Los inicios de los cincuenta no son fáciles para los movimientos universitarios de izquierda. Después de su conformación y consolidación1 en la posguerra, la purga anticomunista tras la Guerra de Corea los diezma y divide. La fusión de los dos principales partidos de derecha para crear el Jimintô (Partido Liberal Democrático) en 1955, que a la postre gobernará durante cuarenta años, deja a la izquierda casi fuera del juego de la política institucional. Pero las calles arderán de aquí hasta final de década, tomadas, principalmente, por el estudiantado del Zengakuren.
La raíz todas de las protestas de esta década se sitúa en los tratados de paz. El 8 de septiembre 1951, el Tratado de San Francisco ponía fin oficial a la II Guerra Mundial y marcaba el camino que seguiría Japón en política internacional. Aquella misma tarde, EEUU llegaba a un acuerdo con el gobierno nipón, todavía bajo su mandato, para supeditar sus intereses a la política anticomunista. Este acuerdo, que en su momento ni siquiera se hizo público, sentará las bases del Tratado de Cooperación Mutua y Seguridad o Nichibei Anzen Hoshô Jôyaku, abreviado Anpo, firmado conjuntamente a la independencia, y que situaba a EEUU como casi plenipotenciario en materia de seguridad internacional del país nipón.
Ichirô Hatoyama, fundador del PLD, será el primer presidente preocupado en establecer una política internacional no subsidiaria de su amigo americano. Él es quien reestablece diplomacia con la URSS de Jruschev y consigue la entrada de Japón en la ONU. Pero también quien se enfrenta a las primeras protestas acerca de lo algunos consideraban una política tibia y servil a intereses estadounidenses, encabezadas precisamente por el Zengakuren, en la base militar de Sunagawa.
Este es un momento clave para el movimiento estudiantil, en el que consigue estrechar verdaderos lazos con sindicatos y trabajadores por primera vez. Todo empieza por las obras de expansión de la base aérea anteriormente mentada, las cuales incluían el desahucio de más de cien familias, dejando en evidencia que las necesidades americanas estaban por encima de las japonesas. Vecinos y estudiantes se unen, y crean un campamento conjunto que consigue que a la altura de octubre de 1955 acudan entre quinientas y tres mil personas cada día para organizar su resistencia, construyendo barricadas y fuertes. El primer intento de desalojo es rechazado, y durante dos años el público mantendrá la atención fija en el conflicto. En junio de 1957, unos activistas se infiltran por la noche en la base americana para protestar, dejando en ridículo a ejército y policía. El conocido a la postre como Incidente de Sunagawa consistió en el arresto de implicados y relativos a esta protesta y el subsecuente juicio, que fue seguido por huelgas universitarias exigiendo la liberación de sus compañeros. Sorprendentemente, los juzgados de Tokio dieron la razón a los manifestantes y no sólo declararon su detención injusta, sino que incluso contemplaron las acciones de Estados Unidos en la base y el Tratado de Seguridad como inconstitucionales. Aunque la decisión fue más tarde desestimada por el Tribunal Supremo, la construcción en Sunagawa se detiene y décadas después su soberanía será devuelta a Japón.
El Zengakuren recuperaba popularidad y capacidad de movilización, pero eso no significaba que fuera un grupo homogéneo y unido. Al contrario, la federación dependía de movimientos políticos que iban mucho más allá de la simple protesta universitaria. En este momento la izquierda japonesa estaba desprendiéndose de la influencia soviética por diferentes motivos. En 1954, el barco Daigo Furuyu Maru se convierte en el tercer episodio de agresión nuclear contra japoneses. Sus tripulantes sufren por imprevisto la radiación de las pruebas nucleares de Bikini y algunos de ellos llega a morir por esta causa. El fantasma atómico sobrevuela de nuevo la opinión pública japonesa, y la carrera armamentística entre EEUU y la URSS, que acababa de conseguir su propia bomba atómica, llena de desconfianza a los socialistas nipones. La brutal represión de la Revolución Húngara del 56 es la confirmación para muchos de que el sovietismo ruso no es sino otra forma de imperialismo. Es ese mismo año en el que nace la denominada Nueva Izquierda, de ideales más próximos al trotskismo y el antiimperialismo, y que dominará la oposición política a partir de ahora. Esta Nueva Izquierda estará representada dos facciones.
