El tintineante sonido de las fûrin, o “campanillas de viento”, son una de las tradiciones que ayudan a soportar el sofocante verano japonés. Tienen su origen en China, en un tipo de adivinación de la dinastía Tang (618-907) llamada senfûtaku en la que se predecía la suerte según el sonido y movimiento de campanillas, las fûtaku, colgadas en los cuatro puntos cardinales de los bosques de bambú. Esta tradición llegó a Japón junto con el budismo en el periodo Nara (710-794), divulgándose la costumbre de colgar pequeñas campanas de bronce en las cuatro esquinas de los templos y pagodas budistas para mantener alejada la mala fortuna. A finales del periodo Heian (794-1185/1192) esta costumbre sería adoptada por la nobleza, que colgaría campanillas en los aleros de sus mansiones como protección. La práctica se difundiría sobre todo durante los calurosos meses de verano, en los que se creía que el calor y el viento favorecían la propagación de enfermedades, extendiéndose su labor como amuletos al pueblo bajo el nombre de fûrin. Estas campanillas se popularizaron sobre todo durante el periodo Edo (1615-1868), en el que empezó a sustituirse el bronce por cristal gracias a las técnicas importadas desde Holanda, multiplicando sus diseños y añadiéndole una dimensión decorativa. Hoy día se considera un fûbutsushi, o artículo que evoca una estación, y se organizan festivales a lo largo y ancho de Japón que actúan como expositor y mercado de las fûrin de todo el país, siendo uno de los más multitudinarios el Kawasaki Daishi Fûrin Ichi, organizado en el templo Kawasaki Daishi de Kanagawa, que ya va por su vigesimocuarta edición.
Salvo contadas excepciones, las fûrin están compuestas por tres partes bien diferenciadas: el sotomi, o cuerpo de resonancia, el zetsu, equivalente al badajo de las campanas occidentales, y unido a él por un hilo el tanzaku, una tira de papel (normalmente decorado) de longitud variable que al ser mecido por el viento mueve el zetsu y hace que impacte contra el sotomi, provocando un sonido distintivo en función de los materiales utilizados. Los diseños de las fûrin pueden llegar a ser variadísimos, incorporando en la mayoría de ocasiones las artesanías propias de la región, por lo que en esta serie de artículos se hará un recorrido por el archipiélago nipón de norte a sur, destacando las particularidades de las fûrin más características de cada prefectura.
Hokkaidô
Empezando por las campanillas típicas de la prefectura más al norte de Japón, y también la de mayores dimensiones, tenemos las dosanko fûrin, sobre todo las fabricadas en el taller de cristal Glass Forest in Furano, ubicado en la ciudad del mismo nombre, donde utilizan una variedad de cristal llamada shibare-shôshi o shibare-garasu. Este cristal, que toma su nombre de una palabra del dialecto de Hokkaido que significa “helarse”, fue inventado por el director de la fábrica Kawano Katsuyoshi, y se inspira en el clima frío de la región y en el polvo de diamante para dar lugar a un cristal de aspecto craquelado: compuesto por tres capas, al enfriarlas se contraen, agrietando de manera natural la capa central. Conforme pasa el tiempo las grietas van aumentando y evoluciona el aspecto del objeto, que puede llegar a durar entre tres y cinco años.
Aomori
Yendo al norte de la isla principal de Honshû a través del estrecho de Tsugaru, en esta prefectura son populares tres tipos de campanilla, cada una fabricada con artesanías diferentes. El primer tipo son las hanagusa fûrin, inspiradas en los desfiles de grandes carrozas de papel del Festival Nebuta celebrado en verano; el hanagusa es un tipo de sombrero plano decorado con flores y palomas que llevan los bailarines en distintos festivales tradicionales japoneses, incluidos los haneto, o danzantes del Festival Nebuta, razón por la que estas campanillas de hierro van decoradas con los mismos motivos. El segundo tipo son las tsugaru-biidoro fûrin, o campanillas de vidrio de Tsugaru; este vidrio empezó fabricándose con arena recogida de la playa Shichirinaga en la ciudad de Tsugaru, que le otorgaba un particular color verde amarronado, utilizándose inicialmente para fabricar ukidama (bolas de cristal o plástico que se colocan en las redes de pesca para que floten); a partir de 1973, sin embargo, esta técnica alcanzó fama en todo el país, convirtiéndose en una de las principales artesanías de la región. El tercer tipo, de aspecto más sobrio que las anteriores, son las tsugaru-kanayama-yaki fûrin o campanillas de cerámica Tsugaru Kanayama, una cerámica sin vidriar cocida a 1350 grados.
Iwate
Esta prefectura, conocida por sus bellos paisajes y ser el origen de las leyendas de yôkai recogidas en Las Leyendas de Tôno, también tiene diferentes variedades de campanillas. Las más comunes son las nanbu fûrin, fabricadas con nanbu-tekki, un tipo de hierro con base de arrabio posteriormente lacado propio de las ciudades de Ôshû y Morioka; en la provincia de Ôshû se fabrica desde finales del periodo Heian, cuando el noble Fujiwara no Kiyohira invitó a un herrero de la provincia de Ômi, mientras que la variedad de Morioka data del siglo XVII, cuando el jefe de la región eligió a un herrero de Kioto para que le forjara una tetera para la ceremonia del té. Lo único que tiene en común esta tipología de campanilla es el material, ya que los diseños pueden ser muy variados: son frecuentes los inspirados en los irori (fogón japonés) y las linternas, pero también se fabrican con forma de noria, de cerezo o de gato, en grupos de tres…El otro tipo de campanilla de la zona son las ringo fûrin, o campanillas manzana que, como su nombre indica, tienen forma de esta fruta como homenaje a las manzanas rojas de alta calidad que se cultivan en las ciudades de Esashi y Hanamaki.
