Expresar de manera completa un término clave de la cultura que estudiamos a través de la traducción directa es una tarea imposible. Esto es debido a la necesidad de utilizar palabras connotadas en la propia lengua para expresar la ajena, estando estas asociadas a través de sistemas propios. Como expresa Wierzbicka[1] en gran parte de sus artículos, acceder a estas palabras, poder explicar gracias a una simplificación del lenguaje por medio de universales parciales, es una de las tareas básicas para entender la cultura. El encapsulamiento de significado mediante el léxico y sus relaciones de correspondencia y codependencia con otras palabras crea un espacio mediante el cual se pueden comprender los matices, a los que no se puede acceder a través de la utilización de una palabra a priori similar. Uno de los más paradigmáticos es el de la palabra sumimasen y su aplicación a situaciones que en un contexto occidental podrían parecer contradictorias, como son el agradecimiento y la disculpa. Este hecho nos acerca al conocimiento de la cultura japonesa, en la cual se expresan los “posibles problemas causados”[2] tanto en situaciones que desde la cultura occidental podemos connotar positiva y negativamente. Si, por ejemplo, pragmáticamente utilizamos una disculpa tras una cena[3] en vez de un elogio es porque estamos sujetos a unos códigos y ritos propios, encapsulados en el idioma y manifestados conductualmente.
En este ensayo queremos explorar una de estas palabras que se intuyen como espejo de los valores culturales, como un medio de comprensión de las formas de vivir, pensar o sentir: kokoro. Para ello atenderemos a lo previamente expresado, la necesidad de tratar de acercar el término desde un espacio menos connotado, hablando de las traducciones que se han propuesto y cómo estas nos pueden llevar a equívocos. Aunque el establecimiento de una definición a través de los primitivos semánticos se torna como una tarea de extrema complejidad, debido a la poca experiencia propia en su utilización y el carácter tan abstracto de la palabra, trataremos a través del encuadre proporcionar unas guías para una consideración más cuidadosa del término. Por último, y a forma de tratar de expresar la complejidad de la traducción de este término en un contexto literario de épocas históricas diferentes, consideraremos dos poemas, uno del siglo VIII a través del Man’yōshū y otro del siglo XX a través del Midaregami de Yosano Akiko, para así comprobar si hay continuidad en la utilización de la palabra en el mundo literario.
Si atendemos a definiciones como la propuesta por el diccionario goo de la palabra kokoro encontraremos términos igual de ambiguos como omoi o naishin,[4] que podrían ser parcialmente traducidos como “pensamiento”, “mente”, “corazón”, “emoción”, “intención real” y un largo etcétera. Mientras, el diccionario Rui de japonés a español propone: “corazón”, “alma”, “espíritu”, “mente” o “sentimientos”.[5] No obstante esta cantidad de acepciones, si bien en primera instancia pueden parecer tener cierta correlación con los términos occidentales consideramos que su encuadre sociocultural es complejo y, por tanto, inabarcable a través de la utilización de una sola palabra.
Resulta relevante hacer referencia a una de las palabras que analiza Wierzbicka en sus trabajos, makoto, el cual es traducido como “sinceridad”. Lo que en un principio puede parecer una relación correlativa nos hace pensar sobre las connotaciones de la palabra sinceridad asociada a una serie de comportamientos auto-asertivos en Occidente que pueden ser considerados incluso confrontacionales por lo directo en un contexto japonés. Teniendo en consideración que las estructuras lingüísticas japonesas hacen un continuo uso del estilo indirecto a modo de aminorar el efecto intrusivo sobre el oyente, si tradujésemos el concepto makoto como sinceridad estaríamos desvirtuando su realidad. Makoto, por tanto, es descrito como un seguimiento del “camino” establecido por el código, es un concepto cultural y moral que envuelve al resto, un establecimiento de las relaciones interpersonales a través de la cooperación y de la adaptación mutua.[6] Esto nos lleva a un término que hace referencia a la misma realidad: magokoro, a través de la utilización de las dos palabras mencionadas. Si aceptásemos las diferentes traducciones que se nos ofrecen estaríamos llegando a realidades muy complejas a través de su unión, podríamos hablar de “corazón sincero”, “intención sincera” o “voluntad sincera”. Y si bien estos conceptos pueden ayudarnos en una primera aproximación, son una desvirtuación descontextualizada si no son explicados al detalle; el significado es elusivo si no utilizamos adecuadamente el lenguaje, si no conocemos el contexto y las normas y ritos asociados a la palabra.
La incapacidad de traducirlo de manera completa atiende a la diversidad de conceptos que representaría en lenguas occidentales, kokoro parece hacer alusión tanto al sentimiento como a la mente.[7] La diferenciación tajante que se realiza en Occidente de los antagónicos “razón-sentimiento” parece ser la fuente de esta dificultad. Deberíamos preguntarnos, a su vez, si el contacto de Japón con los países occidentales ha supuesto un cambio en la connotación de este término.