La primera en nacer es el Kakukyôdô (Liga Comunista Revolucionaria) formada en 1957 por tres jóvenes personalidades de la época: Kyôji Nishi, exmilitante del PCJ favorable a la lucha callejera y descontento con el viraje parlamentarista y autocrático de su partido; Ryu Ôta, excéntrico activista que se desligará pronto del Zengakuren para formar parte de movimientos tan dispares como el nacionalismo ainu,2 el ecologismo y la conspiranoia extraterrestre; y Kanichi Kuroda, filósofo semiciego que encabezará la teoría y cambios de este Kakukyôdô más allá de las décadas.
El segundo grupo se llamará Kyosando (Liga Comunista) pero se le conocerá popularmente con sobrenombre alemán, Bund (o Buntô). El Bund nace tras el congreso universitario del 1 de junio de 1958 en el que ciento cinco estudiantes de los ciento treinta que formaban el consejo del Zengakuren, acusan al JPC de funcionar de modo estalinista e intervenir infiltrándose en los asuntos de otras asociaciones. El JPC responde purgando a muchos de sus militantes dentro del movimiento estudiantil, entre ellos, Kenichi Kayama, portavoz del propio Zengakuren. La reacción es la creación de este Kyosando, que con su línea agresiva tomará más influencia entre los universitarios hasta a principios de los sesenta.
Con la Nueva Izquierda conformada en estos grupos, el movimiento estudiantil volará libre y se irá radicalizando con el paso de los años. Pero volvamos ahora al Tratado de Seguridad.
La enfermedad del presidente Hatoyama da paso libre a que suba al cargo el polémico Nobusuke Kishi, quien comenzará en serio las negociaciones con EEUU acerca del Anpo. El nuevo tratado incluía cláusulas que reducen la injerencia americana en Japón, asegura la creación de las Fuerzas de Autodefensa3 y marca una obligada revisión cada diez años que antes sólo se insinuaba. No obstante, también dejaba muchas cosas en el aire o la indefinición, y sigue asegurando la defensa de Japón a los EEUU en cualquier caso de agresión o amenaza a la seguridad del país, lo cual realmente no ponía límites claros a las posibilidades de actuación norteamericana. De hecho, en este nuevo Anpo no estaba claro que ninguna de las prebendas estadounidenses disminuyera consistentemente, mientras las obligaciones japonesas a la hora de defender a sus aliados sólo aumentaban. El debate estaba en el aire, y en 1959 nace la Anpo Joyaku Kaitei Soshi Kokumin Kaigi o Consejo Popular para prevenir la revisión del Anpo. Ciento treinta y cuatro grupos distintos lo conforman, la mayoría socialistas, más el Zengakuren y la Souhyou (Confederación Estatal de Sindicatos). El PCJ será solo miembro observador.
Pero el Consejo tiene miedo del modo de actuación de los estudiantes de la Nueva Izquierda y planea sus acciones cuidadosamente, de forma bastante inocua, evitando que se cuele cualquier atisbo de radicalismo. Para el apoyo a la huelga de los mineros, en noviembre del mismo 1959, se intentan crear tres grupos separados que se unan para desfilar frente a la Dieta, pero el Zengakuren ya contaba con que se les intentaría aislar en la manifestación, por lo que se reúnen secretamente dos noches antes, en Tokio, y preparan el asalto del edificio de gobierno de forma casi militar. La estrategia surte efecto, la disciplina de los estudiantes consigue abrir brecha y doce mil personas inundan la Dieta, causando destrozos y caos a su paso. El Consejo Popular, los socialdemócratas y el PCJ condenan la acción, pero el Zengakuren la considera un éxito y se enroca en su combativa posición.
