Suehiro Maruo es uno de los nombres más reconocibles del terror gráfico nipón, enmarcado dentro del género ero-guro, del que es uno de sus máximos representantes. Aunque ya desde muy joven manifestó su vocación de mangaka, no fue hasta los años ochenta cuando por fin logró hacerse un hueco en la industria. Tras una larga trayectoria, en 1999 comenzaba a publicarse en Japón la que sería una de sus obras cumbre, La sonrisa del vampiro, que ahora ha reeditado Panini en una edición de lujo en la que se incluye también su continuación, La sonrisa del vampiro: Paraíso.
La historia sigue a dos vampiros, una anciana jorobada y Kônosuke Môri, un estudiante de instituto que es convertido por la anciana al comienzo de la obra. Môri es además un nexo de la historia con el instituto, en el que estudian Sotoo Henmi y Runa Miyawaki, personajes que también tendrán un papel importante dentro de la obra.
Suehiro Maruo explora los rincones más oscuros de la mente humana, realizando una radiografía de la maldad expresada como forma de disfrute de los protagonistas, que se saben por encima de la ética y de cualquier moral, y se regodean en su capacidad de infligir sufrimiento.
Además, la obra plantea algunas cuestiones morales, poniendo el foco en problemas sociales que evidencian las miserias humanas. Si bien Maruo sostiene, en unas declaraciones recogidas en la contraportada de esta edición, que:
Mis obras no tienen ningún mensaje complicado. No se ha de sacar ninguna conclusión filosóficamente profunda. Lo que sí me gustaría es que los lectores viesen en mis obras lo que realmente son: la visión artística de una pesadilla[1]
Lo cierto es que es imposible aproximarse a la lectura de La sonrisa del vampiro sin, por lo menos, entender algunas cuestiones como una denuncia social. En este sentido, las pesadillas de Maruo son verdaderamente terroríficas no solamente por lo que ocurre, sino por el sentido crítico inherente que dificulta una lectura aséptica. Es decir, prácticamente ningún lector cuerdo que se enfrente a la lectura de las obras de Maruo va a quedar indiferente, ni se va a limitar al morboso disfrute del terror por el terror (que tan beneficioso y catártico puede resultar en otras ocasiones). Muy al contrario, la obra de Maruo en general, y La sonrisa del vampiro en particular, parece pensada para remover al mismo tiempo estómagos y conciencias.
Como buen ejemplo del ero-guro, los temas fundamentales que aparecen en el cómic son el sexo, la violencia y la muerte. Sin embargo, Maruo busca siempre las facetas más oscuras y retorcidas de estos temas. En este sentido, quizás el tema de la muerte sea el que se presenta de manera menos impactante, al fin y al cabo, no deja de ser una historia de vampiros y, como tal, la muerte está presente de manera esencial, tanto en la idiosincrasia misma de los protagonistas como en la forma de alimentarse.
No obstante, Maruo se recrea en la violencia que generan estos episodios. A diferencia de otras tradiciones vampíricas, mucho más discretas y moderadas, los vampiros de Maruo no tienen miramientos ni remilgos para provocar salvajes degüellos y otras muertes con arma blanca a las víctimas de las que van a alimentarse… así como a cualquiera que se cruce en su camino. No contentos con eso, los vampiros de Maruo se debilitan y ajan con rapidez, puesto que el consumo de sangre humana altera su metabolismo, de forma que, como se ironiza en algunos momentos de la obra, los vampiros no obtienen la eterna juventud, sino la eterna ancianidad. Para hacer frente a este inconveniente, no dudan en consumir regularmente sangre de bebés humanos, que ralentiza este proceso de envejecimiento.
El sexo, el otro gran tema presente en las obras de Maruo, adquiere en La sonrisa del vampiro una dimensión especialmente perturbadora, sobre todo en la primera parte. El instituto al que asisten Môri y Miyawaki es un hervidero de hormonas desatadas sin ningún tipo de límite moral. La venta de bragas usadas a pervertidos se descubre como un fenómeno tan cotidiano como cambiar cromos, y prácticamente igual de naif en comparación con el resto de prácticas que llevan a cabo algunos grupos, especialmente de alumnas.
En la segunda parte, la historia reduce estos niveles de perversión (sin abandonarlos completamente) para presentar una historia diferente, con mayor presencia de géneros como el thriller o la acción, al introducir el misterio de la familia Tachibana, con dos personajes, madre e hijo, que buscan desesperadamente a la hija pequeña, una niña desaparecida años atrás. No obstante, esto no significa que Maruo renuncie al ero-guro en su más pura esencia, sino que su planteamiento, más alejado de la cotidianidad, permite tomar una mayor distancia y percibirlo como una fantasía horripilante, en la que es más fácil desligar las ideas nocivas para disfrutar de la pesadilla.
Otro de los estilemas de la obra de Maruo que puede intuirse en La sonrisa del vampiro es la crítica hacia la sociedad contemporánea, impregnada de un cierto halo, tal vez de nostalgia, tal vez de autoafirmación, hacia el pasado reciente de la Historia japonesa, especialmente la época Taishô (1912-1926) y Shôwa de preguerra (1926-1941). Aunque en esta historia no queda tan explicitado como en otras de sus obras (como podría ser New National Kid, de la que hablaremos algún día), situar el pasado de la anciana jorobada en el Gran Terremoto de Kanto (1923) relaciona La sonrisa del vampiro con esta constante de retroalimentación histórica presente en los mangas de Maruo.
Frente a la dureza de la historia, Maruo desarrolla su estilo de dibujo, preciosista y de trazos limpios, con una destreza acorde a la importancia que el título ha tenido en su trayectoria. Establece una combinación especialmente macabra, ofreciendo en muchas escenas situaciones de verdadero horror dibujadas con una delicadeza fascinante, de manera que su virtuosismo obliga a no apartar la mirada.
La sonrisa del vampiro es una de las obras más destacadas de la carrera de Suehiro Maruo, y como hemos visto, los motivos para ello están sobradamente justificados. Aunque no es, ni mucho menos, una lectura para todo el mundo, resulta imprescindible para todos los fans de Maruo y del ero-guro. La edición de Panini, en un solo tomo de gran formato y tapa dura con sobrecubierta, supone la recopilación definitiva de esta historia.
Notas:
[1] MARUO, Suehiro, La sonrisa del vampiro, Torroella de Montgrí (Girona), Panini, 2017, contraportada.