De una u otra manera, la novela de Natsume Sōseki[8] de nombre Kokoro publicada en 1914 ha influenciado la conciencia contemporánea sobre el término, y según estudiosos del nihonjinron,[9] entre los que destaca Befu,[10] actualmente expresa la “quintaesencia japonesa”,[11] un sentimiento nostálgico y primordial del japonés urbano que vive en un entorno moderno. Se pone de manifiesto, por tanto, la importancia de esta palabra en un contexto social y objetivado a través de una novela y las relaciones de sus personajes en la misma. La trama es movida por los sentimientos de culpabilidad, por la disputa interna de los personajes, por su incapacidad de comunicar sus errores, preocupaciones y, por tanto, de expiarse. A su vez, a través de estas asociaciones podría relacionarse con una época en la que Japón se encuentra en una disputa interna entre la modernidad y la tradición y, por ende, connotada en esta acepción por Occidente. No obstante, argumentar que esta es la única acepción que toma kokoro en la actualidad y que a toda persona por igual evoca este sentimiento y trae a colación la novela de Sōseki sería desvirtuar la propia realidad de la palabra, si bien, de nuevo, nos acerca a comprender otro de los matices que determinan su uso.
La aproximación a esta obra ha tenido diversas traducciones, muchas de ellas respetando el nombre original Kokoro para no interferir con las connotaciones que tendría llamarla “(El) Corazón”. No obstante, autores como Keene[12], han decidido a la hora de divulgar conocimiento sobre la literatura japonesa llamar a la novela The Heart.[13] Si bien no estamos de acuerdo, como hemos expuesto anteriormente, con la utilización de términos connotados para la transposición a otra cultura de los mismos, admitimos que un contexto como es el divulgativo en un principio puede resultar una de las opciones más sencillas, aunque errada. El intento de hacer llegar otra cultura debería ser realizada a través de sus propios términos, matizando las características intrínsecas a este, familiarizando a la persona con los contextos en los que son utilizados. Asumimos, por tanto, que la decisión editorial tomada en España manteniendo el original Kokoro es la más correcta.
Finalmente, queremos observar si hay variabilidad en el uso del término atendiendo a la época en un contexto poético. Si bien, como hemos expresado con anterioridad, kokoro en el contexto literario contemporáneo atiende a una nueva conciencia de modernidad, la utilización de la palabra en el contexto poético se ha realizado con connotaciones previamente mencionadas, el carácter sentimental o emotivo. Consideremos en primer lugar un poema del Man’yōshū, la recopilación de poemas de diferentes estratos sociales del siglo VIII, de Kakinomoto no Hitomaro (662-710)[14] en el que aparece el término.
Mi Kumano no ura no hamayū / momoe nasu kokoro ha moedo / tadani awakumamo.[15]
El cual podríamos traducir de la siguiente manera:
“Como los lirios en la costa de Kumano, los pensamientos en mi corazón se agolpan, aunque tal vez no nos veamos”
Como podemos observar, la utilización de la palabra se hace en un contexto que intuimos amoroso, atendiendo a la emotividad de la escena. Es interesante señalar también el estilo indirecto tan característico de la poesía japonesa, reflejado en este poema en la omisión en todo momento de mención a la persona amada.
Por otra parte, consideremos un poema del año 1901 escrito por Yosano Akiko en su famoso Midaregami.
Toya kokoro asa no ogoto no yottsu no o no hitotsu wo towani kami kiri suteshi.[16]
Para el cual proponemos una traducción a modo de acercamiento siguiendo los patrones de la anterior:
“En la mañana, los kami han cortado una de las cuatro cuerdas del koto para la eternidad en mi corazón.”
De nuevo, vemos este carácter emotivo, casi completamente interrelacionado con imágenes del amor romántico expresado por la autora. Creemos que quiere expresar el fin de un idilio romántico a través de estas palabras, y la utilización de la palabra kokoro parece emitir un sentimiento relacionado con un estado anímico. A su vez, otras palabras se podrían considerar intraducibles como kami o el instrumento musical de cuerda percutida koto, siendo esta primera normalmente acercada a través de las acepciones “dios(es)” o “deidad(es)”.
La evocación que se manifiesta en estos dos poemas, por tanto, se hace a través de la apelación al kokoro como espacio de los sentimientos íntimos de la persona. Como parte intrínseca de la persona con la que se piensa o con la que se siente. Si, como hemos definido anteriormente, estas palabras nos acercan a las formas de vivir de los diferentes pueblos, kokoro se muestra como clave para el acceso a la comprensión de las formas de pensar o sentir, a través de un significado compartido por los japoneses.