Las negociaciones internacionales para la firma del Anpo siguen su curso con la oposición dividida. El presidente Kishi arregla su vuelo a EEUU para el 16 de enero de 1960 y el Bund, la facción más agresiva de los estudiantes, decide que sitiaran el aeropuerto de Haneda e impedirán su marcha. Durante el día anterior, desde diversos medios de transporte, públicos y privados, miles de estudiantes llegan al aeropuerto y, aunque presentan batalla hasta la madrugada, son expulsados. Horas después, protegido por una comitiva de seis mil policías, Kishi vuela triunfante a América y firma el tratado. Ya sólo queda ratificarlo en la Dieta de Tokio.
Pero la actitud autoritaria de Kishi será su mayor enemigo. Contando con una aplastante mayoría parlamentaria, se saltará los protocolos de discusión del Anpo en la Dieta y la opinión pública y oposición política se va caldeando. Durante la primavera, el Bund incluso llegará a ocupar los jardines de la residencia presidencial, a modo de amenaza: la lucha del Zengakuren seguía viva y no estaba dispuesta a dejar que Kishi se saliera con la suya.
La tensión no hace más que aumentar. Se concreta la visita de Eisenhower para julio, y el secretario de prensa presidencial, James Hagerty, llega a Japón el 10 de junio para allanar el camino. Lo que no se espera es que en su visita a Tokio sea cercado por cientos de estudiantes furiosos, cantando, riendo y gritando, mientras bloquean su coche y le obligan, tras horas de asedio, a huir en un helicóptero de la marina. El tema del Anpo y el sentimiento antiestadounidense ocupa repentinamente todos los noticiarios y la represión política aumenta exponencialmente: la policía asalta los cuarteles generales del Zengakuren y Kishi se plantea movilizar paramilitares de derechas para asegurar la integridad de Eisenhower, que acaba por decidir cancelar su visita. Punto para el Zengakuren, que, aunque mermado, comanda de nuevo la oposición al Tratado de Seguridad.
La ratificación del Anpo estaba prevista para el 19 de junio y para entonces ya se habían convocado tres huelgas generales, las mayores de la Historia de Japón. Una nueva marcha pacífica de ochenta mil personas en Hibiya (Tokio) muestra el rechazo general de la gente a como se ha llevado a cabo el nuevo Anpo. Pero la cosa no queda ahí. Los estudiantes más violentos, al amparo del Bund, vuelven a intentar invadir la Dieta y armados con palos presentan batalla a una policía escasamente preparada. Sólo un cañón de agua evitó que entraran en el Parlamento, donde sucedía otra reyerta comparable entre los representantes de los partidos para impedir que se ratificara el Anpo.
Los cuatro mil combatientes de la Dieta no son expulsados hasta la una de la madrugada, cuando por fin los antidisturbios consiguen usar gas lacrimógeno. Los choques dejaron diecinueve vehículos policiales arrasados por el fuego, trescientos cuarenta y ocho arrestados y el peor resultado de todos, la muerte a manos de la policía de Michiko Kamba, una joven estudiante. En su honor, para mostrar el rechazo a la violencia desatada, trescientas mil personas salen a las calles de Tokio al día siguiente, lo cual acabó por provocar la dimisión del presidente Kishi y la desintegración del Bund en pequeños grupúsculos, algunos de los cuales se radicalizarán aún más con los años y llegarán inclusive a formar bandas armadas.
La sociedad japonesa estaba conmocionada y dividida. El sabor amargo no impidió, sin embargo, que la lucha estudiantil siguiera su curso. El gobierno conservador había logrado su objetivo a cambio de inmolarse, precio que los miembros del Zengakuren estaban dispuestos a pagar, como le sucedió al Bund. En la década de los sesenta las cosas no sólo no cambiarán si no que el proceso y la magnitud del conflicto alcanzó cotas nunca antes vistas.
Notas:
1 Los orígenes de este movimiento están en este artículo.
2 Grupo étnico nativo del norte del archipiélago, severamente reprimido por el emperador Meiji y muy diezmado en la actualidad.
3 Pseudo ejército encargado de la protección de Japón y sus aliados y con muy escasa capacidad de actuación fuera de las fronteras debido a la prohibición del artículo 9 de la constitución nipona, que prohibe la existencia un ejército regular.