconocida para muchos de aquellos españoles que jamás habían oído hablar sobre ella. La particularísima historia de Hasekura ha sido, no solo el detonante de estas celebraciones sino uno de los principales hilos conductores de multitud de eventos (sobre él se han realizado exposiciones en Madrid, Coria del Río, Lorca y Lleida): si usted es lector habitual de Ecos de Asia es más que probable que esté familiarizado con su historia, pero si no, quizás se trate de uno de esos miles de españoles que han descubierto este año, con tanta gracia como sorpresa, sus particularísimas hazañas.

Por norma general, podríamos decir que los eventos de este año dual se han ubicado, temáticamente hablando, en torno a dos periodos relevantes de la historia; precisamente, se trata de los límites temporales de este año dual. Abundan tanto los que se ocupan de la época de Hasekura (y de su literatura, su música, sus artes…) como los de la época actual, en la que las relaciones España-Japón están mucho más consolidadas y han generado toda una serie de manifestaciones híbridas – especialmente curiosas son las fusiones entre las gastronomías y bailes vernáculos – todavía, si cabe, más interesantes. Pero entre ambos momentos quedan también otros de gran gloria y representación en este año dual: de una parte, muchos de los eventos están relacionados con el periodo Edo (1603-1868), aquel en que Japón estuvo cerrado a la mayor parte del Mundo y en el que según muchos estudiosos, se gestaron las artes japonesas que hoy entendemos como tradicionales y que quizá configuren la esencia del Japón actual; de la otra, son numerosos los eventos que se han ocupado de los encuentros realizados durante los periodos Shôwa (1926-1989), Taishô (1912-1926) y, muy especialmente, Meiji (1868-1912), aquellos en los que Japón salió de su letargo aislacionista y sorprendió y fascinó, tanto para bien como para mal, a Occidente.

 

Notas:

[1]Kerckelycke historie van de gheheele wereldt, 1667-1671.

[2] Dicho acuerdo no llegó a formalizarse porque fue rechazado por España.

[3] Se tiene conocimiento de algunos japoneses que cruzaron el Pacífico en galeones españoles, pero no fueron viajes organizados por japoneses.

[4] En esta localidad sevillana y sus alrededores es muy frecuente el apellido Japón, que reciben los descendientes de estos japoneses cristianos que no regresaron.

[5] Una digitalización del mismo puede consultarse aquí.

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