Por medio de este ensayo hemos tratado de reflexionar sobre el término kokoro para contextualizarlo y descubrirlo como uno de las palabras claves de la cultura japonesa, encapsulando así parte de los significados y valores del pueblo que la utiliza. A través de este análisis concluimos que, aunque la traducción como corazón (o heart) haya sido, normalmente, la más utilizada para acercarlo al lector occidental, la variabilidad de acepciones y su encuadre único dentro de la cultura japonesa y su idiosincrasia hacen imposible la transliteración directa. Por tanto, planteamos que para un conocimiento más profundo de la palabra en su contexto debemos utilizar el término en sí para luego explicar sus connotaciones, sus usos y sus dinámicas internas, o, en su contra y como punto intermedio, ofrecer la traducción con una voluntad manifiesta de señalar la complejidad que encierra. El “acercamiento” de las palabras a otras lenguas como medio divulgativo y comunicativo podría llevarnos a una comprensión errónea de las mismas, a través de una visión que prioriza nuestros significados, que les confiere un valor universal que no tienen. Este hecho ha de servirnos para replantear nuestro sitio como significante universal, nuestras pretensiones de dar explicación a todo a través de unos términos connotados que dan sentido a nuestras realidades construidas y que, por tanto, no dan cabida a otras.
Para saber más:
Befu, Harumi. El nihonjinron como identidad nacional japonesa: un análisis antropológico. Barcelona, Edicions Bellatera, 2017.
Keene, Donald. Dawn to the West: Japanese Literature of the Modern Era, Fiction. Columbia, Columbia University Press, 1998.
Nippon Gakujutsu Shinsōkai. The Manyōshū. Nueva York, Columbia University Press, 1965.
Sōseki, Natsume. Kokoro. Madrid, Impedimenta, 2014.
Yosano, Akiko. Midaregami. Tokio, Shinchōsha, 2001. Disponible aquí.
Wierzbicka, Anna. “Japanese Key Words and Core Cultural Values”, Language in Society, 20, 3, 1991, pp. 333-385.
Wierzbicka, Anna. “Japanese Cultural Scripts: Cultural Psychology and Cultural Grammar”, Ethos, 24, 3, 1996, pp. 527-555.
Wierzbicka, Anna. “In Defense of Culture”, Theory & Psychology, 15, 4, 2005, pp. 575-597.
[1] Anna Wierzbicka (1938-) es lingüista en la Australian National University. Conocida por sus trabajos en semántica, pragmática y lingüística intercultural.
[2] Wierzbicka, Anna. “Japanese Cultural Scripts: Cultural Psychology and Cultural Grammar”, Ethos, 24, 3, 1996, pp. 527-555, espec. p.530.
[3] Wierzbicka, Anna. “Japanese Cultural Scripts: Cultural Psychology and Cultural Grammar”, Ethos, 24, 3, 1996, pp. 527-555, espec. p. 535.
[4] Extraído del Diccionario Goo: https://dictionary.goo.ne.jp/word/%E5%BF%83_%28%E3%81%86%E3%82%89%29/#jn-20645.
[5] Extraído del Diccionario Rui: http://www.nichiza.com/rui/rui.php.
[6] Wierzbicka, Anna. “Japanese Key Words and Core Cultural Values”, Language in Society, 20, 3, 1991, pp. 333-385.
[7] Podríamos relacionar esta identificación con la palabra japonesa honne en contraposición a tatemae. Suelen ser traducidas como “sentimientos verdaderos” y “fachada” respectivamente.
[8] Natsume Sōseki (1867-1916) fue novelista, profesor de literatura inglesa en Universidad Imperial de Tokio, escritor de haiku y poesía china.
[9] “Teorías sobre lo japonés”. Género de textos que se centran en la identidad cultural japonesa desde la visión de la unicidad.
[10] Harumi Befu (1930-) es profesor de antropología retirado nacido en Estados Unidos cuya obra se centra en la identidad cultural japonesa.
[11] Befu, Harumi. El nihonjinron como identidad nacional japonesa: un análisis antropológico. Barcelona, Edicions Bellatera, 2017.
[12] Donald Lawrence Keene (1922-2019) fue un académico americano cuya obra se centró en la literatura japonesa. También fue profesor en múltiples universidades japonesas y americanas, así como traductor.
[13] Extraído de Keene, Donald. Dawn to the West: Japanese Literature of the Modern Era, Fiction. Columbia, Columbia University Press, 1998.
[14] Fue uno de los poetas más prominentes en la compilación mencionada, única fuente por la cual conocemos su vida y obra.
[15] Poema transcrito de Nippon Gakujutsu Shinsōkai. The Manyōshū. Nueva York, Columbia University Press, 1965.
[16] Poema extraído de Yosano, Akiko. Midaregami. Tokio, Shinchōsha, 2001. Disponible aquí.
Muchísimas gracias Enrique por el post dedicado a este término japonés tan ampliamente difundido y , a su vez, desconocido.
Nos ha gustado mucho la explicación que haces sobre la imposibilidad de aplicar una traducción directa a “Kokoro”. Nosotros lo usamos para designar a nuestro espacio de Shiatsu Zen cuando lo creamos hace unos años y continuamos con ello.
Un saludo cordial.