Crítica: Hacia la luz (Hikari, 2017)

La realizadora japonesa Naomi Kawase estrena nueva película, Hacia la luz (Hikari). Aunque lleva en activo desde los años noventa, década en la que realizó una serie de documentales y su primer largometraje (Suzaku, 1996), y durante los primeros años del siglo XXI ha mantenido una considerable producción de largometrajes, no fue hasta hace poco cuando su fama trascendió fronteras y comenzó a adquirir un gran prestigio y reconocimiento internacional, gracias a sus películas Aguas tranquilas (2014) y Una pastelería en Tokio (2015), que gozaron de una muy buena acogida.

Cartel español de la película

Es por ello que esta nueva cinta, Hacia la luz, ha sido esperada con ganas, y le ha valido en España la consolidación como realizadora que supone su paso por salas. Bien es cierto que la película viene avalada por su estreno en la Sección Oficial del Festival de Cannes de 2017, donde recibió el Premio del Jurado Ecuménico.

Además de su estreno ordinario en salas, Hacia la luz fue seleccionada dentro del Asian Film Festival de Barcelona (quinta edición del festival de cine asiático organizado por Casa Asia, que este año cambia e internacionaliza su nombre), ni más ni menos que como cinta inaugural, reconociendo así el prestigio de Kawase y la calidad de la película.

Hacia la luz se centra en Misako Ozaki y Masaya Nakamori. Ozaki es una joven guionista que se dedica a redactar audiocomentarios descriptivos para hacer accesible el cine a personas invidentes. Por su parte, Nakamori es un hombre que participa en uno de los programas de testeo de los guiones y padece una enfermedad degenerativa por la que apenas conserva un pequeño ápice de visión. Cuando sus caminos se entrecruzan, se forja entre ellos un fuerte vínculo afectivo.

Uno de los temas centrales de la película es la pérdida, y la forma de lidiar con este sentimiento. Aunque este aspecto se materializa fundamentalmente en el proceso del que adolece Nakamori, esta ceguera no es más que una explicitación del tema subyacente, que aflora de esta y otras maneras a lo largo del metraje.

Así, la reflexión en torno a esta sensación impregna toda la cinta, mostrando las diversas facetas en las que puede desarrollarse. A ello contribuye, además, la película cuyo guion sirve de premisa para levantar toda la historia de Hacia la luz. La película en la que trabaja Ozaki se atisba de manera fragmentaria y parcial durante todo el metraje, de forma que solamente vemos los aspectos que refuerzan esta idea de la pérdida.

Si bien no queremos profundizar más ni en el argumento, ni en el planteamiento, para que el lector pueda disfrutarla en las salas de cine, sí queremos destacar el uso de la luz que realiza Naomi Kawase. A fin de cuentas, la película habla sobre la ceguera, sobre la fotografía y sobre el propio cine, de todos estos temas, en definitiva, habla sobre la luz. Por ello, en esta película era especialmente importante que la luz tuviera una presencia destacada, como si se tratase de un personaje más. Así pues, Kawase pone especial cuidado en que la luz se represente con especial cuidado, no solamente para ofrecer fotogramas de gran belleza, sino también de gran significado.

En relación con el tratamiento de la luz, también debemos destacar el uso de la cámara, en constante movimiento, titubeante, y el empleo de planos en ocasiones excesivamente cortos, que contribuyen a crear ese efecto de una mirada diferente a la ordinaria. Muchas escenas especialmente significativas, relacionadas con los protagonistas o con la película de la que se realiza el audiocomentario, se plantean con este punto de vista titubeante y fragmentario. Estos rasgos contribuyen a crear una inmersión dentro del mundo interno de los dos personajes.

Hacia la luz se estrena en cines el 17 de noviembre. Un nuevo ejemplo de la delicadeza y sensibilidad de Naomi Kawase, que hará las delicias de aquellos que ya disfrutaron de Una pastelería en Tokio.

Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.