Miyagi
La tierra natal del señor feudal apodado “El Dragón de un Solo Ojo” Date Masamune (1567-1636) destaca por las matsukasa fûrin, o campanillas de copa de pino. Según dice la tradición popular, durante la era Tenmei (1781-1789) el señor del dominio de Sendai pidió que se le fabricara una fûrin que produjera un excelente sonido, y tras mucha experimentación el décimo cabeza de la familia Shôemonkane ideó la forma actual de la campanilla, cuya técnica se ha ido transmitiendo a través de las generaciones de herreros de la región; su distintivo sonido proviene de los agujeros irregulares hechos en el metal, como si lo hubiera mordisqueado un insecto, y suele decorarse con hojas de pino en la parte superior. El otro modelo de campanillas, las sendai tsutsumi-ningyo fûrin, toma su nombre de un tipo de muñeca producido durante la era Genroku (1688-1704), cuando el ceramista proveniente de Edo Uemura Man’emon fundó el estilo de cerámica tsutsumi-yaki en la actual Miyagi; esta técnica se utilizaría para realizar muñecas de alta calidad, las tsutsumi ningyo, que se les ha llegado a llamar la versión tridimensional del ukiyo-e y de la que se conservan unos 1700 moldes en la actualidad. Aunque existen varios formatos diferentes, el más común para las fûrin es el de daruma.
Akita
En esta región montañosa, renombrada por ser la sede de festivales tradicionales como la visita a los niños de los demonios vestidos de paja Namahagane en Año Nuevo, son famosas la gotemari fûrin que toman su nombre de los gotemari, o simplemente temari, un tipo de juguete tradicional japonés o gangu similar a una pelota de tela con intrincados diseños de colores brillantes. Tienen su origen en el periodo Heian, en el que se tejían con hilo tomado del helecho zenmai, adquiriendo gran popularidad entre el pueblo desde mediados del periodo Edo hasta principios del periodo Showa (1926-1989) durante la difusión del cultivo del algodón; estas fûrin se inspiran en las temari de la ciudad de Yurihonjô, las únicas que tienen flecos colgando de los lados y van acompañadas de una campanilla de hierro.
Yamagata
Las campanillas de esta región montañosa vuelven a tener en común el material utilizado, en este caso el yamagata-imono o metal fundido de Yamagata. Su origen está en la era Kôhei (1058-1065), cuando Minamoto no Yoriyoshi viajó hasta Yamagata para pacificar la rebelión de Abe no Sadatô durante la Zenkunen no Yaku (1051-1063), o Former Nine Years’ War, en la que Sadatô intentó independizarse; en su viaje, Yoriyoshi fue acompañado por un gran número de herreros, quienes descubrieron que la arena y tierra a orillas del río Mimagasaki era ideal para la fundición, lo que motivó que muchos otros se trasladaran a la región. Ya en la era Keichô (1596-1615) el señor de la región Mogami Yoshiaki impulsó el desarrollo de esta artesanía, estableciendo cerca del río varias shokunin-machi, nombre que recibían las ciudades cuya población estaba mayoritariamente compuesta por artesanos, cuyos productos llegaron a alcanzar una gran notoriedad. Tal vez porque en el periodo Edo los fundidores se especializaron en la forja de artículos relacionados con el budismo, una de las tipologías más comunes de estas fûrin es en forma de tôrô, las linternas que iluminan los caminos en los templos budistas. Otro tipo común son las producidas por la Chûshin Kôbô, una fábrica en Yamagata especializada en artículos de metal cuyas fûrin parecen estar inspiradas en las famosas montañas de la región, como Zao-san o el monte sagrado Haguro.
Niigata
Emplazamiento de varias de las fuentes de aguas termales más reputadas del país, es también la cuna de la cerámica tsumari-yaki utilizada, entre otras cosas, para la fabricación de fûrin. El origen de esta técnica está en el descubrimiento en la región de Tsumari de un tipo de cerámica prehistórica del periodo Jômon (c. 10500 – c.300 a.C.) considerado actualmente Tesoro Nacional, el kaen-doki o vasija con forma de llamarada, compuestas por un cuerpo alto y plano que se ensancha ligeramente hacia la boca, ricamente decorada con cuatro grupos de figuras abstractas similares al fuego en movimiento. Aunque la técnica con la que se hacían estas obras se ha perdido, con motivo del festival de arte moderno Echigo-Tsumari Art Triennial, el ceramista Yoshida Akira decidió comenzar el proyecto Yakimono no sanchi: Uonuma-Tsumari (“La tierra natal de la cerámica: Uonuma y Tsumari”) con el objetivo de revitalizar las artesanías de la zona; Yoshida se dedicó a recorrer Tsumari, encontrando materia prima adecuada para la fabricación de cerámica, desarrollando el estilo tsumari-yaki.
En este artículo se ha ofrecido una panorámica de las fûrin características del norte de Japón en las que, ya sea por sus decoraciones (las campanillas de Aomori, Iwate y Akira), novedosa factura (las de Hokkaidô) o el mantenimiento de la tradición (las de Miyagi, Yamagata y Niigata), representan una muestra de la riqueza que tienen que ofrecer estas prefecturas más alejadas de las rutas turísticas habituales. En el siguiente artículo continuaremos con nuestro recorrido por las tradiciones artesanales explorando la región de Kantô a través de sus fûrin.