Ediciones Tomodomo cerró el pasado año con la publicación de El chico del súper, constituyendo la llegada de la mangaka Junko al panorama hispano; y lo hizo con un Boys’ Love, demostrando otra vez la editorial catalana su apuesta por este género.
Junko es una de las autoras actuales más prolíficas dentro del manga BL, siendo muy popular en Japón. Concretamente El chico del súper, conocido también como Conveni-kun y Konbini-kun, es el quinto manga que publica esta mangaka en su país. Su serialización tuvo lugar entre agosto de 2010 y junio de 2011, siendo recogido en un único tomo autoconclusivo por la editorial Tokuma Shoten. De este modo, han tenido que pasar ocho años para que esta obra llegase a nuestro país.
El chico del súper nos presenta una historia protagonizada por dos adolescentes de dieciséis años llamados Nakaba Endô y Kôhei Yamai. A pesar de ello, este manga tiene una gran virtud, y es el hecho de que la historia no sucede en un instituto, como ocurre en la inmensa mayoría de mangas Boys’ Love protagonizados por adolescentes.
Todo comienza cuando Endô empieza a trabajar en el supermercado de su tío, pero es que nuestro protagonista no es el típico estudiante japonés. Endô había estado un año sin ir al instituto debido a diversos problemas que tuvo con algunos compañeros de clase, algo que el manga desvela a su debido tiempo. De este modo, se podría decir que él era un hikikomori, término japonés utilizado para referirse a las personas que han escogido abandonar la vida social para recluirse en sus casas, pues Endô llevaba casi un año sin salir de su habitación.
Con la llamada de su tío para trabajar en el supermercado, nuestro protagonista decide que es el momento de reinsertarse en la sociedad, pero es algo que no tendrá nada fácil. El haberse aislado durante tanto tiempo provocó que Endô sea un joven sensible, tímido y con un gran miedo al rechazo, unas características que, sin duda, lo perseguirán durante los cinco capítulos de El chico del súper.
Es en el supermercado donde conoce a Yamai, quien es un empleado de su tío. Al contrario que Endô, se trata de una persona de apariencia ruda, borde y soberbia; y, de hecho, trata bastante mal a nuestro protagonista cuando este empieza a trabajar. Pero todo ello cambia cuando Endô ve a Yamai salvar a un gatito de ser atropellado, una acción que rompió el esquema que Endô tenía en su cabeza sobre Yamai.
Es a partir de entonces cuando comienza su relación de amistad, pues Endô decide adoptar al gato, siendo a partir de ese momento cuando Yamai y el protagonista se empiezan a volver más cercanos, enamorándose Endô poco a poco de su compañero de trabajo.
Como se puede ver en el argumento, se trata de una historia que está llena de clichés, ¡incluso el propio protagonista lo llega a decir!: “¡¡No puede ser más cliché!! ¡¡Parecía sacado de un culebrón!! ¡¡Resulta que el malote se dedica a salvar gatitos bajo la lluvia!! ¡Cágateee!”[1]. De hecho, los protagonistas encajan casi a la perfección dentro de las categorías de seme y uke tan típicas de los mangas Boys’ Love.
Pero hay que tener en cuenta que se trata de una obra publicada entre 2010 y 2011, una época en la que este tipo de temática era bastante común. Aun así, se trata de un manga realmente especial, pues trata muy de cerca la homofobia imperante entre los jóvenes japoneses, y aunque ésta en la actualidad es mucho menor a como nos la presentan en el manga, aún continúa existiendo. No se trata sólo de una historia de amor, sino de mostrar la necesidad que hay de aceptarse a uno mismo como es sin tener en cuenta lo que los demás digan de ti, combatiendo así a la homofobia y al bullying, algo muy necesario en las aulas niponas.
Además de El chico del súper, que se divide en cinco capítulos (o turnos, como aparecen en el manga) más uno extra, la obra nos presenta otra historia de unas treinta y cuatro páginas titulada Cuestión de inmadurez, en la cual nos muestran la relación entre un chico de instituto y un oficinista seis años mayor que él.
El dibujo, por su parte, sí es algo a destacar, y es que no sólo la historia de El chico del súper es tierna, sino que el propio dibujo de Junko también lo es. Esta mangaka nos muestra unos trazos y unas composiciones en donde predomina la calidez y la cercanía a los personajes, especialmente con la expresividad de los rostros y de los ojos. No se centra demasiado en los fondos, a excepción de cuando es necesario, trabajando muy bien el primer plano.
Su dibujo es delicado, y hace que los personajes parezcan muy tiernos. Y a pesar de que este va variando a lo largo del tomo, pues al final del mismo la propia autora nos dice cómo ha cambiado el rostro de Endô y la altura de Yamai, siempre mantiene su toque, haciendo que el dibujo sea una de las principales razones para hacerse con este tomo.
En cuanto a la edición de Tomodomo, no hay mucho que decir. Se trata de un libro rústico con sobrecubierta, con las primeras cinco páginas a color. Además, como ya viene siendo habitual, la editorial catalana nos obsequia con un marcapáginas a color en el que está ilustrado la imagen que presenta al capítulo 4. Tomodomo, al igual que Milky Way, nunca decepciona con sus ediciones.
De este modo, El chico del súper se trata de una obra Boys’ Love que no defrauda. Junto ha hecho un trabajo espléndido al mostrarnos un amor bello y puro entre dos adolescentes, luchando al mismo tiempo contra los prejuicios que hay en la sociedad nipona. Y Ediciones Tomodomo nos lo ha traído en una edición espléndida, dando como resultado un manga BL exquisito que no debe faltar en nuestras estanterías.
Imágenes de la edición nipona de El chico del súper.
Notas:
[1] Junko. El chico del súper. Salou, Ediciones Tomodomo, 2018. P. 14.